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Capítulo 3

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      —¿Entonces tienes una hermana pequeña? —Preguntó la morena mientras ambas caminábamos en dirección a la clase de lengua avanzada.

      —Sí. Tiene tan solo un año menos que yo pero la verdad a veces siento que yo soy la pequeña de las dos— Kenya sonrió.

      —¿Y no viene a este instituto? ¿Se quedó en Denver o algo? —Continuó.

      —Ella no puede venir aquí. Recibe clases en casa —Apreté ligeramente la correa de la mochila contra mi hombro —Sufrió un accidente y ahora debe usar una silla de ruedas.

      —Oh —El rostro de la morena cambió rápidamente —¿Fue hace mucho?

      Negué suavemente.

      —Fue el año pasado —Miré a Kenya, había una mueca triste escrita en su rostro —Pero tranquila, no pasa nada. Ella lo lleva mejor de lo que yo creo.

      Trató de sonreír.

      —Me gustaría conocerla, suena como alguien a quien se debería conocer.

      Reí.

      Ambas entramos al aula y, para nuestra sorpresa estaban ya todos ahí sentados, por lo que solo había dos sitios libres completamente separados uno del otro.

      —Yo iré a primera fila, a la señora Fitcher le gustaría verme ahí —Bromeó, pues supuestamente la profesora la odiaba.

      Kenya no era una alumna ejemplar y al aparecer la tal Fitcher tenía bastante fijación por solo centrarse en sus errores.

      Acabamos de llegar al instituto pero sentía que hoy la clase más importante me la daría Kenya, yo había decidido llamarla "Historia contemporánea de Heart Hills y sus cotilleos más importantes"

      Sin más que hacer alce la vista al final del aula ya que allí estaba el único sitio libre, murmuré una pequeña maldición al notar que Harper Elgot sería mi compañera.

      No la conocía pero a juzgar por lo que oía de ella y había visto, no era muy alentador compartir espacio con ella.

      ¿Acaso no era ella la popular? ¿Por qué sus amigas no se sentaban con ella?

      Con frustración caminé hasta el sitio libre a su lado, ella alzó la mirada de sus uñas y me escaneo de un solo vistazo.

      —¿Eres la nueva no es así? —Asentí sin mucho entusiasmo.

      Tomé asiento y comencé a sacar todas las cosas que necesitaría para la asignatura.

      —He visto que te has juntado con Steel y sus perritos. Siento decirte que es una mala elección de compañías, eres muy guapa como para estar con ellos—Fruncí el ceño y la miré seriamente.

      —¿Perdón? — Interrogué —¿Tienes algún problema con ellos?

      Podría ser tímida, pero no me gustaba que se metieran con gente que me agradaba.

      —Oh claro que los tengo —Dijo sin vergüenza —Esa Steel por si no lo has notado es una perra, trata de alienar a toda chica que se le acerque, incluso lo hizo conmigo, fue tan triste. Tienes suerte que no haya intentado nada contigo todavía. Y ni hablar de los otros dos, solo hacen lo que ella pide, como digo, dos perros —Sentí el enfado acumularse.

      —No te veo hablando con ellos como para conocerlos, no deberías juzgar tan rápido —Sentencié.

      Me miró sorprendida, agitó su cabello rojo teñido hacia un lado.

       —Por si no lo has notado soy la persona más popular de todo este pueblo, créeme cuando te digo que ellos son mala compañía, solo te hundirás. No dejarás ninguna huella aquí junto a ellos —Tragué fuerte y en mi rostro se dibujó una sonrisa algo irónica.

      ¿Acaso necesitaba marcar una huella aquí para poder tener una vida normal?

      —Si eres la más popular ¿Cómo es qué estabas sola antes de que llegará? Igual los perdedores son mejor compañía y a las pruebas me remito —Señalé como el chico sentado junto a Kenya quien hablaba alegremente con ella.

      Al instante noté como ante ese comentario activó su ira.

      —¿Quién crees qué eres? —preguntó ofendida.

      Rodé los ojos y dirigí mi vista al frente al notar que la profesora había entrado en el aula.

      —No vuelvas a hablarme así, o te arrepentirás —Amenazó, yo en respuesta levanté mi mano izquierda, alzando únicamente el dedo corazón.

      Normalmente me hubiera sentido asustada por su amenaza, un año antes hubiera agachado la cabeza y accedido a su ego pero, no me importaba ahora. No necesitaba lidiar con personas como ella.

      La escuché murmurar algo por lo bajo pero decidí ignorarla y enfocarme en la clase únicamente, apuntando todo lo que la profesora dictaba y escribía en la pizarra.

      Me preguntaba cómo es que Harper estaba en una clase avanzada cuando lo único que había hecho en toda la hora había sido hablar por mensaje escondiendo su teléfono bajo la mesa.

      Había momentos incluso en los que tenía que taparse la boca porque se empezaba a reír.

      En definitiva no iba a volver a sentarme con ella, era muy molesta.

      Durante los últimos veinte minutos de la clase solo me dedicaba a mirar el reloj sobre la enorme pizarra, esperando que por algún milagro el tiempo pasará más rápidamente pero para la sorpresa de todos de un segundo a otro la puerta de la clase se abrió después de un par de toques apresurados, dejando paso a la imponente figura de Evans.

      —Buenos días profesora Fitcher, el director me encargó llamar a la alumna Elisse Jhonson y llevarla con él —Enseguida la atención de toda la clase fue dirigida a mi persona.

      —Oh, está bien. Señorita, vaya con el joven Evans —Asentí nerviosa mientras la garganta se me cerraba debido a la atenta mirada de todos.

      Comencé a recoger rápidamente mis cosas, escuche la risa de Harper a mi espalda lo que me hizo girarme, me dio una corta sonrisa y se despidió con un gesto algo infantil.

      Y en mi cabeza rápidamente encajaron las cosas, el director no me quería para nada.

      Era todo cosa de la pelirroja.

      Me quedé quieta por un instante, observando a Evans esperando en la puerta y con sus ojos fijos en mí. Dudé por un instante pero la profesora rápidamente me pidió que saliera para poder continuar la clase sin darme otra opción.

        Colgué mi mochila sobre mi hombro y seguí el camino, cuando llegué a su altura noté como Kenya me miraba con el ceño fruncido y gesticulación con su labios un -¿qué ocurre? -.

      Yo negué suavemente y caminé a la puerta.

      Evans la sujetó para mi mientras pasaba junto a él para salir al pasillo, una vez fuera, él cerró la puerta.

      Un pequeño grito escapó de mi garganta cuando tomó mi brazo de manera brusca y me comenzó a arrastrar.

      Caminé detrás de él por todo el pasillo, casi tropezando de manera estúpida con mis propios pies mientras trataba de que mi mochila siguiera sobre mis hombros.

      Un dolor punzante me cruzó la extremidad y el nudo en la garganta comenzó a cerrarse un poco más con cada paso apresurado que me obligaba a dar.

      Cruzamos la esquina que nos conducía hasta los baños y con solo notar su dirección sabía que su intención era arrastrarme a uno por lo que harta y asustada me planté negándome a seguir. Tiré de mi propio brazo haciendo que lo soltara.

      —¿Qué te pasa? ¡Suéltame!—Miró a los lados y entonces caminó rápido hacia mi.

      Empujó mi cuerpo fuertemente contra las taquillas, haciendo bastante ruido.

      Ahogué el grito de pavor que me escaló por la garganta y sentí mi corazón comenzar a cabalgar desbocado dentro de mi pecho. Mis manos fueron hasta sus brazos y hundí mis uñas en la piel blanca tratando de hacerlo alejarse.

      Su tacto era helado. Cosa que no me sorprendió ya que no llevaba una sudadera a pesar del frío que hacía incluso dentro del edificio.

       Sus ojos de color gris estaban fijos en los míos, su expresión era fría, y pronto comencé a temblar.

      —Este no es tu lugar ¿Me oyes? —Mire a los lados nerviosa rogando porque alguien pasará en este instante.

      Sus dedos apretaron mi barbilla y me obligaron a mirarlo.

      Sí él me daba miedo en un aspecto general, sus ojos, fríos y al parecer vacíos me daban el doble de miedo. Me daban terror. Era extraño verlos de tan cerca, donde uno podía notar que carecían de cualquier brillo natural.

      —Me gusta que me respondan, princesa —Me obligue a respirar y cerré los ojos.

      No podía dejarme tratar así, pero ahora mismo no tenía las agallas suficientes como para dar una respuesta diferente a la que esperaba.

      —Está bien, suéltame, por favor —Pedí en un susurro ahogado.

      Evans sonrió y se alejó, dejándome por fin respirar.

      Se agachó rápidamente y tomó mi mochila, la cual había caído al suelo cuando me había empujado contra las taquillas.

      De un agarrón la quité de sus manos.

      —Recuérdalo— El timbre indicando que la clase actual había acabado sonó mientras él se alejaba de mí.

      Las personas de las clases salían y comenzaban a llenar el pasillo, impidiéndole ver como se alejaba.

      Grité de nuevo alarmada cuando una mano se colocó en mi hombro, instintivamente me relajé al ver que solo se trataba de Andrew.

      —Wou —Levantó sus manos de manera inocente —Tranquila Denver. ¿Qué te pasa?, luces nerviosa.

      Mire sobre mi hombro, ya no se podía ver a Evans.

      —No es nada, solo me asustaste —Fingí aun sin ser capaz de asimilar lo que me había pasado —¿Vamos a la cafetería? —Él asintió y procedió a quejarse de lo amargado que era su profesor de lengua.

      Si soy sincera no le hice mucho caso, en mi mente solo iban y venían los pensamientos sobre Evans.

      Aún podía sentir el miedo que había tenido en ese instante y lo horrible que había sonado su voz cuando me había amenazado.

      "Este no es tu lugar" ¿Había sido una invitación suave para decirme que debía tener cuidado sobre cómo trataba a su novia? Fuera como fuera, había bastado para asustarme, no iba a mentir.

      En definitiva iba a mantenerme alejada de él.

      —Elisse ¿Qué ocurrió al final? —Agite mi cabeza saliendo de mis pensamientos y viendo como Kenya estaba caminando a nuestro lado.

      Molly de igual manera se había unido a nosotros. Ni siquiera me había dado cuenta de que nos habían alcanzado.

      Observé el suelo y decidí no mentir.

      —Evans me amenazó —Tomé asiento en la mesa que habíamos estado ocupando estos días. Sintiendo aun mis músculos tensos.

      —¿Qué Evans hizo qué? —preguntó confundida Molly.

      Kenya me miró sorprendida, y miró la mesa donde ahora ya se encontraban la pelirroja y el matón.

      —¿Por qué? ¿Qué hiciste?

      Sonreí ligeramente incómoda.

      —Cuando me senté con Harper comenzó a decir que sois mala compañía, os llamó perros, perdedores. Y no puede dejar que os llamara así, al final y al cabo sois los únicos que habláis conmigo en todo el instituto. La mandé a la mierda y al parecer eso la molestó, por lo que Evans me dio una advertencia — Andrew hizo de sus manos puños y noté los músculos de su mandíbula tensarse.

      —Me siento orgullosa pero a la vez tengo ganas de golpear a ese imbécil por amenazarte — Exclamó Kenya mientras daba un rápido vistazo a la mesa de Harper.

      Molly apoyó su mano sobre los puños de Andrew. Este pareció calmarse un poco.

      —Recuerda la última vez, no quiero tener que llevarte de nuevo al hospital —Mire con horror al moreno.

      —¿Te metiste en una pelea con Evans? —Asintió.

      Kenya procedió a contar ella la historia.

      —Fue hace un par de meses, Evans era un recién llegado pero desde el momento uno tenía ese aura de intocable. Para ese momento Andrew salía con Harper, y puedes adivinar por dónde van los tiros. Los encontró en plena acción en la noche de la fogata, ambos se golpearon hasta quedar hechos mierda —Cubrí mi boca con las palmas de mis manos, jamás había sido partícipe de una pelea.

      Aborrecía la violencia desde incluso antes de tener memoria.

      Muchas veces mis padres me contaban como cuando unos niños peleaban en la guardería por un juguete yo comenzaba a llorar y me daban ataques de pánico. En un punto llegué a suponer que antes de ser adoptada había tenido una experiencia traumática con la violencia.

      Aún así, aparte esos pensamientos, no era momento de enfrascarme en mi propia mente.

      —¿Qué es eso de la fogata? —Decidí desviar el tema al ver como Andrew se sentía incómodo.

      Al notarlo me dio una pequeña sonrisa y yo se la devolví.

      —¿No hacéis fiestas en Denver? La fiesta de la fogata es la mayor fiesta que se pueda hacer en el instituto —Informó Molly.

      —No, nunca hacíamos eso. Hace mucho que no voy a fiestas —Sinceré.

      En mi antiguo instituto apenas se celebraban bailes y fiestas, la dirección era bastante tacaña.

      Kenya alejó su silla y tocó su pecho, en su rostro una expresión de horror obviamente fingida.

      —Menos mal que es la semana que viene. Oh nena, vas a ver lo que es una buena fiesta —Me dio un guiño y no pude evitar reír.

      Me sorprendía a mi misma. El cambio de ambiente había sido tan chocante que estaba haciendo cosas tan simples como reír todo el tiempo cuando en Denver, me era casi imposible dar una simple sonrisa.

      Supongo que el cambio de aires realmente era necesario.

      —Oye Elisse —Volvió a hablar Kenya —¿Crees que pueda ir a tu casa hoy? En verdad quiero conocer a tu hermana —Alcé las cejas sorprendida.

      —No lo sé, supongo que sí. De hecho Helena quiere conoceros a vosotros también —Noté la sonrisa de Molly —Está sorprendida de que hablar con gente real.

       Les había contado hoy en la mañana acerca de mi padre y mi hermana, omití el hecho de que mi madre estaba muerta y había perdido a mi hermana más pequeña.

      Estaba decidida a abrirme, pero todo a su tiempo

      —¿Podemos ir nosotros también? También queremos conocer a tu hermana —Preguntó Molly de manera tímida —Y además dentro de un par de días tendremos un examen, podríamos estudiar.

      Sonreí, me hacía feliz que quisieran conocer a Helena. Ella apenas salía de casa ya que aun le costaba manejar la silla por las calles de este pueblo donde el asfalto no siempre estaba en las mejores condiciones, y como asistía a clases virtuales, no se juntaba con gente de su edad en forma física.

      Algo de compañía sería una buena distracción.

      —Hablaré con mi padre, iré fuera — Ellos asintieron mientras yo me levantaba.

      Saqué mi teléfono del bolsillo de mi abrigo mientras terminaba de colocarlo a la vez que cruzaba la puerta de cristal que te dejaba salir al gran campo de fútbol que estaba completamente vacío a esta hora, eso incluyendo las gradas.

      Decidí tomar asiento en ellas por lo que me apresuré.

      Busque el número de papá en los contactos y lo marqué, esperando pacientemente a que atendiera la llamada.

      Solo tardo tres tonos.

      —¿Ely? ¿Está todo bien? —Reí ligeramente al notar el nerviosismo en su voz.

      —Sí papá, esta todo bien. Solo llamaba para saber si puedo llevar a comer a unos amigos a casa—Lo escuché suspirar desde el otro lado.

      —¿Cuántos chicos hay en ese grupo? —Preguntó tratando de fingir autoridad.

      —Solo uno, no creo que tenga malas intenciones. Relájese sargento —Bromee antes de notar un escalofrío recorrerme la espalda.

      Me giré al sentirme observada y de nuevo, ahí estaba Evans, ahora miraba al frente, al espeso bosque que rodeaba el pueblo.

      Me giré de nuevo, y caminé hasta sentarme a la mitad de las gradas, tratando de huir de su visión.

      ¿Acaso me había seguido?

      —¿Elisse? ¿Sigues ahí? —Reaccione ante las preguntas de mi padre.

      —Sí, sólo me había distraído. ¿Qué decías? —Cuestioné, al segundo lo escuché reír.

      —Decía que no hay ningún problema, puedes llevar a tus amigos. Además, hoy haré doble turno por lo que llegaré tarde. Solo pido que no quemen la casa —No pude evitar reír.

      —No creo que la queme la primera vez que les llevó, quizás las próxima. Te quiero, tengo que volver dentro en este pueblo hace un frío polar —Me despedí mientras lo escuchaba reír y como alguien lo llamaba.

      Él respondió con lo mismo y ambos colgamos la llamada, guardé de nuevo mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón.

      Tomé una larga inspiración y noté los músculos de mi cuerpo tensarse ya debía pasar junto a Evans para regresar a la cafetería.

      A paso decidido bajé de las gradas y llegué a la puerta, siquiera lo miré al entrar, o al menos hasta que él siguió mi camino, entrando a la vez.

      Me está siguiendo, era un hecho.

      Me giré molesta en un arranque de valentía salió de no sé donde.

      —¿Qué estás haciendo? —Pregunté.

      Él alzó una de sus cejas y metió sus manos en los bolsillos de su cazadora.

      —No te entiendo, princesa —Bufé ante aquella palabra.

      —No me llames así —Dije tajante —Me estás siguiendo. Si no ¿Cómo explicas que salgas y entres cuando yo lo hago? ¿No ha bastado con lo de antes?—Acercó su rostro al mío y mantuvo sus ojos en los míos.

      —Quería tomar el aire, y luego tenía frío. Una simple coincidencia, princesa —Hizo incapie en aquel estúpido mote.

      Cerré mis manos en dos puños.

      El hecho de que sus fríos ojos grises me miraran sin pestañear había acabado con esa valentía espontánea, agaché la mirada.

      —Solo, déjame en paz. Y yo no hablaré ni con tu novia ni contigo, pero deja de hacer lo que estés haciendo —Se separó.

      —Mejor, porque no te quiero cerca —Alcé de nuevo la mirada y no pude evitar notar la expresión de asco en su rostro.

      Sin una palabra más pase a su lado y regresé a la mesa que ocupaban mis amigos; por suerte ninguno se había percatado de esa corta charla.

      Les informé de que eran bienvenidos en mi casa esta tarde y todos se alegraron.

      Aún quedaban varias clases y yo ya me sentía exhausta por culpa de Evans. 


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