A las afueras de New York, en una pequeña y poco concurrida cafetería, se encontraban dos hombres en una de las mesas del fondo.

—¿Encontraste una manera de acercarte a Baldric? —preguntó uno de estos, curioso.

—No, la única manera es mediante su hijo, fratello.

—Sigo pensado que Amet no será una manera, hace años que él se desligó de su padre.

—Correcto, pero aun así la sangre pesa —sonrió de lado y movió el contenido de su tasa—. ¿Hiciste lo que prometiste? ¿Enviaste a alguien detrás de Amet?

—Lo hice, debería empezar a actuar pronto, si es que ya no lo hizo.

—Bien, bien —susurró—. El chico está buscando al boxeador —añadió después de unos segundos de silencio.

—Lo sé. ¿Crees que lo encuentre?

—Posiblemente. Tú sigue oculto y toma en cuenta de quién es hijo su amigo, a quien curiosamente le encomendó encontrarte —se levantó de su asiento y arrojó un fajo de billetes en la mesa—, o en todo caso a encontrarnos.

—Amet nunca sabrá que The Captain no es una sola persona, esa es la única razón porque la que nunca han logrado encontrarnos.

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¿Ustedes que piensan?
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