Prólogo
He pensado muchísimo como comenzar esta historia, he barajando tantos escenarios que pensar en ello hacen que mi cabeza duela, pero está bien, las letras nunca han sido lo mío, pero esta es una historia que merecía ser contada.
Me llamo Rose Hendrich, podría parte toda mi biografía, pero supongo que eso sería hacer spoiler y esto no es un libro autobiográfico, es una historia... ¿bonita? No sé si ese sea precisamente el adjetivo para calificarlo, pero como dije, las letras no son lo mío.
Contemos sobre un mal romance que empezó muchos años atrás y que estoy segura aún no ha terminado porque nuestra historia tiene muchísimas páginas en blanco esperando ser escrita.
En retrospectiva me doy cuenta de lo idiota que fui, y sí, lo reconozco. Esta no es en lo absoluto una historia rosa en la cual tenemos al bad boy y a la nerd, un enamoramiento y luego él se vuelve bueno por ella, nunca me ha gustado lo cliché, sería muy malo que mi vida estuviera definida por esa palabra... aunque quizás si tenga algo de cliché esta historia.
Desconozco qué tan largo debe ser un prólogo, pero supongo que algo más que eso, así que te cuento que en esta historia fui yo la que metió la pata de dos mil formas distintas, quien se hizo muchísimas veces la pregunta "¿me estaré enamorando de alguien que me puede romper el corazón?" y quien seguramente huyó por miedo al compromiso, pero me estoy adelantando, suele pasar cuando conoces toda la historia.
Solamente diré que si aquella noche me hubiera quedado en casa mi vida seguramente hubiese sido más sencilla, me gusta pensar que tarde o temprano nos habríamos encontrado, ya sabes, la cosa del hilo del destino porque definitivamente él es el hombre para mi, por cursi que eso suene, pero siendo realistas eso no habría pasado, nuestras vidas cambiaron aquella noche y fue precisamente aquella noche la que nos trajo a este momento, el momento en que hemos formado una familia, el momento en que puedo llamarlo mi esposo y el momento en que decidí escribir esta patética historia de romance, estupidez y sexo con tan poca creatividad que ni siquiera cambié nuestros nombre para proteger nuestras identidades porque me da absolutamente igual que se sepa de lo nuestro.
Somos únicos y cada metida de pata nos llevó hasta este hermoso momento y no me arrepiento de ninguna de esas cosas, así que siéntate y lee lo que te voy a contar si es que consigo encontrarle un título no cliché que ponerle a esta historia para poder llevarla a tus manos.
Desde ahora te doy las gracias por leerla y sujetate no vayas a marearte en el viaje en el tiempo ;-)
Nos vemos en el 2016.
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