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ROUND [FORTY TWO]

Tom se relajó, dispuesto a responder a los reporteros que lo rodearon y le lanzaron una lluvia de preguntas. La mayoría lo cuestionaban respecto a lo que opinaba sobre Ron Engström y la pelea que acababan de tener hacía un rato. El chico no dijo mucho, sus respuestas fueron escuetas y muy breves. Centrándose únicamente en cómo se sentía y su opinión sobre su propio desempeño en la jaula; sobre Ron no quiso dar detalles, no le convenía hablar mal del hombre. En cuestión de Ronnie, tenía que andar con pies de plomo.

-¡A un lado, a un lado! – Intervino Gustaf Engström – El muchacho ya no responderá más preguntas – Comentó el hombre – Pero no se preocupen, pronto dará una conferencia de prensa y todos estarán invitados. Por ahora, déjenlo descansar.

Se escucharon algunos murmullos de desaprobación y una que otra pregunta lanzada a grito abierto por parte de un par de personas que no estaban conformes con lo que había dicho el hombre. Tom suspiró aliviado ante la intervención de su manager, Gustaf empujó a Hardy para llevarlo hasta el vestidor. Tony, Claire y sus amigos los seguían de cerca y entraron en los vestidores, cerrando la puerta con seguro.

-¿Cómo está Ron? – preguntó Tom al momento que se dejaba caer sobre una silla.

-Él está bien – respondió el Diablo – Sólo perdió el conocimiento, Gina está con él ahora.

-¿Qué va a pasar con Ronald? – intervino Tony – Tengo miedo por Claire, ¿harás algo al respecto, Gustaf? – preguntó mirando fijamente al sueco.

-En cuanto recobre el conocimiento lo llevaremos a Suecia – exclamó el Diablo – Ahí ingresará en una clínica de rehabilitación. Queremos ayudarlo, queremos que salga de toda esta mierda. – dijo el hombre con lágrimas en los ojos - ¡He sido un mal padre! Si tan sólo hubiera prestado atención... - dijo pero ya no pudo continuar.

-El hubiera no existe, Gustaf. – exclamó Tom – Pero quizá estén a tiempo de ayudar a Ronald y que ya no vuelva a meterse en problemas.

-Les prometo que no volverá a hacerles daño. – dijo Gustaf limpiándose las lágrimas del rostro y abrazando con fuerza a Tom – Esta linda muchacha y tú merecen ser felices. – añadió – Ahora debo dejarlos, tengo que ver qué sucede con Ronald. – exclamó abriendo la puerta – Buscaré una fecha adecuada para la conferencia de prensa y los llamaré para darles los detalles. Por ahora descansen y ¡aléjense de los reporteros! – terminó y salió de ahí.

-Gustaf tiene razón – dijo Tony – Debemos ir a casa y tomar un descanso – exclamó y miró fijamente a Tom – Claire y tú deberían pasar unos días lejos de todo esto, al menos un par de días antes de comenzar de nuevo con el entrenamiento. Recuerda que tenemos ese combate pendiente con Koba.

Tom asintió y abrazó con fuerza a Tony para despedirse. Se acercó también a Hannah y después tomó de la mano a Claire para abandonar el lugar junto a Timmy y Sandy. Tuvieron que salir corriendo de ahí, pues un montón de reporteros y seguidores de Tom los esperaban a la salida. Como pudieron lograron subir al auto, Timmy se puso al volante y condujo a toda velocidad para dejar atrás a aquella 'horda asesina'.

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Ron abrió los ojos y contempló el rostro callado de su padre. Su cuerpo le dolía y no podía moverse. ¡Ese Hardy le había dado una buena paliza! Pero existía una duda, ¿quién había ganado la pelea? Intentó incorporarse pero su espalda se acalambró y sólo logró lanzar un sonoro quejido.

-¿Cómo te sientes? – preguntó Gina sentándose a su lado – No fue una pelea fácil, pero sé que diste lo mejor de ti.

-¿Qué es lo que estás diciendo, Georgina? – exclamó Ron en un susurro - ¿Perdí la pelea? – preguntó y el rostro de su hermana se lo dijo todo.

Hardy lo había vuelto a poner en ridículo frente al mundo. Seguramente ahora era el hazmerreír de las redes sociales. Ya imagina los ridículos memes y los videos por todo el ciberespacio. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía ganarle a ese gorila? ¡No podía ser mejor que él! Ronald Engström había entrenado desde niño, se había codeado con los mejores y había intentado aprender de ellos. Thomas Hardy era sólo un aficionado, ¡no se comparaba con él!

-¡Ese maldito! – dijo entre dientes - ¿Dónde está? ¿Dónde está Hardy? – preguntó y con dificultad se incorporó – Esto no puede quedarse así, ¡iré a darle una paliza!

-¡Tú no irás a ninguna parte! – intervino Gustaf – Vas a vestirte y después iremos al aeropuerto.

-¡Yo no me voy a ir de aquí hasta darle su merecido a ese gorila! – gritó Ronald llorando de rabia - ¡Yo soy mejor que él! – dijo y se llevó las manos al rostro.

-No estabas en condiciones para pelear – dijo su padre – Has descuidado mucho tu entrenamiento y prefieres llenarte de todas esas porquerías, ¡eso no es bueno para ti!

-¿Qué sabes tú de lo que es bueno o malo para mí? – exclamó Ron entre dientes - ¡No sabes nada! No quiero escuchar tus sermones. – dijo y llamó a gritos a su hermana - ¡Gina, Gina! Sácame de aquí, no quiero ver a este maldito viejo.

-Papá va a ayudarte, ¡todos vamos a hacerlo! – respondió Georgina – Estás mal, Ronnie. – dijo la mujer – Te llevaremos a Suecia y ahí van a desintoxicarte, estarás bien en unos meses y todo volverá a ser como antes.

-¡No iré! – dijo Ron - ¡No pueden obligarme! – gritó apretando con fuerza el cuello de Gina.

-¡Basta! – gritó el Diablo golpeando a Ron para que soltara a su hermana e hizo una seña a un par de enfermeros.

Gustaf sujetó firmemente a su hijo y lo inmovilizó, los enfermeros se acercaron y le aplicaron un sedante. En instantes, Ron cerró los ojos y se tranquilizó. Su padre y su hermana siguieron a los enfermeros que lo transportaban a una camilla. Irían al aeropuerto y lo llevarían a Suecia, ¡era lo mejor! Ron debía tener una nueva oportunidad.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

El canto de los pájaros inundó los oídos de Hardy, quién abrió lentamente los ojos. Paseó su mirada por toda la estancia, que de momento le pareció desconocida. Se incorporó a medias en la cama y fue cuando cayó en la cuenta que no estaba en casa, sino en la casa de campo del papá de Timmy. Estiró los brazos y volteó hacia su derecha, Claire dormía plácidamente y con una suave sonrisa en su rostro, Thomas se inclinó y besó las mejillas sonrosadas de la joven.

-¿Ya amaneció? – Murmuró la joven acurrucándose bajo las sábanas - ¡Duerme un poco más, Tommy! – Gimió – Estás aquí para que descanses, te relajes y te olvides de todo por un rato.

-¡Lo sé, lo sé! – Exclamó Hardy – Pero él día está perfecto y me gustaría que saliéramos a dar un paseo después de desayunar – Murmuró para después besar los labios de su novia.

-¡Esa es una buena idea! – Gritó Claire sentándose sobre la cama y revelando su desnudez - ¿Te parece bien si primero tomamos un baño?

Tom sonrió, mirando extasiado el cuerpo de la joven, se levantó de la cama y la tomó de la mano para ayudarla a incorporarse y entrar juntos en el cuarto de baño. Él levantó los brazos para bostezar con sonoridad, Claire suspiró al contemplar su cuerpo desnudo y perfecto, lo recorrió con la mirada, deteniéndose un poco sobre los tatuajes que cubrían su piel. Nunca se cansaría de admirar la solidez de sus músculos, su piel blanca, aunque un poco bronceada y brillante, el vello de su cuerpo y de su rostro, esos radiantes ojos que la miraban con tanta ternura. Tom se dio cuenta de que era observado a conciencia por la mujer y esbozó una sonrisa traviesa.

Claire se ruborizó al verse descubierta y se dio la vuelta para abrir los grifos y dejar correr el agua de la ducha. Esta estaba tibia y deliciosa, así que se colocó debajo de la regadera para mojar su cuerpo. Tom se aproximó a ella y la tomó de la cintura, besando su cuello y sus hombros. La chica tiritó al sentirlo tan imponente detrás de ella, mientras que una ola de placer la inundaba. Thomas sonrió al darse cuenta de que Claire había comenzado a excitarse. Sus manos le acariciaron el vientre y su boca comenzó a juguetear son el lóbulo de su oreja.

-¡Ah, ah, ah! – Exclamó Claire sin saber qué más decir.

Esos suaves sonidos lograron que el deseo en Hardy se disparara más allá de sus límites. Sólo con Claire le pasaba eso, bastaba con verla para que su pulso se acelerara. Lentamente sus manos anchas descendieron por la suave piel de la joven para rozar delicadamente su monte de Venus. Claire pegó un pequeño salto y Tom soltó una carcajada, separándose de ella para tomar la botella de jabón líquido y vaciarla sobre una esponja. Comenzó a frotar la piel de su mujer y llenarla de espuma perfumada. Tom se inclinó un poco y atrapó la boca de Claire con la suya para besarla con ardor mientras que continuaba lavando su cuerpo.

Ese beso la dejó sin aliento y más excitada de lo que ya estaba. Aunque Claire también deseaba tocarlo, así que le arrebató de las manos la esponja, llenándola de nuevo con jabón y frotarla sobre el cuerpo de Tom, que inmediatamente reaccionó ante su tacto abrazándola con fuerza de la cintura para besarla nuevamente. Clare entreabrió los labios y la lengua de Tom entró en su boca, jugueteando, enredándose en su lengua y saboreándola. La boca masculina succionaba los labios de la mujer y después los mordió delicadamente haciéndola gemir de gozo. Las manos de Claire se deslizaron por su ancha espalda hasta su trasero, el cual recorrió con las yemas de sus dedos dibujando círculos.

-Creo que te ha crecido el culo, mi amor – sonrió Claire con picardía y sin dejar de tocar su trasero – ¡Bendito sea Tony y sus entrenamientos! – Murmuró dándole una nalgada.

Tom se echó a reír con ganas, seguido de Claire, quién se pegó aún más al cuerpo del hombre, frotando sus senos contra su pecho. Hardy dejó de reír y soltó un gruñido, inclinándose rápidamente para pasar su lengua por los senos de su novia, quién suspiró echando la cabeza hacia atrás. La lengua de Tom trazaba suaves círculos sobre sus pechos, entretanto, sus manos los estrujaban delicadamente.

Claire gimió y, lentamente se puso de espaldas a Tom para cerrar las llaves del agua. Hardy la tomó de las manos, levantándole los brazos y colocándole las palmas sobre la pared de la ducha, manteniéndose detrás de ella, recargando parte de su cuerpo en la espalda de la chica, quién experimentó el roce de la incipiente barba de Tom sobre sus hombros y su lengua en el cuello. Una de las manos de Hardy acariciaba el trasero y los muslos de la chica y la otra se deleitaba con uno de sus senos. Claire sólo tenía la boca abierta para lanzar gemidos, cerró los ojos para seguir disfrutando del placer que su novio le estaba entregando.

Ella comenzó a frotar su trasero en la gran erección masculina y Tom se unió a ella en cuanto a gemidos. Claire volvió el rostro y se besaron de nuevo, está vez más despacio y de manera delicada, complaciendo a sus sentidos y entregándose por completo. La mujer se dio la vuelta y lo abrazó para comenzar a besar su cuello e ir en descenso por su amplio pecho y abdomen firme, deteniéndote frente a su erguida hombría. Tom la miró con una sonrisa y Claire levantó la vista, clavando sus ojos en los de él, posteriormente, ella depositó un suave beso en la punta de su miembro, lo lamió por completo y lo introdujo en su boca para comenzar a mover su cabeza. Tommy gimió sonoramente al sentir los dientes le la chica paseándose por su pene. Las manos femeninas se posaron sobre su trasero enterrándole las uñas. Un nuevo gemido salió de su boca mientras que él le sostuvo el cabello mojado y lo llenaba de caricias. Claire continuó brindándole placer con su boca, lamiéndolo y chupando durante un buen rato, mientras gozaba al escuchar sus gruñidos y gemidos roncos que se escapaban de sus labios entreabiertos.

Tom la miró a los ojos y Claire se retiró lentamente, incorporándose con su ayuda, él de inmediato se abalanzó sobre ella para besarla, enredando su lengua en la de su mujer, la sujetó por las nalgas, mientras sus pezones le rozaban el tórax. Hardy fue empujándola lentamente y, antes de llegar a la pared contraria del cuarto de baño, la hizo darse la vuelta, quedando de espaldas a él. Claire volvió a apoyarse contra el frío mosaico, moviendo su trasero de forma sugestiva. Ella gritó cuando Tom le dio un par de nalgadas y chilló excitada cuando sus dedos expertos exploraron los pliegues de su feminidad al tiempo que su cuello era llenado con besos y chupetones. Los labios de Tom descendieron, trazando un camino de besos y quedando de rodillas frente al trasero de Claire, la tomó de las nalgas y las estrujó con fuerza. Ella se quejó, pero eso no impidió que él siguiera apretándolas a placer, de pronto, un nuevo grito salió de la boca de la chica al sentir cómo su lengua recorría su sexo húmedo, lo succionaba y lamía.

Claire creyó que iba a desfallecer, ¡la boca de Tom era maravillosa! Su contacto sobre su piel sensible le provocaba pequeños estremecimientos y ella movías sus caderas de manera instintiva, retorciéndose y jadeando cada vez que sus dientes daban pequeños mordiscos a sus labios vaginales.

-¡Ay! – gimió Claire sin dejar de balancear las caderas - ¡Esto es la gloria!

-Si así sabe la gloria – Respondió Tom – De ahora en adelante no quiero comer ninguna otra cosa – Murmuró en un ronco jadeo.

Tom continuó otorgándole a Claire ese maravilloso éxtasis a través de su boca, sólo hubo suspiros y frases ininteligibles de parte de ella. ¡Definitivamente estaba en la gloria! Y no tenía ganas de que esos breves días de descanso se terminaran. Después, Claire ya no pudo pensar, pues fue presa de un orgasmo magnánimo que la hizo temblar de los pies a la cabeza. Lentamente, la mujer se dio la vuelta para quedar frente a Tom y echarle los brazos al cuello. Él la abrazó con amor, besándola con delicadeza y recreando su tacto con la silueta de su cuerpo.

-Conozco de memoria cada rincón de tu cuerpo – Sonrió Tom – Tu silueta, tus gestos, tus puntos sensibles ocupan un sitio especial en mi cabeza – Continuó sin dejar de acariciarla - Por eso te toco con sentimiento, con firmeza y con frenesí.

-¿Sabes algo? – Preguntó Claire suspirando – Antes de conocerte, nunca me hubiera podido imaginar que existieran personas tan interesantes como tú – Murmuró acariciando con suavidad el pecho de Tom – Pero te conocí y cada día que pasábamos juntos me sorprendías y a pesar de todos estos años, voy descubriendo a un hombre maravilloso e increíble al que no quiero dejar de conocer.

Tom sonrió feliz, la apretó contra su cuerpo y atrapó la boca femenina con la suya, besándola con urgencia, deseo y amor. Claire le correspondió, echándole los brazos al cuello, apretándose más contra él, queriéndose fusionar en Tom y ser uno sólo. Él la sujetó por la cintura, mientras ella levantaba la pierna para rodear su cadera y sin dejar de besarla, Tom la penetró con una fuerte estocada, entrando en ella hasta el fondo. Ambos gimieron y sus cuerpos se acoplaron para comenzar la danza del amor, al principio con un cadencioso vaivén de caderas, mezclado con besos y caricias. Poco a poco sus movimientos se tornaron más agresivos y acelerados. Claire se aferró a Tom, clavando las uñas en su espalda, dejando marcas en su piel. El hombre sólo gruñó pero continuó con su balanceo, entrando y saliendo de Claire con vigor. Había magia en su acto sexual, él lo sabía y ella también, Así había sido siempre, desde la primera vez. Ambos se dejaron envolver por ese hechizo, colapsando y cayendo con un grito dentro del vórtice de su pasión.

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Ron no estaba conforme con su "cautiverio", detestaba esa clínica, pero lo que más detestaba eran las visitas constantes de todos los miembros de su extensa familia sueca. ¡Estar encerrado ahí era una tortura! Especialmente porque su madre, la sobreprotectora madre abnegada y modelo se empeñaba en visitarlo a diario, le llevaba golosinas y regalos. ¡Él no era un crío! Pero parecía que Georgina Engström (madre), se empeñaba en verlo como un niño indefenso, necesitado de amor y cuidados.

-¿No crees que ya estoy lo suficientemente grande? – Bufó molesto al mirar la caja que contenía varias Chokladboll, o bolas de chocolate, un típico postre sueco - ¡No me voy a tragar esas porquerías! – Rugió, mientras su madre cerraba los ojos.

-Pero, sötnos – Murmuró la mujer acariciando el rostro afeitado de su hijo – El terapeuta dijo que estaba bien que comieras alguna golosina de vez en cuando.

-¡Pues yo no las quiero! – Gritó golpeando la caja que cayó derramando su contenido al piso - ¡Yo quiero salir de este maldito lugar! ¡ES UN INFIERNO!

La puerta de su habitación se abrió con violencia. La presencia de su padre era imponente y poderosa, pero lo era aún más la dura mirada que le dedicó a su hijo. Contempló a la mujer que estaba de rodillas en el piso, levantando las bolas de chocolate, mientras sollozaba y derramaba lágrimas.

-¿No tienes ni un ápice de pena por tu madre? – Preguntó el hombre sujetando a Ronnie por los hombros - ¡Sal de aquí, mujer! – Murmuró ayudándola a levantarse – Este niño tuyo no merece tus lágrimas.

La madre de Ron suspiró y salió lentamente de la alcoba. Gustaf se sentó en la cama y se pasó la mano por el cabello, en un vano intento por controlarse.

-Tú sólo quieres colmar nuestra paciencia para que te saquemos de aquí, ¿verdad? – Exclamó el hombre - ¡Pero no va a ser así! Esta vez no, Ronnie – Dijo poniéndose de nuevo de pie – Ahora vas a hacer lo que tu madre quiere, ¡ella ya hizo tu voluntad durante varios años! Es justo que le devuelvas el favor. ¿Estás escuchándome? – Preguntó con fuerza a su hijo.

-Te escucho, Gustaf – Exclamó Ron metiendo el dedo al oído – No es necesario que me grites. ¿Ella quiere que esté aquí? – Preguntó dándose la vuelta para quedar frente a su padre.

-Sí, también tu hermana, tus hermanos pequeños – Suspiró – Quienes, por cierto, han venido a verte. Así que quiero que te calmes y no los asustes – Dijo el señor Engström – Voy a dejarlos entrar y pasarán un rato contigo. ¡Por favor! No les vayas a despreciar sus presentes.

-De acuerdo – Murmuró Ronald relajando los brazos – Diles a los niños que entren.

Gustaf asintió y salió de la habitación. Ron esperó por unos momentos la entrada de sus hermanos menores. La puerta se abrió de golpe y las caritas sonrientes de los niños y de los adolescentes irradiaron luz al verlo y se abalanzaron a sus brazos. Ron los recibió con una sonrisa sincera. De toda su familia, a los que no detestaba eran esos niños. Ellos no tenían la culpa de nada. Charló y jugó un buen rato con ellos, hasta que llegó la hora de despedirse. Ronald se sintió triste al verlos partir y cuando la puerta se cerró, la estancia volvió a estar de nuevo envuelta en oscuridad.

Ronald se recostó en su cama, mientras jugaba con los pequeños, se le ocurrió una idea para salir de ahí en un dos por tres. Fingiría que había cambiado y haría todo lo que le dijeran ahí dentro. ¡Sería hasta capaz de llevarse bien con el Diablo! Tendría que hacerles ver que era diferente, un hombre nuevo que aprendió la dura lección de la vida y, una vez que estuviera fuera de esa horrible clínica, regresaría a los Estados Unidos para que Hardy y Claire se las pagaran de una vez por todas.

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¡Ron no va a cambiar! Dicen por ahí que árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza. ¿Ustedes creen que pueda llevar a cabo su venganza? Nos acercamos más al final de esta historia. ¿Qué les pareció este round? Déjenme sus comentarios y opiniones. ¡Hasta el siguiente capítulo!
#MaryCruz

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