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9

Los rayos de sol que se colaban por la ventana daban directamente en mi rostro, eso causó que despierte de un profundo sueño con la sensación de que mi cabeza se partía en dos y como si un camión de carga me hubiese atropellado.

"No debí tomar tanto" pensé arrepentido, para colmo no recordaba cómo llegué a casa, tampoco gran parte de la noche, sólo sé que estaba con Asher en una nueva discoteca y que bailaba con un hombre.

Me senté en la cama a duras penas, sentía que en cualquier momento iba a morir, después de meditarlo bastante tomé la decisión de ponerme de pie e ir a la cocina a tomar un poco de agua porque me sentía la boca pastosa además tenía hambre y ya era medio día, mis ojos captaron un vaso con agua y una pastilla en la cómoda que estaba al lado de mi cama, no lo pensé dos veces y bebí, deduje que Asher lo dejó ahí antes de irse.

Después de desayunar/almorzar me fui a dormir nuevamente.

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Estaba feliz, muy feliz, solo quería bailar y bailar toda la noche, y eso hacía con un chico bastante atractivo.

El chico que se movía al compás de la música conmigo ya se estaba tornando un poco molesto con su toqueteo así que lo alejé y empecé a bailar con una chica y su novio.

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Todo a mi alrededor daba vueltas mientras expulsaba mis intestinos en un callejón al lado de la discoteca, vomité hasta que me ardía la garganta y ya no me quedaba nada más dentro.

Intenté caminar sin tambalear para tomar un taxi pero antes de dar dos pasos ya estaba nuevamente en el suelo, todo a mi alrededor se vio envuelto en una inminente oscuridad que consumió la poca conciencia que tenía.

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Alguien toqueteaba mi rostro e intenté apartarlo de un manotazo para que me deje dormir en paz pero mis extremidades se sentían pesadas.

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—Es usted muy atractivo —dije arrastrando las palabras mientras miraba su angelical rostro.

—Gracias.

Le agarré de la mano cuando me ayudó a acostarme e intentó irse.

—Usted me gusta mucho, profe —murmuré tratando de no quedarme dormido.

—Estás delirando, solo lo dices porque estás borracho.

—Tengamos sexo, mañana no voy a recordar.

—Si tengo sexo contigo tendrías que estar cuerdo en todos los sentidos, además me encargaría de que no lo olvides durante toda tu vida. Pero, primero deja de estar ebrio y después me lo vuelves a proponer.

—No podría hacerlo, tengo miedo de que usted me rechace, recuerde que soy su estudiante.

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Narra Lizar:

Me sentía más estresado que nunca, tenía tanto trabajo que hacer y el estúpido mocoso que no dejaba mis pensamientos en paz tampoco ayudaba, ese día en especial hizo que mi cuerpo reaccionara sin poder evitarlo y el impulso de besar sus provocadores labios fue más grande que nunca, hizo falta mucha concentración y autocontrol para no hacer algo de lo cual disfrutaría pero estaba seguro de que me arrepentiría.

Al final del día decidí ir a una discoteca que abrieron a un kilómetro de mi apartamento, iba con la esperanza de encontrar una distracción. El lugar estaba abarrotado de gente, la mayoría adolescentes y universitarios. Observaba el panorama desde la barra mientras tenía un vaso con vodka en la mano.

Una chica pelirroja con un vestido que no dejaba nada a la imaginación se sentó en el taburete que tenía al lado, después de pedir un trago dijo: —¿Tomando sólo?, eso debe ser aburrido.

—Espero que alguien no me deje aburrir sólo —expliqué tras escanearla lentamente, estaba buena, no podía negarlo, pero esa noche no buscaba una mujer.

—Interesante, ¿Puedo ser esa persona? —preguntó de manera coqueta para después inclinarse al punto de casi restregar sus pechos en mi cara.

—¿Quieres serlo?

Duré casi una hora hablando con la chica, ella trataba de seducirme, y yo buscaba alguien de mi agrado entre el gentío. En cierto momento me aburrí y escapé de ella con la vana excusa de que iría al baño, que me espere ahí.

Estaba regresando a la barra a pagar cuando a lo lejos noté un cuerpo conocido en la pista de baile, me costó varios minutos y acercarme un poco para reconocer dicha persona, era Amet el que estaba bailando, o más bien teniendo sexo con ropa con un tipo.

Retomé mi andar y regresé a la barra, gracias a Dios la chica ya no estaba ahí. Desde mi lugar podía seguir viendo a Amet bailar, y eso hice, por unos largos minutos en los que desee ser el hombre que estaba con él; los miré hasta que dejaron de mover sus cuerpos al compás de la música y se perdieron entre la multitud.

Tiempo después me dirigía al auto para irme a casa cuando escuché un ruido de un golpe en un callejón, intenté pasarlo por alto y seguir mi camino pero la curiosidad me ganó y fui al lugar que estaba levemente iluminado, gracias a eso logré divisar un cuerpo tirado en el piso.

Supuse que era algún drogadicto o borracho que se quedó dormido, pero aún así encendí la linterna de mi teléfono y apunté en dirección al cuerpo.

Quedé petrificado al reconocer al sujeto, rápidamente me arrodillé a su lado y verifiqué si estaba vivo. Tenía pulso, pero parecía que se había desmayado, además de que estaba lleno de vómito. Intenté despertarlo por unos minutos pero Amet no reaccionaba y eso me tenía bastante preocupado ya estaba a punto de llamar a un hospital cuando empezó a balbucear incoherencias.

Seguí golpeando sus mejillas de manera leve mientras le llamaba por su nombre hasta que por fin reaccionó.

—Déjame dormir —dijo aun con los ojos cerrados.

Suspiré aliviado.

—Estás tirado en el suelo, pareces un moribundo —murmuré—. Venga, voy a llevarte a tu casa

—¿Tú quién eres? —interrogó arrastrando las palabras tras abrir los ojos lentamente.

No respondí, en cambio rodee su cuerpo con mis brazos e intenté levantarlo, pero el estúpido mocoso empezó a moverse como loco hasta que me hizo perder el equilibrio y caí de culo en el húmedo suelo del callejón.

—¿Quién eres?, ¿A dónde me llevas?, ¿Me vas a violar? —preguntó en milésima de segundo, la verdad es que no entiendo cómo un borracho podía preguntar tanto en tan poco tiempo

—Soy Lizar y no violaría a ningún loco ebrio.

—¿Lizar mi profesor?

—Si, tú profesor.

Nuevamente me levanté e intenté ponerlo de pie, esta vez sí se dejó, coloqué un brazo debajo de sus axilas y empecé a caminar hacia mi coche.

—Es usted muy atractivo —dijo mientras me miraba fijamente. Al menos, no era el único que pensaba lo mismo.

—Gracias.

Tú también lo eres.

Tras un sinfín de tropezones y unos pocos minutos que sentí como una eternidad llegamos al carro. Por suelte el callejón en el que lo encontré estaba a unos pasos del estacionamiento.

Lo metí en el auto, luego entré y me puse en marcha en dirección a su apartamento, Amet durmió durante todo el camino, gracias a Dios me dio la dirección segundos antes aunque necesité mucha compresión para poder entender lo que decía.

Cuando estuvimos dentro de su casa lo convencí para que tome una ducha, por otro lado mientras él se aseaba yo recorrí el apartamento del chico que me volvía loco en la universidad; estaba todo ordenado y limpio, excepto por algunos libros que estaban en lugares al azar. El estante lleno de libros que cubría toda una pared en su sala de estar me dejó sorprendido y a la vez cautivado.

Ojeaba un libro que tenía aspecto de haber sido leído cientos de veces cuando él apareció con solo una toalla rodeando su cintura.

Recorrí su cuerpo con la mirada, tenía el abdomen plano y marcado, músculos donde eran necesarios y muchos lunares.

Mi cuerpo reaccionó involuntariamente, no pude evitarlo, cuando mis ojos regresaron a su rostro quedé sin aliento, me estaba observando de una manera intensa.

Intentó acercarse pero tropezó y casi se cae, todavía seguía ebrio.

—Venga, vete a acostar —exclamé antes de colocarme a su lado —yo te ayudo para que no te caigas.

No dijo ni una sola palabra, pero aún así dejó que ponga mi brazo en sus hombros y lo lleve hasta su recámara, lo ayudé a acostarse y lo tapé con las sábanas.

Me estaba parando para irme cuando me agarró de la mano y dijo:

—Usted me gusta mucho, profe.

—Estás delirando, solo lo dices porque estás borracho—. Una parte de mi no podía creer lo que estaba escuchando, dicen por ahí que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, en ese momento preferí creer en el mito.

—Tengamos sexo, mañana no voy a recordar.

—Si tengo sexo contigo tendrías que estar cuerdo en todos los sentidos, además me encargaría de que no lo olvides durante toda tu vida. Pero, primero deja de estar ebrio y después me lo vuelves a proponer.

—No podría hacerlo, tengo miedo de que usted me rechace, recuerde que soy su estudiante.

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Pueden encontrar  adelantos e informaciones relevantes de este libro en mi Instagram. Estoy como @laravers_

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