SUS DEMONIOS
JONA
Sentía sus labios recorrer los míos y me preguntaba si estaba bien lo que estábamos haciendo, de hecho, entré a hurtadillas en su casa, sus padres entraron buscándola y dijeron todo lo que jamás creí oír pero no diría nada, no me correspondía aquello y ahora estaba con ella bajo mi cuerpo, sintiendo la llama crecer en mí, sus manos acariciaban cada parte de mi espalda, mi cuerpo temblaba y no sabía qué hacer.
—Deja de pensar Bronx— dijo levantando lentamente el dobladillo de mi remera.
—Me siento ridículo— confesé imitándola.
— ¿Por qué?—
Mi boca se abrió de golpe al ver sus pequeños pechos libres de su blusa, sentí como todo el calor que sentía se concentraba en mi parte baja y la sonrisa de Miranda se hizo más grande.
—No toques allí— murmuré cerrando los ojos.
— ¿Por qué?— susurró.
—No tengo idea de que hacer Miranda, ¿No entiendes?— solté entre dientes.
—Pues déjate guiar y disfruta— soltó.
—Me asusta oírte hablar así Miranda— confesé.
Dejó de tocarme y me lanzó al piso de un golpe, al recuperarme sentí como mi cuerpo reclamaba por su atención urgente pero al ver sus ojos cargados de lágrimas y su rostro rojo de la ira caí en cuenta de la estupidez que había dicho.
—Miranda yo—
—Vete Bronx— soltó con voz seca.
—No es lo que quise decir— intenté acercarme pero me detuvo.
—Entonces ¿Qué demonios se supone que significa eso?— bufó poniéndose la blusa.
—No lo hagas— resoplé frustrado.
— ¿Qué?— giró hacia mí indignada.
No quise pensar más y me abalancé hacia ella, sabía que no era el primero, por lo que estaba haciendo conmigo supe que había sido alguien experto quien había estado con ella y eso me quemaba la piel de los celos, ¿Cómo competir con alguien así?
— ¿Bronx?— susurró sobre mis labios.
—Enséñame a complacerte— contesté.
La vi sonreír y fui yo esta vez quien se tumbó en la cama dejando que ella guiara y me enseñara lo que debía de hacer para hacerla feliz. Eso quería, estar allí para ella, para lo que necesitara, cuidarla... amarla. Demonios que soy joven pero, hay cosas de las que estás seguro y quieres hacerlas por más que no suenen lógicas a tu edad.
— ¿Quieres que te enseñe a hacer el amor?— susurró en mi oído.
—Quiero— acepté perdiéndome en sus labios.
Aquella noche dejé varias cosas en su habitación, mi ser, mi alma, mi corazón, mi amor, guardé silencio sobre lo que había oído y sólo disfruté sin pensar como ella lo había dicho. Con ella durmiendo acurrucada entre mis brazos comencé a pensar que no era tan descabellado el hecho de que fuera esta vez el hecho de que sea el hombre quien pierda la virginidad, es decir, ella no vivió como una adolescente según lo que había contado, era normal que tuviera este estilo de vida de adulto en envase adolescente. La alarma de mi teléfono me sacó del trance y decidí levantarme.
— ¿Miranda?— hablé despacio en su oído.
— ¿Sí?— frotó sus ojos adormilada.
—Debo irme, nos vemos en la preparatoria— besé su mejilla antes de ponerme de pie.
—Espera— dijo levantándose aún desnuda.
— ¿Miranda?— señalé su cuerpo.
—Ya Bronx, no seas tímido, que he visto lo mismo de ti— sonrió guiñando el ojo.
Sonreí mientras ella se dirigía al baño, verla andar tan descarada era un crimen, quería volver a besarla y estar en ella.
—Van a matarme hormonas— mascullé.
—Jona— llamó mi atención envuelta ahora en un albornoz blanco.
—Dime—
—Hoy en la preparatoria voy a ignorarte— soltó en seco.
— ¿Qué?—
—Escúchame y luego reacciona— sentenció acercándose.
—Está bien— dije sentándome junto a ella en la cama.
—Te dije que me encargaría de James, él me las debe, al igual que su prima Becca, ambos son causantes de mi desgracia, necesito ser yo quien lidie con mis demonios, ¿Entiendes?— asentí apenas esperando que continuara su explicación.
—Becca fue alguien que me humilló e hizo bullying conmigo hasta el cansancio, una noche logró sacar lo peor de mí y terminé hiriéndola con un pedazo de espejo en una fiesta en una playa, hace ya un año de eso, es el motivo por el que me trasladaron a esta escuela, Becca es prima de James y ella se encargó de darle lo necesario para atacarme, pero no me dejaré y no quiero que seas partícipe de lo que haré, no quiero que veas esa parte de mí, por favor— dijo presionando mis manos entre las de ella.
—Pero quiero ayudarte Miranda— dije contrariado por lo que había oído de ella.
Ella quedó en silencio mientras yo repasaba en mi mente lo que me había contado, había herido con un pedazo de espejo a una compañera, se había defendido de aquella manera tan brusca, ¿Cómo era realmente Miranda? ¿En qué se convertía cuando sus demonios salían a flote?
—Por favor Jona, no quiero que huyas de mí por ver quien realmente soy— negó con la cabeza.
—Me quedaría contigo aunque seas el mismo demonio frente a mí— susurré tomando su rostro en mis manos.
—Hazlo luego, por hoy necesito que hagas lo que te pido, es la única manera en que tendré paz por el resto del semestre, por favor— suplicó besando mis labios.
— ¿Sabes que estaré aquí para lo que necesites?— dije rozando sus labios.
—Cuando todo acabe iré por ti— sentenció antes de volver a besarme.
De camino a casa comencé a revisar mis notificaciones en el celular, sabía que mamá no llamaría ya que avisé que no estaría en casa pero no contaba con los mensajes y llamadas de Alexa.
Para: Jona.
De: Alexa.
¿Volverás a casa o te quedarás?
11.32 pm.
Para: Jona.
De: Alexa.
Lo dicho, esa chica ya te carcomió el cerebro.
11.50 pm.
Para: Jona.
De: Alexa.
¡Maldición Bronx, al menos un puto mensaje puedes responder!
00.15 am.
Ay no, ya la cagué con ella, lo que me espera al llegar a casa, seguí caminando bajo el frío hasta llegar a casa, no sé por qué pero algo me decía en este momento que debía temer más por Alexa que por mamá. Al abrir la puerta del garaje estaba todo en orden, crucé la cocina y nadie estaba despierto aún, eran las 5.30 am, mamá despertaría en 40 minutos lo que me daba tiempo a cambiarme.
—Hasta que llegas traidor— la voz de Alexa me sobresaltó.
— ¡Alexa! Con un demonio casi me matas— susurré asustado.
—Y tú a mí, ¿qué crees que es bonito saber a mi hermano menor encerrado en esa casa?— apuntó hacia mí con su dedo índice.
—Alexa, intento ayudar, por favor— dije quitándome el abrigo.
—No— sentenció llegando hasta mí de un paso.
— ¿Qué?— dije apartando la mirada.
—Mírame— exigió.
— ¡Qué!— exclamé frustrado.
— ¡Con un demonio Jona Bronx! Con ella tenías que hacerlo— masculló golpeando mi pecho.
— ¡De qué hablas!—
—Lo hiciste, ya sabes que— soltó agitando los brazos.
—Ya sal de mi habitación que quiero cambiarme— comencé a empujarla y su risilla llenó la habitación.
—Algo bueno hizo la mocosa— siguió riendo yendo a su habitación.
—Ya cállate— solté nervioso.
— ¿Tan temprano y peleando ustedes dos?— dijo mamá saliendo de su habitación.
— ¿Sabías que tu hijo no durmió en la casa?—
— ¡Alexa!—
—Lo sabía, yo lo autoricé, voy a darle el beneficio de la duda y ella vendrá hoy aquí y yo hablaré con ella, luego decidiré lo que se hará— sentenció antes de entrar al baño.
—Oh Jona Bronx, esto se pone bueno, ¿La traerás?—
—Claro, si alguien puede saber cómo es el corazón de una persona esa es mamá— zanjé antes de volver a mi habitación.
¡Hola amigos!
Lamento haber estado fuera de aquí todos estos días, les dejo un mini maratón como recompensa por haberme esperado.
¿Qué creen que suceda con este par?
Alguien del pasado y secretos develados será lo que vendrán en los siguientes capítulos.
No olviden sus comentarios y ¡Nos leemos pronto!
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