𝗻𝗶𝗻𝗲. Sirius Black hating day
009. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗡𝗜𝗡𝗘 | 🐝•˖*
❛ 𝖲𝗂𝗋𝗂𝗎𝗌 𝖡𝗅𝖺𝖼𝗄 𝗁𝖺𝗍𝗂𝗇𝗀 𝖽𝖺𝗒 ❜
Navier, desde que tiene uso de razón, había aprendido a controlar sus lágrimas. Es decir, no recuerda cómo era cuando era un bebé, pero es muy consciente que a sus cinco años su abuela le tiró una cachetada por llorar cuando no pudo atarse bien las agujetas de sus zapatos. Incluso cuando no era necesario que ella aprendiera, porque había una mujer (o muchas mujeres), que iban a su casa a atenderla.
El punto es que ella sabía bien qué hacer para no llorar, a veces era muy fácil, y otras veces tenía que morderse la lengua o la parte interna de sus mejillas para hacer las cosas más fáciles.
Esta era una de las veces que era muy difícil controlar las lágrimas, y más cuando antes de venir su abuelo se había asegurado de hacerle recordar que no podía tener contacto con la sangre sucia de Granger, ni con el traidor de la sangre de Ron. No había mencionado nada de Harry; de todas formas, Navier no se puso a pensar en eso, en su lugar, estaba aguantando el dolor del castigo.
No le habían dejado usar magia para curarse en su casa, y fuera de ella, no podía hacerla, pues tendría problemas con el ministerio.
Encima, su tío Lucius se había enterado de los amigos de Navier, y todo el camino a la estación se había asegurado de hacerla sentir mal. Aunque, a decir verdad, esto no le dolía a Navier, le dolían más los golpes y heridas en su cuerpo.
─ Ya es tarde, niños, vayan a buscar asientos. ─dice Narcissa, plantando un beso en la frente de su hijo y de su sobrina.
Draco se adelanta y Navier se toma su tiempo. Al final terminó entrando al tren con solo un pequeño bolso, pues todas sus cosas se habían quedado en la escuela.
─ ¿Navier?
La voz de Cedric la saca de sus pensamientos. Ella giró sobre sus talones y, abandonando sus cosas, corrió a los brazos del chico. Sin darse cuenta, ya había comenzado a llorar.
─ ¿Qué sucedió? ─pregunta con preocupación, dejando palmaditas en la espalda de la niña.
Cuando Navier se dio cuenta de que estaba haciendo un espectáculo, le respondió que antes de venir aquí había ido a visitar la tumba de su madre y tenía los sentimientos a flor de piel.
Desde que las clases se reanudaron un día después del regreso de todos los alumnos a Hogwarts de las vacaciones de Navidad, el cuarteto de oro no había estado en su mejor momento. Los cuatro estaban muy divididos. Unos más que otros, claro está.
Navier estaba resentida con Hermione porque había alertado a la profesora McGonagall sobre los regalos que Harry y ella recibieron por Navidad (las saetas de fuego) que posiblemente habían sido enviados por Sirius Black. Así que, por todo el revuelo, ambas escobas fueron confiscadas hasta nuevo aviso.
─ ¡Nunca había tenido una escoba, era mi oportunidad, yo podía volar en una de las mejores escobas! ─reclamó Navier.
─ ¡¿Y si Sirius Black lo envió?! ─responde Hermione ─. ¡Es más seguro que le pidas una a tu abuelo y ya!
─ No sabes nada ─ella rueda los ojos, girando sobre sus talones para irse, pero recuerda algo importante que quería decir, aunque no mucho tiene que ver con su pelea con Hermione; era algo más personal, pero de todas formas quería decirlo ─. Y, me saldré de algunas asignaturas, es mejor que lo tengas tú.
Dice ella, metiéndose la mano en la túnica y quitándose el collar del cuello.
─ ¿Qué? No, Navier, sé que estás molesta, pero te gusta estudiar y...
─ Seguiré haciéndolo, solo que en este semestre me quitaré un par de materias de encima. Tengo que irme.
Luego estuvo el hecho de que una noche Ron se apareció con una sábana llena de sangre asegurando que Crookshanks era el asesino de su pobre rata: Scabbers. Lo que hizo que la amistad de Ron y Hermione se rompiera.
─ ¡MIRA! ─gritó, acercándose a zancadas a la mesa de Hermione, Harry y Navier ─. ¡MIRA! ─repitió, sacudiendo la sábana delante de su cara.
─ ¿Qué pasa, Ron? ─preguntó Harry.
─ ¡SCABBERS! ¡MIRA! ¡SCABBERS!
Hermione se apartó de Ron, echándose hacia atrás, muy asombrada, mientras Harry y Navier fruncieron el ceño al ver la sábana que sostenía su amigo pelirrojo entre manos. Había algo rojo en ella. Algo que se parecía mucho a...
─ ¡SANGRE! ─exclamó Ron en medio del silencio ─. ¡NO ESTÁ! ¿Y SABES LO QUE HABÍA EN EL SUELO?
─ No, no. ─dijo Hermione con voz temblorosa.
Ron tiró algo encima de la traducción rúnica de Hermione. Ella, Navier y Harry se inclinaron hacia delante. Sobre las inscripciones extrañas y espigadas había unos pelos de gato, largos y de color canela.
Y bueno, Harry estaba siendo secuestrado por Oliver para así entrenar para la temporada de Quidditch, incluso también intentó persuadir a Navier de entrar al equipo (porque se enteró de la Saeta), sin embargo, la chica no aceptó. No quería más problemas con sus abuelos, al menos no ahora.
Así que por todos estos problemas, Navier había pasado su tiempo con lo que ella llama: su escuadrón de viejitos. Conformado por Caelum, Cedric y Jodie.
─ ¿Nos llamas "escuadrón de viejitos"?
─ Para Navier, cualquier persona mayor que ella es un anciano ─argumenta Cedric, mientras sujeta su mochila con ambas manos, pues hace poco se le había roto una parte, la tinta se cayó y manchó un par de sus libros ─. Ella tenía once y yo trece... y ya me decía persona de la tercera edad.
─ Tiene muchas ocurrencias. ─murmura Caelum, buscando entre sus cosas algo.
─ ¡Llegue! ─grita Jodie, llegando agitada al lado de los chicos, pues había tenido que correr para llegar a su lado ─. M-Mer...Merlin. Uh, Navier, contigo quería hablar.
─ Sí, claro, dime.
─ Cedric dijo que ayer por primera vez en toda su anciana vida te vio llorar, así que, ¿pasó algo grave?
─ ¡Cedric!
─ ¡Somos amigos! ¡Y él me obligó!
─ ¡¿Cómo te obligué?!
─ ¡Me dijiste "¿Qué pasó con Navier?"!
Las chicas entrecierran los ojos, negándose resignadas al ver a ese dúo de amigos. Aunque Navier de inmediato recordó lo que pasó en el tren, cuando sus emociones le ganaron, terminó llorando en los brazos de su mejor amigo.
─ Recordé a mi mamá, es todo. Nunca había visitado su tumba. Bueno, lo hice a los cinco años, pero no lo recuerdo bien.
Mentira, ella nunca lo había hecho.
No sabía dónde estaba enterrada su madre, y a palabras de sus abuelos (y elfos), Zahar Von Stein fue desterrada de su familia, y por ende, de la cripta familiar. Quizá esté en una fosa común, o algún amigo se apiadó y le dio un digno entierro.
─ Toma. ─dice Caelum, extendiendo una pequeña cajita.
─ ¿Qué es?
─ Tu regalo de Navidad. Cuando te busqué en el almuerzo ya no estabas.
Navier de inmediato abrió la caja y se encontró con un anillo. Ella era mucho de usar joyas, particularmente porque le obligaban a portarlas, pero con el tiempo le comenzó a gustar. Así que era un regalo que apreciaría.
─ Gracias. ─sonríe ella, y se gira para darle un gran abrazo a Caelum.
Después de unos segundos, le pareció raro lo que hizo. No era de dar mucho afecto. En estos días estaba siendo muy rara. No estaba controlándose bien.
─ Aprecia sus abrazos, amigo. Ella da uno cada mil años. ─señala Cedric mientras se ríe; sin embargo, vuelve a una expresión seria cuando Navier le lanza una de sus miradas.
─ Tengo que irme; les prometí a Harry y a Ron que los ayudaría con sus tareas antes de los entrenamientos.
─ ¿Estás dejando la fiesta y diversión solo para hacerme feliz?
Gryffindor había ganado el partido contra Ravenclaw, así que la sala común se había convertido en una fiesta organizada por los gemelos para celebrar aquel triunfo. Sin embargo, Harry Potter había preferido dejar todo para salir al campo con Navier y tratar de alegrarla.
Más ahora que les habían devuelto las Saetas de Fuego.
─ La verdad no sé por qué Hermione y tú están distanciadas... y no creo que sea por las escobas. Te vi muy estresada, Nav-Nav ─le respondió, mientras llegaban a la mitad del campo ─. Yo suelo volar cuando estoy así, así que espero que contigo también funcione.
─ ¿No es peligroso estar aquí por Sirius Black?
─ Tomé lecciones con el profesor Lupin. Y, como es el único profesor que nos ayudaría, le dije si podía venir al campo a justificar que estemos aquí y que no pase nada. Así que no tengas miedo.
Navier hizo una muequita de lado. La verdad es que sí había estado muy llena de problemas en estos días. Sus abuelos, en cada carta que le enviaban, le recordaban que no se juntara con Hermione Granger, su tío no le contestaba ningún escrito y las pesadillas se habían apoderado de sus sueños casi todas las noches. No era su mejor semestre, y menos cuando las noticias del escape de Sirius Black salen en los periódicos cada día.
─ No se volar.
─ Claro que lo sabes.
─ Sé lanzar quaffles a la cara de mi primo.
─ Por eso te voy a ayudar. ─se ofrece, tomando la Saeta de fuego con una mano, y con la otra, sujetando a Navier, para que así pueda subirse sin problemas a la escoba.
Remus Lupin se apoyó en las gradas, sin interrumpir a los chicos. De hecho, solo había venido porque Harry le contó que Navier estaba triste, y que quería alegrarla con un poco de deporte, para lo cual él debía supervisarlos solo por seguridad (o por si Snape decidía aparecer). Así que se limitó a apreciar el momento.
Incluso sonrió cuando vio que la expresión de Navier había cambiado de una seria a una genuinamente feliz. Apenas se elevó unos centímetros del suelo.
─ Lo demás lo sabes. Ahora... Esperame para volar los dos juntos. ─advirtió Harry, tomando su propia Saeta y comenzando a volar al lado de Navier.
Claro que la chica iba más lento por falta de experiencia, así que no era muy difícil alcanzarla. Aunque luego de un par de minutos, y la confianza aumentando en su organismo, comenzó a igualar a Harry Potter, tanto que estaban dando vueltas y vueltas por el campo, ambos con una sonrisa en el rostro.
─ ¿Te gusta?
─ Mucho. Creo que me presentaré al equipo. ─confiesa, aunque sabe que eso le ocasionará muchos problemas.
─ Oliver estará feliz de oír eso.
─ Mi abuela también ─soltó con burla, aunque eso Harry no lo notó ─. Es muy fácil volar con esta escoba, ¿no? Se siente más rápida y ligera que las otras.
─ Porque lo es.
─ Mejor no comienzo a hablar contigo de escobas o te pondrás molesto. Mejor atrápame.
Harry no tuvo tiempo de aceptar o no, porque en un abrir y cerrar de ojos, Navier había comenzado a volar por todo el campo, soltando risillas, disfrutando del viento golpeando su cara y la sensación de su cabello revoloteando. Ahora entendía bien por qué su amigo decía que se sentía tan bien cuando volaba.
─ ¡Te atraparé! ─gritó, estirando su mano porque no estaba muy lejos de ella.
─ ¡Jamás!
Antes de que Harry pueda atraparla, ella sujetó sus piernas a la escoba, dejándose caer, de tal manera que el azabache pasó de largo, frunciendo el ceño al no dar con ella. Lo cual ocasionó que Navier, desde su posición (colgaba boca abajo en su escoba), comenzara a burlarse de él, sacando la lengua y moviendo su cabeza de un lado al otro.
Remus no pudo evitar recordar a Zahar, su mejor amiga... porque ella había hecho los mismos gestos y movimientos que su hija cuando Sirius le enseñó a montar escoba.
Navier no estaba enojada con Hermione, pero tenía miedo de que Draco estuviese contando que son muy amigas. Incluso se la llevarían a otra escuela para mantener las apariencias de niña de familia Sangre Pura.
Esa es otra razón por la que ella odia a Sirius Black.
Si él no hubiera asesinado a su madre, tal vez hubiera tenido un mejor hogar donde crecer, lejos de sus abuelos y los absurdos prejuicios que tienen contra los mestizos o muggles.
Ella no lo perdonaría jamás.
Aquel hombre había venido tan de repente a su mente que apenas se había dado cuenta de que estaba rayando su trabajo de Aritmancia.
Otra razón para odiarlo.
Había declarado este día como el día de odiar a Sirius Black. Y así se la había pasado la siguiente hora de la madrugada. Estaba tan cansada que se había quedado dormida en la sala común, con la cabeza pegada en un libro.
Navier estaba dentro del agua. Podría asegurar que era un lago. Sentía cómo estaba temblando mientras intentaba nadar a la superficie, sus pulmones dolían y cada segundo que pasaba era una tortura.
Cuando estaba a la mitad del camino, paró en seco cuando vio a alguien frente a ella. Era un chico, no era tan viejo, tal vez no llegaba ni a los veinte años. Y le resultaba extraño, porque su rostro le parecía muy familiar, era como ver a una versión joven de Sirius Black...pero no era él. Ella había visto fotos de Sirius de joven, y estaba segura de que no era.
Aquel chico la vio y abrió sus ojos de par en par, como si le advirtiera algo. Incluso sintió miedo, pero no tanto por aquel que tiene al frente, sino porque cuando ella bajó la vista y vio cómo cerca de sus pies se encontraban inferis, aquellas criaturas querían atraparla.
Intento seguir nadando, cuando aquel chico colocó sus manos en los hombros de ella y la sacudió, como para que deje de estar asustada y le preste atención. Logrando escuchar claramente un: "Tú tienes que vi..."
Antes de que ella se entere de lo que estaba pasando, se despertó. Era otra pesadilla, otra vez con aquel chico.
Navier se frotó los ojos y frente a ella (muy cerca), vio a un hombre de aspecto tenebroso. Tenía una túnica muy rasgada y el cabello ondulado y largo. Vio su mirada reflejada por la luz de la luna, y entonces pensó que se trataba de una alucinación. Se frotó los ojos y cuando volvió a ver, él ya no estaba.
Se levantó del suelo para dirigirse a la cama (y con suerte, soñar con otra cosa). Sin embargo, no mucho después, escuchó un sonoro grito proveniente de la habitación de los chicos.
─ ¡A A A A A A A A A A A A A A G H! ¡N O O O O O O O O O O O O!
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