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Estaba jodido, me iban a expulsar de la universidad y no lograría terminar mi carrera, viviría bajo un puente y nunca más volvería a comprar un libro.
Era un maldito estúpido que no controlaba su lengua cuando estaba ebrio, y eso me iba a joder durante toda mi vida. Es cierto que me quería comer al profesor, (al igual que casi todos los estudiantes de la facultad o más bien de toda la universidad), pero tampoco quería decirle en medio de una borrachera que tengamos sexo.
En cualquier momento me enviarían un correo electrónico o me llamarían de la universidad donde me notificarían que fui expulsado, o eso esperé durante todo el domingo, pero la llamada nunca llegó; así que pensé que me lo dirían en lunes en la universidad, pero cuando llegué todo estaba normal y en ningún momento me buscaron ni nada por el estilo e incluso, en la clase de matemáticas Lizar actuó normal, me ignoró como siempre lo hacía.
Por un momento me sentí aliviado hasta que llegó la hora de ir al receso y Lizar me llamó.
-Mañana a primera hora lo quiero en mi oficina, tenemos algo importante de lo que hablar-, guardaba sus cosas en el maletín que siempre llevaba a clases mientras me hablaba sin siquiera mirarme-. Piense bien en la excusa que me va a decir, pasé buen resto del día -esto último lo dijo antes de cerrar su maletín y salir al pasillo, sin mirarme.
Me iban a expulsar, estaba seguro, aunque no me arrepentía porque al final de cuentas solo dije lo que quería y sentía, cosa que estaba mal porque Lizar era mi profesor y yo su estudiante, pero fue inevitable, además en cualquier momento se lo iba a decir. Aunque no planeé hacerlo estando borracho, sino más bien cuando me gradúe, pero, nuevamente arruiné mis planes.
Ese día perdí el apetito, los nervios me tenían mal y de mi cabeza no salían las palabras que Lizar dijo cuando le propuse tener sexo, a decir verdad cada que lo recordaba me ponía loco.
-Si tengo sexo contigo tendrías que estar cuerdo en todos los sentidos, además me encargaría de que no lo olvides durante toda tu vida. Pero primero deja de estar ebrio y después me lo vuelves a proponer.
Esas malditas palabras me habían llenado de falsas esperanzas y me tenían soñando despierto.
Lastimosamente no pude detener el tiempo y el martes llegó, no dormí en toda la noche, gracias a Dios logré distraerme con un libro y cuando decidí ir a dormir solo faltaban cinco minutos para que suene la alarma.
Me sentía como la mierda, tenía unas ojeras gigantes adornando mi hermoso rostro y estaba en el bajón emocional del mes. Antes de salir tomé mi sudadera favorita, una roja con el grabado de un dragón en la parte delantera, mis auriculares y me fui con muy pocas ganas a la universidad.
Caminaba por los pasillos en dirección al despacho de Lizar lo más lento posible, tratando de aplazar el fatídico momento, cuando llegué a mi destino lo pensé mucho antes de tocar la puerta que a los segundos Lizar abrió.
Ese día se veía más sexy de lo normal, estaba vestido con una camisa azul oscuro y un pantalón negro, su cabello peinado hacia atrás le daba ese aire misterioso y elegante, sus ojos marrones claros me miraban fijamente, sus cejas fruncidas y sus mejillas sonrojadas solo lo hacían ver aún más ardiente.
Se apartó de la puerta y con la cabeza me indicó que pase, dudé por unos segundos pero me armé de valor y entré. Lizar ya se estaba encaminando hacia el sillón detrás del escritorio, copié su acción y me senté en la que estaba al frente.
No me atrevía a mirarlo a los ojos, mi corazón latía como loco, mis manos estaban mojadas y frías, me temía lo peor.
-Necesito que me explique, Amet -rompió el denso silencio-. ¿Se va a quedar callado o me va a explicar que pasó? -preguntó cuando vio que yo no respondía.
-Pues... -jugueteaba nervioso con mis manos-. Lo siento mucho -susurré un poco apenado por mis actos.
-Lo siente... ¿Entonces acepta lo que hizo? -murmuró, yo aún seguía sin poder dirigir mis ojos hacia él de la vergüenza, en cambio le prestaba atención al borde del escritorio -y míreme cuando me habla, Amet.
-Acepto lo que hice, profesor-, acaté su orden y levanté la mirada-. Pero aún así no me arrepiento de lo que dije.
-¿Qué fue lo que dijo, Amet?, porque yo no recuerdo -se reclinó en el asiento, mantenía una expresión relajada.
-Que quiero tener sexo con usted -solté de sopetón, la única reacción de Lizar fue reírse, una risa ronca que causó estragos en mi interior.
Me iba a arrepentir de lo que dije, estaba completamente seguro pero ya no podía devolver el tiempo.
-¿Usted sabe que puedo hacer que lo expulsen por su atrevimiento?
-Soy consciente de ello.
-¿Qué le hace pensar que yo aceptaré tener relaciones íntimas con usted? -la pregunta estaba cargada de sarcasmo e ironía, pero ya que le había dicho dos veces que quería tener sexo con el no tenía nada que perder.
-Usted dijo que se lo proponga cuando yo no esté ebrio, ahora no lo estoy, profesor.
-¿Está seguro de que no fue una mala jugada de su mente?
-Ooh, no, estoy completamente seguro de que lo dijo, ¿O me equivoco?
-No se equivoca -susurró -pero aún así no lo cité para hablar de eso, Amet.
En ese momento otro profesor abrió la puerta abruptamente.
-Lizar, te necesitan en las oficinas del decano, es urgente -dijo agitado, respiraba forzadamente y parecía que había corrido una maratón.
-Estoy en una reunión con un estudiante -contestó arrastrando las palabras.
-Puedes terminar de hablar con tu alumno más tarde.
Lizar suspiró.
-Está bien, ya voy.
El otro profesor cerró la puerta y se fue.
-Más tarde terminaremos está conversación, Amet, espero y siga igual de atrevido -exclamó antes de ponerse de pie y salir.
¿Qué había sido eso?, ¿Qué siga igual de atrevido? Y ¿para que diablos me citó entonces si no había sido por el error que cometí? Esas tres preguntas rondaron mi cabeza durante todo el día.
En clases no me pude concentrar gracias a que estaba todo el rato pensando en la extraña conversación que tuve con Lizar.
Llegó la hora de irme a casa y por un momento tuve el impulso de ir a la oficina del profe, pero me contuve y mejor fui a mi apartamento.
Cuando llegué me fui directamente a dormir por unas horas hasta que el sonido de mi teléfono me despertó por una llamada entrante de mi mamá. Me pasé unas dos horas hablando con mi mamma, dialogamos de todo, desde el último libro que leí hasta los chismes de sus amigas. Me distraje y me sentí bien durante un buen rato, últimamente no hablábamos mucho porque yo casi no tenía tiempo por estar estudiando y ella se estaba concentrando en hacer una investigación que la mantenía ocupada, al final cuando terminamos de chismear ya era hora de cenar.
No tenía muchas ganas de cocinar algo así que decidí calentar una pizza que había pedido el día anterior para la cena y que había sobrado un poco, además tenía poca hambre.
Me estaba preparando para ir a dormir nuevamente cuando sonó el timbre, algo sumamente extraño ya que es raro para mí tener visitas, pero aún así abrí la puerta sin pensarlo dos veces, y si me fue extraño que toquen el timbre lo fue aún más encontrar a Lizar del otro lado, seguía vestido como en la mañana solo que esta vez la camisa tenía los dos primeros botones desabotonados dejando a la vista un poco de su cremosa piel.
No me dio tiempo a preguntar qué hacía ahí antes de empujarme dentro del apartamento, cerrar la puerta, pegarme a la pared y ni siquiera pude reaccionar ante lo que estaba pasando antes de que él junte sus labios con los míos.
No me detuve a analizar qué rayos estaba pasando y le devolví el beso. Me besaba con ganas, como si estuviese esperando ese momento hace años, como si estuviese meses en el desierto y encontró una fuente de agua infinita, como si besarme era lo que más quería en ese momento, yo, en cambio le correspondí con las mismas ganas.
Intenté rodear su cuello con mis brazos pero él detuvo mi movimiento agarrando mis muñecas y poniéndolas encima de mí cabeza, en un agarre fuerte y firme.
-Acepto su propuesta, Amet -dijo tras interrumpir el beso.
-¿Es eso bueno? -lo miré directamente a los ojos, sentía mis labios hormiguear gracias al beso arrollador que me dió.
-Lo suficiente como para que seas mío durante esta noche -susurró en mi oído, luego mordió levemente el lóbulo de mi oreja.
-No sé si eso sea bueno o malo -trataba de liberarme de su agarre, pero él no me lo permitía.
-Es placentero y divertido, Amet, y eso es aún mejor que bueno.
-¿Qué le hace pensar que todavía quiero? -interrogué expectante.
-Por esto-, frotó su endurecido miembro con el mío, un gemido se escapó de mi garganta, y a pesar de que la tela de nuestros pantalones creaban una barrera eso no lo hizo menos placentero, Lizar jadeaba en mi oído-. No digas que todavía no me deseas, porque sino haré que lo vuelvas a hacer.
-¿Por qué?
Antes de responder me soltó, rodeó mi cintura con un brazo y me pegó aún más a su cuerpo.
-Me calientas.
-Lo sé, estoy buenísimo.
Me besó por segunda vez, en una beso aún más candente que el otro, en ese punto ya estaba dispuesto a dejarme hacer lo que él quiera.
—Híncate —ordenó aún con sus labios tocando los míos, acaté su orden y me puse de rodillas, lo miré desde abajo, Lizar gimió de una manera casi inaudible, pero aún así logré escuchar el sonido ronco que se escapó de su garganta—. Eres cómo el fuego Amet.
—¿Es eso malo?
—No, lo único malo es que tengo miedo a arder y perderme entre tus llamas.
-Entonces juguemos un poco hasta que estés listo -dije antes de desabrochar su pantalón.
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HOLAAA
¿CÓMO LES VA?
¿LES GUSTÓ EL CAPÍTULO?
¿PARTE FAVORITA?
El capítulo se lo dedico a Jou, wattpad no me quiere dejar dedicar directamente.
Gracias por leer -Ana
Pueden encontrar adelantos e informaciones relevantes de este libro en mi Instagram. Estoy como @laravers_
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