Desabroché su pantalón sin prisa mientras lo miraba fijamente, él mantenía una expresión en su rostro de excitación total, excitación que yo compartía.

Acaricié su endurecido miembro por encima de la tela haciendo que contraiga su abdomen mientras gemía por lo bajo, a pesar de la tela que cubría su virilidad pude apreciar lo bien dotado que estaba.
Metí la mano dentro de su ropa interior y seguí con mi labor de acariciar suave pene, estuve palpando hasta que mis dedos se humedecieron con el líquido que liberó su rosada punta.

Agarré el elástico de sus boxers junto al pantalón y los bajé hasta que cayeron al frío suelo.

Su gran miembro quedó liberado e imponente con la gran erección que mantenía, lo agarré del tronco y empecé a masturbar con suaves y cortos movimientos, Lizar movía sus caderas ansioso, en cambio, yo, me tomaba mi tiempo con la obra de arte que estaba haciendo mi boca agua.

—¿Piensas torturarme durante toda la noche? —preguntó entre gruñidos.

—Solo lo suficiente —dije antes de lamer un poco del líquido que brillaba sobre la suave piel, su sabor salado sedujo mis glándulas gustativas.

Miré a Lizar desde mi posición, tenía el cuerpo tenso y toda su cara estaba sonrojada hasta el cuello. Una de sus manos viajó hasta mi cabeza y con sus ágiles dedos acarició mi cuero cabelludo.

—Sé buen chico, Amet —su tono de voz estaba más áspero de lo normal, su frente brillaba gracias al sudor que liberaba su piel y unas venas sobresalían en su cuello

—Ser bueno no es la expectativa —susurré antes de torturarlo un poco más.

Mi mano era perezosa mientras se movía de arriba hacia abajo, saqué mi lengua y jugueteé uno por unos segundos con el glande hasta que por fin acabé su tortura y engullí gran parte de su anatomía.

Dios, sí que era grande, tendría que hacer un gran esfuerzo para poder meterlo todo en mi boca.

Lo saboreé despacio mientras me tomaba mi tiempo para lamer, chupar y causarle un gran placer a Lizar que gemía desde lo más profundo de su garganta. En ningún momento apartó su mano de mi cabeza y sus caderas siempre se estuvieron moviendo en busca de más placer.

Mi cuerpo estaba ardiendo de la excitación y la erección que estaba oculta detrás de mis pantalones dolía. ¡Virgen Santa! Con solo chupársela podría tener un orgasmo.

Aumenté mis movimientos y lo metí por completo en mi boca, causando que mis ojos se pongan llorosos por lo grande que era.

Lo saqué y acaricié la punta con la lengua, después recorrí toda su virilidad con leves caricias que lo volvieron aún más loco.

Cuando sentí que su abdomen se tensaba y los músculos de sus piernas se contraían, volví a adentrar su pene en mi vanidad bucal mientras acariciaba sus testículos con una mano.

—Eres una maldita fantasía que me llevará a mi fin —exclamó entre gemidos antes de que un espasmo recorriera todo su cuerpo y su semen llenara mi boca.

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Narra papi Lizar

Desperté con algo o más bien alguien moviéndose encima de mi dolorosa erección matutina, necesité mucho autocontrol para no despertarlo y repetir todo lo que hicimos horas antes.

Sucumbí al deseo que había sentido hacia Amet desde siempre y no sabía cómo sentirme al respecto. Se supone que tenía que mantenerme alejado, pero no, dejé ganar mis impulsos más primitivos, pero a pesar de que estuvo mal lo que hicimos no me arrepentía, al contrario, haría lo posible para que se repita una y mil veces más.

La noche anterior nuestros cuerpos danzaron un baile erótico que jamás olvidaría en toda mi vida. Nuestros cuerpos desnudos y calientes no dejaron de tocarse en ningún momento, sus manos recorrieron cada parte de mí y yo, siempre lo quise tener más cerca.

Mis manos se volvieron esclavas de su cuerpo, mi boca de su sabor y mi polla de su interior.

Lo hicimos en cada rincón de su apartamento, en posiciones que ni en mis 28 años había probado, Amet hizo lo que le vino en gana conmigo, cabalgó mi virilidad a su antojo y tomó el control todas las veces que quiso.

Él pedía más
y yo se lo daba,
yo quería más,
él me lo daba.

Así fueron las cosas hasta que quedamos exhaustos y ya no podíamos más.

Salí de la cama lo más silenciosamente posible y corrí al baño, tenía que mear urgentemente y volver a mi casa, ese día tenía que dar clases y mucho trabajo pendiente.

‹‹Estoy horrible››, fue lo primero que pensé cuando me mire en el espejo que Amet tenía en el baño, casi todo mi cuerpo estaba lleno de mordidas y moretones; ese mocoso es insaciable y un diablillo en la cama. Aunque bueno, yo con gusto lo complazco.

Me paré en el umbral de la puerta del baño embelesado mirando a Amet, todavía estaba acostado a su vez la sábana lo tapaba de la cintura hacia abajo y abrazaba la almohada.

Se veía tan jodidamente lindo y sexy.

Tras reflexionarlo un momento busqué mi ropa que estaba esparcida por toda la casa y me fui, yo no era quien para despertarlo, además ya después podríamos hablar de lo que pasó la noche anterior.

La cantidad de tareas y trabajos que tenía que corregir era abismal, se suponía que tenía que corregirlos el día anterior, pero hice de todo menos la corrección.

Fui a casa y preparé todo lo que necesitaba para ese día, de paso eliminé todo rastro de lo que pasó en la noche con un relajante baño —lastimosamente—, aunque quedaron las marcas como tatuajes en mi piel. Gracias a Dios y ese día no tendría que darle clases a Amet, no podía distraerme con todo el trabajo que tenía. Aunque, fue en vano, no sirvió de nada, de mi cabeza no salía el momento íntimo que tuve con el mocoso.

A medio día los ojos me ardían y un dolor de cabeza me estaba matando, leer tantas cosas al día me estaba jodiendo la vista, por ende tuve que empezar a darle más uso a mis gafas de lectura, a pesar de que odiaba utilizarlas. E incluso lo hacía muy poco solo cuando sentía que mis ojos no podían más, pero últimamente gracias a la gran cantidad de tareas y trabajos que corregía de mis estudiantes tenía que ponermelos casi todos los días.

En la hora de almuerzo, cuando todos los estudiantes andaban desperdigados por todos los pasillos recorrí la universidad buscando a Amet, tenía que hablar con él, además había decidido que lo mejor era tener una relación sin compromiso con él, algo así como compañeros sexuales y es que desde un inicio sabía el ardiente deseo que Amet me hacía sentir no se iba a acabar con una sola noche de sexo por muy placentera que sea.

Por eso había decidido hacerle esa propuesta indecente, pero no lo encontré, por lo que tuve que recurrir a enviarle un correo electrónico donde lo citaba en mi oficina al día siguiente.

Ya había oscurecido, estaba en casa y seguia sintiendo la sensación de las manos de Amet recorriendo todo mi cuerpo, estaba jodido, sin duda alguna.

Decidí ir a dormir para no sucumbir a las ganas de ir corriendo al apartamento del mocoso, pero el estúpido de mi mejor amigo siempre aparecía en los momentos menos deseados, en este caso fue por una llamada telefónica -gracias a Dios-.

—¿Qué quieres? —pregunté tras descargar mientras caminaba en dirección a mi cama.

—Te he estado llamando durante todo el día, Lizar Isaac D'Ángelo —oh, no, siempre que decía mi nombre completo estaba enojado—, ¿Se puede saber dónde diablos estabas metido?

—Trabajando—-contesté simple.

—Seguro mirándole el culo a tu nueva obsesión —murmuró por lo bajo, yo, en cambio, me encontraba ya acostado e intentaba encontrar la posición más cómoda para dormir.

—Hoy no lo vi.

—Sabes, jamás pensé que te gustaría un estudiante —bufó —estás pirado.

—No es cualquier estudiante —objeté antes de que diga cualquier otra estupidez.

—Si hasta ya lo defiendes, déjame adivinar, ya te acostaste con él—. No respondí, simplemente me quedé en silencio mientras recordaba la divina noche anterior —¡Mamma mía, Lizar! Te acostaste con ese chico, ¿No se supone que nunca lo harías?

—Me sedujo —intenté defenderme a toda costa.

—Y una mierda —exclamó a gritos.

—Me preguntó si quería tener sexo con él —murmuré cabizbajo, me sentía como un niño regañado.

—Y déjame adivinar, aceptaste.

—Te juro que me iba a negar, pero iba manejando cerca de su apartamento y actúe por impulso.

—Madre de Dios, ¿Recuerdas esa conversación que tuvimos hace unas semanas?

—Rodrigo, me está gustando un estudiante —él me miró por unos largos segundos antes de tomar un poco de agua de mi vaso.

—¿Tu estudiante? —preguntó dudoso.

—Mi estudiante —afirmé.

—¿Y qué harás? —no respondí —¿te lo vas a follar?

—No voy a tener relaciones íntimas con él, por muy bueno que esté Amet es mi estudiante y es poco ético.

Aquella conversación la recordé como si hubiese sido segundos atrás.

—Sí, la recuerdo.

—No cumpliste con tu palabra, cariño.

—Lo sé.

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¿Que fue lo que más les gustó?

PD: en la próxima actualización voy a adjuntar la dinámica de las preguntas y respuestas que hice en ig, todavía están a tiempo para dejar sus preguntas/dudas. Recuerden que puede ser a los personajes o a mi.
Pasen lindo día, noche o madrugada.

PD: farnart que hizo Jou jsjsjjsjs

Pueden encontrar  adelantos e informaciones relevantes de este libro en mi Instagram. Estoy como @laravers_