Capítulo 17.
Es sábado, y hoy conozco a Alex.
Tengo un manojo de nervios que se transforma en un revoltijo presente en mi estómago.
El hecho de que Ethan me haya pedido conocer a su mejor amigo, es un paso un tanto mayor, pienso yo. ¿Y si no le caigo bien? Es decir, ¿no es algo importante conocer al mejor amigo de la persona que te gusta? Cuando mis amigas me presentan al chico que les interesa, o gusta, mis ojos lo analizan de pies a cabeza para saber si me agrada para ellas. Y creo que es algo que todos hacemos debido a que cuidamos a la persona que queremos.
Sea como sea, me siento nerviosa por conocerlo. Pero Ethan se ve tranquilo, y hasta diría que lo veo contento mientras lo esperamos en un bar.
—Alex no es malo, Emma —dice Ethan luego de beber un sorbo de cerveza—. Noto tus nervios, como si estuvieras a punto de dar una lección con un profesor estricto.
Me río.
—Estricto o no, las lecciones siempre me pusieron nerviosa —suspiro—. ¿Y si no le caigo bien?
—¿Por qué sería así?
Me encojo de hombros.
—Hay veces que no me agradan los chicos que le gustan a mis amigas. Quizás no le agrado.
—Quizás viste algo raro en ellos para que no te agraden.
—Cierto.
—Alex no verá nada raro en ti, así que tranquila. Y ahí viene.
Respiro profundo, como Rose y Jack antes de que el Titanic se hundiera por completo.
Ethan se pone de pie y abraza a su mejor amigo. Hacen una broma interna al llamarse de forma graciosa, se ríen y luego nada.
Al alzar la vista, veo finalmente a Alex. Un chico de la misma altura que Ethan, de cabello corto, oscuro, y de piel trigueña. Me sonríe simpático y mira a su amigo, esperando que lo presente.
—Alex, ella es Emma, de quien tanto te he hablado. Emma, él es Alex, mi mejor amigo, mi casi hermano diría yo —nos presenta finalmente.
Le sonrío a Alex, lo saludo, él responde a mi saludo con la misma sonrisa simpática que usó antes.
Se sienta, le pregunta a Ethan que tal estuvo el día, y luego de la respuesta, hablan de un partido de fútbol que jugaron hace poco. Al parecer, Alex aún le debe lo que apostaron. Se ríen por ello, y Alex me mira.
Oh no, la mirada analizadora que tanto he usado con los chicos de mis amigas. Mi propia medicina. No me agrada.
—No la mires así —le dice Ethan y lo empuja—. Ya demasiado nerviosa la tienes.
Alex se ríe y me mira.
—Tranquila, no soy malo. Mientras vea bien a mi amigo, me vas a caer bien.
He dicho o he pensado lo mismo, así que le sonrío y el tema de conversación que sale es uno donde puedo opinar libremente.
Pedimos otra cerveza, nos reímos, comienzo a sentirme más cómoda y menos observada. Y mientras hablo con Alex, le suena el móvil a Ethan, así que se detiene a intercambiar mensajes con quien sea que esté hablando.
Cuando con Alex dejamos de hablar, me observa, sonríe nervioso y me vuelve a mirar.
—¿Qué? —le pregunto.
Suspira.
—¿Qué pasa si te digo que mi hermana quiere venir con su novio?
¿Y así tan tranquilo lo dice? ¡Camarero, la cuenta! ¿Me puedo arrojar al lago cercano al bar? Gracias.
Alex se ríe, y pese a que ya me caiga bien, no entiendo el motivo de su risa. Ethan sigue sonriendo nervioso, y si él está así, ¿qué me queda a mí?
Me siento mareada, y no bebí demasiada cerveza como para sentirme así. Ethan sigue esperando mi respuesta, pero creo que no hace falta responder. Si conocer a su mejor amigo me puso nerviosa, el hecho de saber que su hermana quiere venir me pone peor. Mucho peor.
—Puedo decirle que no —me dice—. Sé que puede ser mucho por una noche.
Respiro profundo.
—Es mucho, sí, pero no voy a decirte qué puedes hacer y que no. Si quieres que venga, pondré mi mejor actitud. Espero agradarle.
Sonríe, y pone su atención en la respuesta que le da al mensaje de su hermana.
Ahora que sé que está en camino, mi corazón galopa en mi pecho. No sé de qué hablan Ethan y Alex. No sé que música están pasando, pero las chicas a nuestro lado parecen felices de oírla. No puedo saber todo lo que pasa a mi alrededor, no cuando tengo mis pensamientos puestos en la hermana de Ethan.
Y ojalá pudiera decir que mis nervios se deben a que todo resulta apresurado, pero no. Mis nervios se centran en la pregunta de si le voy a agradar o no.
Me preocupo mucho por eso. Creo que demasiado para mi gusto. Y cuando eso pasa, cualquier cosa que dices o haces, te hace sentir una persona tonta. O al menos eso me pasa a mí cuando tengo que conocer a alguien. Y seguro muchas veces quedé como tal.
—Hola, hola —saluda alguien, y al alzar la mirada, me encuentro con la versión femenina de Ethan. A su lado, hay un chico de cabello corto y oscuro. Quien saluda a los chicos de manera familiar, y quien espera a que Ethan nos presente.
Su hermana clava su mirada en mí, me siento analizada de pies a cabeza. Dios. Creo que tengo náuseas. Tal vez nadie se lo dijo, pero tiene una mirada muy intimidante. O quizá lo sabe, y disfruta de ello. No lo sé.
Voy a morir, aquí mismo. Adiós.
¿Y de qué murió?
Pues... sólo la miró la hermana del chico que le gusta.
—Bien, ella es Emma —Ethan me presenta sonriendo—. Emma, ellos son Mia, mi hermana. Y Matt, su novio.
Matt me saluda amable, y luego lo sigue Mia, quien me saluda igual. Pero aún así ya me siento muerta.
Como es habitual con personas que se conocen desde hace tiempo, inician una charla de la cual no soy parte, porque no entiendo de qué hablan, ni mucho menos conozco a quienes nombran. Así que sólo me dedico a mover la cabeza al ritmo de la música, y a beber cerveza.
Ethan se pone de pie para ir al baño, y lo sigue Alex. Al encontrarme sola con Mia y Matt, mi corazón vuelve a galopar como loco. Y ni hablar de cuando Mia me mira.
—¿Quieres a mi hermano? —me pregunta, de sorpresa. Es decir, esperaba cualquier otra pregunta, menos esa.
De todas maneras, sonrío, asiento, y pongo mis ojos en ella.
—Sí, lo quiero.
Y al responder, ella sonríe tranquila. Al asegurarse mis sentimientos, y al creerme, habla con Matt.
Ya no me siento tan observada, ni tan estudiada. Sé que como hermana va a seguir observando mis movimientos, mi forma de ser, y demás. La entiendo. Y es mejor eso, entenderla, a sentirme en alerta todo el tiempo.
Ahora bien, le acabo de decir que lo quiero. Y es cierto, lo hago, no le mentí. No puedo mentir con eso. Pero no se lo dije a Ethan.
Cuando vuelve, y cuando pone sus ojos sobre mí, sé que en verdad lo quiero. Entonces me sonríe, y es ahí cuando sé que lo quiero más de lo que pienso, más de lo que le acabo de confesar a Mia.
Se hizo querer fuerte e intenso en nada de tiempo. Y no creo que eso pase con todas las personas que hay en el mundo. No creo que eso sea algo que pase con total y pura normalidad. Pero eso está pasando, de forma tan natural, tan sincera, y de forma única. Lo quiero. Mucho.
¿Debo decírselo? ¿Me querrá igual?
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