Evan
Estoy en frente de Plaza dignidad a un lado del río Mapocho intentando reunir el valor que necesito para decirle a Megan que soy papá y que no la he engañado. La he citado esta noche acá, junto con los chicos de la causa.
Gómez está expectante, no sabe de esta junta porque no le informé, pero algo debe de intuir.
—Creo que tendremos que comenzar. —Dice Rubén alistando su lente en la cámara.
Yo me giro a verlo, el chico me debe llevar unos tres años, parece un periodista que jamás pudo alcanzar sus sueños. Levanta la mirada y me mira con cierto desdén, procura no hacerlo por mucho tiempo, simplemente vuelve a decir:
—Hay que comenzar, si Megan no llegó será por algo. Después iré a verla Jeymi. —Le informa al precursor de todo esto.
Intento obviar sus palabras, no quiero parecer un loco. Es muy probable que él ya sepa que algo tengo con Megan y quiera destruirlo, me mantengo a brazos cruzados mirando la estatua pintada de pedro de Valdivia con distintas consignas que piden, PEDIMOS, todos para y por Chile.
— ¿Qué pudo haberle pasado? —Pregunta Lorena arreglándose su pañuelo en el cuello.
—Hoy ha sido un día muy pesado para ella, la llamé hace un rato y me comentó que ha tenido una decepción. —Asegura Rubén alzando un poco la voz para que sí lo escuchara.
Me joroba escuchar que mi Megan le ha contestado a él más no a mí. Me quedo de espaldas, intento luchar contra mis demonios, no quiero arruinar esto, que es el espacio en que ella y yo podemos estar sin prejuicios del mundo.
— ¿Una decepción? ¡Ah! —Dice Lorena— debe ser acerca de ese jefe que la tiene en un hilo.
¿Qué jefe? ¿De qué están hablando?
Rubén se voltea a verme, y yo me volteo a verlos, pero ninguno dice nada. Enseguida Rubén retoma la conversación.
— ¿Tú lo conoces? —Me pregunta y yo niego— Es un tal Roberto. La ha tenido tantos años esclavizada bajo una promesa que no cumple... —Niega— y ahora que él será libre, ella está extraña, es como si no supiese decidirse.
— ¿Decidirse por qué o quién? —Lorena se acerca a Rubén preocupada— Ella me dijo que estaba conociendo a alguien más pero no me dijo nada a cerca de Roberto.
—Roberto la llamó y le dijo que se encontraran en Bellavista. —Rubén me mira de reojo.
La verdad es que escuchar todo esto no hace más que acrecentar mis miedos y mi ira, siento que de un momento a otro Megan se me escapará de mi vida y yo habré sido el culpable por ocultarle tanto tiempo a Dove.
— ¿Qué? Pero ella está mal... no puede quedarse con él, siempre la ha engañado con la otra chica. No dejes que Megan haga algo así Rubén. Tú que eres su mejor amigo... su... tu sabes.
—No puedo hacer nada si es ella quién decide con quién estar. Pero algo si te aseguro, y es que Megan está decidida a quedarse con él. Todo lo que haya antes, te aseguro ha sido juego, incluso yo. No me ha escuchado.
— ¿Dónde es eso de Bellevista? —Pregunto tratando de no parecer desesperado.
— ¿Por qué? —Pregunta él dejándome en jaque. No puedo decirle nada de Megan, la perjudicaría.
—Por nada, deseaba pasearme por nuevos lugares aquí, muy pronto me iré.
—Cuanto lo siento. —Dice Lorena— me caes muy bien Jackson —Dice haciendo alusión a mi baile. Yo le sonrío.
La protesta comienza sin Megan, bailo y hago espectáculo con cientos de personas que han salido a la calle hoy. Mi cuerpo está aquí pero mis pensamientos están allá con Megan. En ese lugar que no conozco pero que estoy dispuesto a recorrer. No puede ser verdad que ella esté con Roberto, ella está conmigo, así lo hemos dejado claro, así ha sido escrito, lo sé.
La protesta termina cerca de la media noche. Megan aun no aparece y su celular está apagado.
Esta tarde he visto a Dove, y aun cuando mi corazón está lleno por haber abrazado a mi hija que usa unos pañuelos muy lindos y nuevamente haberle dado sus besitos, me tira con una cuerda uno de los ventrículos del corazón mi Megan, la chica que conocí en circunstancias extrañas, pero que no dudo un segundo no sea un acierto en mi vida.
Me dirijo a aquel lugar en busca de ella, y de una escena que no creo esté ocurriendo.
Megan no es como Dove (La madre de mi hija) Dove si pudo engañarme y simplemente olvidarme. Yo no soy un hombre que engañe a nadie, mis padres me enseñaron que tan buena es la vida si no daño al del lado. Mis padres hicieron un buen trabajo.
Llegó al tan nombrado Bellavista buscando entre tantos locales de bebestibles a Megan, estoy algo preocupado ya. Si todo pinta como este lugar es muy probable que Megan esté emborrachándose, y me cuesta admitirlo, pero la mujer que quiero tiene un grave problema con el alcohol, la he visto en varias fotografías y videos con sus amigas en cierto estado. Tenía que hacer algo por Megan antes de que se me acabase la Megan que quiero.
Desesperado comienzo a entrar de a un local en uno. Busco entre todas y no le hallo, no está.
Corro por la calle aquella que está llena de Bohemia por donde se le miré. Me miran, y me repasan una y otra vez, las mujeres no se esmeran en parecer algo que no son, simplemente me detienen y yo niego para seguir buscando. De seguro este tipo de lugares es un buen pasatiempo para algunos. Pero para muchos otros simplemente no lo es, no nos es atractivo.
Me detengo en una esquina perplejo por lo que mis ojos han visto. Hoy es el día en que mis expectativas se acaban, y es que Megan es una más del montón. Está pegada a Roberto en un bar, están bailando animados, están besándose sin pudor. Él la está tomando en mi lugar, el mismo lugar que mis manos recorrieron.
Quiero tomarla y sacarla de allí. Pero caigo en cuenta de que si lo hago, estaré en un círculo vicioso, un círculo que no puedo permitirme porque tengo una prioridad tan importante que dejaría mi vida antes que cualquier cosa.
Los minutos no se detienen, siguen imprudentes aplastándome y pasándome una y otra vez mi película favorita por la cabeza "El beso de Megan y tu cara de estúpido viéndola con otro"
Me duele gastar este instante en que ella no está con mi soledad otra vez. Me duele un infinidad tener que dejar este país muy pronto sin haber podido ser correspondido como hubiese deseado, y es que a los buenos, siempre nos engañan...
A la mañana siguiente despierto con la cabeza en dos, me duele de tanto pensar. Mi teléfono no tiene ninguna llamada, más me sorprendo al ver fotos de Megan que ella misma ha subido con Roberto, no esconden lo que sea que tengan. Y mis adentros comienzan a arder. Lanzó el teléfono por la pared y me levanto. Desnudo camino hacia el baño, juego con mi cabello tratando de sacarme las ideas, pero nada, la chica sigue ahí. Hoy no voy a trabajar, hoy es el día que voy a regalarle a mi hija, no voy a pensar en Megan.
Me pongo un chándal gris, a juego con un polerón el mismo color. Unas zapatillas de correr y un jockey de nuestro equipo favorito de fútbol americano.
Enciendo la cocina con la ausencia de Megan, pongo agua a hervir con el calor que recorrí en su espalda una sola vez, converso un rato con el especiero sobre ella, miro mi bata en el baño buscando algo que me acercase a ella, y huelo su aroma, aquí está ella. Sigue aquí, y sigue destruyendo lo poco que intente construir.
Amo como un niño, lo sé. Me culpo a mí por lo que Megan ha hecho, pero no soy yo, sé que no soy yo, pero me vuelvo a culpar. ¿Qué me hizo el cierre de su falda que ahora sólo quiero bajarlo?
Me tomo un café mirando por el balcón los automóviles pasar, la imagino en cada uno de ellos. La veo pasar en cada abrigo amarillo. Me calcina el tiempo ¡Me estoy quemando!
Bajo al estacionamiento, conduzco hasta el hotel donde está mi Dove, llego y frente a su puerta suspiro. Tengo que dejar atrás el amor que siento por Megan, no sé cómo, pero tengo que hacerme creer que es una causa perdida, que siempre fue una mentira.
Toco el timbre, La pequeña Dove salta a mis brazos.
Mi corazón está latiendo a prisa, la abrazo con la fuerza exacta, le beso sus mejillas y le pongo mi jockey. Nos miramos a los ojos, mi hija es una romántica como yo, es mi sombra, es la niña de mis ojos.
Dove mamá aparece con un bolso y me mira apenada.
— ¿Sucede algo? —Pregunto preocupado.
— ¿Tienes un momento para hablar?
— ¿Qué dices mi pequeña, me dejarás hablar con mamá o los celos te comen?
La pequeña Dove sonríe divertida y se baja para correr a su habitación.
— ¡Voy por Chilly! —Grita. Chilly es un muñeco de pingüino que mi madre le tejió y que ella adora. Cuando ella se voltea, me percato de que tiene un pedazo de su cabeza sin cabello y me asusto, pienso que se pasó nuevamente la rasuradora como cuando tenía seis.
Paso al apartamento que está algo desordenado. Dove me dice que tome asiento, y yo lo hago.
Me abro un poco el polerón y la miro para preguntarle.
— ¿Otra vez jugando con la rasuradora?
—Paso una mala noche. Dove está muy susceptible a cualquier cambio.
— ¿Fuiste al médico con ella? —Pregunto uniendo mis manos, ya entendía de qué iba el tema.
—Sí, le han irradiado con la radioterapia, pero me informaron que ya no es el camino, y hasta hace dos meses que la estoy tratando con quimioterapia.
Mi sonrisa se desvanece al oír eso. A mi hija se le detectó un cáncer a la tiroides hace cinco meses, yo sabía de aquello y decidí venirme aun así, por pagar favores, pero me venía con la convicción de que mi hija estaría bien con el tratamiento de la radioterapia, pero al saber esto de la quimioterapia me enfermo, eso lo único que quiere decir es que la anomalía ha crecido, y que mi Dove se está apagando aun cuando le doy mi luz para que encienda la suya.
Cubro mis ojos con una de mis manos y sollozo.
—Evan... —Dove madre, me pone una mano en el hombro y me quita la mano de la mirada— estamos haciendo todo lo posible por nuestra hija, por favor, no decaigas, a un estamos luchando y creo firmemente en que ella se sanará.
— ¿Cómo es que una cosa tan preciosa se acaba así de rápido? —Pregunto mosqueado. No entiendo por qué el destino es tan injusto.
—Los doctores me han dicho qué, es probable que Dove comience a perder más cabello del que ya ha perdido, es por eso que yo le he comprado distintos pañuelos, pero ella insiste en una cosa, y es que quiere que tú le compres uno. ¿Por qué no pasas estas semanas con ella?, dale recuerdos que pueda... llevarse. —Dice con la voz entre cortada Dove madre que me abraza.
Ambos nos abrazamos, y es que compartimos una hija maravillosa. Tenemos un rayito compartido y nos animamos a seguir así de amigos por ella. Apenado miro al techo aun sin romper el abrazo y sigo preguntándole a Dios, ¿Qué tiene para mí reservado?
La pequeña Dove aparece con un pañuelo de florcitas en su cabeza, me cuesta ver a mi hija sin cejas ya. Me cuesta asimilar que si su tratamiento no resulta no la veré más, y que me quedaré solo. Que nadie me devolverá sus sonrisas.
La tomo de la mano y salgo con ella mientras Dove nos mira alejarnos.
Me trago el nudo y le sonrío, tengo que ser su papi hoy, no un llorón.
— ¿Has tomado desayuno ya?
—Sólo me tomé un té. Lo que pasa es que estoy algo ida pá.
Dove tiene diez, pero juro que es como mi yo de diez. A mí no me daba vergüenza andar con Chilly ferdinando (Otro pingüino que mi madre me hizo a mí) en mi bolso cada vez que iba a la escuela.
— ¿Cómo ida? —La subo al deportivo y enciendo el motor cuando ya estoy dentro.
—Mi cabello se está acabando... y me siento extraña. No sé si me veo bien ahora.
— ¿Acaso mi cabello es lindo? —Pregunto, ella ríe.
—Es de payaso. —Dice divertida.
—Entonces ¿De qué te quejas? Mejor que no tengas o parecerías payaso, y ya nos vamos armando un circo.
Ambos reímos, mi hija y yo somos idénticos.
Ella estira la mano y pone música, y me salta a los oídos Bohemian Rhapsody de Queen. Ella y yo somos fanáticos pero a muerte de Queen y Michael.
Ella hace a Freddy mercury, yo hago el coro en el infierno.
La oigo cantar mientras conduzco y me preparo para entrar en su escena.
Si hay algo que esta canción tenga de cierto, es todo. Yo soy ese pobre hombre que ha asesinado a otro y que ahora se merece el infierno. ¿Cuántas veces no he descubierto estafadores o violadores en mi trabajo en Irlanda?, soy yo el que los lleva a la muerte, terminan siendo encarcelados de por vida, eso es una forma de morir. Y yo le pido a los jueces del más allá en esta canción que tengan compasión, soy solo un niño.
Y que por favor... ahora... le tengan compasión a mi hija, que no me la arrebaten jamás.
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