-¡Lizzie, despierta!-Gritó Carol con el fin de que levantara de la cama.

-Hoy es sábado...-Dije.

-¿Y qué? Vamos, Lizzie, ¡Levanta...!

-Ok, ok...-Levanté muy despacio intentando no marearme y, seguidamente, me incorporé. Esa mañana hacía mucho frío, así que me puse mi Kigurumi de Pikachu para que me protegiera de él. Bajé las escaleras y me dispuse a recibir con unos buenos días a Ty, que me daba un abrazo. Mientras, yo veía como el sudor y la sangre de los caminantes que había matado resaltaban en su sweter amarillo.

-¡Buenas! ¿Cómo has dormido, Liz?-Preguntó.

-Muy bien-Mentí. No había dormido precisamente bien, porque aún tenía un poco de miedo de los caminantes, pero sabía lo que eran después de que Carol casi me matara, cuando intenté hacer lo mismo a Judith. Esos días estaban olvidados para mí. Ahora era otra chica distinta. Más fuerte.

-Lizzie, coge tu mochila, tenemos que ir a buscar comida. De paso buscaremos sabia de roble para curar a Tyresse.

-¡Ya voy, mamá!

-No me llames mamá-Dijo ella-Eso sólo empeoraría las cosas.

-Sí, señora...

-Tyresse, tú quédate aquí, ¿ok?-Dijo Carol.

-Sí.-contestó.

Y nos dispusimos a salir de casa. Cuando salimos, había unas vías de tren. Sabíamos que si las seguíamos, tarde o temprano encontraríamos una estación, dónde, tal vez, y sólo tal vez, encontraríamos comida y agua. Continuamos nuestro viaje hasta que la vía se dividió.

-¿Qué vamos a hacer?-pregunté.

-No lo sé, Lizzie. Quizá debamos dividirnos. Tú ve por la izquierda y yo por la derecha. Si te pasa algo, toma este silbato y sopla fuerte. Entonces yo correré a buscarte. Ahora, debes ser fuerte. Ya sabes que hacer. No confíes en nadie que no conozcas. Por nada del mundo.

-Entendido, Mamá...digo, señora...

Empezamos a caminar Carol por un lado y yo, por el otro. Me sentí asustada y libre a la vez. Vi una sombra a lo lejos. Tenía la piel oscura, el pelo se dividía en mil rastas y llevaba una Katana.