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EL TÍMIDO JONA

MIRANDA

Sonreí al ver como la madre acompañaba al muchacho bromeando al parecer por nuestro roce, negué sintiendo un vacío en el pecho anhelando lo que no poseía.

— ¡Miranda!— justamente ese cariño de madre, Alba gruñía molesta por mi tardanza.

Al agachar la mirada como lo había vuelto a hacer desde que comencé a sentir desde que Brent no estaba vi un reproductor de música en el suelo y supe a quién pertenecía, lo tomé y sonreí como si fuera un pequeño regalo para alegrar mi existencia. Lo atesoré entre mis manos y corrí hacia Alba quién junto con Iris esperaba para abordar.

— ¿Y esa sonrisa?— susurró Iris apoyando su frente con la mía.

—Un pequeño regalo antes de volver al infierno— guiñé el ojo y mostré el reproductor.

— ¿De quién?—

—Sólo sígueme y verás— sonreí entregando mis documentos al agente de aduanas.

Una vez dentro del avión busqué con la mirada al muchacho y no lo hallaba, vamos, "esos rubios rizos no son fáciles de disimular" me repetía aguzando la vista hasta que lo vi sentado muy nervioso revolviendo su bolso, me acerqué lentamente sonriendo y presionando el reproductor en mis manos.

—Reproductor del dem...— lo oí decir y coloqué mi mano abierta con el reproductor en ella frente a él.

— ¿Es tuyo no?— sonreí al entregarlo.

—Eh... sí...— de verdad que eso en él era muy tierno.

—Eres gracioso, ¿sabías?—

—Y tu hermosa— aquello me sorprendió de buena manera.

— ¿Sincero?— tomé su mano y coloqué el reproductor en ella —Tú también eres guapo— sin pensarlo siquiera besé su mejilla y volví lo más rápido que pude antes que Alba me viera.

— ¿Quién es?— Iris tomó mi brazo y fuimos hasta nuestros asientos.

—No lo sé, rocé con él camino al baño y su reproductor cayó de su mochila—

— ¿Y esa sonrisa?—

—Él cree que soy hermosa—

— ¡Por supuesto lo eres Mir!—

—Hace mucho tiempo nadie lo dice, además lo dice porque no me conoce— negué agachando la cabeza.

Iris pasó su brazo por encima de mi hombro y atrajo mi cabeza a su pecho, acarició mi cabello y beso mi coronilla, en verdad ella se comportaba como una madre mientras Alba solo reía de vernos así.

—Que nadie, me oyes Mir, que nadie vuelva a humillarte y decir o hacerte creer que no vales, eres hermosa cariño, así tal cual eres— sentenció sosteniendo mi rostro con sus manos cálidas.

—No me dejes nunca Iris, te amo hermana—

Por primera vez en mucho tiempo no contestó como siempre lo hacía, tan sólo me abrazó fuerte y la oí sollozar. No sería hasta más adelante lo que en ese momento se había roto dentro de ella, algo que ya no dejaría que jamás volviera a ser la Iris que conocí.

—Mir, despierta— esa voz.

— ¿Brent?—

—Hola cariño—

Sentí su mano rozar mi mejilla y las lágrimas abandonaron mis ojos sin aviso, su sonrisa, su cabello, sus ojos, era él y estaba frente a mí. No pensé y me lancé a sus brazos y al instante sentí el choque de mi cuerpo contra el duro y frío suelo.

— ¿Brent?—

Volví hacia él para verlo y su sonrisa se ensanchó, parecía burlarse pero eso no era posible, no, Brent no lo haría, él me ama, lo dijo y fueron las veces que hicimos el amor lo que más me llenó de él, su amor.

—Aún sigues siendo una tonta mojigata Mir— habló poniéndose de cuclillas frente a mí.

— ¿Qué dices?—

—Que ha encontrado alguien mejor que tú y te ha desechado como todos lo hacen—

— ¿Becca?—

— ¿Vamos cariño?— Brent se volvió hacia ella y la besó apasionadamente para luego acariciar su mejilla y sonreír volviendo su vista hacia mí.

—Mir, Miranda, despierta—

—No, no, no—

—Miranda, soy yo, Iris, vamos despierta— sentí los brazos de Iris rodearme y lentamente abrí los ojos aguados y la miré.

—No merezco ser feliz— susurré aferrándome a su cuello.

—Te mereces más que eso cariño y de mi parte corre que lo recibas—

—No quiero perderte—

—Y no lo harás, siempre seré tu hermana mayor y cuidaré de ti—

— ¿Siempre?—

—Hasta el día que muera—

—Basta de cursilerías ustedes dos, bajen ya que debemos ir por algunos documentos antes de continuar con el vuelo—

Bajamos del avión y aún sentía el mal sabor de ese sueño en la boca, Iris no soltó mi mano en ningún momento, permanecía callada pero a mi lado y eso daba miedo porque ella no era de guardar tanto para ella misma al estar conmigo.

—Oye Mir ¿No es tu nuevo amigo quien nos ve?— dijo señalando al muchacho del avión con la cabeza.

Y allí estaba viéndome con esa misma mirada tímida y tierna, miré hacia los lados cuidando que Alba no me viera y agité mis manos sin poder evitar sonreír "¿Cómo pudo cambiar mi humor en un segundo?" me pregunté tras verlo despedirse y volver al infierno. Alba no nos dejó bajar del taxi en el que estábamos y eso nos preocupaba.

— ¿Qué está tramando Alba?—

—No te preocupes por eso Mir—

—No puedo evitarlo Iris, sé que té obligará a—

—Miranda, estoy tan cansada de todo esto, sólo quiero irme lejos de todo—

— ¿De mí también?—

—Claro que no cariño pero el estar lejos te hará bien a ti—

—No, eso nunca, no será así—

Comencé a negar y todo tuvo sentido en mi mente, el instituto en Argentina, el viaje a República Dominicana, todo el rompecabezas se reunió y dolió, Iris iba a dejarme, iba a hacer ese sacrificio por mí pero era algo que yo no quería, no quería que lo hiciera por mí.

—Iris, no lo hagas— sollocé aferrándome a su cuello.

—Ya está hecho Mir, volveremos y terminarás la preparatoria, estudiarás y serás feliz—

—Pero tú—

—Yo haré lo que sea por ti—

—No merezco que lo hagas—

—Igualmente lo haré, sé que valdrá la pena y al volver estaremos juntas para siempre—

—Te esperaré siempre—

La puerta del taxi se abrió y Alba ingresó con una sonrisa de autosuficiencia en su rostro, el silencio fue total camino al aeropuerto donde al llegar nada más volvimos a abordar el mismo avión y esta vez fui yo quien evitó buscar al muchacho una vez más, no lo merecía.

Las vacaciones de navidad fueron más pesadas esta vez, tener a Jared y Alba todo el tiempo en casa hacía imposible que Iris y yo pudiéramos salir y tratar de olvidar toda la mierda en la que vivíamos al menos un momento. Oía los gritos e insultos de Alba hacia Iris y más de una vez tuvimos que soportar golpes por parte de ella por defendernos la una a la otra.

—Esto acabará un día Mir, se arrepentirán de todo lo que nos hacen— sentenció Iris con una frialdad que cada día más la caracterizaba.

—Sólo regresa a mí hermana, por favor—

La madrugada de aquella noche se hizo más larga de lo habitual, abrazadas como cada noche buscamos dormir un poco antes de que la alarma anuncie que debíamos volver a la preparatoria. Con la ayuda de Iris pude crear una nueva imagen, lejana de la que tenía en la anterior, había hecho algunos conocidos, amigos es una palabra que requiere tanta confianza como la que yo no tenía y no creía volver a tenerla pero eso era algo que mis nuevos compañeros jamás lo sabrían.

—Solamente queda un año Mir— sonrió Iris.

—Lo sé, algo tuvo de bueno ir a República Dominicana y tener tutores—

Al tener tutores diarios en casa además de los días de preparatoria durante ese año pude acceder a un examen regulatorio y así avanzar un año por sobre lo que debería de cursar según mi edad. Iris ya había culminado el año y estaba esperando el momento en que Alba la enviara al instituto como habían acordado.

— ¿Sí sabes que Alba no cumplirá con su promesa de dejarme en paz?—

—Lo hará Mir—

— ¿Por qué no huimos? Empezamos de cero, sólo las dos—

—Es más difícil que eso cariño, créeme que lo pensé y esta salida es la única que nos queda—

Nos abrazamos y salí apresurada tomando mis llaves y bolso antes que el autobús llegara a su parada de siempre. Al subir James tenía mi lugar guardado a su lado, se había vuelto una costumbre que con ello trajo el hecho de ganarme enemigas que creían que entre él y yo había algo más que amistad y lo había pero solamente él sentía aquello, me había excusado diciendo que no estaba realmente dispuesta a salir herida nuevamente y sin dar mucho detalle, tampoco es que él lo haya pedido, zanjamos el tema en ser nada más que amigos hasta que tal vez y el tiempo algún día nos una como algo más.

—Aquí— sonrió agitando su mano.

— ¿Cómo estás?—

—Ahora mejor— besó mi mejilla con cariño.

—Adulador—

—Hermosa—

—Amigo—

—Lo sé—

Sonrió con tristeza y sus ojos negros se oscurecieron dejándome el sentimiento de culpabilidad instalado en mi pecho. Intenté hablar y lograr sacar un tema que trajera de nuevo al James que sonreía e iluminaba mis días con sus locuras.

—Wall—E— gritó una chica subiendo al bus.

—Genial hermanita, gracias— aquella voz.

—Jo... alguien está de mal humor—

¿Español? Busqué con la mirada y exactamente, allí estaban los rizos y el rostro sonrojado tal y cual lo recordaba desde nuestro corto encuentro en el aeropuerto. Una tonta sonrisa se dibujó en mi rostro al entender por qué la chica lo había llamado así, tanto abrigo puesto apenas lo dejaba moverse, contuve la risa y James se removió en su asiento.

— ¿Los conoces?—

—Algo así— contesté con una sonrisa.

Vi cómo se dirigían hacia la parte trasera del autobús y una sensación de tranquilidad me invadió sin poder explicar el motivo a ciencia cierta, continuamos hablando con James y sentía una especie de atracción y la necesidad de girar y ver la mirada de quién se había clavado en mí pero no lo hice, en el fondo sabía que era él.

Nuestra primera materia era Matemáticas, el profesor Bayle se presentó y mientras comenzaba a acomodar sus apuntes un golpe en la puerta lo hizo volverse y al abrirla pensé "esto va mejorando Miranda".

— ¿Señor...?— dijo el profesor acomodando sus lentes.

—Bronx, Jona Bronx—

—Ah, sí sabía que se uniría a nosotros, un momento— se volvió a los alumnos pidiendo silencio y mi corazón comenzó a latir desbocado.

—Alumnos, un minuto por favor— habló atrayendo la atención de los mismos —este es el señor Jona Bronx, se unirá a nosotros desde ahora y espero y sepan hacer de su estancia algo ejemplar—

El profesor pidió que se presentara y al levantar la mirada lo quedé viendo fijamente para que me viera de una vez. ¿Pero qué demonios estoy haciendo? No soy así pero no puedo evitar comportarme así con él. Desde mi lugar vi como James frunció el ceño al verlo como si le molestara su presencia y allí supe que para él jamás sería su amiga.

—No... Puede...ser— modulé con mis labios al notar sus ojos fijos en los míos.

—Al nuevo se le olvidó como hablar nuestro idioma— dijo James y todos comenzaron a reír.

—Tanta ropa le agotó las palabras— carcajeó otro.

— ¡Soy Jona Bronx, vengo de Argentina y sé muy bien el idioma de tu país pende...! Lo siento profesor—

De verdad y tiene carácter escondido el muchacho, no me lo esperaba, James es el capitán del equipo de fútbol americano y nadie antes lo había desafiado de esa manera, aplausos mentales fueron los que di al nuevo por imponer respeto de esa manera.

—Así que Jona Bronx, ¿no era tan largo para decirlo la primera vez que nos vimos?— susurré evitando que el profesor oyera.

Sonrió de lado y decidió continuar como si nada y caí en la cuenta de que su timidez sería algo con lo que debía de lidiar si quería llegar hasta él. Aunque intentara negarlo algo lo atraía a él también ya que no dejé de sentir ni un segundo su mirada sobre mí. Al sonar la campana no hice más que recoger mis cosas y mirarlo descaradamente, realmente esta no soy yo pero debo descubrir porque cambio tanto al tenerlo cerca.

— ¿Se te ha perdido algo?— soltó ahogando una sonrisa.

—Mmmm... Es posible— dije acercándome a él.


Hola mis amores! comienza la historia de estos dos corazones ¿qué opinan del capítulo?

Ok, mejor y vuelvo a seguir escribiendo el maratón de hoy!

Los adoro!

P/D: no olvidar las estrellitas y comentarios que es la mejor parte de la historia *besitos voladores*. Ahora si... chaito!!!!

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