18
Un pesado nudo se había mantenido en mi estómago durante la próxima semana, no logré concentrarme en clase, las ganas de vomitar y llorar siempre me acompañaban y la culpa no me dejaba dormir en paz. De mi cabeza no salían los posibles escenarios por los que tuvo que pasar Kira, y que quizás esa fue una de las razones que la llevó a tomar esa terrible decisión.
Asher seguía sin encontrar nada referente al boxeador, a pesar de que ya había pasado una semana en la que le había pedido que lo buscara. Pero según él era cuestión de tiempo, además, tomó posesión de toda la información que mantenía mi padre al respecto, de una manera u otra muy a mi pesar, no me quiso contar como lo logró.
Caminaba arrastrando los pies por todo el establecimiento en dirección al estacionamiento me sentía muy cansado y quería acostarme en mi cómoda camita, por suerte era viernes.
A lo lejos vi una figura recostada en mi auto, era Lizar. durante toda la semana lo había ignorado y evitado porque no quería tener sexo, no me encontraba lo suficientemente bien para eso. Y, Aunque él no me buscó mucho que digamos, pero si hubieron una que otras miradas fugaces entre clases y los pasillos.
-¿Qué haces acá? -pregunté una vez que acorté la distancia, este separó su espalda del coche y metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.
-Quiero hablar contigo -respondió simple-. ¿Podemos?
-Nos pueden ver.
-No estamos haciendo nada malo, pero si te avergüenza que te vean hablando con tu profesor me iré y te dejaré en paz -se alejó unos pasos y mientras me miraba por encima del hombro dijo: -solo quería decirte que me gustaría que fueses a mi casa hoy, tengo algo para ti.
-Hoy no puedo -murmuré antes de acercarme a la puerta del conductor.
-¿Qué harás? -interrogó antes de voltearse y seguirme con la mirada.
-Voy a dormir, si quieres mañana-. Un incómodo silencio se creó entre nosotros, por unos segundos pensé ignorarlo e irme, pero esperé hasta que se aventuró a hablar.
-Entiendo, dame tu número telefónico para pasarte la dirección.
-Ya la tengo.
-No, tienes la dirección de mi apartamento, no la de mi casa.
Suspiré sonoramente antes de darle lo que pidió. El resto del día lo pasé durmiendo hasta que amaneció y salí a casa de Lizar temprano en la mañana.
La noche anterior me pasó la susodicha dirección por WhatsApp, y a decir verdad me sorprendió porque la casa estaba a las afueras de la ciudad en una zona bastante apartada.
Está tenía dos pisos y sus paredes se encontraban pintadas de colores pasteles y cálidos, con el césped del jardín perfectamente cuidado y podado. Toqué la puerta con los nudillos, mientras miraba a los lados atesorando el panorama, a los pocos segundos escuché pasos apresurados y luego la puerta fue abierta.
Lizar se encontraba un poco diferente a como yo estaba acostumbrado a verlo, vestido de una manera bastante informal.
-Te esperaba un poco más tarde -dijo antes de aproximarse y depositar un casto y suave beso en mis labios, esa acción me sorprendió bastante, casi nunca me daba besos.
-Vine lo más temprano que pude-, murmuré antes de apartarlo y adentrarme en su hogar. Este estaba limpio, ordenado y decorado de una manera bastante hogareña. -¿Qué es eso que tienes para mí?
-¿Desde cuándo eres tan impaciente? -preguntó tras cerrar la puerta.
-Desde antes de nacer, por eso no aguanté los nueve meses en el interior de mi mamá y salí a los siete-. Intenté avanzar y explorar un poco la estancia, pero Lizar lo evitó cuando rodeó mi cintura con sus brazos y empezó a rozar sus labios en mi cuello, causando que los bellos de esa zona se ericen en cuestión de segundos. -¿Eso es lo que tienes para mí?, ¿Un poco de sexo?
-No-. Separó nuestros cuerpos para luego empezar a caminar en dirección a las escaleras que teníamos delante, lo seguí hasta el segundo piso, allá ni pude observar a mi alrededor porque Lizar iba a un paso un poco apresurado. Entró en una puerta que estaba al fondo que resultó ser una espaciosa recámara.
-No voy a dejar que profanes mi virginal y hermoso cuerpo a menos que me des de comer primero -dije mientras miraba el lugar.
Al fondo de la habitación había dos puertas de lo que supuse era el baño y el armario, una cama matrimonial se encontraba ubicada en el centro y en la pared del frente una televisión era la única decoración, delante del gran ventanal estaba un escritorio lleno de papeles, a su lado un sillón que se veía bastante cómodo y la mesita de noche solo tenía una pequeña lámpara en su superficie.
—De virginal no tienes nada, lo de hermoso lo tengo en dudas y puedes comer antes de irte —parloteó antes de tomar un paquete que tenía encima de la cama, luego se acercó hasta donde yo seguía parado y me lo pasó—. Vi que en tu librero tenías una curiosa colección de todas las ediciones de Harry Potter.
—Si, es mi saga favorita y me gusta coleccionar sus libros —murmuré mientras sacudía el paquete cerca de mi oído.
—Pero te faltaba una en especial, me tomé la libertad de conseguirla para ti —explicó mientras me miraba fijamente, yo en cambio no sabía cómo reaccionar. Caminé hasta la cama, me senté en esta y rompí el papel de la caja sin delicadeza.
-Dios -susurré fascinado cuando terminé de desenvolver el estuche con diseño de Kazu Kibuishi-, Joder, es magnífico -exclamé emocionado.
Mis dedos cosquilleaban mientras acariciaba el estuche aún con los libros dentro, mi corazón latía errático y una parte de mi pensaba que estaba soñando. Siempre quise esa edición especial, pero cada que la iba a comprar la encontraba agotada o simplemente tenía mala suerte.
-Entonces, ¿Te gusta?
-¿Qué si me gusta?, Siento que te puedo amar con toda el alma desde este mismo instante -coloqué el estuche con cuidado en la cama antes de saltar encima de Lizar -¡Muchas gracias! -chillé emocionado antes de llenarle la cara de besos.
-Solo cumplía mi parte del trato -balbuceó antes de unir sus labios a los míos tomándome completamente desprevenido, por lo que tardé unos segundos en reaccionar.
El beso empezó lento y nuestros labios se movían a un mismo compás, pero en cierto punto la impaciencia me llenó y cambié el ritmo a uno más apresurado y cargado de deseo.
-¿Me dejarás disfrutar de tu cuerpo o tendré que cocinar con la polla dura para después poder acostarme contigo? -preguntó cuando separó nuestros labios.
-Me puedes alimentar cuando acabemos -respondí antes de volver a devorar su boca.
Metí mis manos dentro de su polera y empecé a acariciar su abdomen y pecho con la palma de las manos. Lizar gruñó por lo bajo y luego aumentó la intensidad.
Era cuestión de tiempo antes que nuestras respiraciones se vuelvan erráticas y los suspiros y gemidos empiecen a escapar de nuestras gargantas.
-Espero sea mi imaginación -dije agitado cuando sentí algo rasguñarme los pies.
-¿Qué cosa?
-Pues, algo me está rasguñando.
Lizar me miró con una ceja arqueada antes de echarle un vistazo al suelo, en este se encontraba lo que sé tomó su tiempo para interrumpirnos, era un pequeño gato amarillo, estaba parado en sus dos patas traseras mientras que con las delanteras intentaba escalar mis piernas o simplemente quería llamar mi atención.
Lizar suspiró antes de decir:
-Discúlpame, hoy cuando venía de camino lo encontré en el jardín y lo dejé pasar para darle un poco de comida, pero pensaba que ya se había ido.
-No importa -me puse de cuclillas y con una mano empecé a acariciar la cabecita del gatito, este ronroneó complacido y se puso de cuatro patas -¿tiene nombre?
-No que yo sepa.
-Perfecto, se va a llamar hamburguesa -declaré antes de cargarlo y arrullarlo en mis brazos.
-¿Por qué ese nombre?
-Porque las hamburguesas son ricas -dije, luego caminé hasta la puerta que se había quedado abierta, bajé al pequeño gatito y lo dejé en medio del pasillo -espéranos ahí que tu papá y yo haremos algo importante.
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