Capítulo 25
MIRANDA
Las viejas puertas del cementerio aparecieron frente a mí. No podía creerlo. Era un sueño estar allí parada haciendo acopio de mis fuerzas para entrar a ver lo único que quedaba de mi madre.
-Esto es una verdadera locura- solté negando con la cabeza.
-¿Miranda?-
-Puedo sola Alexa, ahora dudo que haya sido casualidad que hayas entrado a mi vida- sonreí tratando de calmarla.
-Cuenta conmigo para lo que sea pequeña, no lo olvides-
Llegó hasta mí y me recibió entre sus brazos, su madre debe ser alguien excepcional para que ambos lleven tanto amor y ternura dentro.
-Ya regreso-
Tras dar un apretón de manos a Alexa me interné en el camino de pinos que adornaban la entrada del cementerio de Nampa.
Demonios, cada vez entendía menos la vida, cada vez entendía menos. Cuando estaba a un paso de acabar con al menos uno de mis demonios aparecía otro mayor para recordarme quien realmente era.
-Una completa extraña para mí misma-
Suspiré hondo al llegar hasta la tumba de mi verdadera madre, la que me había llevado con ilusión en su vientre y ahora estaba allí, a metros de mí y de quien quizás ya ni las cenizas quedaban.
-Es una verdadera mierda de vida- solté sollozando.
-Bien merecido se lo tenía- oí.
-¿Alba?-
-Era una cualquiera, destructora de hogares, no se merecía nada de lo que soñaba tener, tu padre igual que ella está pagando todo el dolor que me hicieron vivir- añadió con el odio brillando en su mirada.
-¿No podías simplemente dejarnos libres?-
-Y ser felices a costa de mi dolor, ni en un millón de años-
-Igualmente no eres feliz ¿No es acaso una maldita locura?- grité furiosa.
-Lo es, pero me alegra saber que si yo no soy feliz ninguno de ustedes lo será-
De su gabardina negra sacó un arma, no entendí en ningún momento como había llegado hasta ahí, no podía pensar, realmente Alba había perdido todo sentido común.
-¿Qué haces?- pregunté retrocediendo.
-Acabar con todo de una maldita vez- sonrió.
-No te atrevas a dar un paso más-
Jared llegó hasta nosotros acompañado de Alexa y Bianca, lucía pálido y realmente cansado.
-Mucho mejor, dos al precio de uno-
-Ya basta Alba, por favor, debemos terminar con toda esta locura-
-Eso es exactamente lo que pretendo cariño, terminar con todo- explicó irónicamente.
-Esta no es la manera, nunca fue la manera correcta-
Mi padre fue acercándose lentamente hacia ella sin apartar su mirada en ningún momento, no medía las consecuencias que aquello traería.
-Basta Jared, ni un paso más que no respondo de mí-
-Esta no eres tú Alba-
-Por supuesto que no querido, es en lo que tú me has convertido-
-Alba, no sé de qué otra forma disculparme o hacer que dejes todo esto atrás-
Estaba tan peligrosamente cerca de Alba que comenzaba a temer por su vida. En ese momento sentí que debía dejar todo atrás, no iba a permitir que Alba siga destruyendo más vidas, con la mía sería suficiente para ella.
-Basta Alba- dije poniéndome frente a ella.
-¿Qué demonios quieres?-
-Un cambio, ¿Es lo justo no?-
-¿Justo? Justo sería verlos muertos- añadió empuñando el arma segura.
-No sería más justo verme completamente destruida como tanto has deseado- dije con una sonrisa.
-¿Qué pretendes?-
-Baja el arma, haré todo lo que pidas, haz todo lo que quieras conmigo, a cambio de que no mates a nadie- terminé de explicar.
-Hija-
-No papá, es mi vida la que quiere ver arruinada, démosle lo que quiere-
-Iris irá al instituto de rehabilitación-
-No puedo hacer más por ella- dije segura de que escaparía con Brent.
-No puedo confiar en ti, pero tendré un garante, tú- dijo señalando a Alexa.
-¿Qué?- preguntó extrañada.
-¡Ellos no! Ya me tienes a mí-
-¿Quién me asegura que no escaparás con la idiota de tu hermana?-
-No soy como tú Alba, yo sí cumplo con mi palabra-
-Hija, no lo hagas-
-Confía en mí papá-
-Patéticos- masculló Alba con asco.
-Patética tú que aun después de muerta mi madre te gana cada batalla- afirmé.
-Maldita…- intentó golpearme pero fue Jared quien recibió el golpe por mí.
-Papá…- me acerqué a él al ver el hilo de sangre caer sobre su frente.
-Tú, tu familia serán mi garantía, al menor fallo contra mí serán quienes sufrirán mi ira- sentenció Alba.
-¿Y qué te asegura que nosotros te tendremos miedo?- desafió Alexa.
-Que tu padre estaría muy contento de saber que su familia está pasando un buen momento en el extranjero-
-No te atreverías- masculló ella con rabia.
-Sólo pruébame- refutó Alba.
-Cumpliré mi palabra, seré lo que tú quieras, haré lo que tú quieras, pero deja a su familia fuera de esta maldita locura-
-Mañana, tienes hasta mañana para despedirte, Jared, tú y yo tenemos mucho de qué hablar- sentenció viendo a mi padre de reojo.
-¿Estás seguro papá?-
-¿Cómo dices eso luego de lo que acabas de hacer hija?-
-No vuelvas Miranda, quédate aquí conmigo, eres mi nieta, tengo derechos sobre todo-
-Bianca, abuela- dije abrazándome a ella.
-Tiene razón Mir, no es necesario que vuelvas a ese infierno, puedes escapar de ella-
-No puedo exponerlos Alexa, no a ti, menos a Jona, daría mi vida por evitar que algo malo le pasara-
-Mir…-
-No, es mi pelea, ya veré la mejor manera de salir victoriosa de ella-
-Hija, lo que perderás…-
-Si lo pierdo es porque realmente no es lo que debe ser- sentencié.
-¡Jared!- gruñó Alba.
-¿Papá?-
-Ve a solucionar lo que puedas, la mantendré lejos todo el tiempo que pueda- dijo besando mi frente – Te amo hija, siempre lo hice-
-Lo sé, ahora lo entiendo, cuídate papá-
Lo vi alejarse hacia el lugar donde Alba se encontraba, Bianca se acercó a abrazarme y reiteró su deseo de que me quede a su lado y deje toda la locura de Alba pero no podía, la maldita tocó un punto débil al poner de garantía a Jona y su familia.
-Mir…-
-Vamos a casa Alexa, hay mucho por hacer-
Subimos al coche y luego de encender la calefacción comenzamos a desandar el camino de la carretera, el silencio no era incómodo, ambas pensábamos la manera de solucionar todo lo que estaba sucediendo.
-Mir…- tomó mi mano con fuerza – Sabes que no estás sola ¿Cierto?-
-Lo sé Alexa, lo sé, pero realmente siento algo muy fuerte por tu hermano, tu madre parece ser una mujer excelente, tus sueños podrían ser arruinados por la locura de Alba y ese es un lujo que no puedo darme, haré lo que tenga que hacer, así me gane el odio de Jona, con saberlos a salvo me doy por satisfecha-
-Pequeña, hallaremos la manera de acabar con todo- sentenció con la mirada fija en la carretera.
Luego de un par de paradas y un viaje de toda una noche llegamos a Seattle, fuimos directamente hasta casa. Un coche conocido para mí se hallaba frente al garaje de nuestra casa, a lo lejos pude ver la silueta que por tanto tiempo deseé volver a ver pero que ahora no era más que un recuerdo.
-Brent-
-Jona-
-¡¿Qué?!- dijimos al unísono.
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