COMPASIÓN
MIRANDA
-¿Bonita?- la voz de Brent hizo que levantara la vista hacia él.
-Perdón-
-¿Por qué?-
Al sentir que se sentaba a mi lado volvía esconder la cabeza entre las piernas, acomodó un mechón escurridizo tras mi oreja sin decir nada, las lágrimas habían comenzado a brotar nuevamente pero aun sin poder lavar mi negro interior. El chasquido de un encendedor llamó mi atención y al girar el rostro lo vi apoyado en sus manos levemente echado hacia atrás.
-¿Sabes bonita? Llorar no es malo, es normal para los humanos, pero hacerlo muy seguido no es bueno- sonrió y giró hacia mí.
-¿Tú lloras?-
-¡Claro! De qué otra manera descargaría la frustración, dolor o ansiedad que siento día a día-
Una sonrisa sincera se dibujó en sus labios, estaba en calma al igual que se mantuvo durante toda la noche, volvió a su posición anterior e inhaló fuerte del cigarrillo que había encendido unos minutos antes perdiendo su mirada en el cielo nocturno. En el interior de la casa ya todo era silencio mis padres habían dejado de discutir pero en ningún momento se preocuparon en saber que fue de mí al salir a estas horas de la casa.
-No pienses tanto bonita- acarició mi mejilla haciendo que lo viera.
Su rostro era fuerte y bien definido, el tostado de su piel contrastaba a la perfección con el verde olivo de sus ojos, su cabello con rastas y recogido en una coleta le daban un aire libertino que de verdad le iba de maravillas. Se puso de pie y su altura era mucho mayor que la mía, aunque no parecía de los chicos que vivían en el gimnasio, sus brazos estaban bien formados y fuertes. Era digno de admirar y grabar en la memoria.
-Vamos bonita- tendió su mano y la tomé segura.
Sonreí y tiró de mí haciendo que choque contra su duro pecho, un jadeo involuntario abandonó mi garganta y sentí los ardores en el rostro sabiendo que pasaría la vergüenza del año al verlo a los ojos, pero, nada de eso sucedió, Brent simplemente me abrazó y besó mi cabeza.
-Eres tan dulce bonita- susurró para luego separarse y hacer que lo viera a los ojos.
-Yo, lo siento Brent-
-No lo sientas, vive y deja de dudar cuando quieras hacer algo- guiñó el ojo y nos dirigimos a su coche.
-¿Dónde está Iris?-
-Vamos por ella ahora mismo-
Sonrió y perdió la mirada en la carretera, había silencio y me sentía incómoda y mucho al estar cerca de él, no sabía por qué pero algo se estaba despertando en mí y al ver su mano descansar sobre la palanca de cambios no dudé en tomarla sorprendiéndolo por mi acto.
-¿Estás bien?-
Asentí sin emitir sonido y sonreí, él imitó mi gesto y presionó mi mano haciendo que entrelazara la suya con la mía. Anduvimos un rato más hasta llegar a la playa y allí vi el coche de Iris lo que hizo que los nervios que tenía se disiparon levemente.
-Llegamos princesa-
-¿De dónde has salido?-
-De tu cuento de hadas- susurró en mi oído mientras me ayudaba a salir del coche.
El sonrojo se hizo presente al instante y su ronca risa llenó el aire, fingiendo enojo golpeé su hombro y el volvió a entrelazar su mano a la mía para ir donde los demás nos esperaban. Al llegar Iris corrió hacia mí pero se detuvo al ver nuestras manos entrelazadas.
-¿Brent?-
-No corras pantera que no es lo que crees-
No sé por qué sentí algo romperse dentro mío, "claro que no se fijaría en ti, deforme", quizás y mi subconsciente tenía razón, no, realmente la tenía, ¿quién era yo para que alguien como él sintiera algo más que asco? Solté su mano y corrí hacia Iris apoyando mi rostro en su pecho aferrándome tanto como podía a ella.
-¿Enana?-
-Te amo hermana, no me dejes tú también-
Mis lágrimas comenzaron a mojar su blusa e intentó varias separarme para hacer que la viera pero no pudo lograrlo, la oía decir cosas y acariciar mi espalda pero no podía parar mi llanto, nadie me quería, sólo sentían lástima por mí, nada más.
-¿Enana?-
-¿Qué pasó con Becca?- susurré secando mis lágrimas.
-Logramos convencer a los que estaban allí de que dijeran que ella lo había iniciado y al intentar huir cayó sobre uno de los espejos, uno de los que estaban lo había grabado todo en video y se lo enseñó a los policías-
-¿Cómo es que estás libre?-
-Dije que iría a buscarte para llevarte a declarar, debes hacerlo Miranda, la locura de esa maldita víbora debe parar-
-¿Ella cómo está?-
-Internada, debían de hacerle una cirugía, habrá mucho alboroto ya que sus padres dijeron que pondrían una denuncia en tu contra, pero en este caso tenemos la de ganar gracias al video donde se ve como ella es la que inicia el pleito-
-¿Vamos a la estación a declarar?-
-Claro enana, pero, ¿estás bien?-
-Claro, algo cambió y se rompió en mí- admití con la cabeza gacha.
-Enana...-
-No Iris, iré yo sola- me alejé de ellos y sentí unos pasos seguirme.
-¿Bonita?-
-¡No vuelvas a llamarme así! No necesito tu compasión Brent, no la tuya ni la de nadie- sin mirar atrás seguí mi camino hacia la estación de policía.
No iba a dejar que me vea llorar nuevamente, no dejaría que nadie tuviera compasión de mí, "lástima es lo único que das, no, no es lo único, también das asco".
-¡Ya lo sé, maldición!- grité pateando contra un muro que sería el destinado a soportar mi frustración esta vez.
Lo sabía, no importaba para mis padres, mi hermana sentía tanta compasión al igual que sus amigos, nadie me querría jamás por lo que era, todos me tendrían nada más que lástima, pero esta era la última vez que algo así me pasaría. Con rabia quité de mi rostro las lágrimas y terminé mi camino, al estar frente a la estación había decidido acabar con todo.
-Soy Miranda Simms, quiero denunciar a Becca Reynolds por hostigamiento, bullying y agresión-
-Señorita Simms, la estaba esperando- un agente salió de la parte posterior del recibidor.
-¿Usted es?-
-Agente Nathan Black- tendió su mano y la estreché lo más firme y segura que pude.
-¿Qué es lo que tengo que hacer?-
-Contarme toda la verdad señorita-
-¿Podemos empezar?-
-Por aquí por favor-
Señaló con la mano el camino hacia una sala en la que había solo una mesa y una silla, sobre la mesa lo necesario para tomar notas de lo dicho y una grabadora, mi cuerpo se detuvo por un momento conmocionada ante el hecho de haber llegado tan lejos con todo esto.
-Por favor- el agente separó la silla para que tomara asiento.
-Gracias-
-Bien señorita Simms, dice que quiere denunciar a la señorita Becca Reynolds por bullying y otros- asentí sin decir palabra.
-No me vea así por favor- sentía su mirada sobre mí y dolía el hecho de ser examinada como si lo que dijera de ahora en más fuera mentira.
-No me malinterprete por favor, es que, cuando alguien baja tanto la mirada al hablar es porque tememos que oculte algo-
-¿Alguna vez ha sentido como miles de ojos lo escudriñan día a día buscando el más mínimo error para convertirlo en objeto de burla durante horas, sentir los golpes y las palabras hirientes sin que hubiera hecho el más mínimo esfuerzo por merecerlas?- simplemente negó con la cabeza.
-Entonces por favor, no me juzgue ni intente hallar algo malo antes de oír lo que llevo dentro de mí, matándome durante más de tres años- solté ahogando un gemido a causa del llanto que había iniciado.
-Cuéntame Miranda- sonrió dándome un poco más de tranquilidad.
Luego de horas de hablar y narrar todos los episodios de bullying que había pasado, los encierros en la escuela en el armario de limpieza, las veces que me había lanzado al baño para colocar mi cabeza dentro de los inodoros, enseñé sin vergüenza alguna las marcas que habían dejado en mi cuerpo, mi abdomen cubierto de cicatrices y quemaduras de cigarrillo.
-¿Por qué hasta ahora?- preguntó y allí estaba, esa maldita mirada de lástima.
-¿Por qué me ve con lástima?-
-¿Perdón?-
-No quería que nadie me tuviera lástima, quería ser fuerte y valerme por mí misma, creía que algún día se cansaría de molestar y me dejaría en paz, pero fue al contrario-
-¿Qué fue lo que te hizo reaccionar?-
-El alcohol-
-¿Cómo?-
-Estábamos en una fiesta en la playa, fui al baño y allí estaba "Mira nada más, hasta que el monstruo dejó su guarida", fue lo que dijo y como siempre los demás la vitorearon haciendo que su ego creciera a pasos agigantados y estaba harta de ser el juguete y dejar que me humillara, entonces la enfrenté-
-¿Cómo pasó lo del espejo?-
-No contesté a lo que había dicho, intenté irme pero me detuvo preguntando si me habían comido la lengua los ratones, le dije que era una maldita víbora lo que hizo que me abofeteara con fuerza y fue lo último que necesitaba para que me consumiera la ira guardada durante todo este tiempo y la arrojé contra el espejo y se rompió-
-¿Luego?-
-Comenzamos a pelear, ya sabe, jalones de cabello, patadas, ella sobre mí casi todo el tiempo, no supe en qué momento se alejó y tomó un trozo de vidrio lanzándolo hacia mi rostro, me cubrí con el brazo y aquí está la prueba- mostré la herida reciente y mal curada por mí.
-¿Las personas?-
-Siempre fui su payaso de circo, el séquito de Becca es enorme y todos aplauden sus actos sin meterse en medio ya que de hacerlo también sufrirían lo mismo o peor que yo-
-¿Y los padres de Becca?-
-Me han puesto una denuncia por intento de homicidio de seguro-
-¿A ti?-
-Están ciegos y son sus padres, es obvio que harán todo por ella- susurré frustrada.
-¿Tus padres?-
-Durmiendo- al oírme tan fría decir aquello levantó la mirada del papel en el que estaba escribiendo y abrió sus ojos sorprendido.
-¿Saben algo de lo que pasó?-
-Olvidaron mi cumpleaños, fui con mi hermana a esa fiesta para olvidar ese punto en específico, sucedió esto y al llegar a casa me metí en la tina para quitar toda la sangre de mi brazo, mi madre me vio y pensó que había intentado matarme de seguro ya que no preguntó nada y comenzó a acusar-
Comencé a llorar al recordarlo y el agente me ofreció agua y un par de pañuelos.
-¿Podemos detenernos si deseas?-
-No, puedo hacerlo. Mis padres forman parte de una fundación, estuvieron todo el día fuera metidos en los preparativos de la cena que se llevaría a cabo hoy, al entrar al baño mi madre estaba perfectamente vestida con un despampanante vestido negro de gala, entonces se lo dije, que habían olvidado mi cumpleaños y esperaba que me dijera que no, que como yo no estaba en casa no habían podido saludar o alguna excusa, pero ella nada más se cubrió la boca y supe lo nada que era en la vida de la persona que me había dado la vida-
-¿Es posible que existan personas así?-
-Lo sabía, esto es una mierda-
Me levanté e intenté abandonar la sala de interrogatorios, el agente se levantó al instante evitando que abriera la puerta. Me giré hacia él y tenía la misma mirada de lástima que todos tenían, no quiero que me compadezca, quiero que me crea.
-Por favor, no te vayas, no dudo de ti, es solo que, es duro todo lo que has pasado y sola-
-No necesito su lástima, ya hice lo que debía, hablé con la verdad, si quieren pueden investigar o si se dejan comprar por los padres de Becca, ya ahórreme todo el circo y nada más enciérreme, de seguro y estaré mejor rodeada de monstruos como yo-
-Niña, por favor, no hables así-
-¡Cómo se supone que hable o reaccione!-
-Lo siento- susurró apartándose de la puerta.
-¿Puedo irme?-
-Claro, tus datos los tengo aquí, si necesito alguna otra cosa estaré en contacto-
-Gracias-
Caminé hacia la salida de la estación de policía y al estar fuera sentí las gotas de lluvia sobre mí.
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