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Llegar hasta el fondo


James despertó agitado, más que nunca, el pecho le dolía de forma horrible y la runa parabatai le picaba.

Esto era peor que los dolores de cuando Matthew se metía en peleas. Esto era cien veces peor porque sentía que en verdad, esto no era solo una pelea.

Se sentía sin aire. Se levantó y mientras se colocaba la camisa, notó que su runa parabatai aún seguía oscura, pero picaba como diciéndole que si no se apuraba, desaparecería.

James tenía un poco más de control con su viaje de sombras. Estaba aterrado de quedar atrapado, pero sentía, algo en su mente le decía que debía usarlo, que eso le llevaría al lugar indicado. Así que no lo pensó dos veces, cerró los ojos.

Sintió su cuerpo sumergirse en sombra, y luego aparecer en una calle vacía.

No tan vacía.

Algunos departamentos estaban con las luces encendidas y las personas mirando. James gruñó ante el dolor y escuchó un quejido a su espalda.

Cuando se volvió, quiso gritar.

El tío Gabriel decía que los autos no eran buena idea. Y Matthew había creído que era una locura, y se había comprado uno.

Y ahora James si creía que había sido una pésima idea.

El auto de Matthew se había estrellado contra un árbol. Toda su parte delantera estaba destruida y gran parte del árbol cayó en la parte delantera del auto.

James podía ver la mano izquierda llena de anillos de Matthew salir de entre las ramas.

—Maldita sea —gruñó y corrió, ni siquiera rodeó el auto, sino que saltó sobre él para llegar al lado del conductor. Estaba seguro que los mundanos debieron enviar a alguien a buscar alguna ambulancia así que debía actuar rápido.

Se dibujó una runa de fuerza y quitó la parte del árbol.

Matthew estaba sangrando, todo su rostro manchado, su mano derecha estaba en un ángulo extraño contra la puerta.

James ni siquiera pensó en abrir la puerta, tomó a Matthew de debajo de los brazos y decidió sacarlo por arriba.

Matthew gritó de dolor. Aunque desmayado, el dolor debía haber sido tan intenso.

—Perdón. Perdón —susurró James terminando de sacarlo y cayendo ambos al suelo. El auto tapándolos de la calle.

Lo primero que hizo fue hacerse una runa glamour y hacerle una a Matthew. Y luego se dispuso a hacerle algunas iratzes.

El pecho le dolía aún, la pierna de Matthew también estaba rota y James estaba desesperado porque sabía que no podía hacer esto solo.

Temía lastimar más a Matthew si lo llevaba cargado.

Matthew gimió de dolor y James lo apretó contra él.

—Shh. Shh —Trató de calmarlo James.

—Jamie... —gimió Matthew. James lo miró y se encontró con los ojos verdes adoloridos—. Jamie, yo...

—Me explicas cuando estés bien.

Observó que la policía mundana había llegado. Y supo que definitivamente tenía que volver lo más rápido al instituto.

—Maldita sea ¿Cómo lo hago?

Una mano se posó en su hombro y James saltó. Miró y sonrió aliviado al ver que era Magnus Bane.

—¿Cómo...?

—Vivo cerca —dijo el brujo—. Uno de los mensajeros reconoció a Matthew y fue en mi búsqueda. Es impresionante cómo llegaste antes.

—La runa... ¿Nos puedes llevar al instituto? —James sintió que algo golpeaba en su pecho, los latidos de Matthew se sentían más débiles—. Por favor... —murmuró cerrando sus ojos, las lágrimas se derramaron— Por favor...

Las chispas azules surgieron de los dedos del brujo.

.

El tío Jem no tardó en llegar. James había mantenido a Matthew con vida a punta de iratzes.

Detrás del tío Jem, venía otro hermano silencioso. Ambos hermanos los ordenaron salir mientras revisaban a Matthew. Ellos estaban acostumbrados a recuperarlos de batallas contra demonios, nunca de un accidente.

No pasaron más de diez minutos cuando Charlotte y Henry llegaron. Ambos con rostros preocupados.

—Charlotte, respira —dijo padre mirando con cariño a la cónsul cuando ésta quiso sobrepasarlo para ir a la enfermería.

—Mi bebé, Will.

—Está bien —respondió Will. Cómo si la mujer no le creyera, miró a James. Él, que aún no se había limpiado las manos y todavía tenían la sangre de Matthew, se apartó la manga de la camisa para que Charlotte viera su runa parabatai. Todavía oscura contra su piel.

Matthew estaba bien, pero aún le dolía el pecho.

James había estado tan preocupado por sacar a Matthew de aquella máquina, que no se había dado cuenta que no estaba herido sólo en la cabeza. Había estado sangrando en un costado y por eso tenía la camisa empapada de sangre.

—Ya mandé a Gabriel y Gideon para recuperar el auto de Matthew —dijo Will—. Los mundanos estaban husmeando ya, pero Magnus Bane los había quitado del camino ya. James se apareció como sombra y luego de sacar a Matthew hizo runas glamour, así que hay muchas preguntas.

—Eso no importa —declaró Charlotte.

—Además, están buscando presencia demoníaca, ya que no sabemos qué pudo causar el accidente.

Charlotte se sentó en un sillón, una de sus manos cubriendo su rostro y la otra siendo sostenida por Henry. James los miró, se veían tan abatidos.

—Cariño —dijo su madre llegando a su lado— ¿Por qué no vas a lavarte? Te llamaremos si te necesitamos.

—No. Me lavaré y vendré aquí a esperar —Su madre le dio una sonrisa suave y asintió.

James fue a lavarse para quitarse la ropa ensangrentada.

Luego de salir limpio, se encontró con Lucie que salía de su habitación. Lucía totalmente preocupada.

—¿Está Matthew bien? —preguntó ella. James se acarició la runa parabatai.

—Sí.

—Pero... ¿Qué fue lo que pasó?

—Tuvo un accidente en su auto. No sabemos las causas —Lucie apretó sus labios. Sus ojos de un azul pálido brillando de preocupación—. Ve a descansar, Lu. Hablamos mañana —Lucie negó con la cabeza.

—Olvídalo —dijo ella tomando un chal y colocándolo sobre su camisón para aparentar un poco más de decencia—. Voy contigo.

James sabía que no podía decir nada.

Bajó los escalones y llegó hasta la puerta cerrada de la enfermería. Se quedó un minuto ahí, esperando escuchar algo del otro lado y cuando iba a bajar, la puerta se abrió.

—Oh, James. Justo iba a buscarte —La voz mental de Jem en su cabeza fue reconfortante—. Las runas hechas por el parabatai, son más fuertes. Así que si podrías... —James enseguida asintió entrando a la enfermería. El tío Jem se quedó otro momento en la puerta, aparentemente hablando con Lucie.

James miró hacia la cama en dónde estaba Matthew. Estaba sin camisa, limpio de toda la sangre, con vendas cubriendo su cabeza y su pecho. Había moretones en su rostro.

Hola, James —dijo el otro hermano silencioso—. Por favor, acércate.

James asintió y se acercó hacía Matthew. Tenía el pelo rubio húmedo por el sudor y hacía muecas de dolor en su sueño.

James. Debes hacerle una runa en la pierna izquierda y en el brazo derecho —dijo Jem—. Solo esos, ya que Matthew está bastante débil como para soportar más runas —James asintió, sacó su estela del bolsillo y las sostuvo para comenzar a realizar las runas.

La puerta de la enfermería volvió a abrirse y James escuchó más pasos y las ruedas de una silla.

Luego de acabar la runa, se alejó un poco y notó que Charlotte y Henry estaban del otro lado de la cama. Charlotte acercó su mano suavemente para apartar los mechones de pelo rubio de la frente vendada de su hijo.

—Voy a proceder a vendar su brazo y su pierna para su posterior curación —dijo el hermano silencioso—. El hermano Zacharia procederá a contarles lo que pasó.

Todos fijaron su vista en Jem.

Nunca habíamos tratado a algún nefilim por causas mundanas. Matthew tenía heridas en la cabeza; muñeca derecha y pierna izquierda rotas. Herida abierta en el costado y el pecho aplastado provocando una hemorragia interna. Por suerte, su columna no se vio afectada así que luego de recuperarse sí podrá caminar —James escuchó a Henry suspirar de alivio, sin duda aliviado de que no le pasara lo mismo que él a su hijo—. Ahora está estable, necesita descansar.

—Yo me quedaré a dormir a su lado —Se ofreció James. Charlotte y Henry lo miraron y asintieron, sabiendo como eran las cosas entre parabatais.

James estaba dispuesto a nunca separarse de Matthew.

.

Will había ido a buscar mantas para James mientras Tessa le preparaba algo para beber. Ya estaba llegando a la enfermería cuando se tropezó con Henry que iba saliendo.

—Will, iba a buscarte —dijo el pelirrojo.

—Claro, Henry. Dime —La puerta de la enfermería se abrió y Lucie salió. Tomó las mantas de las manos de su padre y volvió a entrar.

—No volveremos a casa esta noche, o bueno, nos quedaremos aquí hasta que Matthew despierte.

—Claro, ya les preparamos una habitación —Henry le sonrió. Will se alegraba que la amable sonrisa del hombre nunca cambiara.

—Ah, Charlotte desapareció.

—¿Cómo que desapareció? —cuestionó Will.

—Salió corriendo de la enfermería, pero no pude alcanzarla —comentó. Había tanta tristeza en el hombre. Will asintió y tomó la espalda de la silla de ruedas del pelirrojo para dirigirlo a una habitación.

—Ya le pido ayuda a Jessamine para ubicarla.

—Ah —suspiró Henry con una sonrisa nostálgica—. Ella conoce este instituto de pies a cabeza, yo nunca me di la tarea de conocerlo bien.

—Bueno, si te la pasabas en la cripta —rio Will, aquello hizo reír a Henry recordando buenos tiempos.

Llegó a una habitación y le abrió la puerta.

—Buscaré a Charlotte y la traeré aquí —dijo Will. Henry asintió y rodó su silla al interior de la habitación.

Will se alejó de la habitación y procedió a llamar a Jessamine.

—¡Jess! ¡Jessamine! —llamó. La fantasma rubia se materializó frente a él.

—Dime, Will.

—¿Has visto a Charlotte? —La rubia hizo una mueca.

—Está en tu oficina, teniendo uno de sus momentos.

Ah, Will debió suponerlo.

—Gracias, Jess —La fantasma asintió y desapareció. Will se dirigió a su oficina, la cual había sido antes de Charlotte.

Will conocía los momentos de Charlotte. Siempre la había conocido como una mujer fuerte, que no se dejaba decir nada de nadie y con un carácter de temer. Pero como humana, Charlotte a veces tenía momentos en los que se quebraba.

Desaparecía en su oficina y no volvía a aparecer luego de unas horas, con los ojos hinchados y el rostro rojo.

Will había visto solo una vez uno de los momentos de Charlotte. Había sido cuando tenía catorce, en su cumpleaños. Ella se había portado tan amable con él, siempre amorosa a tres niños con sus propios problemas a los que no le debía nada, y ella solo les brindaba amor.

Y Will se había portado tan horrible. Había sido la única vez que Henry le había gritado por ser grosero con Charlotte.

Ella había desaparecido en su oficina, Will había entrado para disculparse y la había visto. Detrás de su escritorio en una esquina, tan pequeña como ella era con el rostro tapado por sus manos.

Will se había sentido tan horrible y había odiado tanto su maldición.

Y así la encontraba ahora. Y Will se sorprendió de que nada había cambiado.

Charlotte aún se veía tan pequeña, solo que tenía vetas grises en el pelo por el estrés de su puesto.

—¿Charlotte? —llamó Will. Charlotte levantó la vista, su rostro inundado en lágrimas. Will creía que ella aguantaba demasiado para en el momento de quebrarse, soltar todo.

—Oh, Will —dijo ella secando sus lágrimas—. Sé que es tu oficina ahora pero...

—No importa —comentó Will, se sentó en el suelo a su lado. Nunca parecía de que Charlotte había sido la mujer que lo había criado—. Se pondrá bien.

—Lo sé. Es solo... —Ella se apartó unos mechones de cabello castaño de su rostro—. Soy tan mala madre.

—¿Qué? ¡No! Charlotte, eres una magnífica madre. Con solo dieciocho años te hiciste cargo de tres niños que no eran tuyos. Has criado a dos niños con mucho amor y mira, Charles está a punto de convertirse en tu sucesor y Matthew es magnífico.

—Will... ¿Sabes por qué Matthew se independizó? —Will negó con la cabeza— Tuvimos una discusión. Will... no lo conozco bien. Ni a él, ni a Charles. Me he centrado tanto en mi trabajo de Cónsul, en demostrar que por ser mujer no dejaría de lado a mi gente, pero... abandoné a mi familia. Todo esto... la vida de bohemio, el salir a beber, debieron ser señales para mí, para llamar mi atención... Will ¿Sabes a quien me recuerda Matthew?

—¿A quién?

—A ti cuando tenías su edad. Hay... hay un secreto, algo oscuro que guarda mi hijo pero... así como nunca pude sacarte a ti lo de la maldición, no puedo sacarle a él lo suyo.

—Charlotte, eres una grandiosa madre. A tus hijos nunca les faltó amor. Sus decisiones, son tomadas por ellos y no debes culparte por ello. Te digo, como un niño que creyó que estaba maldito, que no es fácil confesar tus secretos cuando sientes que algo está mal en ti. ¿Crees que yo no lo he visto? Lo he hecho, pero a veces me lo niego a mí mismo. James me dice que hay una sombra sobre Math que ni él mismo, su parabatai, ha podido sacarle.

» Así que no te sientas mal, Charlotte. Porque eres una buena madre, es solo que Matthew es un adolescente que no quiere sacar nada. Y no vas a sacudirlo para que lo saque todo.

Charlotte negó con la cabeza.

—Creo que todo comenzó luego de perder a la bebé —dijo Charlotte—. Supongo que se culpó por lo que Charles le dijo.

—Ah, Charles no sabe cuándo cerrar la boca. Deja que vuelva de París y le doy unos azotes —Aquello sacó una suave sonrisa en Charlotte que se borró enseguida.

—Will... Mi último embarazo era uno de alto riesgo. Las cazadoras de sombras somos fuertes incluso estando en gestación que se nos permite hasta ir a cazar hasta los cinco meses de embarazo. Pero mi edad... cuarenta y cinco años, Will. Los hermanos silenciosos decían que no podía ir a pelear, pero que los transportes por el portal no me harían daño —Soltó una risita triste—. Charles estaba preocupado cuando Henry y yo le dijimos. Decía que lo mejor era que yo me quedara en casa y él y Gideon se encargaban durante el resto de mi embarazo. O tal vez podía irme con él a Idris, él allá me ayudaba, y dejar a Matthew con Henry aquí en Londres —Ella cerró los ojos, había encontrado apoyo en el hombro de Will—. Ah, pero fui tan terca. No quería dejar a mi hijo lejos, mira nada más lo que pasó en la academia, y les insistí que estaría bien.

» Como recuerdas... no estuvo bien. Y Charles le dijo a Matthew que había sido por estar viajando tanto.

—Con razón... —murmuró Will. Charlotte levantó la mirada para observarlo.

—¿Qué cosa?

—Cada vez que mencionan tu enfermedad y la pérdida del bebé, Math se pone nervioso —Charlotte frunció el ceño.

—Me siento terrible que haya tenido que pasarle algo para que llegar a esa conclusión —murmuró ella y cerró los ojos.

Will suspiró y dejó que la mujer que lo había criado y que ahora necesitaba más apoyo que nunca, apoyarse en él.

.

Matthew tenía pesadillas, y James se preguntó desde cuándo.

Verlo durante la noche, había sido doloroso, porque él a veces se agitaba y gemía en su sueño. Hasta en un momento sus lágrimas se desbordaron.

James había intentado calmarlo, apartando el pelo rubio de su frente y cantando canciones en galés que su padre solía cantarle cuando era niño.

En la mañana, fue relevado por Charlotte y Henry.

Thomas, Christopher, Anna y Cordelia lo esperaban junto a Lucie en la biblioteca. Ellos estaban reprendiendo a los Herondale por no avisarles enseguida de la situación sino al día siguiente.

—No podían simplemente inundar la enfermería anoche. Lo mejor era esperar hasta hoy —dijo Lucie.

—¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó Thomas. Lucie miró a James que se estaba sentando en la mesa y procedió a contar lo sucedido, su corazón aún pendía de un hilo.

.

Cordelia estaba asustada, tenía un nudo en la garganta tan horrible y quería gritar.

—Mi padre estuvo diciéndole a madre toda la mañana sobre lo que opinaba de los autos —dijo Christopher—. Decía que los carruajes seguían siendo mejores debido a que si incluso te quedabas dormido, los caballos no se iban a desviar y estrellarte. Mamá le dio un codazo y le dijo que ni se le ocurriera mencionarlo aquí, para no afectar a tía Charlotte y tío Henry. Sin embargo, no creo que haya habido algo malo en la maquinaria del vehículo para causar accidente.

—Y tampoco había presencia demoníaca en el lugar —dijo Anna tocando el rubí en su cuello.

Cordelia se miró las manos, sabiendo muy bien qué era lo que había pasado. O al menos suponiendo.

—Estaba borracho —dijo finalmente Lucie, sacando las palabras de su boca. Todos la miraron y ella les lanzó una mirada firme. Anna suspiró y cerró los ojos—. No traten de buscar una excusa a lo que sabemos —Los reprendió—. ¿Acaso esto tenía que pasar? ¿Una desgracia? Para que se dieran cuenta, ustedes, sus amigos, de que él está mal.

Thomas, Christopher y James la miraron. Había algo de dolor en sus ojos, sobre todo en los de James.

—Lo sabemos —dijo James.

—Sabemos que algo le pasa —dijo Thomas.

—Pero él... nunca nos lo quiere decir —dijo Christopher.

—Lucie... —Esta vez habló Anna—. Cuando una persona busca una forma de destruirse, es porque algo oculta. Y lo sabemos, y hemos intentado que nos diga qué le sucede. Pero... no es fácil. Matthew se cierra mucho, con sus amigos, con sus padres, consigo mismo.

—Hay una sombra en él... —dijo James.

—Se llama depresión, cariño —dijo Anna jugando con un cigarro, sabiendo que era prohibido fumar en la biblioteca—. Es algo médico, mundano, algo que requiere atención médica pero, si es difícil que los mundanos lo admitan, ahora imagina un nefilim —Negó con la cabeza.

—¿Pero de dónde surgió? —cuestionó Lucie.

Los chicos negaron con la cabeza. Nadie sabía.

Bueno, Cordelia sí.

Ella quería decirles, pero estaría traicionando a Matthew y su corazón no podía soportar eso.

Pero quería hacerlo, quería que ellos lo supieran para que también le dijeran a Matthew que no había sido su culpa.

Recordaba haber tenido la cabeza de Matthew contra su pecho, en una intimidad sorprendente que nunca había tenido con nadie más.

Recordó cuando él se lo dijo, entre lágrimas.

Y luego ella había besado esas lágrimas y había acariciado ese cabello rubio entre sus dedos.

Su corazón se apretó y Cordelia soltó un sollozo que alteró a todos.

—Daisy ¿Estás bien? —Le preguntó Lucie. Todos la miraban, Cordelia mordió su labio.

—Yo lo sé —dijo Cordelia.

—¿Qué? —dijeron todos en coro.

—Yo sé cuál es la causa de la sombra de Matthew. Él me lo dijo. Pero... no quiero traicionar su confianza —Ella negó con la cabeza—. Le dije que les dijera, que estaba segura que ustedes nunca cambiarían la forma de verlo a él.

—Pero Daisy —dijo esta vez James—. No puedes... ¿decirnos al menos un poco?

A Cordelia le dolió el corazón. Matthew le había dicho que le aterraba que James lo supiera.

—Es el pecado que Matthew se impuso. Solo... les puedo decir que él tiene una perspectiva muy baja de sí mismo. Y muchas veces siente que no los merece como amigos. También, los rumores que surgieron, los de que él era el bastardo de tu padre —Señaló a Thomas—, lo afectaron mucho. Así que... creo que más que saber su pecado, debemos estar para él cuando despierte. Por favor, no me insistan, que no voy a decir nada.

Todo el mundo respetó eso. Y hasta lo admiró.

.

Henry estaba concentrado en su cuaderno de notas mientras Charlotte tenía apoyada la cabeza en la cama agarrando la mano de su hijo.

Recordó cuando Charlotte le anunció tan alegremente su embarazo de Matthew. En cómo la había cargado en sus piernas y la había besado de felicidad. En cómo había deseado más que nunca en poder caminar nuevamente y bailar con ella como cuando anunció que esperaba a Charles.

Oh, y Charles había estado tan feliz de tener un hermanito.

Matthew había sido tan pequeño y delicado cuando nació. Con pelo rubio tan brillante que lo hizo sonreír de felicidad.

No era fácil verlo ahora acostado y herido. Recuperándose de aquel accidente.

Un quejido lo hizo salir de su ensoñación, Matthew se estaba quejando en su sueño y lágrimas brotaban de sus ojos cerrados.

—Oh, shh shh —murmuró Henry, como cuando Matthew era pequeño y se golpeaba, y llegaba llorando dónde él. Le secó las lágrimas suavemente mientras seguía arrullandolo.

Charlotte se levantó, había estado dormida y ella también lo arrullaba mientras limpiaba sus lágrimas.

—Ya, mi amor. Mamá y papá están aquí —dijo la mujer.

Los ojos de Matthew revolotearon entre sus párpados y luego se abrieron. Henry sintió que su corazón bajaba de su garganta al ver aquellos ojos verdes abrirse.

—Gracias al ángel —dijo. Matthew los miró, y apretó los ojos para que más lágrimas brotaran.

—Oh, mi amor... —murmuró Charlotte aliviada acariciando la mejilla de Matthew. El chico solo se apoyó en la mano de su madre.

.

James no escuchó más nada que las palabras de su madre cuando abrió la puerta de la biblioteca.

—Matthew despertó —James no pensó en nada. Se levantó de un salto y corrió hacia la enfermería.

Cuando entró, encontró a Matthew, definitivamente despierto brindándole una pequeña y triste sonrisa.

Charlotte le había acomodado para que pudiera recostarse en la cabecera de la cama, medio sentado. Y de esa forma podía verlos mejor.

—Hola, chicos —saludó. James no se había fijado que los demás habían llegado a su espalda.

—¿Cómo estás? —preguntó Thomas, la preocupación notable en su voz. Matthew hizo una mueca.

—Adolorido —respondió. Intentó mover su mano pero hizo una mueca. James enseguida salió de su trance y se acercó a Matthew sacando su estela. Charlotte le dio un espacio y James se sentó en la cama para hacerle las iratzes.

Luego de haber terminado las de la mano y la pierna, esperó a que las moviera.

—¿Mejor? —preguntó. Matthew asintió.

—Jamie... gracias —susurró. James negó con la cabeza.

—No hay que agradecer —respondió. Sus manos levantaron un poco el pelo de Matthew, acariciándolo logrando que el rubio sonriera—. Más tarde te hago unas en el rostro —Matthew asintió.

James se levantó, dejando que los padres estuvieran con su hijo. A la orilla de la cama estaban todos sus amigos y los otros adultos del instituto.

—¿Recuerdas qué pasó? —preguntó Henry. James notó que a Matthew le temblaron las manos.

Negó con la cabeza.

—No te preocupes —dijo Charlotte acariciando su brazo. Una sonrisa tembló en su rostro—. Lo importante es que estás...

—Estaba borracho —dijo Matthew interrumpiendo a su madre. Charlotte lo miró, Matthew tenía los ojos verdes brillando con lágrimas—. Lo siento... soy un desastre.

—Cariño...

—Matthew —interrumpió Cordelia adelantándose. Matthew la miró, James se sintió abrumado por el anhelo que había en la mirada.

Nunca lo había notado, sumergido en su propio amor por Grace y en su compromiso falso con Cordelia que no había notado cómo, al parecer, se querían ellos.

—Por favor... —dijo la chica—. Solo diles... ellos no pensarán mal de ti.

—¿Matthew? —preguntó Charlotte— ¿Que sucede? —Matthew miró a su madre y luego bajó la mirada a dónde ella sostenía su mano. Luego volvió a mirar a Cordelia. James sabía que había ese secreto entre los dos, algo que los había unido más que antes.

—¿Podrían...? ¿Dejarme a solas con mis padres? —Su voz era queda, pero todos escucharon.

—Haré que Bridget te cocine algo —dijo Tessa. Le hizo una señal a todos para que salieran de la enfermería. James suspiró, le dio una mirada a Matthew, de esas que sin palabras, le daban apoyo.

Matthew solo le dio una sonrisa triste.

.

La mano de Charlotte era suave en la suya. El corazón de Matthew latía a toda velocidad, estaba aterrado.

Revelarle a Cordelia su pecado había sido diferente. Aunque compartía sentimientos por la chica, Matthew sintió necesario decírselo porque Cordelia no lo conocía del todo, ella no esperaba nada de él.

Sus padres lo miraban con amor y preocupación en ese momento. Y el corazón de Matthew se achicó y las lágrimas comenzaron a desbordarse.

Tenía tiempo que no lloraba, se había reprimido tanto.

—Oh, mi amor —murmuró Charlotte limpiando sus lágrimas—. Por favor, necesito saber lo que te está pasando. Esta forma... esta autodestrucción que tienes... solo...

—Yo maté a Matilda —confesó. Charlotte y Henry lo miraron.

—Matthew, no... —comenzó a hablar Henry, pero Matthew negó con la cabeza. Soltó la mano de Charlotte y se cubrió el rostro con ellas—. Matthew, ¿fue por lo que dijo tu hermano cuando pasó? Estaba asustado, como todos.

—Matthew, cariño. No —dijo esta vez Charlotte—. Era un embarazo de alto riesgo, fue por los viajes...

—¡No! No entienden. Yo... había unos rumores...

—Ah, esos rumores —Charlotte rodó los ojos. Ella conocía esos rumores, el pobre de Gideon los conocía. Charlotte se había disculpado con Sophie por aquellos horribles rumores y ella la había calmado, sabiendo que nada de eso era verdad.

—Mamá... —Charlotte observó a su hijo a los ojos. Y nunca había visto tanta tristeza en su mirada— Yo te envenené.

Charlotte sintió que se creó un nudo en su garganta.

Todo comenzó a salir a borbotones de la boca de su hijo. Había llanto, hipidos, y Charlotte no lo resistió más. Se sentó en la cama y tomó a su hijo en sus brazos para apoyarlo en su pecho mientras sus lágrimas también comenzaban a brotar.

—Perdón. Perdón. Perdón —lloró Matthew.

—No, mi amor. No es tu culpa —dijo ella besando su frente. Escucharon un gruñido de esfuerzo y Charlotte notó cuando Henry logró pasarse a la cama, todo con tal de también brindarle apoyo a su hijo.

Entre ambos los abrazaron, murmurando a Matthew que no era su culpa.

—Solo eras un niño —dijo Henry—. Solo eres un niño.

Nunca serían capaces de culpar a su hijo por esto. Nunca serían capaces de culparlo por querer saber la verdad de lo que estaba pasando. Charlotte y Henry se estaban reprendiendo ellos mismos, habían guardado tanto el secreto del embarazo por no saber cómo iba a responder su hijo menor, nunca imaginaron que pasaría esto.

Es que era imposible imaginarlo. Charlotte se sentía tan mal de no haberse dado cuenta de todo lo que su hijo sufría. Y Henry se criticaba por ser tan distraído, por no contarle antes la historia de su tía a Matthew.

Ambos habían querido proteger a Matthew de aquellos rumores, así como Gideon y Sophie al pequeño Thomas. Ambos lo habían querido proteger de todo esto como unos padres usualmente lo harían.

Jamás pensaron...

Y esa hada...

Charlotte tenía ganas de usar su poder político para buscarla, darle un juicio por haber engañado a su niño y haber, de forma indirecta, casi asesinado al cónsul. Pero sabía que eso solo traería más preguntas y más problemas para Matthew que lo que necesitaba ahora era ayuda.

Matthew se quedó dormido entre los brazos de sus padres. Agotado por el accidente y por todo lo que lloró. Ambos padres lo dejaron nuevamente en la cama y Charlotte ayudó a Henry a volver a su silla.

Se quedaron sentados juntos, viendo a su pequeño descansar.

—No puedo creer... —comenzó Charlotte— Haberse guardado esto por dos años... con razón siempre estuvo tan distante —Henry cubrió su rostro con sus manos.

—Estuve con él en casa y no me di cuenta —Se lamentó el pelirrojo. Charlotte le acarició el cabello.

—Cariño... ninguno de los dos nos dimos cuenta, no te culpes —Ambos miraron a su hijo—. Matthew necesita de nuestro apoyo, y nuestra ayuda ahora. Olvidemos lo que pasó, y centrémonos en lo que sucederá ahora.

Ambos se quedaron de la mano observando a su hijo.


Nota: En verdad me duele escribir esto y siento que Matthew va a pasar por muchas cosas feas ;---;

Solo espero que Cassie no me mate a mi bebé y me lo haga feliz al final.

The shadowhunters chronicles © Cassandra Clare


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