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SIN RECUERDOS

MIRANDA

— ¿Qué ha dicho?— preguntó Iris dudosa.

—Nada, no ha contestado el último mensaje— suspiré derrotada.

—Era el más importante ¿No lo contestó?— insistió.

—No Iris y ya deja de darles vueltas al asunto— bufé levantándome de la cama.

Luego de que Jona saliera de la habitación, Alba se dirigió hacia la administración a firmar los últimos papeles del alta, en ese momento aproveché para ver las notificaciones que tenían a mi teléfono parpadeando desde hacía un par de minutos. Con ayuda de Iris me mantuve en contacto con él, sus mensajes traían esperanza de algo nuevo, pero no permitiría que Alba los dañara como hizo las veces anteriores.

—Elimina los historiales— susurró Iris.

—Tu teléfono— ordenó Alba.

—Es mío, déjame en paz Alba— salí del coche intentando ganar tiempo.

Jared no emitía palabra, sólo era un maldito títere de la que se decía la esposa ejemplar de sociedad. Lejos estaba de ser la familia de portada de revistas que ella tanto quería ser, su mentira se venía abajo y disfrutaría de verla retorcerse de rabia.

— ¡Que me lo des!— gritó estirando de mi cabello.

— ¡Alba!— comencé a forcejear para soltarme.

Cerró la puerta de entrada de un golpe y oí los pasos apurados de Iris y Jared, Alba estaba totalmente fuera de sí y yo estaba lo suficientemente débil para que ella hiciera lo que le entrara en gana conmigo.

— ¡Déjala maldita loca!— oí a Iris.

—Miranda, hija— corrió Jared conmigo en brazos.

—Iris— sollocé.

—Ella sabe enfrentar a Alba— dijo abriéndose paso en mi habitación.

—Gracias— susurré.

Jared asintió y corrió escaleras abajo para ayudar a Iris, oía los gritos y ruidos de cosas rompiéndose, solo me hice un ovillo en la cama y cubrí mi cabeza con la almohada. Sentí el colchón hundirse a mi lado y me sobresalté.

—Tranquila cariño, soy yo— susurró Iris.

Intenté quitar la almohada y verla pero me lo impidió. Forcejeé con ella para que me dejara ver lo que esa maldita loca le había hecho y no me dejaba, oí sus sollozos y su cuerpo temblando aflojando su agarre.

— ¿Iris?—

Palpé su rostro sin verlo y sus lágrimas humedecían sus mejillas, sentí un quejido salir de su boca al llegar hasta sus labios, otra vez, por mi culpa, Iris sufría las consecuencias.

—Perdóname hermana, lo siento tanto— confesé sollozando.

Quitó la almohada y se acurrucó en mi pecho, intenté hacer que levantara su rostro, debía evaluar las heridas y curarlas al menos pero la muy testaruda tan solo tendió mi teléfono que tenía en sus manos.

—No me lo iba a quitar tan fácil— soltó con una pequeña sonrisa.

—Mira nada más como te ha dejado Iris— dije viendo su rostro marcado por los golpes de Alba.

—Acabará pronto para mí cariño, debemos ponernos manos a la obra para el plan ¿No crees?— dijo acariciando mi mejilla.

—Lo haremos Iris, estaré contigo siempre— la abracé tan fuerte como pude sin dañarla.

—Sé que no te gustará lo que hice Mir, pero necesitamos de su ayuda en estos momentos—

— ¿De qué hablas?— tomó mis manos entre las suyas y su seriedad asustaba.

—Brent— soltó tras un largo suspiro.

— ¿Por qué él?— bufé poniéndome de pie.

—Porque es mayor, conoce la historia y no sería capaz de delatarnos— justificó.

—Jona va a ayudarnos Iris—

— ¡Un niñato igual que nosotros! ¿Qué puede hacer él contra Alba?—

— ¡Qué puede hacer ahora Brent que no haya podido hacer tiempo atrás!—

—Pasó tiempo Mir, ha estado viendo la manera de ayudarnos y de verdad que su idea no es para nada descabellada, por favor Mir, es quizás nuestra última oportunidad— suplicó Iris.

—Estoy cansada Iris, hablaremos mañana, tengo que pensar como atacar a James para librarme de su mierda y qué hacer con Jona y Alba, por favor, mañana—

—Mañana será— suspiró derrotada Iris.

—Por ahora ven, vamos a curar esas heridas— tomé su mano y la guie hasta la cama.

Fui hasta el botiquín del baño y quité los primeros auxilios para tratar sus heridas. Tenía un par de arañazos profundos y un corte en el labio y otro en la frente, dijo que se lo había hecho al caer contra la mesa de centro de la sala, luego Jared llegó y jaló a Alba hecha aún un huracán y se la llevó al despacho.

—Creo que fue lo único bueno que ha hecho en mucho tiempo— susurró.

—Jared estando sobrio es alguien distinto, es realmente el padre que necesitamos—

—Lastimosamente es más el tiempo que lleva ebrio aquí en la casa, sólo en su trabajo se mantiene sobrio— masculló.

—Serán los fantasmas que no lo dejan tranquilo y precisa ahuyentarlos de esa manera—

Iris se tensó en el momento en que mencioné la palabra fantasmas y levantó su mirada clavando su mirada intensa en mis ojos. Levantó su mano y acarició mi mejilla con tanto cuidado que parecía como si fuera a romperme en cualquier momento.

— ¿Iris?— susurré.

—Tú no tienes culpa de nada Mir, yo siempre te cuidaré— soltó.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y me abrazó tan fuerte como pudo, no entendí su cambio de actitud tan radical en tan solo segundos, como podía ser así.

— ¿Iris?—

—Luego hermana, debo ir a cambiarme, volveré para dormir juntas— besó mi frente y salió de la habitación.

De pequeña solía ser muy curiosa y buscar dentro de cajas abandonadas en el ático que tenía la casa, me perdía entre las fotografías y recuerdos que en ellas habían, más de una vez me había topado con fotografías de mamá embarazada de Iris, cada mes una nueva fotografía, su panza creciendo y ella luciendo feliz, realmente feliz, su mirada brillaba y su sonrisa y la de papá eran contagiosas, irradiaban verdadera felicidad.

—Nunca vi una fotografía de su embarazo— susurré.

Me hice un ovillo y las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas nuevamente, no tenían recuerdos de mi embarazo, no tenían fotografías mías de pequeña, nada mío, ¿Tanto odiaron el hecho de haberme concebido? Un ruido extraño hizo que me sobresaltara, por un momento creí que era Iris pero al encender la luz de la mesita de luz la vi recostada durmiendo a mi lado.

— ¿Qué?— dije poniéndome de pie con temor.

Seguía oyendo los ruidos en el exterior de mi habitación, me acerqué hasta la ventana y al intentar abrirla sentí algo caer sobre mí y ahogué un gemido con mis manos.

—Lo siento, lo siento, no quise asustarte—

— ¿Jona?—

—Tenía que verte, pero tu padre no me lo permitió— susurró.

— ¿Mir?— Iris despertó frotando su sien y tratando de enfocar su mirada.

—Está todo bien hermana—

—Mejor voy hasta mi habitación, cuídala Jona— agitó su mano despidiéndose.

— ¿Y eso?— preguntó curioso.

—Ahora dime, ¿Tú que haces aquí?—

— ¿Me creerías si te digo que te extrañaba?—

—Eres un cursi Bronx— sonreí mientras él me abrazaba.

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