PROBLEMAS
MIRANDA
Me removí de debajo de su cuerpo como pude y me puse de pie, si hablo no lo entendería y de igual manera insistiría en ayudarme, pero la mierda que cargo conmigo es capaz de hundirlo a él también. Escuchaba como llamaba mi nombre hasta que logre hacerme camino hacia la salida de la preparatoria, quería ir a casa, no quería pasar un segundo más recorriendo los pasillos.
—Este folleto va a interesarte de seguro— dijo una estudiante entregándome un volante.
— ¿Pero qué?— solté aceptando el volante con la mirada burlona de la chica sobre mí.
"Cómo ser una bulímica sin morir en el intento" rezaba el título del mismo acompañado de una fotografía mía en uno de los baños de mi antiguo instituto, estaba arrodillada sobre el inodoro, vomitando. Levanté la vista y vi como todos los alumnos tenían en sus manos un volante, sentí un nudo en la garganta creciendo y los ojos llenarse de lágrimas.
—Se suponía y aquí sería libre— susurré arrugando el volante en mis manos.
Comencé a caminar hacia la salida y unos metros antes de llegar el enorme cuerpo de James se interpuso en mi camino. Su sonrisa de suficiencia me decía que solamente me humillaría más de lo que ya había hecho antes y no estaba dispuesta a soportarlo.
— ¿Dónde crees que vas?— gruñó sosteniendo mi brazo al intentar esquivarlo.
— ¡Suéltame!— grité tratando de zafar de su agarre.
—O qué, ¿También me clavarás un espejo como a Becca?— al oír su nombre mis ojos se abrieron.
— ¿La conoces?—
—A mi prima Becca Reynolds, es como mi hermana— soltó con una sonrisa socarrona.
—Eres un maldito, lo planeaste todo, desde el principio— mi voz quebrada por el llanto apenas se oía en el corredor.
—No lo planeé así, planeé enamorarte, quererte y cuidarte porque creía que valías la pena, no creí que al primer idiota que se apareciera te le lanzaras como una cualquiera— escupió rabioso.
—No sabes nada y no entiendes nada James— susurré tratando que aflojara su agarre.
—Sólo sé que fui la burla de todos por tu culpa, tú y el maldito nuevo ese me pusieron en ridículo—
— ¿Y esta es tu venganza?—
—No cariño, recién comienza— me acercó por completo a él cerrando las distancias para besarme de una manera brusca y tosca.
— ¿Miranda?—
Me separé lo más que pude de James y la mirada atónita de Jona al encontrarme en esa situación hizo que me diera cuenta de lo que había sucedido y lo confundido que estaba acerca de mí.
—Jona, no, espera— dije intentando seguirlo pero los brazos de James me detuvieron.
—Te lo dije, esto recién comienza cariño— dijo James en mi oído.
Al soltar su agarre no sentí mis piernas y caí al frío piso de los corredores de la preparatoria, allí con mis manos apoyadas en el mismo veía como mis lágrimas lo mojaban cada vez más. El timbre sonó y los sonidos cesaron pero yo seguía en el mismo lugar, llorando y sin fuerzas para sobreponerme.
— ¿Cuánto cuesta la tranquilidad?— susurré limpiando mi nariz.
Anda Miranda, levántate, como siempre lo hiciste y lo seguirás haciendo, no necesitas de nadie, tú puedes por ti misma, demuéstrales lo valiente que eres y no te dejes vencer.
—No puedo— aquel monólogo mental iba terminar por volverme loca por lo que decidí ponerme de pie y salir de allí.
Recogí el reguero que habían hecho mis cosas y luego de guardarlas en el bolso comencé a caminar hacia la salida de la preparatoria, no quería más que llegar a casa y encerrarme en el cuarto hasta que toda esta locura terminara. Conforme iba avanzando las lágrimas salían aún más que antes, mi vista se nublaba mientras caminaba por las calles tratando de llegar a casa, no levantaba la mirada, oía los murmullos de las personas al verme pasar.
"Parece perdida", no sabe cuánto.
"Llora como una desquiciada", si viviera en mi casa lo estaría también usted señora.
Los murmullos me acompañaban y hacían eco en mi mente, en un momento ya ni siquiera sentía los movimientos que hacían mis pies al llevarme de un lado a otro, un mareo acompañado de un fuerte golpe fue lo último que sentí antes de que todo se apagara en mi mente.
Sentía los párpados pesados y no estaba segura de dónde me encontraba, el olor a limpio inundó mis sentidos e intenté recordar lo último que había sucedido antes de esto y al hacerlo me cuestioné el hecho de si realmente era bueno recordarlo.
Parpadeé un par de veces antes de soltar un suspiro y cubrir los ojos con mi brazo ya que la blanca luz del techo prácticamente me cegaba. Un tirón en mi brazo hizo que volviera la vista y me encontré con una intravenosa recorriendo el mismo de palma a codo, volví mi cabeza hacia mi brazo libre pero al intentar levantar mi mano sentí como algo la presionaba.
—Te dije que no me alejaría— una voz ronca llegó hasta mí.
Giré mi rostro para buscarlo y me encontré con el rostro adormilado de Jona, tenía los ojos cerrados y estaba apoyado sobre sus brazos mientras que una de sus manos sostenía la mía con fuerza. ¿Qué hacía allí?
—Lo siento, yo—
—Ya despertaste y estás mejor, será mejor que me vaya— susurró estirando los brazos aun así no giró a verme y salió de la habitación.
Quedé pasmada ante su reacción pero era lógica aunque en el fondo esperaba que se quedara, no quería estar sola menos aun sin saber qué demonios me había pasado, un dolor en el pecho acompañado de la sensación de ahogo tan conocida para mí aparecieron sin mi permiso. Llevé las manos a la garganta y la frotaba como si aquello fuera a hacerla más grande y dejara que el aire entrara por ella para llenar mis colapsados pulmones.
—No— susurré intentando salir de la cama pero mi debilidad era mucha.
—Miranda ¿Qué?— oí la puerta abrirse y la voz de Jona.
Vi como lanzaba sobre un mueble la bolsa que traía en sus manos para llegar hasta dónde yo luchaba por no caer nuevamente en el pozo en el que había estado los últimos años. Oía la voz lejana de Jona pero mi respiración se agitaba cada vez más, sus brazos me rodearon y colocó mi cabeza en su pecho al tiempo que me devolvía a la camilla y se recostaba a mi lado.
— ¿Qué pretendías hacer Miranda?— susurró besando mi frente.
—Iba ir a casa— solté entre jadeos.
—Respira conmigo, sigue mi respiración y te calmarás, es sólo uno de los ataques de pánico, sigue mi respiración— continuaba susurrando mientras poco a poco mi respiración se volvía pausada y una con la de él.
—Dijiste que te ibas— dije bajito sintiendo su mano acariciar mis cabellos.
—Iba a comprar algo para comer, llevamos 10 horas esperando que despiertes— sonrió volviendo a besar mi coronilla.
—Debiste aclararlo tonto— golpeé su hombro lo más fuerte que mis fuerzas me lo permitían.
—No creí que importara— su tono seco me alarmó.
— ¿Por qué no lo haría?—
—Creo que James lo dejó claro— añadió dejando de acariciarme.
—Eso no fue lo que—
—No necesitas explicar Miranda—
— ¡Es que sí debo! Es un malentendido Jona, James si estaba enamorado de mí pero yo no— balbuceé esperando una reacción de él.
— ¿Y de mí lo estás?— soltó en un suspiro.
—Jona, no querrás que lo estés— separé nuestros cuerpos lentamente y lo encaré.
— ¿Por qué?—
—Esto— dije señalándome –Es lo que soy, estoy dañada Jona y te arrastraría y dañaría conmigo y no quiero eso para ti, te mereces algo mejor que alguien roto por dentro—
—Y, ¿Qué tal si me dejas decidir lo que es mejor para mí?— añadió levantando mi barbilla.
—Mi familia— dije negando con la cabeza.
—No sé nada de ellos—
—Ese es el problema, cuando los conozcas—
— ¡Jona!— la hermana de Jona asomó su cabeza en la puerta completamente fuera de sí.
—Alexa, lo siento por asustarte así hermana— se disculpó sin soltarme.
—Miranda cariño, que te sucedió— sonrió acercándose hasta mí.
—Sólo un ataque de pánico, nada de gravedad— intenté minimizar mi problema.
—Oh, lo siento tanto Miranda— besó mi mejilla para luego centrar la atención en su hermano.
—Ya lo sé, lo lamento pero no pude llegar a tiempo, ella me necesitaba— besó mi frente y se alejó llamando a su hermana para hablar.
—Ya te lo devuelvo cariño, no sé si en una pieza— entrecerró los ojos volviendo su vista hacia Jona.
—Oh vamos Alexa, ella lo vale— Jona guiñó un ojo y salieron de la habitación.
Fue inevitable que una sonrisa se dibujara en mi rostro luego de ver su gesto pícaro hacia mí.
—Iris— mascullé e intenté alcanzar mi bolso.
— ¿Miranda?— su rostro asustado hizo que rompiera en llanto nuevamente.
— ¡Lo siento Iris!— recorrió en dos pasos el camino hasta mi camilla y me abrazó como siempre lo hacía.
—Ni lo digas hermana, ¿Sabes que te amo?— preguntó tomando mi rostro en sus manos.
—Tú sabes lo mucho que te amo Iris— volvió a abrazarme y un sentimiento raro me invadió.
—Daría lo que fuera por verte feliz enana— susurró.
— ¿Iris?— la miré confundida y su mirada estaba llena de tristeza.
—Miranda, llamaron de la preparatoria preguntando si era cierto que atacaste a una compañera en tu anterior preparatoria, ¿Qué explicación tienes?— exclamó Alba desde el umbral donde se hallaba con los brazos puestos en jarra.
— ¡Alba!— Iris saltó hacia ella con enojo.
—Tú mejor y te vas que tu padre te espera— vi el rostro de Iris descomponerse y volver hasta mí para despedirse.
—Te amo enana, lucha y sé feliz— sus ojos llenos de lágrimas me decían que aquella despedida era algo más.
No dijo nada más, pasó de Alba sin mirarla y sin mirar atrás para cerrar la puerta tras ella. La sonrisa que se dibujó en el rostro de la que se decía ser mi madre era siniestra y poniendo su atención en mí volvió al ataque.
—Ahora explícate, ¿qué es todo este show?— dijo señalándome.
—Nada que te interese Alba, ¿dónde va Iris?— pregunté directa.
—Tú no cumpliste tu parte del trato— soltó indiferente moviendo los brazos.
— ¡Eres una maldita!— intenté levantarme pero un fuerte dolor en la sien hizo que cayera al piso.
—Tú saldrás ya mismo de aquí y si no quieres que tu nuevo amigo corra el mismo destino seguirás mi teatro—
—Jona no tiene nada que— se acercó hasta mí desafiante.
—Yo madre, tú hija, sólo obedeces y nada más ¿entendido?— sentenció firme.
— ¡Miranda!— oí gritar a Jona.
Se acercó alarmado hasta dónde me encontraba y apartó a mi madre para poder devolverme a la cama. El rostro colérico de mi madre alertó mis sentidos y quise poner paño frío a la situación.
—Madre, él es Jona Bronx, un nuevo compañero de la preparatoria— se volvió hacia él viéndolo con frialdad.
—Encantado señora Simms, disculpe por empujarla, me alarmé al ver a Miranda en el suelo—
—Está bien cariño, pareces un buen chico, me alegra que mi hija te tenga a su lado—
Mis ojos se abrieron y no pude evitar sentirme extrañada ante el cambio de actitud de Alba aunque.
—No lo hagas— dije clavando mis ojos en los de Alba.
— ¿Qué cariño? Alegrarme de que un buen muchacho quiera a mi hija— sonrió con esa suficiencia que sólo significaba malas noticias.
—Iris, Alba, ¿dónde está?—
—En un avión rumbo a Francia, ¿Sabías que Iris adora el diseño?— me ignoraba centrándose en Jona.
—Lo prometiste Alba— solté indignada.
—Y no cumpliste, así que ya sabes lo que sucede cuando no cumples con tus promesas— susurró en mi oído.
—Alba— mascullé.
—Nos vemos querido, iré a arreglar los documentos para el alta de Miranda— dijo saliendo de la habitación.
— ¿Qué demonios fue todo eso Miranda?— preguntó aun viendo la puerta.
—Problemas Jona, demasiados problemas— solté para luego dar un suspiro y cerrar mis ojos a la realidad.
Hola amigos, disculpas por no haber estado activa estos días, el trabajo y la familia me están consumiendo por completo el tiempo, espero poder subir en breve un capítulo más.
No olviden sus comentarios acerca de los personajes y la historia, ¿Qué opinan de ellos y el rumbo de la historia?
También pueden visitarme en mi página de Facebook
https://web.facebook.com/pg/DarkSoulNana/photos/?tab=album&album_id=1997638120469619
O en el grupo también en Facebook
https://web.facebook.com/groups/soynana/
Nos leemos pronto. Saludos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro