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MISTERIOS PRESENTES

JONA

Cada vez entendía menos lo que sucedía en esa familia, al salir de la habitación sopesé el hecho de quedarme y escuchar lo que hablaría Alba con sus hijas pero mi dulce hermana lo impidió.

—Alexa, ¿De verdad tenías que llegar?— bufé viéndola caminar a mi lado.

— ¿Qué pensabas hacer Jona Bronx? Sabes muy bien lo que piensa mamá de esas cosas— apuntó frenando su paso.

— ¿Ahora qué?— giré para encararla.

—Jona, de verdad ¿esa chica vale la pena?— preguntó curiosa.

—Alex, sabes bien cómo pienso acerca de ese tipo de opiniones tuyas— reanudé mi paso dejándola atrás.

El corredor que nos llevaba a la salida del hospital parecía haberse alargado en las horas que pasé dentro. Al salir de allí tomé una bocanada de aire y quedé esperando oír los pasos de mi hermana, una cabellera castaña se meció a mi lado al tiempo que unos ojos de igual color buscaban los míos con urgencia.

—Jona, sé cómo eres y es por eso que quiero cuidar de ti, sé que eres alguien de gran corazón y no quiero que lo destrocen por nada en el mundo, ¿Sabes que te quiero mucho?— sonrió intentando romper el silencio.

—No más que lo que yo te quiero Alex pero, de verdad, ahora necesito estar un momento a solas—

— ¿Conoces el camino a casa?— preguntó preocupada.

—Sí, no te preocupes, tengo el teléfono conmigo—

Asintió y se dirigió hasta su coche no sin antes voltear a ver enseñando una sonrisa. La vi alejarse y luego partí buscando algún lugar donde pensar y procesar toda la información que había recibido acerca de Miranda y su familia.

Cuando llamé a su hermana y le conté lo sucedido ella realmente se mostró preocupada, su respiración agitada a través de la línea me lo había asegurado pero todo cambió cuando oí la voz de su madre exigiendo que le diera el teléfono o cumpliría cierta amenaza.

—Diga— oí su voz dura.

—Disculpe, soy Jona el compañero de clases de Miranda—

—Sí, ¿Sucedió algo?—

—Pues fue víctima de un teatro montado por uno de nuestros compañeros y se descompensó por lo que la tuve que traerla a un hospital y la están atendiendo en este momento— esperaba preocupación o algo de su parte.

—Está bien, iré en un momento— colgó la llamada.

Sin una pizca de sentimiento, nada, mamá estaría gritando y no colgaría la llamada hasta llegar al hospital, intenté contactar nuevamente con Iris pero no me fue posible, su teléfono estaba apagado. Sería realmente su familia como Miranda había dicho.

Al cruzar por el estacionamiento llamó mi atención un hombre agitado hablando por teléfono, su rostro desencajado y rojo de la furia asustaba, sufriría un ataque cardíaco si continuaba así. Lo observé mientras me acercaba a pasos apurados intentando que notara mi presencia pero nada, sólo seguía gritando a sea quien fuera que estaba del otro lado de la línea.

— ¡No Alba!— gritó golpeando un coche.

— ¿Alba?— susurré escondiéndome para oír mejor.

Lo sé, perdón mamá pero debo de averiguar de qué va todo este teatro. Esperé que terminara su llamada y me acerqué armándome de valor para entablar una conversación.

— ¿Señor Simms?— susurré tras él.

— ¿Te conozco?— preguntó confundido.

—A decir verdad, no señor, mi nombre es Jona Bronx, soy compañero de su hija, Miranda— dije tendiendo mi mano.

Abrió sus ojos sorprendido y estrechó mi mano por unos instantes, me evaluó con ojos inquisidores repasando mi cuerpo de arriba abajo, vamos hombre, ya lo sé, soy un rubiecillo, flacucho, de pocos músculos pero mi mente está a mil a causa de su hija, así que.

— ¿Me da una oportunidad de hablar con usted, Señor?— pedí con la voz más fuerte y seria que pude sacar.

—Te daré un consejo hijo— murmuró serio.

—Sí—

—Aléjate, no te quedes cerca de esta familia, no todo es lo que parece y a veces errando aciertas más— dijo apoyando su mano en mi hombro.

—Pero señor, su hija—

—Mis hijas son mi preocupación y la de su madre, ahora vete, estarás mejor lejos de nosotros, créeme— masculló entrando en su coche.

Aquello terminó de incomodar mi mente e intenté buscarle sentido a lo que dijo aquel hombre, volví mis pasos hacia el hospital y corrí a la habitación de Miranda. Vi como su madre e Iris se alejaban hacia la zona de la cafetería y corrí para llegar antes que volvieran hasta ella.

— ¡Miranda!— grité al verla en ropa interior.

— ¿Jona?—

Intentó cubrirse con la sábana que colgaba de la cama y el rubor que cubrió su rostro era lo más encantador que había visto en mucho tiempo. Nos quedamos en silencio, ella con sus labios entreabiertos y yo con mi corazón latiendo más acelerado que nunca.

— ¿Podrías?— susurró indicándome que girara para terminar de cambiarse.

—Oh, lo siento, yo, ya— balbuceé nervioso dándole la espalda.

—Hecho—

—Lo siento Miranda, yo sólo— ella caminó hacia mí y se aferró a mí con fuerza.

—Aléjate Jona— soltó con apenas un hilo de voz.

—No lo haré, hay algo que no está bien y no puedo dejarte así— dije poniendo su cabeza en mi pecho.

—No quiero que salgas lastimado Jona, eres alguien a quien aprecio mucho y duele—

— ¿Duele?—

—Sé cómo terminará todo— murmuró y se alejó de mí de un movimiento.

— ¿Cómo?—

— ¿Crees que podrás con una bipolar? El bullying en la preparatoria es solo el inicio Jona, deseo que te quedes a mi lado, pero—

—Entonces no me alejes—

La tomé de su muñeca trayéndola nuevamente hacia mí, con mi mano libre tomé su barbilla haciendo que me mire y besé con ternura y la devoción que se merecía, quería curar sus heridas, salvarla de ese mundo que no me parecía para nada sano.

—Te quiero a mi lado— susurré aún sobre sus labios.

— ¿Aunque sufras?—

—Podré soportarlo— zanjé seguro.

— ¿Volviste querido?— la voz de su madre hizo que se alejara de mí en un segundo.

—Sí, había olvidado mi teléfono aquí— dije mostrando el aparato.

—Oh, Miranda, podemos irnos— dijo fría.

—Está bien, nos vemos mañana en la preparatoria— dijo mirándome dura.

—Está bien—

Sin decir más salí de allí prácticamente corriendo, quería llegar en casa, debía hablar con mamá, ella sabría qué hacer, quería ayudarla, ella no era bipolar ni nada de lo que le hacían creer que era, para mí ella era una mera víctima de la situación en la que se hallaba. Decidí llamar a Alexa y pedirle que viniera por mí.

— ¿Alex?—

—Estoy girando la esquina hermano—

— ¿Girando la esquina?—

— ¿Creíste que te dejaría solo en ese estado?— la escuché sonreír.

Giré la esquina y allí estaba recargada en el capó de su coche con dos cafés sobre el mismo. No pude hacer más que sonreír y colgar la llamada para llegar hasta ella y abrazarla muy fuerte.

— ¡Oye! ¿Qué sucede?—

—Nada— balbuceé.

— ¿Estás?—

—No estoy llorando— intenté sonar fuerte y fallé miserablemente.

—Ah no, ¿y qué es lo que siento húmedo en mi hombro? ¡Jona Bronx! Si son mocos ya verás lo que te pasa— gruñó separándome de ella.

Solté una carcajada mezclada con lágrimas y ella me imitó al tiempo que ponía en mis manos el café aún caliente. Tomó el suyo y subió del lado del piloto del coche. La imité y una vez dentro solté un suspiro.

—De verdad que soy afortunado— dije.

— ¿Y eso?—

—Te tengo a ti y a mamá, no puedo pedir más en esta vida— dije clavando mi vista en la salida del hospital donde veía como Miranda salía acompañada por Iris y su mamá.

¿Logrará Jona permanecer junto a Miranda? 

¿Serán los planes de Alba capaces de acabar con todo?

¿Qué quiso decir Jared con que se aleje de su familia?

No olviden sus comentarios, ¡nos leemos pronto!

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