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ROUND [TWO]

La madre de Tom abrió los ojos desmesuradamente, su hijo sollozaba entre sus brazos, ¡pobre de su Tom! Tantos tragos amargos en tan poco tiempo, ¡apenas tenía quince años! Era un niño aún. Suspiró y continuó acariciando la cabeza de su crío, mientras reflexionaba en lo que acababa de suceder. Él se lo había dicho la noche anterior; había hablado de su enfermedad y que estaba desahuciado, ¡todo por culpa del alcohol! Sabía que su marido iba a morir, pero no se imaginó que fuera a suceder tan pronto. Tom suspiró y se apartó de su madre, limpiándose las lágrimas con los puños de su camiseta.

-¡Ese hijo de perra eligió morirse! – Murmuró mirando el cadáver de su padre.

-¡Thomas Hardy! – Gritó su madre - ¡Más respeto, por favor!

Tom guardó silencio y bajó los ojos ante la mirada de su madre, quién se dio le vuelta y caminó hasta el teléfono para hacer unas llamadas. Era necesario comunicarse con servicios funerarios para que se encargaran del cuerpo y...

-¿Qué vamos a hacer? – Preguntó Tom sujetándola de la mano – No tenemos dinero y dudo mucho que él también lo tuviera. ¿Cómo nos haremos cargo de su cuerpo?

-Tu padre tenía un seguro de gastos funerarios – Respondió su madre tapando la bocina del teléfono con su mano – Hable con él ayer por la noche y me dijo que todo estaba listo, ¡aunque no me imagine que sería tan pronto!

-Por eso vino, ¿no? – Le dijo el chico – No quería morir solo como debió suceder...

-No pudiste perdonarlo, ¿verdad mi cielo? – Preguntó su madre acariciando el rostro del chico – No debes guardar rencor en tu corazón, Tommy. A la larga te hará daño, te va envenenar y, si no haces nada para desechar ese veneno, te va a pasar lo mismo que a él – Finalizó señalando el cuerpo inerte de su marido.

-¿Lo hiciste tú? – Preguntó Tom - ¿Perdonaste?

Su madre asintió lentamente y le sonrió a su hijo. Pasó algunos años odiando a su marido, pero al final sabía que de nada serviría odiarlo. Después de todo le había regalado lo que más amaba en el mundo y a aquél que la hacía fuerte. Gracias a su marido tenía el motivo más grande para seguir con vida a pesar de todo; su Tommy.

Tom suspiró y se pasó las manos por la cara y el cabello, limpió su nariz con un trozo de papel y se sentó en una silla de la cocina mientras veía cómo su madre hacía montones de llamadas y revisaba algunos documentos que sacó de la mochila que su padre llevaba consigo. Se levantó de su asiento y revisó todas las carpetas llenas de documentos. Su padre también tenía un seguro de vida; no era mucho, pero al menos ayudaría a que su mamá recibiera un tratamiento médico. Unas horas después arribó la empresa funeraria y un forense. La causa de muerte había sido natural, pero le practicarían una autopsia y según le dijeron a su madre, el cuerpo estaría listo para el funeral en la noche del siguiente día.

Fue un funeral bastante triste y solitario. Además de Tom y su madre, sólo se presentaron unas diez personas más; casi todos conocidos de la señora Hardy. También estuvo el viejo Nick, y para sorpresa de Tom, Will Austin lo acompañó por un par de horas.

-Lo siento, viejo – Le dijo el chico – Yo sé lo doloroso que es perder a un padre. Perdí al mío hace unos tres años.

-Yo no lo veía desde hacía no sé cuantos – Murmuró Tom mirando el ataúd – Y la verdad es que no me duele.

-Supongo que no fue un buen padre – Comentó Will - ¡En fin! Mi sentido pésame y... si necesitas algo, te dejo mi tarjeta. Ahí podrás encontrarme.

Tom asintió y lo miró dedicándole media sonrisa de agradecimiento. Will dejó el cementerio, caminando a paso veloz y Tom se reunió con su madre, que se encontraba de pie junto a la tumba.

-Ya vámonos – Le dijo Tommy – Parece que lloverá y tú necesitas descansar un poco. Deja que la gente del cementerio se haga cargo del resto.

La madre del chico asintió y lo tomó del brazo, recargando su cabeza en el hombro de su hijo. Caminaron lentamente entre las tumbas, mientras que ella arrastraba los pies, pues súbitamente comenzó a sentirse demasiado cansada como para caminar más a prisa.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

Tom y su madre salieron apesadumbrados del consultorio médico. El chico temblaba de pies a cabeza, mirando los papeles de los estudios médicos que le habían realizado a la mujer, mientras que su madre intentaba mantenerse serena, a pesar de estar destrozada por la noticia. Lo inevitable se hacía presente, enturbiando aún más su vida, arrancando de tajo la tranquilidad que comenzaba a llenar el mundo de ambos.

-¡Seis meses! – Gritó Tom golpeando la pared del edificio dónde estaba el consultorio – Te han dado seis malditos meses de vida.

-¡Shhh! – Dijo su madre tratando de tranquilizarlo – Todo va a estar bien Tommy, no te preocupes. Dios sabe porque hace las cosas.

-¿Dios? – Preguntó el chico mirando a su madre - ¡Pues es un estúpido! Todo lo hace mal; ¡nada más nos da sufrimiento! ¿Hasta cuándo se va a detener? – Preguntó derramando lágrimas - ¡No es justo!

-¡No digas eso, pequeño! – Respondió su madre abrazándolo con fuerza – Te he dicho que no debes guardar rencor, aún eres muy joven como...

-Como para quedarme solo – Murmuró el chico - ¡Voy a quedarme solo! – Dijo derramando lágrimas de tristeza – No tengo a nadie, mamá. ¡Tú eres lo único que tengo! Y acaban de decirme que sólo estarás a mi lado por seis meses y después te vas a morir.

-Tommy, mírame – Respondió su madre sujetando su rostro – Voy a vivir siempre en tu corazón y en tus pensamientos. Voy a vivir a través de ti. Por eso debes ser fuerte, ¡yo sé que eres muy fuerte! – Exclamó la señora Hardy limpiando las lágrimas que corrían por las mejillas de su hijo.

-Pero los recuerdos no abrazan – Exclamó con tristeza – Los recuerdos no te dan palabras de aliento, los recuerdos no te apoyan... ¡los recuerdos no sirven de nada! – Susurró mirando a su madre y apartándose de golpe - ¡Ya mejor vámonos de aquí! - Dijo caminando para cruzar la calle – Estamos haciendo una escena y la gente nos mira como si fuésemos fenómenos de circo.

La madre de Tommy suspiró, ¡esas palabras le acababan de romper el corazón! Pero no podía culpar a su hijo por pensar de esa manera. Sabía que iba a quedarse solo y sin el apoyo de nadie, ¿a quién podía recurrir para pedirle que cuidara a su hijo en su ausencia? ¡No tenía a nadie más! Tommy era lo único que le quedaba y ella era el único familiar de Tom. Continúo andando, sintiéndose demasiado apesadumbrada como para iniciar una conversación con su hijo.

Tom caminaba a prisa, se había colocado la capucha de su sudadera sobre su cabeza y metió las manos en los bolsillos. Iba cabizbajo y triste; el médico les había dicho que de cualquier manera su madre debía tomar el tratamiento, para frenar un poco más la enfermedad y que esta avanzara más lento. Pero el tratamiento era caro y el dinero del seguro de su padre se agotaba. ¡No iba a dejar que su madre volviera a ese trabajo! Debía encontrar una nueva fuente de ingresos.

-¡Will Austin! – Dijo en voz baja y se detuvo, volviendo el rostro y mirando cómo su mamá apenas podía seguirle el paso - ¡Soy un bruto! – Se reprendió y regresó hasta su madre para tomarla de la mano y caminar lentamente junto a ella – Lo siento, no debí...

-No te preocupes, corazón – Respondió su mamá – Haces bien en externar tus sentimientos, nunca te guardes nada.

Continuaron caminando en silencio hasta la estación del metro. Abordaron su tren correspondiente y durante el trayecto hubo más silencio. Tom no sabía que decir y su mamá dormitaba y cabeceaba. La dejó que durmiera hasta que llegaron a su destino. La despertó con suavidad y juntos salieron de la estación. Siguieron caminando hasta llegar a su departamento. Tom preparó un poco de sopa de pollo y después de comerla, ayudó a su madre a meterse a la cama. El viaje la había agotado demasiado y pronto se quedó dormida.

Tom salió de su casa y caminó de prisa hasta el sitio donde Will vivía, no era un barrio muy elegante, sino todo lo contrario, pensó que su edificio era feo, pero se acababa de encontrar con unos en pésimo estado. Miró con cuidado los números y entró en el edificio que marcaba la tarjeta y subió las escaleras hasta el piso dónde se localizaba el departamento de su compañero. Llamó tres veces y Will abrió la puerta.

-¡Hardy! – Dijo tendiéndole la mano para saludarlo – Es una verdadera sorpresa verte por aquí, ¿qué necesitas, amigo? – Preguntó.

-Dijiste que si necesitaba algo te lo pidiera – Respondió Tom – Necesito trabajo y sé que tú tienes una vacante para mí, ¿no es así?

-¡Efectivamente! – Comentó Will – Pero pasa, no me gustaría que los vecinos se enteraran de nuestra charla.

Tom asintió y entró, seguido de Will, quién le indicó el camino que debía seguir. La decoración de la casa era muy diferente a la suya, estaba sucia y muy descuidada, ese no era un hogar. La basura se acumulaba en los rincones y había comida podrida por todas partes.

-¡Perdón por el desorden! – Dijo Will – Pero no tengo tiempo de limpiar.

-¿Vives solo? – Preguntó Tom - ¿No vives con tu familia?

-Mi madre no quiere verme y mi padre murió, ya lo sabes – Dijo encogiéndose de hombros – Vivo solo y no necesito de ellos. Pero dime, ¿por qué aceptas mi propuesta? – Le preguntó – Ya te habías negado una vez y me recitaste un rollo moral. ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

-Mamá está muy enferma – Suspiró Tom después de unos minutos de silencio - ¡Se va a morir! Los médicos le dieron poco tiempo de vida; pero si quiero que esté un rato más conmigo, necesita recibir un tratamiento, pero es muy costoso y yo no tengo dinero. Además de que no tengo a quién más recurrir. Will, ¿me ayudarás?

-Te comprendo, Tom ¡y lo siento mucho! – Respondió el joven – Aunque casi nunca hemos llegado a cruzar palabra, extrañamente te estimo y me agradas. No eres como el resto de todos esos hipócritas, no hay ningún tipo de careta en ti y eso inspira confianza, ¿sabes? A mi jefe le vas a caer muy bien si le muestras esa actitud tuya – Sonrió Will colocando su mano en el hombro de Tom – Iremos a verlo mañana después de la escuela, seguro que te da trabajo de inmediato, necesita personal – Exclamó y le guiñó el ojo.

Tommy asintió y después de un rato dejó la casa de Will para dirigirse a la suya. Su madre aún dormía cuando el regresó. Preparó la cena y comió algo, alistó una bandeja y entró en la habitación de su madre. La despertó poco a poco y le ofreció de comer, pero ella se negó rotundamente.

-El médico dijo que debías comer y que no tenías que saltarte ninguna comida – Dijo el chico con firmeza – Voy a madrugar para dejarte listo el desayuno y las colaciones que marcó en la dieta.

-Yo tengo que ir a trabajar – Exclamó su mamá bebiendo el té que Tom le preparó.

-¡No! – Respondió el joven – Tú ya no irás a ese maldito empleo. Lo dejarás.

-¡Pero...!

-Nada de peros, madre – Comentó su hijo – Mañana tengo una entrevista de trabajo, así que cruza los dedos para que me den el empleo. Voy a dejar también el trabajo del supermercado, tendré un mejor ingreso, espero – Suspiró mintiéndole a su mamá.

-¿Y la escuela?

-También iré a la escuela, mamá – Sonrió Tom – No te preocupes, es un empleo de medio tiempo.

-¿De qué se trata ese trabajo? ¡Quiero saberlo! – Preguntó la señora Hardy con algo de duda – Recién cumpliste dieciséis, ¿quién va a darle trabajo a un adolescente?

-Voy a ser asistente de un... ¡comerciante! – Mintió el joven – Va a ser sólo medio tiempo y me dará tiempo para asistir a la escuela, hacer mis tareas y cuidarte. Lo tengo todo planeado, hace un rato hablé con la persona que me recomendó y me dijo que no me preocupara, que tendría mi vida normal. ¡Tú tranquila!

La mujer sonrió y acarició el rostro de su hijo, ¡ese muchacho valía oro! Era su bendición, su mayor tesoro y lo que le inyectaba fuerzas para seguir hasta el final. No se iba a dar por vencida, tomaría ese tratamiento que ya había pensado rechazar. Todo por Tommy, su Tommy.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

Al día siguiente madrugó, preparó lo que le había dicho a su mamá y se fue a la escuela. No se concentró, su mente divagaba, pensando en muchas cosas. Se saltó un par de clases y dejó la escuela; iría en busca de Will ya que no lo vio por ningún lado. Nadie lo vio irse, salvo su profesor de Educación física, el señor Kwan quién suspiró y movió la cabeza. Ese muchacho no estaba bien, algo malo le estaba sucediendo.

Tommy corrió veloz, atravesó las calles sin dejar de correr hasta detenerse frente a la puerta del departamento de Will, llamó varias veces y no obtuvo respuesta. Se desespero, ¡quizá sí había ido a la escuela! ¿Y ahora? Seguramente si no lo veía le daría el empleo a otro; se maldijo por su desesperación y estuvo a punto de regresar al instituto, pero cuando bajó las escaleras rumbo a la salida, chocó con su compañero.

-¡Tom! – Exclamó Will - ¿Qué te trae por acá tan temprano? Pensé que nos veríamos después de clases.

-No me interesan por ahora – Dijo Tom – Tenemos deportes y ¡detesto a Kwan! Siempre se mete en lo que no le importa y me tiene harto pidiéndome que regrese al equipo de lucha grecorromana.

-Es verdad, el chino es un fastidio – Se carcajeó Will, ¿quieres cerveza?

Tom negó con la cabeza, jamás había bebido. Se juró a sí mismo nunca hacerlo, ¡detestaba a los borrachos! Si su madre lo viera ebrio se moriría de la tristeza y no quería causarle pesares a la mujer. Will caminó hacia la salida y le dijo que subieran al auto, lo llevaría con su jefe. un tipo llamado Dash, Dash Tanner. Will condujo mientras ponía música.

https://youtu.be/4lUN-e0nie0

-¿Te gusta el rap, Tommy? – Le preguntó su amigo.

-No – Respondió secamente.

-¡Pues ahora te aguantas! Porque a mí me encanta – Exclamó – Y a Dash también.

-Prefiero el black metal – Murmuró Tommy mirando su camiseta con el logo de Venom.

-¡Eres un satánico! ¿Sabías? – Se burló Will – Yo no sé como tu madre aguanta tu escándalo.

-Le da igual – Dijo encogiéndose de hombros y cerrando la boca para ya no decir nada más.

Will lo miró y también se encogió de hombros. Continuó conduciendo mientras recitaba las rimas de las canciones que se reproducían en el estéreo de su auto. Tommy hizo caso omiso de todo, ¡no le gustaba el rap! Tampoco le gustaba el pop y se había metido mucho en el metal, cuando un "amigo" de su papá había dejado olvidadas sus cintas en la casa el día que se habían ido a emborrachar. Al menos de ahí había aprendido algo bueno según él.

Llegaron a unas bodegas en las que se guardaban productos, muebles y diversos artículos. La gente rentaba esos locales y metía su basura. Algunos pagaban el alquiler, y los que no lo hacían, perdían sus pertenencias y estas eran subastadas. Se veía que era un buen negocio. Tom y Will caminaron rumbo a las oficinas administrativas; Austin saludaba a todo el mundo, mientras que Tommy llevaba las manos metidas en el pantalón y miraba para todos lados.

-¡No mires como si estuvieras en el zoo! – Lo regañó Will – Camina normal y tranquilo, ¿vale?

Tom asintió y continuaron andando, hasta que entraron a una oficina vacía, Will llamó varias veces haciendo uso de un timbre que estaba en la pared. Le indicó a Tommy que se sentara y él se acercó a una máquina expendedora de bocadillos. Metió las monedas y un par de sándwiches cayeron por la bandeja. Le ofreció uno a Tom, quién comenzó a comer con ganas. Un largo rato después apareció un hombre afroamericano, muy corpulento y alto, les hizo varias señas y los jóvenes lo siguieron por un largo pasillo hasta detenerse frente a una oficina.

-El jefe los espera – Dijo y se retiró.

Entraron a la oficina y frente a ellos se encontraba un hombre de expresión amable y cabello largo que se rizaba naturalmente en las puntas. Vestía de manera clásica, una chaqueta de piel en color café, jeans y botas de motociclista. Como seña particular, llevaba un parche en el ojo izquierdo.

-¡Hola Dash! – Sonrió Will – Él es Tom, el chico del que te hablé.

-Estás muy flaco – Le dijo Dash – Y tienes más pinta de modelo que de dealer... ¡Me agradas! Eres guapo – Exclamó caminando en círculos alrededor de Tom y observándolo a detalle.

-¿Me va a dar el trabajo o no? – Preguntó Tom.

-¡Por supuesto, muñeco! – Dijo Dash golpeando la mejilla del chico – Ayudarás a Will, él conoce muy bien su zona y te adiestrará. Si veo que eres un buen elemento, te ascenderé, de lo contrario... ¡Bueno! Ya sabes, no me servirás para nada.

-Sí, señor ¡cómo usted diga! – Susurró Tom esbozando una sonrisa.

-Una cosa, Hardy – Exclamó Dash – Si estás aquí es por Will, si no haces bien las cosas, el pobrecito va a pagar por tu ineptitud, así que, ¡no le vayas a fallar a tu amigo! – Murmuró mirándolo fijamente a los ojos.

Tom le sostuvo la mirada y durante ese instante no parpadeó, tampoco se sintió amedrentado por el hombre, ni sintió miedo, ni nada. Dash se apartó y sonrió, tomando una bolsa que le entregó a Will.

-Esta es la cuota de la semana, tienes bastante trabajo, así que ¡largo! – Exclamó – Después nos arreglaremos con la paga de tu amigo.

Will tomó la bolsa y salió de la oficina seguido de Tom. Caminaron rápidamente y sin detenerse hasta subir al auto. De nuevo, se hizo silencio, pero esta vez no hubo rap, ni nada de nada.

-¡Vamos a trabajar, Tommy! – Dijo Will cuando llegaron al sitio en el que vivía – Me ayudarás a pesar y armar los paquetes, ¡ya después te indicaré cómo repartirlos!

-De acuerdo – Respondió Tom mientras bajaban del auto para entrar al edificio y subir las escaleras rumbo al departamento de Will.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

¡Ay, ay, ay! Tom acaba de entrar a un terreno peligroso, pero hace lo que muchos; la necesidad tiene cara de hereje, dicen por ahí. Entonces él necesita conseguir dinero de forma rápida y, en este caso, no tan sencilla. ¿Qué les pareció este capítulo? ¡Déjenme sus comentarios! Son bienvenidos. Gracias.

#MaryCruz    

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