Su
Sé que ese día se despertó de la siesta que tomó después de ducharse y se encontró totalmente solo.
Es muy probable que haya mirado hacia todos lados buscándome, solo para darse cuenta de que yo no estaba por ningún lado. Quizá se sintió muy triste y solitario, sin embargo no tenía las energías suficientes como para hacer algo más, así que simplemente se quedó en su camilla en silencio.
Lo supe porque cuando volví, él estaba recostado jugando con sus dedos y tenía una expresión de soledad tatuada en el rostro, pero cuando me vio, todo aquello pareció disiparse y acabó por pintar una suave sonrisa en sus labios.
— ¿Qué traes entre manos? —preguntó en um susurro al ver que no podía esconder la emoción de mi rostro mientras lo miraba.
Quería decirle tantas cosas al mismo tiempo, que tarde en formular las palabras adecuadas para darle lo que yo consideraba una gran noticia. Así que me mantuve el silencio todo el tiempo, hasta que llegué a la camilla, me senté, envolví sus manos con las mías y lo miré con toda la emoción que estaba conteniendo.
— ¡Nos vamos a ver las tortugas! —grité como un niño pequeño al que se le había otorgado un juguete nuevo.
Estaba desbordando alegría y aunque no esperaba una reacción enérgica de parte del delgado, definitivamente no esperé que su respuesta fuera una mirada profunda que solo contenía calma mezclada con sorpresa.
— Wonho, no puedes bromear con eso. —replicó casi con molestia para finalmente apartar su mirada de mi rostro, como si le dolería verme después de haber soltado lo que él consideraba una broma muy cruel.
Lo que Hyungwon no sabía es que había pasado horas tras horas suplicando a quien tuviera que hacerlo, para que me otorgaran la oportunidad que él siempre deseó. Hablé con su doctor, con las enfermeras, con muchas personas más de la cuales ni siquiera reconocía su rango, pero todos hablaban entre sí como si fuera un comité o una votación.
Todos se negaban al inicio sin siquiera pensarlo, luego al verme suplicar intentaban explicar sus razones de por qué estaban en desacuerdo conmigo, y al final cuando mis súplicas eran más tercas que las anteriores, simplemente pedían la opinión de alguien más, repitiendo un ciclo que duró durante varias horas, en el cual obtenía las mismas respuestas y ningún resultado. Pero al final, me encontré con el doctor que había estado a su lado por mucho tiempo y fue él quien finalmente cedió, quizá por ver mis lágrimas rodar mientras les recordaba el delicado estado de Hyungwon y lo feliz que lo haría cumplir su mayor deseo, y así finalmente obtuve una aprobación firmada para una corta salida de aquel lugar del que Hyungwon no había salido en mucho tiempo.
Por eso, cuando reaccionó de esa forma no me molesté en absoluto, sabía que era normal que sintiera que algo así era irreal, pero con más razones me acerqué a él, lo envolví en un abrazo moderadamente fuerte y lo besé, casi llorando de la emoción.
— Yo prometí que lo haría y lo haré —le recordé con emoción desbordante— prepárate... Tu sueño se hará realidad, conmigo.
Después de decir aquella frase que me hinchó el corazón de felicidad, me separé para ver su rostro en busca de una reacción diferente esta vez y efectivamente, Hyungwon no apartaba su mirada de mí, a pesar de estar al borde de las lágrimas y sin pensarlo, nuevamente me abrazó.
Pasó mucho tiempo para que pudiera recuperarse de una emoción tan grande y aunque parecía haberse calmado, a veces rompía en llanto de la nada, pero con todo gusto lo consolé en cada una de esas veces en la que su debil llanto se hacía notar.
Para salir del hospital, sus medicamentos necesarios debieron ser aplicados y mientras eso ocurría, yo me dediqué a preparar cosas en un bolso en caso de emergencia. Sabía que había mucho riesgo haciendo eso, pero ya que la condición de conceder el permiso era que Hyungwon estuviera de acuerdo y él lo estuvo, entonces no había vuelta atrás, y lo que más me emocionaba era que sorprendentemente, a pesar de su delicada condición, ese día él estaba sonriendo más que de costumbre y de alguna forma, parecía estar mejor que nunca.
Cuando terminé de preparar lo necesario para aquella momentánea salida y Hyungwon estuvo preparado, dirigí mi mirada hacia él, y aunque el medicamento generalmente terminaba haciéndolo dormir por horas, esta vez estaba despierto, en silencio.
Sonreí porque pensé que estaba dormido, pero al ver que no, me acerqué y extendí mi mano hacia él para que uniera su mano a la mía. Él la miró y luego, como si necesitara hacerlo, miró aquella habitación donde había pasado sus últimos 3 años de vida con una expresión que no supe descifrar.
Aunque no tomó mi mano inmediatamente, esperé con paciencia, sabiendo que después de haber estado en ese lugar por tanto tiempo, salir seguía pareciendo irreal. Sabía que cada memoria de las personas que habían partido y de las que aún no, estaban en ese lugar. Después, lo vi tragar con fuerza como si tuviera un nudo en la garganta, suspiró y finalmente tomó mi mano con fuerza.
Y salimos de aquella habitación tomados de la mano, sin mirar atrás.
En nuestro camino al elevador, nos encontramos con la enfermera que lo había cuidado todo ese tiempo, por lo que él no tardó en soltar mi mano en cuanto la vio, para abrazarla con la misma intensidad que ella, pues aquella mujer correspondió el abrazo con mucho cariño y un profundo sentimiento que le robó las lágrimas, luego se separaron sin decir nada y él continuó su recorrido tomado de mi mano.
Ingresamos al elevador y yo me encargué de pulsar el botón del primer piso y Hyungwon no tardó en apoyarse en mí debido a su terrible cansancio, pero después delineó con sus dedos el número 4 y sonrió.
Algo en mi pecho estaba descontrolado y no sabía por qué. Yo estaba realmente emocionado por llevarlo a cumplir su sueño, por verlo feliz, pero... Todo se sentía mal. Todo se sentía doloroso.
— Wonho, espera. —me pidió deteniéndose fuera del hospital.
Mi alerta se activó inmediatamente y volteé como un loco, preparado para cargarlo e ingresar al hospital nuevamente sin pensarlo.
— ¡¿Qué pasa?! —al verlo relativamente tranquilo, me calmé— ¿Estas cansado?
Hyungwon negó levemente, y sin darme más explicaciones se dirigió a las rosas que no visitaba hace mucho e ingresó a su pequeño lugar secreto en silencio mientras yo lo seguía. Aquella visita parecía no deberse al cansancio, ni a las ganas repentinas de estar en ese lugar, era como si solo quisiera ver ese lugar y apreciarlo. Sus dedos rozaron el sofá donde tantas veces compartimos momentos especiales, acomodó uno de los abrigos que tenía ahí y salió al patio de los columpios donde, con mi ayuda, subió la pequeña montañita donde dibujabamos con las nubes en los atardeceres y se paró en la cima de esta, mirando hacia arriba.
Estaba agobiado con la escena que tenía enfrente, sentía que me estaba desmoronando lentamente, pero aunque quería interrumpir ese momento, no pude. Solo lo miré con el mismo nudo en la garganta que estaba seguro que él sentía, porque a los segundos, su labio inferior tembló y una pequeña lágrima recorrió su mejilla.
Yo estaba roto, sabía lo que significaba.
— Hyungwon... —le llamé sin soportarlo más— No lo hagas ahora, aún queda mucho —mi voz se quebró— por favor...
Al escucharme, su mirada se posó en mi rostro y aunque a esas alturas su cara ya estaba empapada, sonrió brillantemente, tomó mi mano y apuntó al cielo con nuestra unión.
— ¿Ves eso? —susurró con la voz ronca, a lo que yo respondí mirando hacia arriba con los ojos empapados— Es una tortuguita figurandose en el cielo.
No podía ver nada, mi visión estaba borrosa debido a mis lágrimas, pero aún si lo que decía no era verdad, decidí creerle y estrecharlo entre mis brazos.
— Hyungwon... —le llamé entre lágrimas.
— Gracias por dibujar en las nubes conmigo... —besó mi mejilla— y por hacer de este lugar algo más que un simple patio, mi Jack Dawson...
Sollocé con fuerza sintiendo mi pecho arder de manera insoportable, pero Hyungwon me separó lentamente de él y me limpió las lágrimas con los pulgares, aunque inútilmente porque no dejaban de fluir por mis mejillas.
— Es hora. —me recordó con una sonrisa— Vamos a cumplir mi sueño...
Asentí efusivamente, tomando aquello como excusa para aliviar un poco el dolor en mi corazón, pero cuando estábamos saliendo de aquel lugar, no pasó desapercibido a mi mirada que Hyungwon miraba hacia atrás y sonreía, él sonrió con nostalgia.
...
— Creo que hemos llegado... —le informé deteniendo el auto cuidadosamente en el lugar que había previsto para ir.
Hyungwon no tardó en mirar por su ventana para confirmar mis palabras, y sus ojos se iluminaron al ver que efectivamente había dicho la verdad porque veía y escuchaba las olas del mar.
Entonces, me bajé del auto y antes de hacer cualquier otra cosa cosa, ayudé a Hyungwon a bajarse del auto abrigandolo muy bien para que su baja temperatura corporal no disminuyera más a causa de la fresca brisa. Pero inmediatamente después de salir, Hyungwon cerró los ojos recibiendo con mucha alegría el fresco aire de la playa en su rostro y sonrió por la sensación.
A eso sabía la libertad.
A pesar de mis advertencias, Hyungwon no lo soportó y avanzó lentamente sin ir hacia un lugar específico, mientras que yo me encargaba de sacar rápidamente un par de cosas que había llevado para estar cómodos las horas que tuvieramos que pasar en ese lugar hasta ver las tortugas. Pero en ese momento alguien lo detuvo por el hombro con más fuerza de la necesaria, y a juzgar por su uniforme parecía ser alguien que cuidaba la zona de las tortuguitas, protegiendolas de los cazadores.
— ¿Adónde crees que vas? —le llamó en un tono absurdamente fuerte, como buscando ser autoritario.
En cambio, Hyungwon levantó su vista y no dijo nada, pero yo que había visto la situación a cierta distancia, me apresuré a acercarme corriendo a él, totalmente molesto.
— Disculpa, sólo queremos ver las tortugas ir al mar, es todo... —aparté a Hyungwon suavemente de su agarre y le hablé de forma cortés a pesar de mi enojo— me informé y todo apuntó a que podríamos verlas.
El hombre no me creyó y simplemente negó con la cabeza, como si aquella prohibición no significara nada para nosotros.
— Este no es un lugar para cualquiera, así que den la vuelta por donde vinieron o tendré que encargarme. —amenazó.
Al escucharlo soltar aquellas palabras tan arrogantemente sin siquiera saber el trasfondo y significado de nuestra salida, me enfurecí tanto que no dudé en acercarme a él con toda la intención de golpearlo.
— ¿Y tú quién te crees que eres? ¿Eh? —repliqué casi en un gruñido— ¿Qué vas a hacerme? ¿Llevarme preso por ver un par de tortugas? ¿Golpearme?
En ese momento el hombre me tomó por la camisa, entonces lo empujé sin titubear, dispuesto a romperle la nariz si era necesario. Pero antes de aque alguno pudiera volver a acercarse, Hyungwon se metió en medio de nosotros, provocando que nuestras acciones se volvieran cuidadosas.
— Hyungwon, apartate. —le ordené, pero él negó con la cabeza y en cambio, miró hacia el hombre.
— Quiero ver las tortugas. —le pidió con una débil voz.
El hombre se enfadó aún más por su intervención, como si lo que Hyungwon tuviera para decir fueran puras tonterías. Ya que simplemente le repitió lo que yo mismo ya le había dicho.
— ¡Qué ya te he dicho que es prohibido que estén aquí! —le respondió con menos amabilidad que antes, pero sin hacer o decir nada más.
Entonces Hyungwon lo miró a los ojos seriamente, como si la valentía estuviera aflorando en su pecho y lo incitara a decir en voz alta algunas palabras que son realmente difíciles de decir y de escuchar.
— Señor, no sé quien sea usted y ni siquiera sé si tuvo un mal día, pero yo soy Hyungwon y he sido animador en el hospital durante 3 años. —explicó.
No hacía falta que dijera más para que yo captara lo que iba a decir, entonces lo miré con profunda tristeza y negué.
— Hyungwon, no lo hagas... —supliqué con un nudo en la garganta, pero él hizo caso omiso a mis palabras y seguía viendo al hombre con la misma expresión firme de antes.
— Si yo pudiera darle una flor, lo haría, pero no traje ninguna conmigo... —continuó.
— Hyungwon... —le llamé de nuevo, cuando mi llanto amenzaba.
— Espera, Wonho. —me miró fijamente unos segundos y después volvió su mirada al hombre que solo mantenía una expresión expectante.
Entonces Hyungwon dejó que su abrigo se resbalara de sus hombros ante la atenta mirada del hombre.
— Tengo Leucemia en etapa terminal y lo último que deseo en este mundo es poder ver las tortugas llegar al mar, junto a mi pareja —explicó con la voz ronca— ¿podría hacerlo por mí? Por favor... —hizo una breve reverencia de respeto y súplica— Le puedo asegurar que no volverá a tener molestias de este tipo por mi parte.
Para ese momento yo ya tenía los ojos llenos de lágrimas, mientras me agarraba la cabeza con frustración al tener que digerir esa absoluta verdad otra vez, y él hombre parecía estar consternado, rompiéndose en una mezcla de tristeza, compasión y culpa al ver a Hyungwon en ese estado, así que simplemente, después de mucho silencio y suspiros, asintió y nos dejó pasar.
Después de eso, el delgado simplemente esperó en el auto mientras yo me dedicaba a acomodar un par de cosas para que nuestra estadía fuera lo más cómoda posible, pero mientras lo hacía, todavía limpiaba las lágrimas que me salían sin querer.
Cuando todo estuvo preparado, ayudé a Hyungwon a ir hacia el lugar que preparé, luego lo ayudé a sentarse y cuando lo hizo, lo abracé por la espalda, dejándole una lluvia de lentos besos en el cabello, sintiendo que se me desvanecía como agua entre los dedos, y notando como se quedaba dormido en mis brazos con una facilidad increíble, quizá debido a que reprimió por mucho tiempo el efecto de los medicamentos.
Suspiré con mucha tristeza.
Me rehusaba a creer que no lo tendría para siempre.
...
— Hyungwon... —le llamé interrumpiendo su sueño que sin querer había durado muchas horas— es el momento.
— ¿Hm? —se removió en mis brazos, visiblemente aturdido por su reciente despertar en un lugar que no fuera la habitación de siempre en el piso cuatro del hospital.
Tardó un buen rato antes de que pudiera despertarse correctamente y recordar el motivo por el cual estaba en ese lugar. Entonces me levanté de mi sitio y él me miró con curiosidad, deseando saber cual era el motivo de despertarlo, a pesar de que ya se lo había comentado.
— Ya es hora, ven conmigo... —le repetí con entusiasmo, entonces abrió los ojos con sorpresa al verme caminando por la arena con cuidado— Ven...
Sin pensarlo más, asintió y se puso de pie con mi ayuda, caminando silenciosamente sobre la arena y prestando atención a su alrededor como si nunca hubiera sido testigo de una belleza tan profunda. Entonces, al llegar a cierto punto, me paré detrás de él y lo abracé por detrás transmitiendo a través de aquel contacto todo lo que sentía por él, y también para servirle de soporte.
Apenas se dio cuenta que habían muchas líneas en el suelo, incluso algunas a nuestros costados y hasta ese momento notó a las pequeñas tortuguitas arrastrándose incansablemente hacia el mar.
Presté toda mi atención a sus expresiones, pero lo que realmente pude sentir con claridad, fue su corazón que comenzó a latir rápidamente y tan fuerte que podía sentir los latidos golpeteando gracias a que su espalda estaba totalmente pegada a mi pecho, y tan pronto como eso sucedió, sus ojitos se humedecieron.
Fue ahí que me convencí de que lo que estaba viviendo era real. Que estaba cumpliendo el sueño de Hyungwon, y lo más importante, que estaba a mi lado todavía. Pero como si fuera obra del destino cruel, un ave comenzó a acercarse a una pequeña tortuga que intentaba llegar al mar como las otras.
— No... —susurró agobiado sin poder esconder ese triste sentimiento.
— ¿Qué pasa? —pregunté sin saber lo que ocurría, ya que había estado inmerso en sus expresiones y en mis pensamientos que no quería mirar a ningún otro lugar a pesar de que eñ fenómeno que estaba viviendo, fuera algo que no podría repetirse muy seguido.
Hyungwon se apresuró a señalarme con mucha tristeza hacia el lugar donde el ave merodeaba cerca de la pequeña tortuga, amenazando con llevarsela en cualquier momento y quitarle la vida.
— No va a llegar al mar... —soltó con la voz temblorosa.
Al ver la injusta situación, decidí hacer algo al respecto.
— Entonces, vamos a ayudarle. —acaricié la cintura de Hyungwon, invitándolo a caminar a mi lado y salvar a la pequeña tortuga, pero él no se movió, sino que al contrario, me detuvo.
— Pero no puedes... —me miró con el agobio acumulado en sus ojos apagados— ese es su destino.
Escuchar la palabra destino sólo me hacía sentir un mal sabor de boca, sabiendo perfectamente que Hyungwon se refería a él mismo cuando hablaba de eso, pero mi pecho ya dolía demasiado como para seguir aceptando destinos.
Entonces lo solté.
— Al carajo el destino Hyungwon. —repliqué con molestia, caminando hacia el lugar que me había indicado anteriormente— estoy aquí, y no voy a permitir que esa pequeña tortuguita muera frente a mis narices sin hacer nada para ayudarla.
Aunque mi tono de voz no fue amable y mis palabras parecieron más un llamado de atención que otra cosa, Hyungwon me sonrió débilmente mientras me miraba volver, caminando por la arena con muchísimo cuidado y con la pequeña en mis manos.
— Mira... —se la mostré de cerca— es idéntica a tu tatuaje.
Hyungwon asintió al borde de las lágrimas.
— Es muy linda... —comentó al tenerla en sus manos y mirarla de cerca.
Estaba extasiado, rebosante de felicidad que no podía contener um débil llanto de alegría.
— Y también es muy valiente, como tú... —le recordé, acariciando su rostro suavemente— dale la oportunidad de que conozca la felicidad.
Hyungwon me sonrió entre lágrimas, asintió y después de unos segundos de apreciar a la pequeña tortuga, avanzó con dificultad a la orilla del mar, dejando que el agua mojara sus pies. En cambio yo me limité a sostener su mano y ser el apoyo apenas necesario, para que él realizara lo que había deseado hacer.
Me quedé parado en el mismo sitio y saqué mo celular para capturar el momento perfecto en el que Hyungwon depositaba a la pequeña en el agua. Pero cuando la dejó ir, Hyungwon se puso de pie nuevamente y me miró con lágrimas en los ojos y una enorme sonrisa.
— Es libre... —susurró con la voz rota— por fin es libre, Wonho...
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