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SOLO TE VI

-Jona Bronx, ven aquí ya mismo- mi madre llamó enojada.

Cada vez que recuerdo aquel día no puedo evitar el reír a carcajadas. Mi padre aún seguía persiguiendo y molestando a mi madre, entonces había decidido que era momento de cambiar aires y mudarnos a iniciar una nueva aventura, ella, mi hermana y yo.

-Jona Br...-

-Voy mamá- dije fastidiado.

Era una tarde de noviembre, muy calurosa en nuestro país, Argentina, las maletas de Alexa y mías ya estaban en la puerta de entrada junto a las de mi madre. Luego de una infancia y corta adolescencia, a los 18 años decidimos coger un vuelo hacia el sueño americano... the big american dream... el gran sueño americano del que tanto hablaban. Subimos al taxi y nos dirigimos al aeropuerto, vi pasear por la ventanilla aquellos paisajes de edificios y pavimentos que tantas veces había andado.

Al alejarnos aún más por la gran autopista me iba mentalizando que todo cambiaría a partir de ahora, que ya nada sería lo mismo, sería un antes y un después de todas las formas posibles. Mamá había decidido vender la casa e ir con los ahorros a probar otras nuevas oportunidades alejándonos de la constante amenaza que significaba nuestro padre, aunque, muchas veces creí y eran sólo exageraciones propias de su sentido sobre protector y maternal.

-¿Qué tanto piensas hermano?- habló Alexa a mi lado.

-Que todo cambiará a partir de ahora- contesté sin mirarla -Escuela, lugares, amigos, ¿Qué no extrañarás...- me volví a verla y ella sólo reía con una cara de...

-¿Te estás burlando no?- replicó -¿Acaso conoces alguien más antisocial que tu hermana?- negó con la cabeza mientras reía.

-Espero y eso cambie ahora, te vendría bien dejar esa faceta de chica dura e independiente hermanita, podría sorprenderte lo bueno que puede llegar a ser compartir algún tiempo con otras personas, oír sus historias y demás- comenté volviendo mi cara hacia la ventanilla.

-¿De cuando a este tiempo te has vuelto el mayor de los dos?- rió abrazándome con fuerza.

-Desde que supe que debía cuidar de mis mujeres especiales- hinché mi pecho con orgullo devolviendo su abrazo.

-Me alivia realmente mucho oírlos hablar así- se unió mamá a la conversación -lamento hacerlos pasar por esto, pero...- 

-Sabemos que sólo haces lo que crees que es mejor para nosotros mamá- la interrumpió Alexa evitando que nuevamente la culpa hiciera estragos en ella.

Los sonidos de las bocinas de los coches nos sacaron de nuestra charla y nos volvimos hacia la autopista que se hallaba atestada de coches y no parecían moverse ni medio centímetro. Mamá veía vez tras vez su reloj de pulsera, en efecto estábamos llegando tarde para abordar y perder los boletos era un lujo que no podíamos darnos, al menos no en este momento.

-¿Cuánto falta para llegar al aeropuerto?- preguntó nerviosa mamá al taxista.

-Al menos unas 20 cuadras señora, para la entrada, son al menos unos 25 o 30 minutos hasta llegar al aeropuerto en sí- explicó el taxista viéndonos por el espejo retrovisor.

-Está bien, le pagaré hasta aquí, esto no tiene pinta de moverse en 25 o 30 minutos y tenemos 40 minutos para abordar el avión- dijo mi mamá pagando el pasaje al taxista.

Recogimos nuestras maletas y puedo apostar que Alexa se ha arrepentido de haber cargado tanto la suya otra vez. La oía maldecir y refunfuñar mientras mamá nos guiaba por en medio de los coches para poder llegar más rápido hasta el aeropuerto, a los cinco minutos de la caminata divisé a lo lejos la enorme estructura del aeropuerto y los aviones esperando para despegar, una mezcla de adrenalina y melancolía me envolvió en ese momento. Sacudí la cabeza evitando pensar en ese sentimiento y dejar salir al aventurero Jona en su lugar.

-Al fin llegamos- suspiró Alexa dejando caer su maleta en la zona de empaque de maletas.

-Es tu culpa, ¿tenías que cargar tanto tu maleta?- pregunté riéndome de su roja cara.

-Y tú, ¿eres tan poco caballero que no podías ayudar a tu pobre hermana? ¿no que debías protegernos?- refunfuñó haciendo un puchero.

-Dije que las protegería, no que las serviría- negué con la cabeza agitando las manos en signo de decepción.

-Que caray contigo hermanito... eres imposible en verdad- imitó mi negación con la cabeza y se colgó de mi brazo.

Era muy gracioso vernos ya que, aunque Alexa era la mayor, su estatura la hacía ver realmente pequeña y tierna a mi lado, era mi monstruito y mi vida, junto con mi mamá. A lo lejos vimos a mamá agitando los brazos indicándonos la zona de abordaje, ella ya había pasado los controles. Alexa se soltó de mí intentando adelantarse como siempre, pero con justa razón, ella quería tomar el asiento con ventanilla y eso no lo permitiría, no señor.

-¡Alexa Bronx, alto!- grité tomando mi mochila y girando para alcanzarla.

-¡Ah!- sentí un pequeño golpe en mi pecho y al darme cuenta una muchacha intentaba mantener el equilibrio frente a mí.

Al reaccionar la sostuve por los hombros evitando que cayera, no la vi directamente, sólo busqué mi mochila en el suelo y pasé rápidamente el bolso de ella que también había caído. Al levantar la mirada vi que Alexa ya había cruzado el control y maldije interiormente, ya volví a perder el asiento.

-Lo siento mucho, voy apurado, perderé el avión- dije tendiendo su bolsa.

-Está bien, no hay problema- su voz hizo que me volviera a mirarla y creí realmente que estaba frente a un ángel.

-Yo... eh... - Jona Bronx con un demonio reacciona, ordenaba a mi mente pero sin resultado alguno.

-Eh... ¿no estabas apurado?- sonrió levemente sonrojada viendo mi expresión al verla.

-Sí... claro... lo siento mucho- pasé mi mano por mis cabellos y continué con mi camino.

Está bien, recapitulemos, ¿qué había sido eso?, mis hormonas estaban jugando conmigo, maldita pubertad venir a fastidiar justamente ahora.

-Señor, su pasaporte por favor- pidió insistente el oficial de aduanas.

-Oh, sí, lo siento- tendí los documentos al tiempo que volvía la mirada hacia donde aún se encontraba parada la muchacha -estará perdida- susurré.

-Señor, aborde por la puerta 13 por favor- explicó el oficial señalándome la puerta.

-Gracias- tomé los documentos y los guardé en mi mochila.

Comencé a caminar lentamente hacia la puerta, de todos modos y el asiento ya lo había perdido y quería volver a ver a aquella muchacha que había cruzado y al volverme hacia ella comprendí lo que estaba haciendo, ni perdida ni esperando.

-¿Me miras a mí?- modulé incrédulo intentando que entendiera lo que decía a la distancia.

Ella sólo asintió encogiéndose de hombros y sonriendo, aún desde aquí podía ver como sus mejillas adquirían un color rosado que la hacía ver más tierna. Y sí señoras y señores, a mis cortos y nada vividos 18 años puedo asegurar que el amor a primera vista existe, de otra forma no explicaría lo que me está sucediendo con esa pequeña que sigue aún parada viéndome fijamente del otro lado del vidrio del aeropuerto. 

-¿Jona?- mamá llegó detrás mío y me volvió a la realidad -debemos abordar hijo, apresúrate o perderemos el vuelo- 

Me volví hacia ella y asentí perdiendo de vista por un momento a mi primer amor. Al volverme ella sólo sonrió y agitó sus manos, yo saludé de vuelta ante la mirada atónita de mi madre. 

-¿La conoces?- preguntó curiosa.

-No- contesté y se sorprendió aún más.

-Entonces...- hizo una seña con la mano pidiendo que continuara.

-El avión mamá, lo vamos a perder- sonreí empujándola a través de la manga que nos llevaba hasta el mismo.

-Jona Bronx- rió intentando tomarme las manos.

-Las hormonas mamá, las hormonas y la pubertad, sólo eso- expliqué tratando de hacer que cambie de tema.

-Si tú lo dices- dijo pasando su brazo por encima de mi hombro.

¿Qué posibilidades en el mundo habían de que volviera a encontrarme a esa pequeña nuevamente? Eran sólo eso, hormonas de crecimiento haciendo estragos conmigo. Abordamos el avión y tomé asiento, del lado del pasillo, ante la mirada victoriosa de mi hermana, pero no me importaba, mi mente aún seguía llena de la imagen de la pequeña rubia que había chocado por accidente y se transformó en la única persona que fue capaz de despedirme antes de volar a lo totalmente desconocido, aquel gesto fue lo que más me impactó de ella, ¿por qué hacerlo? ¿era acaso realmente un ángel?

-Estás volviéndote loco Jona, controla tus hormonas- volví a culparlas ya que era lo único que me quedaba.

Metí la mano en el bolsillo de la mochila buscando el reproductor de mp3 que tenía con mis canciones favoritas para relajarme. No encontraba el reproductor y comencé a buscar con más insistencia, abrí el bolsillo grande y me encontré con mi móvil y nada más que un par de abrigos y dulces que solía llevar conmigo.

-Reproductor del dem...- vi una pequeña mano con mi reproductor frente a mis ojos.

Al levantar la mirada estaba allí, era ella, otra vez...

-¿Es tuyo no?- sonrió tierna.

-Eh... sí...- y el tonto y tartamudo Jona aparecía de nuevo.

-Eres gracioso, ¿sabías?- habló entre risas.

-Y tu hermosa- oh no... no Jona... no pensaste en voz alta, pensaba mientras golpeaba mi rostro mentalmente.

-¿Sincero?- dijo tomando mi mano y colocando el reproductor en ella -Tú también eres guapo- guiñó el ojo y besó mi mejilla.

-Señores pasajeros, por favor, tomen asiento y abrochen sus cinturones- comenzó a hablar la aeromoza.

-Debo irme- se giró sobre sus talones y se alejó lentamente.

-Ahora Jona... ¿qué fue todo eso galanazo?- y esa era Alexa rompiendo la magia del momento.

-¿Me creerías si te digo que no tengo la más mínima idea de que fue todo eso?- negué con la cabeza mientras veía el reproductor en mi  mano y con la otra acariciaba la mejilla en la que me había besado.

-Serás tímido Jona, ¿al menos preguntaste su nombre?- 

Y eso fue todo, ahora sí había golpeado mi rostro pero no mentalmente, creo que me había dejado los dedos marcados castigando mi torpeza, siquiera pude hacer eso, su nombre, ¿cómo pude ser tan despistado y tonto?

-Hermano...- Alexa comenzaba a reír a mi lado.

-No digas nada- sentencié colocándome los auriculares y buscando mi canción favorita de Green Day, 21 guns

Do you know what's worth fighting for
When it's not worth dying for?
Does it take your breath away
And you feel yourself suffocating  

¿Sabes por lo que vale la pena luchar,
Cuando no vale la pena morir?
¿Te quita el aliento
Y uno se siente sofocado?
  

Cerré los ojos y sentí como el avión comenzaba a despegar, me dejé llevar por el cansancio que sentía y caí profundamente dormido sin pensar en nada más.

-Jona...- sentía que alguien movía mis hombros.

-¿Qué?- murmuré abriendo apenas los ojos. 

-Es la primera escala, debemos bajar- explicó mamá trayendo mi mochila en su mano.

Me espabilé lo más que pude y me levanté acomodando mis cabellos, estos rizos a veces eran en realidad molestos. Cuando pude recuperarme más caí en la cuenta de que ya estaba dentro del aeropuerto de República Dominicana, nuestro vuelo hacía escala en esa isla paradisíaca.

-¿Podemos salir a ver la ciudad?- pidió Alexa -faltan horas para que salga el vuelo nuevamente, sólo fuera del aeropuerto- suplicó.

-Está bien, pero no se alejen mucho- dijo mamá.

-Genial- Alexa me tomó de la mano y tiró de mí hacia fuera del aeropuerto -esto es vida, apróvechalo hermanito, respira el aire de una isla que no se cuando y volvamos a pisarla- sonrió mientras giraba con los brazos abiertos.

Esa era Alexa Bronx, tratando de capturar momentos y grabarlos en su mente, decía que le ayudaba a pasar los malos ratos. Guardar buenos momentos para poder vencer a los malos. Ese era su lema. La veía girar frente a mí cuando detrás de ella la vi. Deseaba poder tener telepatía para hacer que se volviera hacia donde yo estaba y...

-Tengo telepatía...- dije haciendo que Alexa dejara de girar y me pusiera atención.

-¿Te pegó mal el aire nuevo?- murmuró ella siguiendo mi vista -Oh, ya veo- rió golpeando mi hombro.

La pequeña rubia levantó las manos agitándolas con entusiasmo antes de subir a un taxi con su familia. Imité su gesto y sonreí embobado por su manera de ser tan espontánea y natural. 

-Ya cierra la boca hermano- se burlaba de mí Alexa.

-Su nombre- suspiré decepcionado.

-Eres lento Bronx- negó con la cabeza haciéndome un gesto con la mano para volver a entrar al aeropuerto.

Me quedé viendo fijamente por donde había salido el taxi del aeropuerto. Sin saber siquiera su nombre por ser un tímido sin remedio. Y allí, señoras y señores, se iba de mí... mi primer amor.

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