
VIVIR
MIRANDA
-Cariño, despierta- como cada día desde que estuve internada Brent venía por las mañanas a estar conmigo.
-Vas a mal acostumbrarme, ¿Cómo haré cuando no estés conmigo?-
-Deberás despertar más temprano para poder vernos antes de clases- sonrió dándome un dulce beso en los labios.
-Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo- susurré con sus labios aun sobre los míos.
-¿Interrumpo?-
-¿Qué quieres madre?-
-Hablar contigo a solas-
-Mejor vuelvo luego, te cuidas ¿sí?-
-No tardes, esto será breve- sentencié clavando la mirada en mi madre.
-No voy a permitirlo Miranda-
-No te estoy pidiendo permiso madre-
-Pues no mientras seamos nosotros quien te demos los gustos-
-¿Gustos? ¿Te oyes madre? Eres una cínica-
-No me faltes al respeto-
-No lo hagas tú tratándome como una niñita, te has equivocado en todo madre, deja que viva a mi manera y te demuestre que no estoy equivocada-
-Cuando tengas la edad suficiente, por ahora disfruta de tu pequeño juego, al darte el alta iremos a unas vacaciones familiares-
-¿Familiares? No te avergüenza decir con tanta facilidad esa palabra-
-No me subestimes Miranda, te quiero-
-¿Me quieres? Me has obligado a hacer todo lo que tú quieres sin tenerme en cuenta para nada ¡Has olvidado mi maldito cumpleaños! Y tienes la desfachatez de decir que me quieres-
-¡Basta! Suficiente Miranda, vienes a las vacaciones porque vienes y punto, eres mi hija y haces lo que yo te diga-
-¿No cree que no es lugar ni momento para estar vociferando a su hija convaleciente?-
-¿Con qué derecho vienes tú a decir algo sobre lo que hago con mi hija?-
-El derecho de que Brent es mi novio y es alguien que realmente me quiere por lo que soy-
-No juegues conmigo, sabes que tengo mis maneras de convencer Miranda-
-Pues ella no está sola ahora señora y déjeme decirle que por más y sea su madre no dejaré que la lastime-
-Cuando salgas de aquí, nos iremos así que ya vete despidiendo-
Cerró la puerta con fuerza y los ojos de Brent me vieron asombrados, un dolor se instaló en mi pecho cortando el aire que entraba a mis pulmones, no pude contener el llanto y con el alma rota me abracé a Brent.
-¿Por qué?-
-Cariño, estoy aquí, no les dejaremos, tú me conoces, sabes que te quiero bien, no pretendo jugar ni dañarte-
Acunó mi rostro y besó mis labios suavemente, lo sabía, él era todo cariño y dedicación, no tenía que esforzarse en mostrar algo que no era. Tampoco quería que cambiara su manera de ser, lo amaba tal cual era, con todo y rastas, lo amaba.
-Sácame de aquí Brent-
-¿Qué?-
-Vámonos lejos de aquí, de ellos y su mentira-
-¿Iris?-
-Vendrá con nosotros-
-¿Estás segura?-
-Claro, haremos lo que sea, pero sé que juntos sobreviviremos a lo que sea, te amo Brent-
-Es una locura cariño- se alejó de mí y el sentimiento de dolor volvió a mí en un segundo.
-¿Brent?-
-Pero por ti voy hasta el fin del mundo, más aun ahora que has dicho que me amas-
-Llama a Iris y dile que venga, intentaré recoger lo que tengo aquí antes que mi madre regrese-
-Está bien, ten cuidado cariño-
-Tú también Brent-
Salió de la habitación y me quité de un solo tirón la vía que tenía conectada al brazo, unos manchones de sangre mancharon la bata de hospital y terminé quitándomela y colocando la ropa limpia que habían traído para mí, unos pantalones de chándal y unas zapatillas, tomé la ropa interior y entré al baño dispuesta a darme una ducha mientras Brent traía a Iris para huir de toda esta locura.
Al terminar de vestirme salí del baño y terminé de preparar mi bolso, tomé el teléfono y llamé a Iris pero no contestaba, intenté un par de veces más y sólo enviaba al buzón del teléfono. "No juegues conmigo, sabes que tengo mis maneras de convencer Miranda". No es posible, no sería capaz de utilizar a Iris para que convencer.
-¿Amor, Miranda?-
-Aquí estoy-
-Cariño, no he podido dar con Iris y ¿tú?-
-Tampoco y es muy raro, ella está siempre al pendiente de su teléfono, no pudo haberlo simplemente olvidado o no contestar la llamada-
-Sé que es tu madre, pero-
-También lo pensé, pero sería caer demasiado bajo, incluso para ella-
-Pues por ahora vamos, tengo un apartamento de soltero donde quedo cuando vengo al centro de la ciudad-
-Brent, ¿tus padres?-
-¿Qué con ellos?-
-¿Qué dirán de esto?-
-Miranda, soy muy confidente con ellos y a mis 18 años ellos tienen plena confianza en que mis decisiones son acertadas, he hablado con ellos cuando sucedió el incidente de la violación, les conté toda tu historia y ellos mismos sugirieron que te ayudara, más aun al darse cuenta de mis sentimientos hacia ti-
-Padres-
Un sentimiento de tristeza me invadió por completo al oírlo hablar de esa manera de lo unidos que eran como familia y la confianza que se tenían entre sí, nada más lejano a mi realidad.
-Debo averiguar que sucedió con Iris, por ahora llévame hasta casa-
-Está bien, pero estaré contigo todo el tiempo, ¿entendido?-
-Sí señor-
-Anda cariño, ya vamos-
Tomó mi bolso y mi mano y salimos de la habitación intentando no ser vistos, pasamos los pasillos que llegaban hasta la salida de emergencias y nos escabullimos hasta el estacionamiento donde el coche de Brent nos esperaba, era cuestión de tiempo para que se dieran cuenta de mi fuga pero ya estaría lejos para ese momento.
Luego de encender el coche, encendió el estéreo dejando sonar una melodía tranquila, estilo clásico, algo que jamás creí y escucharía de él. Un muchacho guapo de rastas y oyendo música clásica, eso era divertido. No pude evitar la risa y giró con las cejas levantadas a verme.
-¿Qué es tan gracioso?-
-Rastas y ¿Música clásica?-
-No juzgues por mi apariencia pequeña, voy a sorprenderte, te lo aseguro-
-Oh, no, el auto de mis padres-
-Nos quedaremos aquí-
A lo lejos pude ver como mi padre sacaba un par de maletas, entre ellas la mía y las colocaba en el portaequipaje del coche, volvió a entrar y vi como mi madre sacaba a tirones a Iris de la casa. Tomé mi teléfono y marqué el número de Iris, al instante vi que mamá lo tenía y contestaba la llamada.
-¿Vendrás con nosotros y dejarás al espantapájaros?-
-No lo haré madre-
-Pues despídete de tu hermana entonces-
-¡Qué harás!-
-Lo necesario para que sean personas normales-
-¿Qué mierda de normal hay en nuestra familia maldita ciega?-
-Tu hermana irá a un instituto de desintoxicación, a no ser que quieras librarla del castigo viniendo con nosotros-
-¡Maldita!-
-Cuida tu vocabulario Miranda-
La veía sonreír altanera y soberbia sin que se le moviera ningún músculo, lo tenía planeado, todo, desde que me opuse, lo había pensado todo. Colgué la llamada y comencé a patear y golpear el teléfono contra el asiento del coche.
-Cariño, tranquila, ven aquí- se deshizo del cinturón y me acercó hasta quedar sobre su pecho.
-¿Por qué Brent? No pueden ser como los tuyos, compañeros, confidentes, tienen que ser la mierda que son- solté con lágrimas en los ojos.
-Cariño, piensa bien, yo estaré a tu lado, siempre-
-Es mi hermana Brent, su hija, su sangre y carne, ¿Cómo pueden chantajearnos de esta manera?-
-Amor, ve y yo te esperaré aquí, te amo y eso nada lo cambiará-
-Volveré a ti-
-Lo sé pequeña-
Tomé el teléfono y llamé a mi madre para decirle que mañana estaría en el aeropuerto a la hora que ella dijera, pero que hoy iría con Brent y estaría con él. Sin esperar respuesta de su parte colgué y tomé la mano de mi novio para dar un beso en ella.
-¿Lista princesa?-
-Lista-
Encendió el coche y fuimos a las colinas que habían cerca de la costa donde nos habíamos conocido, subimos a una de ellas a observar el atardecer, era mi escena favorita, cuando el sol daba paso a la luna para cuidar e iluminar a los enamorados y sus travesuras. Sentí su mano tomar la mía y la otra sujetar mi cintura, me giró hacia él y acercó su rostro al mío.
-Creo que hemos tardado mucho en conocernos y poco en amarnos- susurró acunando mi rostro.
-No lo hagas-
-¿Qué pequeña?-
-Despedirte-
-No lo hago, solo estoy diciendo lo que siento, te amo Miranda-
-Y yo a ti Brent-
Este hombre era realmente alto pero me puse en puntillas tomando sus manos y besé sus labios tontamente, realmente lo era, no había tenido novio antes de él, no había besado a nadie antes de él y tenía miedo, mucho miedo, me sujetó firme con sus manos en mi cintura e intentó profundizar el beso pero no pude dejarlo.
-Lo siento Brent-
-No digas nada cariño, te entiendo- sonrió acariciando mi mejilla.
-¿Vamos a comer algo?-
-Vale, no hemos comido nada en todo el día-
Me dio un beso tierno y volvimos al coche, dije adiós a lo que tanto amaba, el atardecer. Sentí su mano entrelazarse con la mía aun con la vista fija en la carretera. Continuamos en silencio el resto del camino, cada uno sumido en su pensamiento.
-¿Pizza?-
-¿Hamburguesas?- sonreí pícara.
-Vale, yo una pizza y tú una hamburguesa-
-¡Genial!-
Ordenamos para llevar y fuimos hasta su apartamento, creo que Brent será el dueño de muchas de mis primeras veces, pensando en ello, "tu virginidad se la regalaste a un vagabundo, perra". Sacudí la cabeza evitando aquel pensamiento.
-¿Todo en orden?-
-Sí, pensamientos molestos-
-Déjalos fuera por hoy cariño, seamos felices por esta noche ¿sí?-
Asentí y tomados de la mano entramos al edificio en el que vivía, pero, ¿cómo costearía algo así? Es muy cara la renta en un lugar así. Observaba maravillada los lujos que lo rodeaban y vi como su rostro se sonrojaba.
-¿Qué ocultas Brent?-
-Ya arriba te explico-
El ascensor era de lo más rápido que jamás había visto, fue de un segundo al otro hasta los pent-house, uno de ellos pertenecía a mi novio. Abrió la puerta ingresando un código y mis ojos al igual que mi boca se abrieron hasta casi tocar el suelo. Hizo que pasara primero y al entrar y ver el enorme ventanal desde el cual se veía toda la playa me acerqué para contemplar aquella belleza. Al girar lo vi observando mi reacción con cuidado, me senté en uno de los sillones de cuero que adornaban la sala y con la palma de la mano le señalé que se sentara a mi lado. Se acercó lentamente y luego de soltar un suspiro y tomar mi mano en la suya comenzó a hablar.
-Todo esto es de mis padres, forma parte de una herencia recibida, yo la mantengo trabajando en lo que me gusta-
-¿Y eso es?-
-Chef- Ahora sí que me sorprendió, un chef con esas rastas, pero dónde.
-El restaurante es de mi familia, es el negocio familiar desde hace años-
-Toda una caja de sorpresas-
-¿Qué te puedo decir?- sonrió encogiendo los hombros y supe que esa era su frase favorita.
Optamos por cenar en la sala mientras hablábamos y nos conocíamos un poco más, sus padres se llamaban Melanie y Samuel, ella era arquitecta y su padre al igual que él era chef. Eran dueños de la cadena de restaurantes "Ámbar" una muy famosa por su estilo latino de cocina, de hecho, Samuel era cubano de nacimiento y al decir eso comprendí el tono tostado y color de ojos tan peculiar.
Él había terminado la preparatoria hace un par de años atrás, ahora con 20 años se dedicaba a trabajar como chef y tomaba cursos para especializarse. Luego de horas de charla y anécdotas un tímido bostezo se escapó de mis labios, al darse cuenta se puso de pie y pasando un brazo bajo mis piernas me cargó en ellos para llevarme a la habitación, al recostar mi cabeza en su pecho noté que su corazón no estaba calmo como las demás veces, al contrario, latía aceleradamente.
-Igual al mío- susurré al tiempo que abría una puerta.
-Esta será tu habitación por hoy cariño-
Me bajó cuidadosamente en la cama y besó la frente. No quiero que se vaya, no debo dejar que se vaya. Sin dudar tomé su muñeca y con la vista puesta en el suelo lo estiré hacia la cama.
-No quiero estar sola- susurré.
-No quiero que te sientas incómoda-
No debo pensar, quiero vivir, sentir, explorar, tocar el cielo con las manos, ser amada y deseada por alguien. Lo quiero a él, junto a mí, de todas las formas posibles. Lo abracé por sorpresa y sin darle tiempo a reaccionar lo besé haciendo que caiga en la cama y yo sentada a horcajadas sobre él.
-Amor, no lo hagas-
-¿Qué?-
-Sólo por contentarme-
-¿No me deseas?-
-Como un loco-
-Entonces tómame Brent-
Dicho aquello lo que sucedió después fue lo más romántico y dulce que haya vivido jamás.
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