Ese día en especial estaba extraño, desde la noche anterior cuando Lizar me envió el correo electrónico no había dejado de pensar en el profesor y eso no era nada bueno, aunque lo más probable era porque sentía un gran deseo hacia su persona, pero aun así sabía que era imposible tener algo con él. Además, de que era un camino prohibido por así decirlo.

Por otra parte, llegué bastante temprano a la cafetería donde me tenía que ver con Eleanet y su amiga gracias a que estaba aburrido en casa y cuando salí no chequé la hora.

—Hola, ¿tienes mucho tiempo esperando? —preguntó Eleanet cuando llegó a la mesa.

—No.

_Hola, Cristhie —saludé a la chica que llegó después de ella, esta resultó ser mi compañera en las clases de matemáticas.
Ambas tomaron asiento.

—Hola.

—Oh, ¿ya se conocían? —Indagó Eleanet.

—Si —respondió Cristhie —por cierto, no te he visto desde el martes en las clases.

—Tuve una emergencia —expliqué.

—¿Ordenamos? —preguntó Eleanet —es que tengo hambre, además, quiero que luego vayamos al cine. si tienen tiempo, claro.

—Por mí está bien —dije antes de levantar la mano y hacerle señas al camarero.

—Buenas tardes, ¿Qué van a ordenar? —interrogó el camarero cuando llegó a nuestra mesa, este tenía la mirada fija en una pequeña libreta que había en su mano.

—Yo quiero un Café y una tarta de chocolate, por favor —pedí

—Para nosotras dos sándwiches y dos Coca cola, por favor —dijo Cristhie.

Hablábamos sobre deportes mientras esperábamos nuestra comida cuando Cris se quedó mirando fijamente la amplia ventana que da hacia la salida, yo por pura curiosidad también eché un vistazo, casi de inmediato mis ojos captaron un cuerpo musculoso que estaba parado de espaldas a la cafetería.

—¿Ese no es el profesor de matemáticas? —pregunté.

—Creo que si —respondió antes de apartar la mirada del profesor.

Estábamos contando anécdotas de nuestra adolescencia cuando Lizar entró a la cafetería en compañía de un hombre, ambos se sentaron en una mesa que estaba a unos metros detrás de la nuestra.

Deseé estar una mejor posición para poder apreciar esa obra de arte, pero el destino jugó una mala pasada conmigo.

—¿Por qué está tan bueno? —murmuré antes de tomar agua.

—¿Qué dijiste? —preguntó Cristhie

—Nada.

—Por cierto, la película se reproducirá en una hora —dijo Ele mirando su reloj -
—¿nos vamos?

—Está bien, pidan la cuenta en lo que yo voy al baño —expliqué para después pasarle mi tarjeta de crédito a Eleanet —paga con esto.

Fui lo más rápido posible al baño, sentía que mi vejiga podía explotar en cualquier momento.

Cuando por fin liberé la bomba de tiempo, un gemido de alivio se escapó de mis labios y a decir verdad fue un poco ruidoso. Esperaba que nadie lo hubiese escuchado, aunque estaba solo en el baño, sería vergonzoso que alguien oyera, pensarían que estaba haciendo algo indebido, nada extraño en mí y mucho menos en un lavado, sabrá Dios cuántas veces tuve sexo en el baño de una discoteca estando borracho. Pero en ese momento me encontraba de muchas formas y ebrio no era una de ellas.

Me estaba lavando las manos cuando alguien entró y el perfume que inundó el lugar me hizo voltear para confirmar mis suposiciones, Lizar había ingresado al baño, fue directamente al lavamanos que estaba al lado mío y copió mi acción.

—Su mirada es un poco insistente Amet —murmuró—. ¿Lo puedo tutelar?—, asentí.

—¿Insistente? —pregunté cuando salí del estupor.

—Cómo si estuviese pidiendo algo con la mirada, algo que quiere —hizo una pausa —con bastante insistencia, a decir verdad.

«Quiero tenerlo debajo de mí, o encima, si usted quiere hasta me puede escupir y le pediré perdón».

Moví la cabeza tratando de alejar esos pensamientos impuros.

—¿Vio mi correo electrónico?

—Sí —respondí.

—Espero y no llegue tarde y que tenga una buena excusa que explique su falta.

Se dirigió a la salida y una vez que estuvo en la puerta dijo:

—Ese gemido suyo da mucho que pensar, Amet —me miraba por encima del hombro —es muy sugerente la forma en la que lo hace, le recomiendo no hacer ese tipo de ruidos en público, lo pueden malinterpretar —esta vez sí salió.

De forma extraña mi corazón bailaba en mi pecho, otra vez. Temía sufrir un paro cardíaco en un futuro cercano si ese órgano seguía reaccionando así cada que tenía al profesor cerca.

Tras haber calmado mi acelerado corazón salí de lugar lo más rápido posible, una vez fuera busqué a las chicas, cuando las encontré fui de inmediato hacia donde ellas estaban.

—¿Por qué tardaste tanto? -preguntó Cris cuando llegué a dónde ellas estaban.

—Había mucha gente en el baño.

—Ten —dijo Ele pasándome la tarjeta —Vámonos que se nos hace tarde.

—¿Vamos en mi auto? —pregunté, ambas asintieron.

Nos dirigimos hasta el aparcamiento hasta donde estaba mi carro, para después ir directamente hacia el cine.

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