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ODIOS SECRETOS


IRIS

— ¿Por qué no dejan de lastimar a Miranda por su estúpida venganza?— mascullé mientras Jared abría la puerta del coche.

—No te metas en nuestros asuntos y entra ya—

—Es mi asunto, ¡Ella es mi hermana!—

— ¡Demonios Iris entra ya!— gritó empujándome dentro del coche.

Nunca entendí el trato que tenían Alba y Jared, sólo sabía que alrededor del nacimiento de Miranda un secreto se había formado y era el motivo de todo el cambio que sobrevino sobre nuestra familia.

— ¿Qué demonios quieres ahora Alba? ¡No! Dijimos que se iría, ¡Con un demonio Alba!—

No entendía aquella conversación pero debía de ser algo realmente malo para que Jared actuara de esta manera, él de verdad era alguien que sabía mantener su carácter al margen de la situación, simulaba bien sus estados de ánimos, su única vía de escape este último semestre se habían vuelto las botellas de vino que guardaba en su despacho.

— ¡Tú! Baja del coche y entra a ver a tu hermana— sentenció golpeando el volante.

— ¡Qué! ¡Dime de una vez Jared!— grité sin moverme.

— ¡Qué quieres que te diga Iris!— volteó a verme y sus ojos estaban cristalinos.

—La verdad Jared—

Soltó un largo suspiro y salió del coche realmente abatido, era la sombra del padre que alguna vez tuve, no puedo creer lo mucho que la locura de Alba ha destruido nuestra familia. Viendo la negativa de hablar de Jared y aquella lágrima rodar entre las arrugas de su rostro, caminé hacia la habitación de Miranda pensando y preparándome mentalmente para las mil y una locuras que de seguro Alba estaría tramando.

— ¿Miranda?— oí decir a Jona.

—Sí—

Aquel muchacho no me daba la confianza suficiente por lo que preferí escuchar su conversación a hurtadillas.

—Tu madre—

—Alba—

—Ella te maltrata— masculló.

Aprovechando la pequeña abertura de la puerta me acerqué y pude ver los puños apretados de Jona al costado de su cuerpo. Su rostro era serio y Miranda evitaba verlo a los ojos, sabía que le era muy difícil hablar de ello sin quebrarse. Jona se acercó a ella y acunó su rostro acariciándolo con cuidado.

—Miranda, déjame ayudarte, por favor— susurró apoyando su frente en la de Miranda.

—No puedo hacerte esto, no la conoces, es—

— ¿Qué soy hija?—

Perdida en la charla de los dos no caí en la cuenta de que Alba había llegado hasta nosotros y abrió la puerta sin más. Su aire de grandeza se imponía con cada paso que daba, se volvió hacia mí e hizo una señal para que entrara.

— ¡Iris!— exclamó Miranda emocionada abriendo los brazos.

— ¡Hermana!— corrí a sus brazos y me aferré como nunca antes.

—Jona querido, puedes darnos un segundo de privacidad—

El tono de voz que utilizó nos alertó, era muy condescendiente, más allá de que Jona era alguien prácticamente desconocido para ella y su teatro de la familia ejemplar era lo último que ella dejaría entrever.

—Claro, ¿Podría visitar a Miranda luego?— preguntó tímido.

—Claro que sí querido, si eso hace feliz a mi hija no pondré objeción alguna— sonrió y conocía muy bien esa sonrisa.

—Esto está mal Iris— susurró Miranda tensándose entre mis brazos.

—Tranquila cariño, estoy aquí— dije abrazándola más fuerte.

—Nos vemos en unas horas Miranda— se despidió Jona.

Solté el agarre de Miranda para que se despidiera de él, con la timidez que vi en él desde la primera vez se acercó a Miranda para besar su mejilla y acariciar su cabello. Las mejillas sonrojadas de mi hermana me decían que en ella estaba creciendo algo más que un sentimiento de amistad por Jona. Con un movimiento de cabeza se despidió de mí y saludó a Alba para luego salir de la habitación.

—Bien, ahora ustedes dos van a poner atención— comenzó a hablar fríamente.

— ¿Qué quieres Alba?— mascullé tomando la mano de Mir.

—Que obedezcan de una maldita vez lo que digo par de inútiles— sentenció.

El golpe que dio a la mesa de luz resonó en la habitación haciendo que Mir dé un respingo presionando con fuerza mi mano. La abracé e intenté calmarla, su cuerpo comenzó a estremecerse y hacerse más pequeño en mis brazos. Me dolía verla así.

—Repito la pregunta Alba, ¿Qué diablos quieres ahora?— mi temperamento comenzaba a aparecer.

—Tú mejor te calmas si no quieres subir en el avión en un par de horas— masculló.

— ¡No! Haré lo que sea Alba, pero no la envíes a ese lugar— suplicó Mir.

—Miranda no lo hagas—

—No puedo si tú no estás conmigo hermana— acuné su rostro y clavé mis ojos en los de ella.

—Podrás, Jona te ayudará— susurré.

—Patéticas, ambas— soltó Alba.

Su risa sarcástica llenó el vacío y realmente hizo que se me erizara la piel, no se lo demostraría nunca, pero su macabra mente podría asustar a cualquiera. Lo bien que vendía su papel ante la sociedad y escondía sus mierdas tras las puertas de la casa, era realmente alguien de cuidado.

—Soltarás ya lo que tienes preparado o no— bufé sin soltar a Mir.

—Tú— comenzó señalándome.

—No lo hagas Iris— sentí la mano de Mir presionando la mía.

— ¿Qué?— la enfrenté.

—Te quedarás, me sirves más si estás aquí que lejos y tú—

—No metas a Jona en esto— suplicó Mir.

—Tarde para eso, ¿No crees?— dijo mostrando su sonrisa victoriosa.

— ¿Por qué?— susurró apenas Mir mientras las lágrimas comenzaban a bañar su rostro.

—Serás lo que yo diga y pagarás todo lo que he hecho por ti maldita malagradecida—

— ¡Soy tu hija con un demonio!— gritó Mir y algo comenzaba a cobrar sentido en mi mente.

— ¡Eres una!— hizo el intento de golpearla.

— ¡No te atrevas!— grité deteniendo su mano.

Se volvió hacia mí con los ojos inyectados de ira, se soltó de mi agarre y caminó hacia atrás mientras peinaba sus largos cabellos negros con su mano. Luego de recobrar la compostura y conseguir sumirse en su papel de diva se acercó nuevamente.

—No diré más Miranda, volverás a ese maldito instituto, serás porrista e ingresarás a Harvard y estudiarás Economía, es lo planeado desde el principio y no aceptaré que vuelvas a revelarte— sentenció firme con una sonrisa.

—No volveré allí Alba, no con ese maldito James rondando la escuela llenándola de afiches de lo sucedido en California, no lo haré—

El rostro de Miranda se desencajó al oír decir aquello a Alba, volví a abrazarla y darle apoyo, la sentía estremecerse y temblar en mis brazos. La mirada de Alba siquiera se inmutó al verla así y no podía descifrar el motivo de su odio hacia Miranda.

—Pues lamento informarte que a menos que quieras que desgracie la vida de tu nuevo amigo Jona, tendrás que obedecer "hija"— siseó acercándose a su oído.

— ¡No! Jona no, por favor, déjalo fuera de esta mierda por favor—

—Si obedeces, él seguirá intacto y lo dejaré estar a tu lado—

—Miranda, podemos— comencé a decir.

—No Iris, no arriesgaré a nadie más, ni tú, ni Jona, acepto Alba— sentenció y su mirada se volvió fría y distante.

—No quiero que te pierdas por ella hermana— susurré haciendo que sus ojos vean los míos.

—Estuve perdida desde el inicio Iris, Game Over, ¿Recuerdas?—

—No Mir—

Game Over era un código que teníamos entre nosotras, lo habíamos creado aquella noche en que ella tuvo su primer pelea en California, en el momento en que todo esté realmente perdido será la frase que utilizaría alguna de las dos, no quería que se rindiera, no quería que Alba ganara sobre nosotras, pero lo estaba logrando y dolía.

—Lo siento mucho hermana— dije abrazándola.

—Ella pagará Iris, juro que la haré pagar— susurró

Su voz congeló mi sangre por un segundo, era fría e hiriente, la separé de mi cuerpo y volvió su mirada hacia Alba, una mirada cargada de tanto o más odio que la de Alba logrando que por un momento la sonrisa desapareciera del rostro de ésta. 

¿De verdad Miranda cambiaría su forma de ser de un momento a otro? ¿Sería capaz de doblegar y vengarse de Alba en algún momento? ¿Qué secreto es aquel que desea averiguar Iris para salvar a Miranda?

No olviden sus comentarios y opiniones...

¡Nos leemos pronto!

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