14: But It's Over.
—Entonces, ahora que finalmente estamos solas... Dime, mi querida futura esposa, ¿solo quieres robarme mi diamante o había algo más que querías?
—¿Eh? ¿De qué estás hablando? —respondió Sana nerviosa.
JiHyo simplemente puso los ojos en blanco ante el inútil intento de la mujer de actuar como si no se diera cuenta. Era demasiado tarde para todo eso, el día de los inocentes había terminado, las mentiras descaradas se estaban volviendo evidentes para cualquiera que abriera los ojos. JiHyo había mirado detrás de la cortina y ahora el escenario de Sana estaba ardiendo a su alrededor, su espectáculo de magia finalmente estaba llegando a su inevitable final.
—Sana, no me insultes haciéndote la tonta. Sé que eres una ladrona o una estafadora o lo que sea, sé tú verdadero nombre, sé que tu padre no es un rico inversor, sé que has engañado a la gente en el pasado —dijo JiHyo con calma mientras sacaba el raro diamante de un cajón en la cómoda del pasillo. —Y sé que esto es lo que buscas, lo he sabido desde siempre.
—¿Lo sabe?
—¿Quién? Ah, ¿te refieres a mi querido y viejo padre? No, ese cabrón despistado no sabe nada. ¿Crees que te ofrecería mi mano en matrimonio si lo supiera? —respondió JiHyo riéndose—. Sabes, después de tantos años rodeado de hombres de negocios sórdidos, pensarías que es mejor para detectar a un mentiroso, pero supongo que cuando hay suficiente dinero involucrado, la gente puede volverse completamente ciega a su entorno.
—Yo... ¿Por qué... Por qué no se lo has dicho? —cuestionó Sana. En el momento en que hizo la pregunta, vio que la fachada fuerte y tranquila de JiHyo se desvanecía un poco, una mirada de incertidumbre y nerviosismo de repente apareció en sus ojos.
—Bueno... puede que suene loco, pero no le dije porque quiero quedarme contigo. Quiero irme de aquí y quiero ver el preciado imperio que él construyó derrumbarse y arder. Yo solo... quiero ser libre. Y por loco que suene... me estoy enamorando de ti, aunque no tenga sentido, lo estoy. Contigo me siento libre y daría lo que fuera para que ese sentimiento continúe —dijo JiHyo, su voz un poco más desesperada que antes.
Esperaba encontrar compasión en los ojos de Sana, tal vez incluso amor, pero en cambio encontró una mirada de superioridad y burla, la misma que su padre le había dado tantas veces antes. Le había devuelto a Sana la ventaja al admitir tontamente sus sentimientos y ahora veía el rechazo dirigiéndose hacia ella como un tren a toda velocidad listo para atropellarla.
—Bueno, eso es una lástima, cariño, porque no me quedaré, y Dios sabe que no te llevaré conmigo —respondió Sana con una sonrisa de suficiencia, antes de casi susurrar: —No puedo.
—Claro que puedes. Puedo ayudarte, haré lo que sea. Me casaré contigo y te daré PWH, te daré toda mi fortuna, te daré mucho más de lo que vale esta estúpida piedra, pero no me dejes aquí en esta prisión. —La heredera suplicó desesperadamente.
—Escucha Hyo, entiendo que te has imaginado alguna fantasía sobre cómo sería esto, pero no estoy buscando un compañero para el crimen. Verás, no estoy buscando una Bonnie para mi Clyde, trabajo muy bien como solista. Así que entrégame ese diamante y me iré.
—¿Es eso realmente lo que quieres? ¿Solo tomar el diamante e irte? ¿De verdad soy tan insignificante para ti? —dijo JiHyo con incredulidad, una lágrima rodando por su mejilla. No podía creerlo. Aquí estaba ella ofreciéndole a Sana la vida por la que millones de otras personas matarían, una vida con todo el dinero que la mujer pudiera soñar, y sin embargo, ¿no estaba ni un poquito interesada? ¿Acaso Sana realmente la detestaba tanto que ni siquiera lo consideraba?
—Sí, lo eres, eres así de insignificante—, dijo Sana, intentando sonar lo mejor posible convincente. —Para mí, eres solo otro nombre en una lista de objetivos. Esto puede haber sido real para ti, pero para mí fue solo otro trabajo, y ahora lo estoy terminando. Ahora, estaba planeando quitártelo en un momento en el que no te darías cuenta de que te lo habían robado hasta mucho después, así que me disculpo porque esta despedida es un poco más dura de lo que pretendía, pero aun así me iré con ese collar, JiHyo. Entrégamelo.
—Puedes quedártelo, si me traes a mí también—. JiHyo lo intentó una vez más. —Por favor, te lo prometo. Te lo daré... solo llévame contigo.
—Mira, cariño, no soy alguien con quien quieras pasar el resto de tu vida —insistió Sana.
—Bueno, no soy alguien a quien quieras decirle que no —dijo JiHyo antes de sacar su arma del tocador del que había sacado el collar, y apuntarle directamente a Sana.
—Oh, eso es lindo. ¿De verdad crees que creeré que me dispararás? —dijo Sana riéndose—. Vamos, nena, suelta el arma.
—No —respondió JiHyo con frialdad antes de dispararle a una lámpara de cristal montada en la pared justo a la derecha de la cabeza de Sana, sorprendiendo claramente a la otra mujer con su disparo preciso—. La soltaré cuando aceptes llevarme contigo.
Estaba segura de que finalmente había acorralado a Sana sin posibilidad de escapar cuando la chica la sorprendió dejándose caer de repente y deslizándose hacia adelante en el suelo, tirándola al suelo antes de patear sin esfuerzo el arma de su mano y luego golpear su cabeza con fuerza contra la pared varias veces hasta que comenzó a desmayarse.
—Lamento que haya tenido que llegar a esto—, dijo Sana en un tono más suave mientras tomaba el collar de la mano flácida de JiHyo antes de besar suavemente su frente y susurrar; —Adiós, preciosa.
—Te encontraré... — susurró JiHyo, apenas escuchando la puerta cerrarse detrás de Sana antes de perder el conocimiento por completo.
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