Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11.

El estómago me duele a causa de los nervios que me carcomen. Me siento una pequeña niña, o una adolescente, no lo sé. Sólo sé que estoy por fuera de mi edad al tener tantos nervios por una simple cita con un chico.

Es sólo una cita, unas cervezas en un bar, ¿por qué tiemblo?

Siento que todo es una novedad, que me estoy entregando a lo desconocido. Y en cierta manera, es así. Los que tuvimos citas sabemos que ninguna se parece a la otra, porque ninguna persona es igual.

¿Y si Ethan me cae mal? Como el chico que hace un tiempo conocí, que me caía bien hasta en la noche que tuvimos nuestra primera cita. En su auto se quiso propasar conmigo, y no entendía mis reiterados "no" o mis rechazos. Me sentí mal, incómoda, y no le hablé más.

¿O si me aburre? Tal como me pasó con el chico que repartía pizzas.

Bueno, supongo que no debo sacar conclusiones, ni mucho menos pensar en citas fallidas. Al final de la noche, sabré como me sentí con él.

Ya es domingo, y el día se presenta feo, triste. Nubes grises cubren el cielo, y cada tanto llueve ¿Y si me cancela por el clima? Como sea, por las dudas voy preparada para la noche.

Pero lo que no está preparado para la noche, es mi cabello ¡es que ni siquiera con una coleta puedo disimular lo horrible que está por la maldita humedad!

Maldita sea. Pero es lo que hay, es lo que soy. Soy frizz y ondas rebeldes.

Mis amigas bombardean mi móvil con mensajes acerca de esta noche, y eso que aún no llegué a la gasolinera. No sé si están más nerviosas ellas o yo. No, creo que más bien ellas son las ansiosas y sólo yo la nerviosa.

Lo que más amo de su actitud, es que ninguna me juzgó, ni me llamó apresurada por pactar una cita con un chico, luego de una semana de haber terminado con Max. Al contrario, me aconsejaron y me dieron opciones para la vestimenta.

Nicole me dijo que no me prive de sentir por una mala experiencia, y que si sentir requiere tener una cita luego de una semana de ruptura, no está mal, siempre y cuando yo esté bien y cómoda. Y yo estoy bien y cómoda, punto.

Llego a la gasolinera, vistiendo nervios y no una blusa floreada. No hay señales de Ethan aún, y no me parece extraño, suele llegar tarde.

Empieza mi turno, mi trabajo, mi atención al cliente, y aún no hay señales de Ethan ¿habrá faltado? ¿le habrá pasado algo? Y mientras me formulo preguntas, y más preguntas, lo veo cruzar la calle apresurado, y con un gesto de disculpas hacia sus compañeros, sube corriendo hacia los vestuarios.

El corazón está a punto de saltar de mi cuerpo, está a nada de estallar contra el rostro de la chica que está buscando el dinero para pagar por sus chocolates.

Cuando la chica sale del minimercado, Ethan baja y se dispone a empezar su trabajo. Y si en estos momentos sería un dibujo animado, ya me hubiera derretido entre muchos corazones.




Pese a ser un domingo aburrido, que sólo requiere estar en casa, en pijama, viendo una película o serie, hubo mucho movimiento en la gasolinera. Tanto que aún no tuve contacto alguno con Ethan. Ni él entró, ni yo salí.

Hasta que finalmente tengo que salir para buscar cambio de dinero, y el mismo se lo pedimos a los chicos que cargan combustible, así que de forma directa me dirijo a Ethan. Soy muy disimulada, por suerte.

Me saluda, me sonríe, y me entrega el cambio que le pido. Pero no me dice nada sobre ésta noche, ¿se olvidó? ¿la está evitando? ¿se arrepintió? Y así, miles de preguntas que se me formulan.

—¿Y lo de ésta noche? —pregunto, y al instante en que lo hago, ardo en fuego. Quiero salir corriendo, pero si ya me siento una idiota ahora, peor sería si salgo corriendo. Más si en el intento me caigo. Bien... ¿a dónde se fue mi mente?

Ethan sonríe.

—¿Vamos a ir? Es que al parecer nadie puede.

Su respuesta me hace parpadear varias veces ¿Acaso invitó a alguien más? ¿Fui una idiota por creer que era una cita?

La idea es que nadie más que nosotros vaya, Ethan ¡por favor!

Puedo ver sus nervios, al menos los míos no son los únicos, y eso un poco me tranquiliza. Entonces sonrío, y me armo de valor.

—Pues... vayamos nosotros entonces —respondo, y pese a que me armé de valor para decirlo, me consumo en el fuego que se incendió hace un instante.

No es algo que yo haría, no es algo que yo diría. Lo normal hubiera sido que no hiciera nada, y siguiera con mi trabajo, para luego sentirme una tonta por creer que la salida era una cita de sólo nosotros.

Pero, en lugar de eso, le acabo de decir que vayamos nosotros.

Ethan sonríe, y sus hombros se relajan, ya no luce tan tenso ni tan nervioso.

—¿Ronda de cervezas para dos? —eleva su mano derecha.

—Así es —le respondo y estrecho su mano con la mía.

Ambos sonriendo, y yo con el corazón a mil.

¿Es normal tener tantos latidos en nada de segundos?





Cuando el turno termina, y me encuentro vestida para la ocasión, no soy capaz de salir del vestuario. Estoy sentada en el pequeño banco de madera, hablando con mis amigas por mensaje. Se sorprenden por mi invitación a que sólo seamos nosotros dos, y a su vez les mandó una foto de como estoy, y cuando me dan el visto bueno, respiro profundo y salgo del vestuario.

Me dirijo hacia el punto de encuentro que pactamos, Ethan aún no está ahí, así que me siento en el suelo y lo espero.

En ese tiempo, veo que Kyle se acerca hacia donde estoy, sonriendo de forma burlona. Así que ruedo los ojos, ya sé lo que se viene.

—¿A quién esperas? —me pregunta al llegar.

—Como si no lo supieras.

Se ríe.

—Me invitó —dice.

—Oh... ¿en serio? —pregunto, con desilusión.

—Sí, pero obviamente le dije que no, que no podía —suspiro, pero no por alivio, sino por más bien seguir creyendo que es una cita cuando al parecer él no lo ve igual—. Tranquila, me invitó por nervios. Está más nervioso que tú por ésta noche.

Me responde Kyle, como si hubiera leído mis pensamientos. Pero lo cierto es que ya no estoy tan segura.

Al ver que no le respondo, me vuelve a repetir lo mismo, me desea suerte, y se despide. Ahora el tiempo de espera por Ethan se hace algo denso, pesado.

Cuando lo veo cruzar la calle, y llega a donde estoy, suspiro. Me saluda, y le respondo el saludo.

—¿Quieres dejarlo para otro momento? —le pregunto.

—No, ¿por qué?

Me encojo de hombros.

—Sólo digo, por si no quieres que seamos dos.

Sonríe.

—Mejor, más cerveza para nosotros.

Vuelve a sonreír, y es su sonrisa la que me invita a no pensar en nada malo, en ninguna idea que me haga cancelar para irme a casa.

—Bueno, ¿a dónde vamos? —pregunto, más animada.

—Al bar Five —me responde tranquilo, como si yo tuviera idea de lo que está hablando.

—¿Y dónde queda eso?

—A unas manzanas de aquí. Ven, vamos, ahí viene el bus que nos deja.

Y dicho eso, frena el bus, nos subimos, pagamos el viaje y nos sentamos. El silencio nos abraza, y los nervios se vuelven a presentar, me hacen doler el estómago.

¿De qué le hablo?

¿Qué le digo?

¡Tengo que decir algo antes de que piense que soy una aburrida! O tengo que decir algo para no pensar en que sólo yo siento que esto es una cita.

Cuando lo miro, me regala la misma sonrisa de todos los días, y es esa sonrisa la que disipa todo.

Llegamos al lugar, al bar Five, y se nota que es un domingo para estar en casa, ya que no hay mucha gente, pero aún así parece ser un lugar agradable.

Nos ubicamos en una de las mesas del fondo, cerca de las mesas de billar, donde hay gente jugando y riendo. El camarero se acerca a nosotros y nos pregunta que vamos a pedir. Ethan se pide alitas de pollo, mientras que yo una hamburguesa. Y por supuesto, no podían faltar las cervezas en el pedido.

Nos volvemos a quedar solos, y cuando sus ojos se fijan en los míos le sonrío y él me devuelve la sonrisa. Rompe el silencio y me pregunta cómo me siento en el trabajo, así que por un momento nos entretenemos con esa conversación.

Llegan nuestros pedidos, y lo degustamos. Ethan me hace probar las alitas de pollo, y compruebo que tiene razón, que están deliciosas.

—Entonces, ¿por qué después de tanto puedes decir que estás bien? —lanza la siguiente pregunta, y me mira, espera por mi respuesta.

—Terminé con una relación que no me sumaba.

—¿Él no era bueno contigo?

—Mmm... no es eso, Max es bueno. Sólo que no encajamos en nada. Además, él me amaba y yo... bueno, yo no. Y no quería perder mi tiempo ahí, ni hacer que él lo pierda.

Asiente, bebe cerveza y vuelve a asentir.

—Comprendo, y estoy de tu lado. También tuve una novia a la cual no amé.

—¿Por qué?

Se encoge de hombros.

—No lo sé, ella también era buena conmigo. Pero no la amaba, no me salía.

—Así me pasaba. Tuve que comprender que no es algo que uno puede hacer salir.

—Tiene que ser natural.

—Exacto.

Me mira, y por su forma de mirarme me siento sedienta. Así que bebo de la cerveza refrescante, lo cual agradezco.

—¿Y alguna vez has amado?

—Uff...

Se ríe.

—Vaya pregunta —asiento—. Si no quieres responder, lo entiendo.

—Pasó mucho tiempo, puedo responder —suspiro—. Amé, pero no me fue muy bien. Y ahí sí te puedo decir que él no fue bueno conmigo.

Ethan me pregunta el por qué, por lo que pasó a contarle brevemente lo que fue de esa relación. Dicen que no hay que hablar de tu ex en las primeras citas, y estoy de acuerdo, pero lo estoy cuando se nota a leguas que esa persona no superó a su ex. Yo lo superé, y sólo estoy contando de mi experiencia. Y que Ethan me escuche con atención es algo hermoso.

Incluso le hablé de mis desórdenes alimenticios. No quería hacerlo, pero la comodidad de la conversación me llevó a eso. Muchos hubieran dejado el tema para más adelante, pero a mí me salió ahora. Un poco me arrepentí.

Pero al ver la mirada de Ethan, y al no encontrar nada malo en ella más que comprensión, me sentí aliviada, tranquila.

Cada cosa que dije, Ethan la escuchó con atención, como si realmente estuviera interesado en mí, y en cada cosa que digo.

—¿Y qué tal tú? ¿Por qué no estabas bien el otro día?

Suspira.

—Estoy algo cansado.

Y se nota su cansancio, el cuerpo habla por uno, y en su cuerpo veo todo el cansancio que viene arrastrando.

Le pregunto por qué, quizá con eso se siente más liberado del todo, con menos peso. Si él me escuchó con atención y respeto, yo también debo hacerlo.

—Del trabajo, de la vida, mi hogar. Todo.

Me dice que está cansado del trabajo, que quiere un cambio luego de estos cuatro años ahí dentro. Me cuenta que tuvo que dejar sus estudios universitarios para trabajar, y así ayudar en su hogar, y que eso le pesa porque extraña su tiempo de estudio, su sueño de ser contador. Y eso lo lleva al cansancio de la vida, al no estar haciendo lo que en verdad quiere.

En cuanto a su hogar, tiene problemas con su padre, no quiso entrar en detalle y no quise preguntar para no incomodar. Pero se nota que hay enojo, frustración.

—¿Hay algo bueno dentro de todo eso? —le pregunto.

—Mis abuelos —y cuando los nombra, una hermosa sonrisa se hace presente en él, una que es contagiosa en mí. Me habla de sus abuelos, me habla con mucho amor y cariño.

Sus abuelos son todo para él, son su mayor pilar. Y no es necesario que lo diga, el brillo que hay en sus ojos cuando habla de ellos lo hace notar.

—¿Mejor? —le pregunto cuando termina de hablar, sonríe y asiente.

—Hablar de ellos me hace bien.

—Ahí está la respuesta entonces.

Vuelve a sonreír, y ahora lo noto más tranquilo, más relajado, y eso me agrada mucho.

—Entonces... ¿te gusta alguien del trabajo?

Su pregunta tan repentina como sorpresiva, me lleva a ahogarme con la cerveza.

Necesito huir. Quiero correr.

¡Ayuda, por favor!

—Puede ser —respondo. Bien, ¿en qué momento me chupa la tierra?

Se ríe.

—¿Quién? —me encojo de hombros y empieza a nombrar personas que trabajan con nosotros, y a todos los nombres le digo que no. Hasta que se queda sin nombre, porque el único que queda es el suyo.

Cuando lo noto, siento que mi rostro quema, pero demasiado. Y cuando veo su sonrisa, me pongo más colorada aún. No me vendría mal poner mi rostro entre las botellas de cervezas frías.

Ninguno dice nada al respecto, pasamos por alto mi obviedad, para de la nada jugar a la pulseada china. Por suerte está siendo muy divertida y para nada esperada esta cita.

Terminamos el juego, donde él me ganó, pero no separamos nuestras manos. Terminamos el juego con nuestras manos entrelazadas, y así siguen. Ethan me mira y sonríe, y yo le devuelvo la sonrisa.

Ethan propone en que terminemos con la cita, y no lo veo mal. Así que llamamos al camarero, nos trae la cuenta, a la cual Ethan no me deja aportar nada en absoluto.

Salimos del bar, y me dice de ir a ver a uno de nuestros compañeros que tiene el turno de la noche. Le digo que sí, algo alegre, creo que bebí un poco demasiado.

Decidimos ir caminando, así que en el camino, entono una canción que se me quedó en la mente desde el primer momento en que la escuché. Ethan se ríe, y me dice que jamás la escuchó, pero aún así se le termina quedando.

Y así, entre canto y risas seguimos caminando hacia la gasolinera. Ni siquiera sé cuánto falta, sólo sé que me estoy divirtiendo y la estoy pasando muy bien.

Ethan se frena de la nada, y me pregunta por sus caramelos, y yo no sé de que rayos me está hablando.

—¿Y mis caramelos? ¿Los tienes? —vuelve a preguntar y me acerco a donde está.

—¿De qué caramelos hablas? ¡Yo no tengo nada!

Me río, no se bien de qué, y él también se ríe. Creo que ninguno sabemos que nos da tanta risa.

Sus ojos están en los míos, luego caen en mi boca. Y conmigo pasa lo mismo, lo miro a los ojos, luego miro su boca. Estamos a una muy corta distancia, y ya no hay risa de por medio, sólo una mirada que quiere algo más que simplemente eso.

Quiero besarlo ¿quiere besarme? No quiero quedar muy obvia, ni quiero acercarme para luego recibir un posible rechazo ¿qué hago?

Ethan se acerca más a mí, y yo también lo hago, me acerco a él. Ahora nuestra distancia es muy mínima, estamos a nada de besarnos.

Mi cuerpo se enciende, mi corazón se acelera al igual que mi respiración.

Ethan coloca sus manos en mi cintura, mientras que las mías se acomodan sobre sus hombros. Y así, de la nada, y porque sí, nos besamos.

El beso es intenso, lento pero intenso. Y mi cuerpo responde aún más al incendio. Digamos que hoy fui más fuego que persona, y eso es algo que me agrada, hace tiempo no me sentía así.

Ethan se separa del beso, me sonríe y me vuelve a besar. Besa tan malditamente bien que dudo poder olvidarme de esto.

Su lengua danza de forma perfecta con la mía, todo está siendo perfecto y delicioso. En cualquier momento, puedo hasta levantar uno de mis pies y así lograr el beso perfecto del que habla Mía en El diario de la princesa.

¡De las cosas que me acuerdo! Podría frenar el beso y reírme, pero no, en su lugar lo disfruto.

https://youtu.be/e0wXw6g5sbU

No tienen idea de cuánto disfrute escribiendo éste capítulo, en serio.

Volví a ese día, a cada uno de esos momentos. Me volví a encontrar conmigo, y me reí de mis pensamientos, de mis actitudes, y volví a sonreír por ciertas cosas...

Estoy amando escribir esta novela, y compartir estas cosas con ustedes. Vuelvo a muchas cosas y soy feliz. Así que amo este espacio y a ustedes por leerme, y acompañarme.

Espero que hayan disfrutado del capítulo tanto como yo disfruté al escribirlo.

Quiero leerlos. Qué les pareció????

ESTOY NERVIOSA jajaja.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro