Capítulo 23
Cuando mi hermano se acercó para despertarme no esperé que me cuestionara sobre lo pasado en un último viaje.
Pensé que Min Yoongi le había comentado sobre lo de su madre, no sobre eso. Es decir, solo Namjoon lo sabía.
Me obligué a contarlo, estaba molesto por no haberle dicho, molesto por cómo se dieron las cosas y molesto con mi antiguo compañero.
Luego me abrazó y reconfortó, me pidió ir a terapia y aseguró que si no estaba lista aún para comenzar con mi entrenamiento podría posponerlo.
-Yo puedo- dije en respuesta.
-Pensé que no querías
-De hecho, me hace ilusión.- este me abrazó aún más feliz.
Escuchamos un tumulto, los chicos gritando. -Quedare aquí- dijo mi hermano por último antes de salir por la puerta.
No parecía ser algún problema con alguien de fuera porque escuchaba a los demás llamar por el nombre a Namjoon y Yoongi.
Así que salí tras mi hermano.
Grande fue mi sorpresa al notarlos golpeados, parecían haber peleado y un amargo sabor de boca se instaló en mi.
Era mi culpa
Claramente lo era.
Luego de curar a Namjoon y de recordar de porque siempre sentí esa familiaridad con el contrario quise hablarlo con él.
De alguna forma me sentía mal por haber provocado indirectamente su pelea y aunque se que las cosas entre ellos han estado tensas él sumarle algo más a sus discordias no es buena idea.
¿Se llevaron bien algunas vez?
-¿Puedo pasar?- con este se encontraban Jimin y Hoseok, parecían verdaderamente preocupados.
-Por favor, ¿puedes terminar de curarlo?- asentí ante lo dicho por Hoseok, el pálido parecía no desear que lo toquen.
-¿Porque estás aquí?- inquirió apenas me acerqué a él, los demás se habían ido en silencio.
-Quiero disculparme, por esto. Fue mi culpa- lo vi negar -Lo es, y lo siento. No debí ocultarle a mi hermano lo qué pasó.
-En eso si tienes razón. Ese tipo de cosas no se guardan. Más aún si tienes personas que te apoyan y están dispuestas a cuidar de ti.
-Gracias- tomé una de las gasas y la impregné de alcohol para posarla sobre su aún ensangrentado rostro. -Te recuerdo- dije mientras paseaba esta por su pómulo magullado, pronto crearía un moretón.
-Cuando fui con papá a la comisaría- lo vi sonreír y luego quejarse por sus golpes.
-¿Hasta ahora?
-Era muy pequeña, lo siento- me quejé
-Lo eras, recuerdo que evitabas mirarme porque creías que era un delincuente- me avergoncé por lo dicho.
-No me culpes, para ese tiempo creía que solo los malos iban a la cárcel- este volvió a sonreír.
-Cierto, también creías en santa- se burló y en efecto, así era. -No creas que por haberme visto un momento cuando eras niña seré bueno contigo en los entrenamientos.
-Me descubriste, ¿como debería llamarte ahora que seré aprendiz?
-Sargento Min- bien
-¿Y cuando no estemos en horario de trabajo?
-Sargento Min- dijo pero sonreía mientras hablaba.
-Terminé mi labor Sargento Min
-Gracias Aprendiz Kim, debería ir a dormir, falta poco para que amanezca.
-Debería, y una vez más, gracias por su ayuda.
-No hay de que.
Salí de donde estábamos y me encontré a Namjoon tras la puerta, parecía esperarme.
-Hola
-Te creí pérdida, vamos- asentí y me dejé guiar. -Dormiremos unas horas aquí- dijo este adentrándose al cuarto donde dormí la primera noche con Claudia, cómo esta no estaba se encontraba vacío.
Me quité los zapatos y me metí bajo el edredón, este mi siguió poco después.
Tenía los pies y manos calientes y me acurruqué con el.
-¿Tomaste algo para el dolor?- quise saber.
-No me duele- su voz ronca erizó la piel de mi cuello.
-No ahora, pero mañana dolerá- no respondió con palabras sino con un gruñido que me causó ternura, luego lo dejé dormir.
Cosa de no se cuantos minutos y la alarma ya estaba soñando nuevamente, parecía no querer dejarme pero le indiqué que estaría bien.
Cuando salió del cuarto no me sentía segura, preferí ir con los demás pero el sonido que especificaba al personal médico se escuchó poco después.
Estos también tenían trabajo y no quería ser pesada pidiéndoles acompañarlos, así que volví a dormir aún cuando se marcharon.
Poco después escuché un sonido aún más alto y recordé que la primera noche cuando estuve aquí y luego de estos haberse ido Claudia me mostró como se escuchaba la alarma al la puerta ser cerrada en el refugio.
Bajé con prisa y sin siquiera colocarme los zapatos y me dirigí donde estaba la cápsula.
Cuando abrí la puerta no esperé ver lo que había, es decir. ¿Un cachorro?
Era un pequeño cachorrito de pastor alemán. Era hermoso y no aprecia tener mas de tres meses pero tiritaba de frío.
Lo tomé con prisa y me metí con él hacia las habitaciones, tomé una de las mantas y lo envolví con ella. Luego me dirigí a la cocina y tomé un poco de agua para hacerlo beber, temblaba y se que era más por miedo que por frío.
¡Quien sabe todo lo que sufrió!
Estaba delgado, su pelo maltratado, parecía vivir en la calle y supongo que alguien lo encontró y decidió traerlo para ayudarlo de esa manera.
A pesar de todo podría decirse que fue una buena obra.
No sabía si debía llamar a la perrera así que decidí esperar a que los chicos llegaran, me mantuve en la pequeña salita con el acurrucado hasta que vi al Sargento Min adentrase.
-Estás despierta- lo escuché decir. -¿Que es? ¿Otro bebé?- negué, la verdad es que lo tenía cargado como uno.
-Es un perrito, lo dejaron en el compartimento. ¿No escuchaste la alarma?
-No, los primeros minutos suena en los dormitorios, si bajaste muy rápido quizás no me dio tiempo a escuchar.- asentí dándole la razón. -¿Llamo la perrera?, vendrán por el.
¿Y si no consiguen a alguien apto para el?
¿Y si deben dormirlo porque no encuentran a alguien?
Será un perro grande cuando llegué a la adultez, estos no consiguen hogares porque aquí no hay suficiente espacio para ellos.
-Ya te encariñaste- negaba divertido -Le traeré comida.
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