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♦ Capítulo 29 ♦

Acciones inesperadas

Robert

Después de hablar con Eric, sentí que por fin había cerrado algo que sin aceptarlo estuvo abierto durante mucho tiempo, una sombra que no me soltaba y no me dejaba ser feliz por completo. Sentí que debía hacer exactamente lo mismo con Matthew, tal vez no sea una mala persona, quizá solo se le salieron las cosas de control, entendía lo confuso que puede llegar a ser la vida, lo complejo de tomar decisiones correctas, lo inexplicable que son los sentimientos, todo es complejo, la vida humana es un desafío complejo, con retos diarios, en diferentes áreas, algunas veces individuales, otras grupales, pero otras en masas de masas, nos pueden volver loco, puede hacer que nos equivoquemos miles de veces y nada, pero absolutamente nada garantiza y puede asegurar que no volverá a ocurrir.

Sin embargo, como afrontamos las situaciones, los retos o el resultados de estos es lo que define nuestro presente, quizá el futuro, pero esto último quien lo sabe, lo que quiero en este presente es tranquilidad, no quiero enredos amorosos, no quiero mentiras, no quiero sufrir.

Deseo y creo merecer, un amor tranquilo, un amor correspondido, un amor no ideal o perfecto, sino un amor en el que ambas personas luchen por la felicidad juntos, un amor en el que no haya sufrimientos, incertidumbres, dudas, un amor en el que pueda confiar, un amor que más que un problema sea un soporte, una inspiración para seguir adelante, para mejorar, un amor que me llene de ilusiones, de esperanza, quiero y busco un amor real.

Basta de confusiones, de juegos y de incertidumbre, de amores unidireccionales que solo terminan por hacerme daño. Es por eso que llegó el momento de hablar seriamente con mi amigo o lo que fuera, ya no sé si podría llamarlo amigo.

Antes de dormir decido llamarlo, luego de dos timbres toma la llamada.

—¡Hola, Ro! —se limita a decir.

—¡Hola! Disculpa que te llame, puede ser un poco tarde. Pero, me preguntaba si nos podríamos ver mañana a medio día a la hora del almuerzo, yo te invito. Tampoco te voy a quitar mucho tiempo, solo necesito decirte algo importante.

—Sí, claro. Podemos, ¿dónde nos vemos?

—En el restaurante Benny.

—¿Qué? —Me imagino porque su confusión.

—Mañana lo entenderás. Es mi turno de causar un poco de intriga, ¿no crees?

—¿Te quieres vengar de mí acaso?

—No deberías responder una pregunta con otra, amigo, pero no, nada de venganzas. Todo lo contrario, mañana lo sabrás. Nos vemos a las doce allá, adiós. —Cuelgo sin dejar que diga nada más.

La verdad no sabía porque había escogido ese lugar, tampoco que era lo que le iba a decir exactamente pero decidí dormir y dejar que todo fluyera mañana. Necesitaba descansar, fue un día más agotador a nivel personal, que laboral. Estaba exhausto, quería que todo ese enredo acabará; necesitaba estar tranquilo sin problemas o ese tipo de preocupaciones.

Al día siguiente, le escribí a Alex que se fuera por su cuenta ya que no iba a ir a la oficina durante la primera parte del día, necesitaba ir al lugar de mi proyecto a revisar unas cosas y a empezar a realizar los diseños de avance. La mañana se me hizo eterna, no pude concentrarme mucho en lo que hacía, ya que solo me la pasaba revisando el teléfono para ver si ya era la hora del encuentro con Matt.

Probablemente, hoy también sería el último día que lo viera. No sabía exactamente lo que iba a pasar, solo tenía claro que las cosas iban a cambiar demasiado y en el fondo esperaba que esto no fuera necesario, pero no encontraba otra salida a todo lo que estaba pasando, estaba pensando en mi bienestar casi que por primera vez, eran escasas las ocasiones en las que me ponía a mí de primero en la lista de prioridades, ya sé un gran error, y ahora que lo pienso eso ha sido la causa por la cual he sufrido tanto.

La hora llegó, estaba esperando a mi amigo en el restaurante en la misma mesa de la última vez, llevaba alrededor de veinte minutos de espera, pues llegué temprano para tratar de matar los nervios y ya no sabía cuántos tragos me había tomado, a eso de las doce y cinco, llegó.

—¡Hola! ¿Cómo estás? —fue lo que dijo Matt. Se le veía ansioso.

—¡Hola! Muy bien, siéntate por favor. ¿Qué vas a pedir?

—Preferiría que me digas de una vez lo que me tienes que decir.

—Tranquilo, yo creo que es mejor almorzar y luego hablar. Yo sé porque te lo digo.

Acepto, un poco con dudas. Durante el almuerzo reino un silencio incomodo, ese silencio que anuncia el paso de una conversación no deseada, ese silencio que guarda palabras que tal vez no se quieran decir, Mi amigo no dejaba de mirarme, comía demasiado rápido, realmente tenía prisa por saber lo que tenía que decirle. Cuando terminó tuvo que esperar algunos minutos mientras yo terminaba mi comida, me tomé el tiempo para disfrutarlo, sabía que probablemente sería la última vez que compartiéramos una comida juntos y aunque tal vez a él no le importaba, yo estaba atesorando ese momento.

Una vez el mesero recogió la mesa habló.

—Ahora sí, ¿me puedes decir?

—Que impaciente, que afán tienes. En fin, no hay que darle más vueltas al asunto. No me vayas a interrumpir, es algo difícil esta situación.

» Cuando te conocí, no sabía muy bien lo que estaba haciendo con mi vida. Sentía que la oscuridad me había invadido durante un tiempo largo y me creí sin esperanzas, pensé que la oscuridad, esa oscuridad que me acompañaba era lo que merecía y lo que debía aceptar. Al principio luché para salir de ahí, pero entre más luchaba, más oscuro se ponía y cada vez era peor, entonces lo acepté. Acepté esa compañía oscura, esa que no permitía ver lo que tenía y a quienes tenía a mí alrededor. Entonces llegaste tú, con esa energía tan bonita, tan brillante, con esos chistes, esas conversaciones tan agradables, y cuando te vi en persona, tu sonrisa brillaba aún más, tus ojos reflejaban una pureza que creía ya no existía en este mundo, me deslumbraste, olvidé todo lo malo que me pasaba y todo lo feo que había vivido.

» Disfrutaba cada momento, cada mensaje, cada buenos días, cada buenas noches, cada cuídate, cada vez que te preocupabas por mi bienestar, te sentía al lado mío aun cuando solo compartíamos a través de mensajes o llamadas, empecé a quererte y me llegaste a gustar mucho, sentí que eras esa persona que estaba esperando y con la que había soñado toda la vida. Todo cambio cuando me revelaste ese mismo día la verdad, no te odie, no tendría por qué hacerlo, solo me sentí tonto por creer merecerte. Sin embargo, hice lo posible por mantener una amistad contigo, una amistad que valoraba mucho, una amistad que poco a poco se volvió una carga por tus constantes recordatorios de tu situación sentimental, algo que yo nunca olvidé.

» Entonces, hiciste algo que me confundió y que me dolió muchísimo. Me lastimaste y luego al día siguiente me lastimaste a un más, me echaste de tu vida como si no valiera nada, como si solo hubiese sido ese pasatiempo que utilizaste como distracción mientras tu situación mejoraba, en ese momento mi corazón volvió a sentir un gran dolor.

» Me volviste a llegar a ese lado oscuro, me hiciste sentir que en realidad no merezco nada, que solo estaba para que me utilicen como se les da la gana, solo alguien que pueden usar y desechar cuando quieran. Pero, ayer después de nuestra última conversación lo comprendí. Yo no soy el equivocado, no soy el malo, solo que me juntado con las personas incorrectas, pero de las cuales he aprendido un montón.

» Hoy, te perdono, por todo lo que hiciste con o sin intención. También me perdono, por ser demasiado confiado y entregar todo de mí tan a la ligera, eso es el mejor aprendizaje de todo esto, no todo el mundo merece lo que uno tiene para ofrecer, no digo que seas malo, no digo que me hiciste daño a propósito, solo te digo que ya no quiero seguir en lo mismo de siempre, hoy me alejo de ti porque me llevas de nuevo a una situación que no quiero volver a experimentar, hoy decido que yo soy la persona más importante en mi vida.

» Hoy decido alejarme de ti.

Al decir esto esperaba que dijera algo, solo estaba mirándome sin pronunciar palabras, como si intentara procesar todo lo que le había dicho. Pasaron diez minutos y seguía sin decir nada, pensé que tal vez no le importaba lo que le dije y salí del restaurante. Cuando estaba por tomar un taxi, sentí que gritaba mi nombre entonces me detuve y voltee a verlo.

Cuando estuvo frente a mí, me besó. Me tomó por sorpresa, pero esta vez no le seguí en beso, dejé que el solo se apartará, pero no lo hacía, hasta que escuchamos una voz.

—¿Qué estás haciendo? —Alguien nos gritaba, Matthew se apartó de mí, al mirar a la persona su cara palideció, como si hubiese visto al demonio.

—Amor, ¿qué haces aquí? —Entonces lo entendí, su cara de miedo, de preocupación, de todo lo que podía pasar, nunca imaginó que su novio iba a cruzar justo en ese momento.

—¿Eso es lo que te preocupa? —Estaba realmente enojado.

—No es lo que crees —intentó explicar mi amigo o ex amigo.

—No si no creo nada, lo vi todo. Mira yo te pasé que te hayas besado con tu amigo una vez, pero esto y en público no te lo paso —fue cuando sacó un arma que le apuntaba a mi amigo.

Me llené de miedo y culpa, bendita culpa nuevamente. Me puse delante de mi amigo y le pedí que se fuera, esperaba que la persona delante de mí no se atreviera a disparar. A pesar de la situación, Matt no se fue y el novio no se calmaba, amenaza con disparar y entonces lo hizo. Sentí un grito que decía mi nombre y otros más de las personas alrededor, esperaba el impacto, el dolor, la sangre correr, pero nada de esto pasó.

Había cerrado los ojos en algún momento por el pánico, cuando los abrí; el novio de mi amigo no estaba, Matt estaba llorando y en el piso estaba él, estaba Eric sangrando. No entendía cuándo, cómo y por qué estaba ahí, me había salvado la vida y no entendía el por qué.

Llamaron una ambulancia y a la policía, cuando llegaron los paramédicos ya era demasiado tarde para Eric.

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