quiero que te quedes.
advertencia;
BDSM!!!!
strength kink, pain kink, posesividad, slapping, overstimulation, strap-on, bulge kink, humilliation, dirty talk, dacryphilia, choking, aftercare♡
domtop! (transman (pq es ésto una advertencia? lmao)) jk
subbottom! jm
dedicado a todas mis niñas preciosas♡♡
ohsweetbrokendoll
llantodemiel
kminniet
boomhinata
74Moonlight
gracias por el awante mis bbs<333
Verlo trabajar en su físico a la lejanía siempre le daba problemas. Un problema muy agradable llamado placer. Verlo sudar con las venas de los brazos marcadas mientras golpeaba, pateaba un saco de boxeo, con esa expresión concentrada, el entrecejo arrugado, la mirada de un lince perpetrando el rápido latir de su corazón. Verlo apretar la quijada cuando alzaba las pesas más pesadas del gimnasio, ganándole incluso a los que habían desarrollado más músculos. Dios, era todo un espectáculo verlo, luciéndose en su elemento, gastando todas sus energías en formar y mantener su físico actual. A JiMin siempre se le formaba una erección en los pantalones de tan sólo mirarlo al otro lado del gimnasio, siguiendo una rutina diferente pero siempre con el ojo fijo en el más alto y fuerte.
Mierda que lo calentaba, lo hacía sudar por el simple esfuerzo de mantenerse sereno, de no sucumbir a las ganas de sacarse los pantalones ahí mismo y masturbarse en frente de todos esos hombres y mujeres que eran fuertes, musculosos, de miradas ágiles y oscuras. Todos eran potenciales amantes, pero aquel hombre de mirada de lince, piernas de acero y brazos tatuados se llevaba el premio. Soñaba con que lo apresara en los camerinos, lo acorralara contra los casilleros de metal y le susurrase cosas sucias al oído, quizás burlándose de él, tal vez socarrón, o dulce, gentil como nadie más en el mundo. Lo cierto es que estaba completamente atraído a su persona y necesitaba de él o, de lo contrario, iba a explotar de deseo ahí mismo, mientras hacía su sesión de pilates con la instructora personal. Seguía mirándolo lánguidamente con el paso de la hora que usaba para el gimnasio, y cuando ya fue hora de meterse a las duchas para dejar pasar a los siguientes clientes, JiMin estaba con las piernas temblorosas por el esfuerzo de no crear un problema en su entrepierna.
Pero de repente se hallaba solo, todos en las duchas y él en los casilleros aún, y alguien lo acorraló, cumpliendo sus sueños; porque se trataba de él, él con aquella pequeña cicatriz en el pómulo izquierdo y la mirada oscura, apenas brillando por la tenue iluminación de la habitación. JiMin tembló un poco más al darse media vuelta para verlo mejor, y rojo como un tomate, mordió su lengua para no soltar algún sonido indecoroso ante la muestra de fuerza que había dado el más alto, ya que con un simple empujón había hecho tambalear levemente los casilleros.
─── Dime, ¿qué es lo que te tiene tan excitado como para mirarme todo el día?
─── JeongGuk... ─── tragó saliva JiMin, cerrando sus ojitos y luego sintiendo los labios ajenos dando suaves besos sobre la piel de su cuello, cerca de la yugular. Inhaló, exhaló con fuerza, no podía concentrarse en otra cosa que no fuera él y su olor a sudor y almizcle, a seguridad, a...
El nombrado se rió entre dientes, tan socarrón como JiMin esperaba.─── Jamás te había visto así, ni siquiera dentro de casa. ¿Qué pasa, niño bonito?
─── Y... yo...
Se miraron a los ojos con añoranza; sí llevaban siendo pareja desde hacía más de dos años, y la verdad era que la relación hasta el momento no tenía fecha de caducidad. JeongGuk miraba con suma intensidad a un JiMin que, completamente absorto en sus deseos, se hallaba más rojo que un tomate. Y eso satisfacía las ansias del tatuado, el querer poseerlo ahí mismo en público, sin nada que temer. Pero era ilegal, y por más que eso le calentara a los dos, era diferente a lo que tenían planeado desde antes. Eso cumpliría el dominante, eso haría: satisfacer a su JiMin de la misma forma en que sus expresiones de sumisión sin decoro alguno lo satisfacían a él, le henchían el pecho con esa sonrisa caliente y el sudor corriendo aún por su cuerpo esbelto. JiMin era precioso, con esos labios carnosos entreabiertos y soltando su voz temblorosa, las piernas suaves, fuertes, temblando por (al final del día) simple sumisión. Era una escultura bella, viva, digna de admirar.
La zurda de JeongGuk fue hacia el cuello besado del más bajo para sostenerlo con suavidad, pasando las puntas de sus dedos sobre las venas, los huesos, sus falanges dando caricias deleitables mientras su voz grave salía desde lo más profundo de su garganta. JiMin cerró los ojos de nuevo pero no le dio tiempo a seguir reaccionando cuando los largos dedos de JeongGuk envolvieron su largo y enhiesto cuello de cisne, ahorcándolo con delicadeza, como una especie de advertencia;─── ¿Acaso quieres ésto?
─── Ggukkie... ─── suspiró el rubio, completamente inmerso en su papel de sumiso incluso estando fuera de casa. ¿Qué era lo que lo tenía tan sensible, tan dispuesto? JeongGuk hasta estaba algo preocupado por la facilidad con la que JiMin estaba sometiéndose sin siquiera avisar previamente, pero joder, no podía mentir y decir que eso no lo dejaba excitado, porque realmente era así.─── ... azótame.
No hubo azote alguno, pero JeongGuk sabía que eventualmente tendría que hacerlo para hacer sentir bien a su JiMin. Era tan devoto a su persona que la verdad el hombre podía decir algo horrible y él siempre estaría a su lado, porque confiaba en él y lo amaba, tal como JiMin confiaba en JeongGuk y lo amaba. Entonces, aún intrigado por la razón de su calentura tan acelerada, se lanzó encima suyo para básicamente propinarle un beso, devorando su boca, mordiendo a su gusto, delirando del placer que le provocaba chocar sus lenguas y masajearlas entre sí, dando escalofríos excitantes en los cuerpos de ambos jóvenes adultos. JeongGuk no pudo aguantarse y le agarró con fuerza una de las nalgas a JiMin, el que gimió en voz alta y haciendo que ambos quebraran personaje, mirándose luego a los ojos y riendo nerviosos.
♡
Llegar a casa fue un completo martirio, sobre todo con JiMin al lado de JeongGuk en el automóvil, porque éste le explicaba con sumo detalle lo que tanto lo estaba calentando, dejando a un JeongGuk levemente sorprendido pero no tanto (ya se imaginaba más o menos todo lo que le gustaba a su novio; al fin y al cabo, llevaban ya dos años juntos). Apenas llegaron al pequeño pero lindo apartamento donde vivían, y JiMin fue lanzado a la cama, rebotando varias veces sobre la misma, JeongGuk se deshizo de su propia ropa deportiva superior para dejar al descubierto sus abdominales y pecho trabajados, las cicatrices de su mastectomía claramente visibles a la tenue luz de la tarde que entraba por la ventana del cuarto que compartían. Ni siquiera se preocupó por encender las luces, porque no eran necesarias cuando el cuerpo de JiMin brillaba por cuenta propia, en tonos anaranjados y rojizos. Era bello incluso con ropa, cubriéndose como si fuera pecado la desnudez, pero JeongGuk chasqueó su lengua y alzó una ceja con la expresión de molestia que lo caracterizaba en situaciones como aquella.
─── Sácate la ropa. ─── ordenó. JiMin ni siquiera pudo asentir, o moverse, de lo cohibido que se hallaba en esos momentos. La verdad es que a JeongGuk le encantaba esa faceta nueva de JiMin, alguien tan tímido y adorable, tan tierno. No quería algo más en toda su vida, sólo tenerlo a él a su lado. Eso y desnudarlo porque se estaba demorando mucho en hacerlo, con la mirada perdida en el cuerpo fuerte del más alto y los labios brillantes por lamerlos tanto. Entonces, entrando de nuevo por completo en su papel de dominante después de ese pequeño momento de debilidad, agarró a JiMin desde las caderas para arrastrarlo a borde de la cama sin ningún esfuerzo, y agarrando su camisa, una camisa vieja para suerte de ambos, la agarró desde el frente con ambas manos para partirla a la mitad, demostrando así su fuerza. JiMin gimió alto, y luego se llevó las manos al rostro con vergüenza.─── Te dije que te sacaras la ropa. ¿Acaso no sabes escuchar las órdenes que te doy? ¿Eres un niño malo?
─── ¡N... No! ─── exclamó ahora horrorizado el más bajo, irguiéndose con ambas manos sosteniendo su torso en la cama. Pero JeongGuk lo mandó a callar con el sonido aquel entre dientes, un 'shh' que causó estragos en la mente del pobre JiMin quien, ahora con la mano de JeongGuk puesta suave y delicadamente sobre su pecho, se recostaba nuevamente en el cubrecama con los ojos abiertos, mirando a su JeongGuk con estrellas gigantes en ellos. Negó con la cabeza y cerró sus madretierra para luego abrir sus piernas tímidamente. El tatuado se rió de él, instintivamente tomando uno de los tobillos de JiMin en su mano mientras se inclinaba hacia él, mirándolo con todo menos dulzura. El rubio temblaba por la anticipación y susurró algo muy bajito, tan bajito que JeongGuk alzó una ceja para soltar el tobillo de JiMin y apartar las manos de su rostro al tomarlo desde las muñecas, poniendo éstas por encima de su cabeza; ya estando encima de él podía verlo claramente, sin inseguridades, con una timidez profunda que descolocaba a JeongGuk, pero que también lo llenaba de un sentimiento de satisfacción. 'Yo lo hice sentir así', se repetía una y otra vez, orgulloso de sí mismo, de crear (por muy cliché que suene) una obra de arte, un ángel sonrojado y muy ansioso por pecar en manos de un ser demoníaco y de mirada oscura, como lo era el azabache.
─── ¿Qué dijiste? ─── JeongGuk por poco no lo escupe, pero lejos de enojar a JiMin, éste lo halló demasiado excitante. Tanto que gimió nuevamente bajo el fuerte cuerpo del más alto, bajo sus ojos grandes y profundos, bajo su agarre afianzado en el cuerpo pálido del más pequeño. Gimió sólo con aquellas palabras, arqueó levemente la espalda para mostrarse mejor, para saborear el aire helado a través de su piel levemente húmeda por el sudor que no dejaba de salir desde que empezó su rutina de ejercicios en el gimnasio. Tragó saliva luego de seguir jadeando, de lloriquear suavemente por la vergüenza de decir en voz alta aquellas palabras que tanto le costaba decir. JeongGuk le dió un golpe ligero en el interior del muslo, logrando que un llanto quedo saliera de los labios de su mayor.─── Te estoy preguntando qué dijiste.
─── Soy... soy buenito. ─── susurró, pero en voz más alta, el rubio. JeongGuk alzó una ceja y luego se echó a reír en su cara, logrando que un gemido bajo por parte de JiMin hiciera un leve eco en las paredes de la pequeña habitación. No se había dado cuenta, pero intentaba cerrar sus piernas de nuevo, así que ahora JeongGuk le sacó con una moción acelerada los pantalones de deporte color oliva que llevaba encima, y de inmediato, al dejarlo casi desnudo, suspiró ante la visión de un JiMin que poco a poco estaba encandilando al azabache más de lo usual. Algo en él había despertado como una fiera. Y no podía ser más excitante, no cuando JiMin susurró en un jadeo su nombre con ese tono de voz suplicante y rara vez utilizado por el mayor. No podía serlo, pero nuevamente ambos se sorprendieron cuando JeongGuk agarró las rodillas del más bajo para abrir sus piernas y así, agarrando la tela de su ropa interior, la rompió con un par de movimientos que deslumbraron por su fluidez y velocidad.
El rubio exclamó un gemido tan fuerte que JeongGuk tuvo que detenerse un momento a beber de ese sonido tan hipnotizante, relamiendo el borde de sus dientes, observando cómo JiMin temblaba ligeramente por unos segundos antes de quedar quieto y cansado encima de la cama, como si le hubieran dado una descarga eléctrica.
Por un momento, los dos se miraron a los ojos, pero JiMin estaba tan avergonzado que desvió su expresión hacia la derecha, donde se podía ver el escritorio, la cómoda, el espejo y la entrada al baño: estaba claramente avergonzado como nunca antes en medio de una escena sexual como aquella, y por un momento, el más alto olvidó por qué podría haber sido eso, pero al mirar nuevamente la entrepierna del rubio, JeongGuk ahora podía ver que se había corrido con sólo romper su ropa interior, ante la demostración de fuerza que le había dado el menor, con sus grandes manos agarrando ahora la piel interna de sus muslos. JiMin mordía su labio inferior con tal de no soltar ruido alguno, pero no funcionaba, no cuando de repente la respiración de su amante estaba a centímetros de la erección aún latente del rubio. JeongGuk le dirigió una mirada inquisitiva.─── Un JiMin bueno no se corre sin el permiso de su JeongGuk. ¿No lo crees?
─── De verdad... de verdad que no quise. ─── suspiró el más bajo, luego cerrando sus ojos. JeongGuk agarró las mejillas de su rostro con una mano y lo obligó a mirar adelante suyo, donde el dominante parecía más serio que nunca, el cabello largo y ondulado cayendo sobre sus orbes oscuros, llenos de lujuria. JiMin gimió bajo, abriendo sus ojitos con lentitud y ensoñando mil escenarios sucios y llenos de pasión al mismo tiempo. No sabía por qué tenía ese fetiche por ser maltratado a base de fuerza bruta, de ver esos músculos trabajar, de que lo hicieran sufrir un poco (¿quizás bastante? ¿Mucho?), pero ya lo había soltado en el automóvil, camino a casa. No había vuelta atrás, no cuando JeongGuk parecía incluso estar disfrutándolo tanto y más que él. Y tampoco era como si se estuviera arrepintiendo de decírselo, la verdad. JeongGuk se agachó un poco sobre el cuerpo del más bajo y ambos jadearon cuando la lengua del azabache trazó con su punta la extensión de la erección del rubio, quien arqueó su espalda desnuda y estiró el cuello completamente extasiado de placer, incluso si aún no era demasiado lo que estaban haciendo.
─── No sé. ─── gimió suave JeongGuk al saborear el gusto de JiMin en su lengua alargada. Lo que más lo encendió fueron los indecorosos sonidos que el mayor soltaba, sin contemplaciones, casi gritando sin coherencia alguna mientras los últimos rayos de sol se colaban por la ventana y le daban ahora una bella iluminación violeta a su cuerpo desnudo, arqueado en una posición completamente sensual y hermosa, digna de un desnudo de Renoir. Digna de ser pincelada por Monet.─── Tiene aspecto de que simplemente no querías obedecerme a pesar de que acordamos eso. ¿Quieres acaso un castigo?
No podía mentir, JiMin era completamente sincero en ese aspecto y las ganas que tenía por ser sometido por la intensidad de JeongGuk la verdad es que lo dejaba demasiado mojado, soltaba más líquido pre seminal de sólo pensar en su adorado novio azotándole con fuerza el culo o dejándolo temblar por la prohibición de correrse. Era toda una fantasía a punto de ser vivida en carne propia y eso lo excitaba. Ya tenían una escena planeada desde que salieron de casa, pero esa sorpresa lo estaba dejando más y más sensible conforme los minutos pasaban. Es que generalmente JiMin y JeongGuk peleaban dentro de sus escenas sexuales por quién dominaba, pero Dios santo, Dios. El tatuado quería llorar de lo bello que JiMin se veía completamente ido por él, mientras nuevamente lamía el palpitante miembro de su mayor con devoción. Cerrando los ojos para saborear bien el cómo se iba poniendo nuevamente tan duro como antes. JiMin cubría su rostro de nuevo y dejaba que sus muslos parecieran jalea de lo mucho que temblaban, era tocar el Paraíso con los labios y dejarse tocar por el ángeles.
Sí, quería ser castigado. Pero esa no era su intención en un inicio. Lo juraba. Necesitaba decirlo, exclamarle que era el deber de su dominante darle tanto lo que deseaba, pero sus siguientes acciones lo hicieron olvidar hasta su propio nombre, inmerso en ése néctar de placer;
Gemiqueó al sentir que JeongGuk se tragaba toda su extensión de una sola vez, aprovechando que no era mucho más grande que el tamaño promedio, y chupeteaba con alevosía, soltaba jadeos graves y roncos de placer conforme más y más rápido palpitaba el miembro de JiMin. Lo hallaba completamente hermoso, la forma en que seguía gimiendo y lloriqueando de placer, incluso sacándole lágrimas que pudieron alarmarlo, pero que sabía que eran por el disfrute que su cuerpo sentía en esos momentos. El más bajo intentó agarrar sus propias rodillas para alzarlas un poco más y darle una indecorosa invitación a su agujero, pero apenas podía levantar sus manos unos centímetros más arriba de su rostro. Y JeongGuk entendió el mensaje sin palabras que su pareja le acababa de dar, así que se apartó de él, apoyando una de sus piernas en el borde de la cama.
─── Sabes que mereces un castigo, ¿no?
─── Nh... Lo siento... ─── pero detrás de todo ese sonrojo y la suavidad de sus facciones avergonzadas, JiMin sonreía travieso ante las palabras de su menor.
JeongGuk puso sus ojos en blanco y fue caminando al otro lado de la habitación, donde JiMin miraba antes, hacia el guardarropa. Se agachó para agarrar una caja de zapatos debajo del mueble, y al abrirla, sacó una botella de lubricante base silicona de tamaño moderado, y el juguete favorito de ambos; un strap on con el dildo exterior alargado y grueso, de más o menos veinte centímetros, y el interior siendo un vibrador especial de forma extraña, como un plug. JeongGuk se sacó los pantalones y la ropa interior masculina para dejar a la vista lo mojado que se hallaba, la suavidad de sus piernas y del vello ligero al interior de las mismas. Rompiendo un poco el personaje, miró a JiMin con ojos inseguros, pero el más bajo no podía dejar de observarlo con añoranza, estirando su brazo hacia él como si al alcanzarlo todos sus deseos podrían cumplirse. JeongGuk chorreó un poco desde su vulva pero no escatimó en tiempo y se puso rápidamente el strap on, sin darse cuenta de que fueron tan sólo unos segundos de lo acelerado y ansioso que se encontraba.
Encajó el vibrador interno del strap on sin dificultad alguna debido al abundante lubricación natural en su interior y cogió el lubricante base silicona mientras terminaba de abrochar las ligas del strap on en su cintura menuda. Abrió la pequeña botella de lube y desparramó sobre la extensión de centímetros el líquido con sabor a cerezas, acariciando el falo y haciendo expresiones de concentración absoluta, arrugando el entrecejo y gruñendo por la forma en que el vibrador interior del juguete sexual se acomodaba y le agitaba las sensaciones de una manera exquisita. Sólo faltaba encender la vibración y ambos se irían pronto a la mierda. Porque era una delicia absoluta tener el poder de esa forma, tan maliciosa, sentirse en su elemento al querer complacer al rubio y obnubilarle los sentidos ajenos al tacto, mientras que el juguete le daba un gustillo que agradecía.
El tatuado tiró a un lado del cuarto la botellita y agarró sin contemplaciones el mando del vibrador para, al alcanzar a JiMin, dejarlo a su lado en la cama. Tomó de la cintura al rubio con una mano y lo atrajo de nuevo al borde del suave y blando mueble, usando su otra mano para poner la punta del dildo en la entrada de su músculo apretado, y juró que lo pudo sentir, pudo sentir la forma en que temblaba en la punta de su miembro, ansioso por recibirlo sin preparación alguna porque se trataba de un castigo. De algo que no debía ser pero que estaba siendo, y eso era lo mejor. Entró en él sin avisar.
JiMin gritó. JeongGuk gruñó.
Y fue extasiante, ver cómo el rostro del rubio se contorsionaba en placer con los ojos cerrados, la boca abierta y las cejas alzadas. Ver la forma en que su piel suave brillaba ante la luz de la luna que poco a poco emergía en el cielo errante, dándole un aspecto rosáceo y azul que, al mismo tiempo, le daba una calidez inmensa a JeongGuk. Como si realmente pudiera sentirlo apretando su miembro, palpitando, sus paredes fruncidas abriéndose paso a paso al placer que quedaba más cerca de lo que ambos pensaban, demasiado inmersos en su fantasía como para dar un paso hacia la realidad. Porque no valía la pena ir hacia la realidad cuando ambos sabían respirar bajo el agua y estaban sumergidos en un disfrute arremetedor, de esos que te ahogan si no sabes manejarlos bien. JiMin jadeaba sin tener tiempo a costumbrarse a la intromisión ahí abajo, puesto que JeongGuk comenzó a empujar en su interior nuevamente sin dar aviso alguno, y JiMin no podía sentirse más pleno. Sentir la forma en que acariciaba su interior, llenándolo, haciéndolo palpar la complejidad de su amor por él, derrochado en un vaivén interminable donde ambos soltaban sus voces y gemían a sus maneras, inmersos en el otro, fijos en el otro, llorando por el otro.
JiMin era quien lloraba de placer, JeongGuk ignoraba un poco aquello mientras embestía una y otra vez hacia el punto débil y suave del mayor, agarrándolo de las caderas ahora con ambas manos y admirando la forma en que su piel se hundía bajo las yemas de sus dedos. Quería hacerlo sentir tan bien como para que explotase de una sola vez, pero mierda, era complicado tener rodas sus energías puestas en el contrario cuando él también se sentía de maravilla con el vibrador apagado en su interior, tocando el punto G una y otra vez sin esfuerzo alguno, liberando más y más lubricación natural por cuenta propia. Gimió grave de placer al inclinarse sobre el cuerpo del más bajo, quien aún liberaba gratas lágrimas, así poder besarlo suavemente en contra de la fuerza que ponía para hacerlo gritar de placer.
─── ¿De verdad lo sientes, JiMin? ─── susurró en contra de sus suaves y carnosos labios, tan suaves por la cantidad de veces que los lamió y mordió el nombrado.
Siendo follado hasta dejarlo estúpido, la verdad es que JiMin apenas podía formar una frase coherente en su cabeza. Ni siquiera formularla en voz alta. Así que preguntarle eso fue algo estúpido por parte de JeongGuk, algo que le encantaba, porque adoraba ver al rubio destruido por completo gracias a la forma en que lo penetraba, con fuerza, sin cuidado, dejando todo mojado en el cubrecamas, los muslos, las manos, la pelvis. Sí, era bastante común en esa relación que ambos hombres dejaran hecho mierda sus alrededores, pero éste era un nivel bastante diferente, sobre todo porque JiMin gritaba como nunca de placer, apenas tenía fuerzas como para arquear una y otra vez la espalda y soltar lágrimas que caían sobre sus mejillas sonrosadas una tras otra, dejándolas como estrellas en un firmamento de atardecer.
Sin embargo aquella visión se vio interrumpida por los jadeos de un JiMin se repentinamente se corrió de manera floja sobre su propio estómago al desnudo, logrando que JeongGuk alzase una ceja de nuevo y terminase de romper la ropa interior de JiMin con ambas manos y nada más que su fuerza. El rubio jadeó de cansancio, asumiendo que el más alto se detendría para dejarlo respirar aunque fuera un segundo, un par de ellos, pero JeongGuk lejos de detenerse siguió penetrándolo con rapidez, casi como un pistón, haciéndolo temblar notoriamente y ahogarse con su propia saliva, sin necesidad de que lo ahorcasen para perder el aliento.
─── N... no m... JeongGu... ─── apenas podía articular palabras JiMin conforme más y más rápido y estable era embestido, haciendo que la cama se moviera sonoramente y chocase con la pared. Menos mal que no tenían vecinos al lado, sólo debajo. Aunque de seguro ellos podrían escuchar la forma en que JeongGuk lo agarró de las caderas con más fuerza para hundirse por completo en su interior, inclinándose a su oído con una sonrisa maniática y el sudor corriendo por los temples de su rostro esculpido por el mismísimo Miguel Angel.─── Gguh... No pare... no pares...
─── Llama mi nombre. ─── susurró el más alto con maldad en su oscura y ronca voz, causando miles de estragos en el cuerpo de JiMin, quien agarraba las mantas de la cama con avidez, casi gritando de nuevo por sentirlo tan profundo, tan dentro. Tan liberador al mismo tiempo.─── Llama mi nombre correctamente. Mi nombre completo. Así todo el mundo sabrá que eres mío. Sabrán que no hallas ningún problema a someterte al hombre que toma tu mano en el parque. Que al final del día te gusta ser penetrado por mi gruesa y gran polla. ¿Puedes hacerlo, pequeña puta? ─── JiMin se apretó alrededor del falo de JeongGuk al ser llamado de aquella humillante manera. Sí, adoraba que se dirigieran a él con esas palabras tan duras y denigrantes, ¿qué más podría hacer al respecto?─── Usa tu boca y respóndeme, JiMin. Grita... Llama mi nombre. Quizás así te perdone y tu pequeño castigo ya no correrá. Porque te has venido de nuevo sin mi permiso, eso te hace un mal chico.
─── ¡No, no soy un... un mal chico! ─── exclamó JiMin con los ojos abiertos de par en par, mirando a la nada. Sus pupilas dilatadas daban a entender lo bien que se sentía todo aquello, sobre todo porque se trataba de JeongGuk. Y lloriqueaba de una manera tan hermosa que el más alto no tenía corazón para hacerlo parar, para detener sus gruesas lágrimas de felicidad corriendo por el pequeño rostro lozano. Negaba con la cabeza y comenzaba a salírsele un hilo de baba desde la comisura de su boca, cosa que por poco no vuelve loco a JeongGuk, el que embistió de nuevo en él con la misma fuerza que antes, una única vez, a modo de aviso; porque sabía que JiMin era incapaz en esos momentos de cumplir su petición, la orden que le había dado, y sin embargo deseaba empujarlo un poco más para que pudiera llevarla a cabo, tanto figurativa como literalmente.─── ¡Y... yo...!
─── ¿Hm? ─── lo penetró de nuevo, haciendo que el sonido de pieles chocando sonara gratamente en contra de las paredes de la habitación. Era extasiante, libidinoso, un sonido obsceno de sudor contra sudor mezclándose en aplausos sensuales que no daban para más en el cuerpo del más bajo, quien seguía lloriqueando de placer y sin ser capaz de acatar la orden de su novio. De su dominante. De la persona que lo poseía en aquellos momentos.
JiMin casi vió estrellas con los ojos entrecerrados;─── ¡Jeo... JeongGuk! Es de... dema... ¡Ah! ─── se llevó rápidamente las manos al rostro para cubrir esa obra de arte con vergüenza, pero el artista, el nombrado, no le dió tiempo a tener vergüenza cuando de nuevo tomaba sus extremidades superiores y las dejaba a ambos lados de su cabeza, y se dejó llevar por su sentimentalismo, porque ahora entrelazaba sus dedos con ternura, observándolo como quien mira a un animalito cercano a sí mismo. Como quien observa al amor de su vida. Como quien observa a la persona más preciada de su vida completa.─── ¡Mucho! ─── exclamó en voz baja, ahogándose con su propia saliva y luego tragándosela porque de lo contrario ésta seguiría su camino por debajo de la barbilla del rubio, hasta mojar las mantas debajo suyo.
─── ¿Mucho qué? ─── gruñó JeongGuk, ahora inhalando el aroma del cuello de su amante, una mezcla entre crema y jabón que lo volvía loco, especialmente teniendo en cuenta que ya llevaba sudando horas sin parar. Horas en las que se contemplaban mutuamente intentando que sus instintos no se apoderasen de ellos.─── ¿Mucho de qué? ─── entraba y salía de él como un loco, sintiendo la succión que el agujero húmedo daba con sonidos toscos conforme ingresaba y emergía una y otra vez más. JiMin cerraba sus ojos un poco, apenas pudiendo enfocar su vista en el techo de la habitación, porque todo su cuerpo estaba absorto en la manera en que JeongGuk lo hacía sentir, esos músculos de acero sosteniéndolo, sudando, brillando a la luz de la luna que poco a poco se alzaba tras la ventana del apartamento.
Negó con la cabeza.─── Eh... demadia... do... ─── contestó sin fuerza en su boca, sin ganas de articular frases y acumulando de nuevo la saliva que corría hasta la manta de la cama.─── Gguh, todo... todo eh...
─── Sh. ─── besó húmedamente su mejilla en un acto de falsa piedad, deteniendo por unos momentos sus estocadas. Tan solo para seguir embistiendo como un poseso, mordiendo la piel aterciopelada de su amante.─── Sólo dí mi nombre.
─── ¡Jeo... JeongGuh...! ─── exclamó en un burdo intento por recitar su nombre correctamente, pero falló con miserabilidad ante la forma en que sus labios y lengua se hallaban laxos, relajados, del placer que estaba experimentando incluso si recién se estaba poniendo duro de nuevo, completamente cansado de lo que ya había pasado pero dispuesto a más. Porque sabía que lo que se venía era más potente, más fuerte. Así que lo intentó, relamiendo sus labios para dejarlos húmedos y brillantes a la luz de la piadosa y sensual Luna. Lo intentó, ponerse en una posición sugerente y arquear la espalda de nuevo para que siguiera embistiendo en su interior, para que ese dulce punto fuera estimulado para hacerle gritar como nunca del goce, de la emoción y del disfrute.─── JeongGu...
El hombre, por el contrario, se seguía riendo de él al detener sus movimientos de manera más definitiva y fue cuando la primera bofetada llegó al rostro del rubio, quien gimió tan fuerte de placer que a JeongGuk se le pusieron los pelos de punta con tan sólo presenciar aquel sonido, aquel elíxir celestial del que tanto había probado antes, pero que ahora sabía diferente, más seductor, más atractivo, incluso inocente. Más puro;─── Un niño malcriado que no me sirve en absoluto. Ni siquiera sabes decir lo que te pido, ¿o tienes alguna manera de sorprenderme acaso? ─── gruñó JeongGuk por debajo de su aliento mientras JiMin seguía temblando y sudando, babeando, bajo su torso cincelado como si fuera una versión masculina de Galatea.─── Ni siquiera te estoy tocando y ya te pones duro de nuevo.
─── Ed queh... ereh... ered tú. ─── jadeó en un humillante susurro JiMin, intentando mirarlo a los ojos y fallando por la vergüenza y la posición de sus cuerpos. Tendría que alzar la cabeza para mirarlo fijamente y eso era imposible teniendo el cuerpo contorsionado y totalmente derivado al placer que su novio le hacía sentir. Sin embargo, lejos de ocasionar una buena reacción en el más alto, las palabras del rubio hicieron que JeongGuk se riera de nuevo y le diera ahora un azote en la carne suave y trabajada de su cadera tatuada, creando más sonidos deleitables que salían de los labios húmedos y brillantes de JiMin. JeongGuk se reía, y no entendía por qué, por qué si había sido tan sincero, tan puro, tan él. Eso lo dejaba con una sensación de vacío en el pecho, y no le gustaba, pero quería seguir con la escena.
─── ¿Soy yo? Tú eres la putita que se calienta de nuevo sólo porque yo la jodo. Porque te gusta que te haga explotar de placer, ¿no? ¿Te gusta que te deje hecho mierda y apenas puedas pensar después de cada vez que hago ésto contigo? ¿Con tu cuerpo?
Carajo, eso lo hizo recuperar el ardor de la pasión que lo corroía lentamente. JiMin asintió con los ojitos cerrados antes de sentir que su miembro era agarrado con fuerza y apretado en la base, mientras algo a su lado era agarrado, encendido y luego tirado al mismo sitio de donde fue tomado; el control del vibrador.
¡Mierda! ¿Podía algo sentirse más delicioso? Ni siquiera una sonrisa a la mañana siguiente o las caricias en sus brazos y piernas se comparaban al momento aquel, en el que era embestido nuevamente con el vibrante falo de plástico, u ahora ambos gemiqueaban, gritaban, susurraban palabras de placer. JeongGuk se destrozaba poco a poco, cerraba los ojos y fruncía el ceño de una manera exquisita, y JiMin sólo podía agarrar sus rodillas de la mejor manera posible sólo para ganarse un poco de su piedad, pero la misericordia sólo se les da a las almas más puras y JiMin estaba ya lejos de ser puro e intocable. JiMin estaba sucio, marcado por el pecador impuro e indeseable de su novio, quien se agachaba de nuevo para succionar la sensible piel de su ahora manchado cuello, lleno de marcas viejas que se curaban lentamente, y las nuevas que se abrían paso como quien no quiere la cosa. JeongGuk soltó la ahora única mano que ya no agarraba y usó ambas para agarrarlo de las caderas y hundirse más profundo en él con cada embestida que daba, llegando lejos, la punta del enorme falo marcándose en la parte baja del vientre de JiMin.
El rubio tocó aquella zona con sus pequeños deditos y sonrió extasiado, gimiendo fuerte cuando JeongGuk se metió bruscamente de nuevo en él.─── Lleno... Me llenad tan... bien...
─── Sólo yo puedo hacer ésto. ─── murmuró el joven de cabello azabache, y JiMin asintió fervientemente mientras sus brazos más delgados pero igualmente fuertes rodeaban la ancha, tatuada y trabajada espalda de su novio. Ambos jadeaban y gemían al unísono mientras JeongGuk se hundía más y más en JiMin y lo hacía tocar el cielo al acariciar su próstata con tanta insistencia indecorosa. El rubio intentaba no arañar la espalda de su pareja pero era tan difícil cuando la fuerza impuesta al ser embestido era demasiada como para que sus manos siquiera pudieran soportar estar alzadas... Era más de lo que parecía querer soportar.─── Sólo yo puedo llenarte y hacerte sentir de ésta forma, tan ardiente, tan lejana del Cielo. Eres mío, sólo mío, JiMin.
Con esas palabras, JiMin se corrió una vez más, completamente ido, obnubilado por todas las sensaciones que lo rodeaban y parecían llevárselo en un vaivén digno de un cuento de hadas, canciones de otoño, brisas primaverales y sonrisas veraniegas con aventuras invernales. JeongGuk seguía dándole duro, profanando su interior con tanta urgencia que parecía ser un devoto a aquello, pero la verdad es que buscaba hacerle delirar tal cual estaba comenzando a hacerlo en esos momentos: porque JiMin era humano, no podía soportar tantas corridas sin de repente parecer envuelto en un trance de cansancio, de pensar que su cuerpo no aguantaba más. Para su suerte, JeongGuk no siguió moviéndose en su interior, sólo se quedó ahí. Varado. Como si no supiera cual sería su próximo movimiento. JiMin ni siquiera se dio cuenta de la manera en que pasaban los minutos, o el momento en el que JeongGuk se corrió igualmente por las vibraciones del strap on, sólo alcanzó a analizar y aceptar que su novio salía de él para darlo vuelta sobre la cama y dejarlo de espaldas al techo.
Su ropa interior ya deshecha fue lanzada hacia un lado de la habitación, quizás cerca de la caja de zapatos que ambos ocultaban con tanto brío en algunas ocasiones. JeongGuk se puso sobre él, habiéndose desapegado de su strap on, y besó la mejilla abultada del más bajo con un amor inconmensurable, fue un beso lento y sin sonido que logró decirle a JiMin que ésto no terminaba aún, pero que si necesitaba algo...
─── ¿Cuál es tu palabra de seguridad, amor?
Con un hilo de voz, y sintiendo que flotaba entre las nubes, JiMin logró contestar;─── Verde.
─── ¿Y si quieres que me detenga?
─── Rojo.
─── Buen chico.
Otro beso fue dejado en su temple, y JiMin sintió que vibraba con una energía poderosa de pies a cabeza con tan sólo la forma en que fue llamado por su menor. Buen chico. Sí, él era el mejor chico del mundo, sólo por y para JeongGuk. Había sido un poquito malo al no poder llamar su nombre correctamente, pero eso no significaba que no pudiese enmendar el pequeño error, compensarlo de alguna forma para que la manera en que el tatuado lo observaba no mermara en su adoración y posesividad, ambas al límite. Tan al límite que incluso desde esa incómoda posición JiMin podía ver claramente la figura enhiesta de su novio agarrándolo desde la cintura con ambas grandes y fuertes manos. Observándolo como un tigre que acaba de echarle ojo a un conejito bebé, indefenso y sin manera de correr.
No es como si JiMin quisiera correr de aquella situación, tampoco. La verdad se hallaba bastante cómodo en ese estado de relajo total, sus ojos fijos en JeongGuk mientras éste masajeaba sus nalgas, las apretaba como un juguete, luego acariciaba tranquilamente con el borde de sus nudillos la parte trasera de sus muslos, por debajo de los glúteos, para agarrarla así, fuerte, masajeando igualmente y disfrutando de la suavidad de aquellos gloriosos globos de carne, tan fuertes a la vez por las horas que se echaba en el gimnasio. JiMin suspiraba tranquilo y alzaba su trasero un poco, sin quererlo realmente, sin saber qué es lo que, la verdad, quería.
Un azote en su trasero no fue lo que esperaba, pero lo recibió con gusto, sobresaltándose con una gloriosa ternura que JeongGuk no fue capaz de no apreciar, agarrando de nuevo una de las nalgas ajenas para estrecharla contra sus dedos y así dejar al descubierto su agujero, palpitante aún y en un sensible color rojo. Se acomodó por unos momentos y luego, apoyando la cadera sobre el borde de la cama y buscando fricción ligera, sus labios fueron al anillo de músculos de su novio, apartando las mejillas del camino para admirarlo en su gloria, y hundir su lengua sin aviso previo en él.
─── ¡Gooh! ─── exclamó JiMin, abriendo las piernas un poco, poniendo los ojos en blanco, agarrádose a las sábanas y cubrecamas que compartían y que ahora tendrían que ir al lavadero si es que quisieran dormir en un buen lugar, limpio y ordenado. Pero eso era lo de menos cuando JeongGuk giraba su lengua y la hundía más y más en la cavidad anal de su novio, haciéndole ver estrellas con los ojos cerrados y sentir que tocaba tanto el Cielo como el Infierno con un solo toque tentativo de la punta de su lengua, que difícilmente tocaría su próstata pero que se sentía como si de verdad lo fuera a hacer.
Mierda, era delicioso. Delicioso no por el sabor, si no que por la belleza de los sonidos desvergonzados de JiMin, que amanecían de su boca una y otra vez como un ave gorjeando la aparición del Sol en el horizonte. JeongGuk literalmente se tragaba sus gemidos y jadeos, y los hallaba tan dulces como la presencia de su cuerpo deseado, masculino y dulce al mismo tiempo, suave, agarrable desde las muñecas para ser un insignificante ser humano dócil ante las órdenes de su menor. Era lo mejor que le pudo haber pasado, y lejos de perturbarle la clase de relación que mantenía con su JiMin, le ocasionaba demasiado placer. Todo valía la pena cuando JiMin alzaba el culo y se mostraba duro de nuevo, y JeongGuk no tenía que hacer mucho más para que el mád bajo se corriera sobre las sábanas y mullida ropa de cama. Su voz, el sabor de su voz al eyacular era completamente empalagoso. Y lo amaba.
JiMin, por su parte, ya no podía más. Susurraba el color 'rojo' suavemente con los ojos cerrados mientras apoyaba de nuevo la cadera en la cama, dando por terminada de manera inmediata la sesión de aquella noche. No sabía qué pedir, qué decir, pero sí que sabía muy bien a quién quería a su lado; sólo quería a su JeongGuk.
JeongGuk, el primer chico con el que había salido desde que terminó la preparatoria. JeongGuk, el único en su vida que lo había hecho sentir tan lindo y deseado, tan profundamente él mismo, alcanzando el amor propio a través de su amor por el contrario. JeongGuk, el callado chico de las pesas que al principio no quería hablarle porque pensaba que lo atacaría. El de los besos suaves, de los besos carnales, banales, simples y complejos. El que ahora acariciaba su cuerpo con más tranquilidad, menos deseo sexual y más deseo de brindar paz, más suavidad. Más sensibilidad al sentir que sus labios besaban los omóplatos del rubio, y se acostaba a su lado para seguir depositando retazos de sus labios sobre la piel ajena, que brillaba a la luz de la Luna y los focos amarillentos y azules de las calles y edificios de un Seúl que no estaba listo para ellos. JiMin hizo una graciosa y tierna expresión al ver a su JeongGuk al lado suyo, cara a cara, la gran y callosa mano del más alto apartando el desordenado cabello rubio del rostro ajeno.
─── ¿Googie? ─── susurró JiMin al hacer una mueca de patito con sus labios. La pregunta no fue necesaria porque el nombrado conocía muy bien las necesidades de su hombre y ahora lo besaba también en todo el rostro, como si besara a un cariñoso minino, y mordisqueaba la piel de sus cachetitos con sumo cuidado.─── Googie, agu... agua... ¿porfi?
─── Espérame un segundo.
Desnudo y todo, JeongGuk se alejó de la escena para dejar a un JiMin sumamente ido y confundido, algo perdido en la situación con ese algo de miedo en su mirada y en el latir de su corazón de oro. Ni siquiera se dió cuenta del momento en el que ya había tomado agua y estaba acostado bajo cobijas limpias, su novio ya bañado abrazándolo a su lado y susurrándole palabras lindas al oído. Susurrándole miles de 'te amo' con las sonrisas más sinceras que pudiesen formar parte de una persona, amándole sin parar mientras le contaba una historia pequeña sobre una liebre y una tortuga, después haciéndolo imaginar corderos con ropa linda porque sabía que era la debilidad de su novio. JeongGuk amaba a JiMin. JiMin amaba a JeongGuk.
Y por eso se daban la confianza de dormir el uno al lado del otro, abrazados, murmurándose amor infinito.
weon hace añares que no escribía éstas cosas
pero aquí tienen 'llama mi nombre', original del 2020 y adaptada ahora al 2022
2022 version yasss bitch ñdñcñfñx
eso
bsos en el ano<3
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