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Capítulo 18


Pov Victoria

Cuando aquellas palabras salieron de su boca todo el calor del enojo que tenía desendió y se concentró en un solo lugar.

Ese hombre era demasiado para lo fácil que se abren mis piernas ante lo sexy, ante el.

"Te deseo"

Aquella frase se reproduce en mi mente mientras nuestras miradas permanecen fijas en el otro, y es entonces que noto como su mirada baja un poco más, a mi cuello, a mis pechos.

Esos labios pomposos deberían posarse y chuparlos, yo lo dejaría. Si este hombre, si este puto bombón me folla o deja que lo folle yo, me daré por servida.

En mi vida vuelvo a coger solo para no ensuciar mi cuerpo con uno distinto al suyo, es drástico.

Es muy drástico de mi parte, quizás no sepa como hacerlo, quizás el misionero sea lo suyo o quizás nunca ha estado con...

No, eso no es posible.

No voy a besarle, aunque me muera por hacerlo, la última vez lo hice yo y acabé con el rechazandome, no voy a hacerlo, que lo haga él.

Que tenga el el valor suficiente como para besarme, si el da ese paso, yo estoy dispuesta a hacer lo demás.

Que no solo me sirva de tentación, vamos. Reí, mientras lo hacía sus ojos fueron a mi boca, así que pasee mi lengua de manera lenta.

Gemí con satisfacción cuando un brusco, ¿que brusco? Violento beso se apoderó de ambos. Sus labios estaban ardiendo sobre los míos, lo sentí gemir y morder y entonces su lengua estaba dentro de mi boca.

Acabé empujándolo hasta el sofá y trepando sobre el sintiendo la humedad en mis bragas pero...

Logré apartarme y notar lo que tenía en los pantalones, eso no era mío pero tampoco me molestaría porque se vino al verme, al contrario mi ego creció.

Volví a su boca y el apretó mi trasero para sentarme sobre el de manera dura, ¡Si!, dominante, rudo, bruto. ¡Dios gracias! No son de adorno esos músculos.

El beso se rompió y con esa acción el se alejó de mi, acabé sentada sobre el sofá mientras Seokjin estaba de pie, debatiendo sobre si irse sin dar explicaciones o decir lo siento e irse, porque es claro que se irá. El es así, cobarde.

-Será la última vez que...- iba a advertirle, pero no me fue posible, en segundos lo tenía arrodillado frente al sofá, entre mis piernas, arracando mis bragas y comiendo mi coño como si fuera un puto mango.

Y mierda que estaba húmeda y caliente, eran obscenos los sonidos que salían de su boca y lengua contra mí coño. De mi boca porque maldita sea que era bueno, mis piernas temblaban deseosas de que haga un poco más hasta hacerme llegar a mi orgasmo. Y lo tuve, grité como nunca cuando mi orgasmo fue dado.

Me contraje sobre ese sofá como si no hubiera mañana y apreté su cabeza contra mi coño palpitante. Mierda me importa si se asfixia, que chupe un poco más y quizás consiga un segundo.

-¡Vicky!- la puerta fue tocada, y con ello la voz del Señor Song, mi tiempo aquí había acabado, era protocolo llamar si no salía justo a mi hora.

-Ya voy- respondí apenas, con mi respiración hecha un desastre. -¿No pretenderás marcharte como un cobarde?

-Lamento violar tu privacidad al venir aquí. Se que no querías verme.- claro que quería verlo, lo que no quería era su rechazo. ¿Está sincerandose con su cara en mi coño? -Voy a marcharme, no quiero crearte problemas.- y diciendo aquello salió del cuarto dejándome con el enojo incrementado.

Tuve que prepararme para una sesión luego de aquella, también debía cambiar de vestuario, bañarme, así que tardé más de lo previsto.

Las horas parecían no desear pasar, cuando al fin podía volver a casa me di un baño y cambié a ropa deportiva antes de bajar al estacionamiento, había estado usando el auto de mamá para no ir en bus en la madrugada.

Me impresionó ver aquella camioneta que conocía bastante bien estacionada en la calle frente al club, así que caminé hasta ella con la intención de golpear su cara con mi puño. -Te llevaré a casa.- dijo saliendo del vehículo.

-Traje auto

-Entonces voy a escoltarte, para asegurarme de que llegues bien.- esa cara, ahí estaba el arrepentimiento, el se había arrepentido de tocarme.

-Olvídalo, no quiero tu lastima. Se lo que vas a decir, voy a ahorrartelo. Sigue en tu iglesia, esto jamás pasó.

-No puedes recharzarme sin siquiera...- parecía frustrado.-Quiero que me permitas... quiero que...- ¿que era tan difícil para el de decir?

Luego lo supe, estaba muy excitado, su cara, su cuerpo, todo el me lo decía, pero es demasiado terco como para dejarse llevar. -Llévame Seokjin- yo soy el diablo, mi madre siemprelo decía, si el quiere pecar voy a recibirlo a piernas abiertas, porque lo deseo, y el me desea, y de deseos está hecho el mundo. Subí a su camioneta y aflojé el cierre de mi abrigo  -Llévame a tu casa, soy ruidosa.- y logré mi cometido cuando vi sus manos tensas sobre el volante. Cambió el trayecto y llegamos a un hotel.

Oh

-He estado quedándome aquí estos días- dijo y no pregunté, si el quería mentir no me importa el porque, quiero que me folle como tanto quiere.

Subimos al piso 6 y entramos a un oscuro cuarto, este se iluminó al instante y noté que en efecto, su ropa estaba aquí, algunos objetos personales también.

-¿Solo vas a mirarme? ¿Necesitas otro baile?- lo piqué, estaba estático en su lugar, deshice mi abrigo revelando mi sostén y bajé mi pantalón suelto con rapidez, no dejando que se negara a que me desnudara frente a él.

Y ahí estaba yo, solo con bragas y sostén frente a ese hombre caliente que deseaba deborarme, y yo me dejaría.

Lo ayudaría a hacerlo incluso.

Mi pelo, se que le gusta, lo mira mucho, ahora lo hace, así que lo solté y como por arte de magia el se movió, dió un paso hasta mí y fue suficiente para tomar su camisa y tirar de los botones hasta hacerlos volar.

Su boca y la mía se encontraron de manera dura mientras mis manos alejaban aquella prenda, las suyas tiraban de su pantalón lo suficiente como para dejar aquel duro y caliente miembro fuera de este.

Acabé sobre la cama sin notar cuando me alzó, volvió a mi boca, un beso deseoso y profundo que se tragó el gemido deseoso que salió de mí al este reventar mis bragas como lo hice yo con su camisa.

-Si no estas segur...

-¡Mételo ya Seok... Mierda!

Era enorme, ni siquiera me tomé el tiempo de verle, estaba entre mis piernas y no paraba de besarme y embobarme, pero era grueso y largo, lo supe cuando empujó otra vez y noté que no había entrado ni la mitad.

Mordía mi boca mientras entraba y salía, era como un animal en celo, -¡Oh Dios!- el no para, mis manos están contra el colchón y su cuerpo enorme y duro no me deja respirar siquiera, por eso, cuando mi orgasmo llegó mi cuerpo cedió sobre el colchón.

Fue más brusco desde ahí hasta que apretó aún más su agarre y acabó dentro de mi con necesidad palpable.











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