Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Refugio

Nada apaciguaba mi dolor.

Ni siquiera llorar en posición fetal durante toda la noche.

Mi pecho ardía.

Pese a la insistencia de su Nunu, el día siguiente me duché, me vestí y me subí al auto con un único propósito en mente: iba a volver a ese maldito hospital a recibir la bofetada de la verdad en la cara.

Había perdido la noción del tiempo hace mucho, mi garganta estaba dañada por llorar como un bebé sin refugio y me dolía todo el cuerpo. Ni siquiera había comido algo y lo único que me hacía saber mas o menos cuanto tiempo había transcurrido, es que sol que antes brillaba en el cielo, se había atenuado temprano gracias a los fríos días y a que la noche se avecinaba. Pero no me  importaba que ya casi estuviera oscureciendo de nuevo y que no había dormido nada desde hace muchas horas, todo lo que quería era ir ahí y que alguien, cualquiera, me tomara por el hombro y me dijera que era un tonto por creerme una broma de esas.

Conduje como un loco y tampoco me importó dejar el auto mal aparcado al llegar.

No saludé a nadie.

No me importaba nadie.

Caminé con las lágrimas en mis hinchados ojos hacia aquellas malditas flores rojas que en un momento había tratado con cuidado, llegué al sillón amueblado y no estaba allí, así que pasé directo hacia el enorme patio, pero tampoco estaba en los columpios, ni en la montañita donde nos acostabamos a dibujar con las nubes. Fue entonces cuando mi desesperación se acrecentó.

Casi podía sentir el sonido del tic-tac resonando en mi cabeza, como si se tratara de un cronómetro con una cuenta atras, que solo me hacía sentir que estaba perdiendo el tiempo. Así que me limpié las lágrimas que caían sin cesar y me agarré la cabeza con frustración intentando gritar, pero ya no podía.

En mi garganta lo único que había era un nudo horrible.

No podía asimilar una idea así.

No todavía.

Salí de aquel lugar a toda prisa e ingresé al hospital sin prestar atención a los saludos que las personas le dirigían, solo escuchando el maldito reloj de mi cabeza resonar casi con más prisa que antes. En ese momento no era un animador, era alguien que estaba sufriendo una agonía emocional.

Subí al elevador y marqué el número 4 en el tablero, deseando que el elevador subiera más rápido y cuando llegué arriba, la sala estaba vacía como normalmente, pero la diferencia es que esta vez no me importaban los malditos fantasmas y los miedos.

Quería verlo.

Corrí por el pasillo hacia el último lugar donde podía buscarlo, notando como la sangre de la noche anterior había sido limpiada sin dejar rastro, como si lo que vi no fuera real. Entonces, al llegar frente aquella puerta, no me detuve a tocar, simplemente la abrí mientras suspiraba y entré como si dentro estuviera lo único que tenía en esta tierra.

En ese momento Hyungwon levantó su mirada triste, sus ojos parecían estar rojos y no tenía su abrigo nuevamente.

Me vio.

Cuando su mirada se encontró con la mía, ninguno de los dos pudo esconder la vorágine que ardió en nuestros corazones. No sabía lo que Hyungwon pensaba después de haberme ido como lo hice, pero noté que sus ojos se iluminaron al verme, como si sintiera que solo con mi presencia, las cosas habían mejorado.

Por mi parte estaba congelado. Como si algo se rompiera en mi cabeza, sentí un fuerte estruendo y aquel odioso reloj dejó de resonar en mi interior. Hyungwon estaba ahí todavía. No era tarde para verlo una vez más, sin embargo no podía decir que estaba bien, pues tenía conectado algo como una bolsa que parecía sangre.

Después de un par de segundos que se sintieron eternos, Hyungwon suspiró y volvió a agachar su cabeza, entonces aproveché a ingresar a la sala y cerrar la puerta detrás de mí.

Caminé despacio sintiendo mis piernas flaquear por alguna razón y me senté en el sillón que estaba a la par de la enorme camilla, pero aunque intenté hablar varias veces, nada salía de mi boca al observar el cuerpo de Hyungwon con los moretones en sus brazos, viéndose cada vez más pálido.

Hyungwon suspiró.

Leucemia mieloide aguda... —susurró con la voz ronca, jugando con sus manos por encima de la manta que cubría la parte inferior de su cuerpo— por si te lo preguntabas...

Sentí mi respiración entrecortarse.

— ¿Q-qué? —balbuceé sin poder verlo a la cara.

— Es lo que tengo, leucemia mieloide aguda... —explicó— Desde hace 3 años.

Había venido a recibir una explicación y es lo que él estaba dando, pero por más que pensé que un día era suficiente para prepararme psicológicamente para escucharlo, dolía más y más. Mi pecho ardía como el infierno, y después de escuchar su confesión ni siquiera intenté seguir la conversación.

Me llevé las manos al rostro, lo cubrí y empecé a llorar de nuevo.

Estaba tan herido que no me importaba llorar enfrente de él. Me había olvidado de la vergüenza hace mucho y aunque se suponía que había sido entrenado para dar consuelo a la gente de ese hospital, en ese momento no cabía en mi pecho ningún sentimiento más que el dolor de un corazón partido.

— ¡¿Por qué, Hyungwon?! —pregunté enfadado, entre lágrimas— ¿Por qué me hiciste todo esto? —me puse de pie y me apoyé en la camilla— ¿Por qué me hiciste hacerme ilusiones? Estaba tranquilo con mi vida de mierda y... ¡Ah!

De nuevo me agarré el cabello con frustración y me di la vuelta mientras lloraba amargamente por él.

Hyungwon suspiró.

— Wonho... —me llamó con la voz temblorosa.

A pesar de su llamado, seguí dándole la espalda y en cambio me dediqué a mirar por la ventana de la habitación, hacia donde estaban otras personas, yendo y viniendo, ajenas a todo el dolor que sentía.

— ¿Qué? —cuestioné con cansancio.

Hyungwon no habló rápidamente, en cambió lo escuché titubear un par de veces y arrepentirse, pero no quería voltear o insistir, porque toda la situación nos estaba sobrepasando a ambos, así que esperé pacientemente.

— Tú... —formuló finalmente después de varios intentos fallidos— tú... ¿Ya no me amas porque estoy enfermo y voy a morir?

Las últimas fuerzas que tenía se fueron por el caño.

Aparté mi vista del ventanal lentamente, me giré para verlo y en cuanto vi su pálida carita empapada con lágrimas después de haber soltado aquella pregunta tan dura, no lo soporté más y corrí hacia él, envolviendolo entre mis brazos.

— No, Hyungwon... —le susurré con la voz rota— tú no vas a morir, tú vas a recibir tu tratamiento y saldrás de aquí, debes tener paciencia porque al final la medicina cuesta que surja efec...

— Wonho... —me interrumpió y se apartó lentamente de mi abrazo— ya lo sé...

Negué con la cabeza repetidas veces y lo volví a envolver entre mis brazos mientras acariciaba su cabello.

— No, Hyungwon... —seguía negando con la cabeza una y otra vez, incluso mis lágrimas comenzaban a detenerse.

No existía un futuro sin él. No importaba cuanto rebuscara en mi cabeza, no había futuro sin él. No debía ser así.

¡No iba a ser así!

¡No podía aceptar tal locura!

No, no, no y no.

Hyungwon se apartó nuevamente de mí con la delicadeza que solo él tenía, y me miró con una sonrisa triste mientras me limpiaba las lágrimas. Como si quisiera decirme más con esa acción que con sus palabras.

— Ya no hay tratamientos, Wonho... —susurró— probé todo durante 3 años y nada funcionó... —nuestras miradas se unieron mientras esas duras palabras salían de su boca, pero todavía me negaba— ahora sólo están cuidandome...

Volví a negar con toda la tristeza de mi corazón.

En ese momento, la enfermera ingresó, seguramente para monitorear a Hyungwon, quedándose sorprendida al verme ahí, pero al dar un vistazo a su alrededor, parece que dio por hecho lo que ocurría. Entonces, todos nos mantuvimos en silencio y ella simplemente le quitó la intravenosa a Hyungwon y volvió a salir de la sala.

Cuando ella salió, de nuevo miré a Hyungwon buscando la explicación que estaba esperando y él no tardó en proseguir a terminar lo que había comenzado a decir.

—Cuidados paliativos... —suspiró— Sólo me reducen el dolor hasta que todo termine.

Después de eso Hyungwon me sonrió pero yo no podía hacer lo mismo. Cada palabra de Hyungwon me traspasaba.

De nuevo intenté hablar, pero no pude. Y antes de que pudiera intentarlo de nuevo, Hyungwon se bajó de la camilla, se puso su abrigo y extendió su mano hacia mí, dejando ver su precioso tatuaje.

No sabía que significaba eso, tampoco se me ocurrió pedirle que se quedara en cama a reposar, había perdido el sentido de las cosas y estaba más aturdido de lo que pensaba, pero el gesto era tan íntimo que me resultó natural tomar su mano a pesar de mi aturdimiento, y en ese momento, el delgado comenzó a caminar en una dirección desconocida para mí.

Salimos de la habitación, recorrimos un pasillo, subimos unas escaleras muy lentamente y al final llegamos a lo que parecía ser la azotea del hospital.

Irónicamente el cielo estaba hermosamente iluminado por la luna y miles de estrellas.

Hyungwon sonrió al ver el cielo y caminó hacia un lugar que al parecer él mismo había arreglado, algo parecido a una tienda de campaña.

Yo caminé detrás de él, en silencio, roto.

— Siéntate conmigo, Wonho. —pidió mientras se dejaba caer muy lentamente sobre lo que había en el suelo, como si se tratara de una pequeña hoja seca movida por el viento. Le ayudé a sentarse y luego imité su acción aún si poder decir nada, pero entonces Hyungwon tomó mi cara entre sus manos y la acercó a la suya para verla con atención— ¿No has dormido? —preguntó examinándome.

Negué levemente, triste por el frío tacto de sus manos.

— ¿Tú si? —sonreí con tristeza.

— No... —soltó mi rostro y ordenó algunos mechones de mi cabello que no habían sido atendidos en lo absoluto— pero me interesa que tú lo hagas...

Al verlo ordenar mi cabello tan pacíficamente, no pude soportar el dolor que seguía embriagandome.

— ¿Por qué estas tan tranquilo? —cuestioné como si estuviera a punto de explotar— ¿Acaso tu pecho no arde como el mío?

Hyungwon suspiró y asintió triste.

— Claro que si, Wonho... —admitió acariciando mi mejilla muy suavemente, como si quisiera apaciguar mi dolor— pero llevo un año entero asimilandolo... —sus ojos recorrieron mi cara una y otra vez— lo que me hace llorar es saber lo poco que he disfrutado contigo...

No lo soporté más, entonces me acerqué y lo besé desesperadamente, necesitaba sentirlo, sentir su calidez, sentir que aún estaba allí. Quería ser egoísta con el mundo entero, incluso con la misma muerte, y retenerlo conmigo, para siempre.

Hyungwon correspondió el beso con mucho amor y me abrazó fuertemente, haciendome sentir que quizá pensabamos de la misma manera, ridícula y absurda, pero linda.

Poco a poco, entre el beso fui recostando a Hyungwon con suavidad en aquel lugar que ya había sido previamente preparado, seguramente por órdenes suyas. Fue entonces cuando mis lágrimas se avecinaron nuevamente obligándome a separarme, y Hyungwon me abrazó de nuevo, intentando consolarme.

Pero nada lograba calmar mi dolor.

Ya no tenía fuerzas para seguir llorando, y en medio del calor de su abrazo, aquella situación parecía todavía más irreal, más absurda y más dolorsa. Hyungwon se acercó a dejar cortos besos en mi rostro, intentando limpiar las lágrimas, pero eso solo me hacía sentir dolor con más intensidad.

— Wonho... —me llamó— te amo. —escuchar esas palabras viniendo de su boca en una situación diferente, probablemente hubiera sido un momento donde estuviera riendo a carcajadas de alegría pero en ese momento ni siquiera podía responderle, o mirarlo—  Wonho, mira al cielo. —debido a su petición, aparté la cara levemente del pecho de Hyungwon pero aún sin soltarlo, y miré al cielo, sintiendo sus caricias en mi cabello— La luna está resplandeciente hoy...  —asentí dándole la razón—  Así como está la luna, así me siento cuando estoy contigo, brillante... completo.

— Tú te mereces algo mejor... —solté sin pensar— lo mejor de este mundo.

— Claro que no, Wonho... —me regañó— eres el indicado, porque eres el único que me ha amado...

Suspiré con tristeza.

— La persona correcta en el momento equivocado... —confesé sintiendo que cada palabra quemaba mi garganta.

Hyungwon me sonrió.

— Tú has llegado en el momento perfecto, en el que necesitaba.

Después de tanto, sentía una pesadez abrumadora en los párpados, el cansancio me ganaba la batalla y las lágrimas ya no salían de mis ojos.

Hyungwon lo notó y siguió acariciándome.

— Descansa Wonho... —canturreó cerca de mi oído.

Entonces negué con la cabeza obligándome a seguir despierto, por culpa del miedo de que al despertar, la vida me lo haya arrebatado de las manos.

— No quiero. —respondí haciendome el fuerte, pero estando a punto de colapsar por culpa del agotamiento y la deshidratación— Tengo miedo, Hyungwon...

Él me miró por varios segundos, sonrió y finalmente me dio un beso en la frente.

— No tengas miedo, de verdad... —me acarició— por la mañana todo estará mejor, necesitas descansar... —pasó su mano por mi cabello una vez más— voy a estar aquí, lo prometo.

A pesar de su promesa, me obligué a mantenerme firme y despierto, pero mi cuerpo ya había sido empujado a su límite y había sido desgastado por causa de los fuertes sentimientos, así que el cansancio terminó venciéndome  y cerré los ojos con pesadez, sintiendo que Hyungwon me cubría con una manta mientras me abrazaba.

Observó mi rostro tranquilo y comenzó a acariciarlo, intentando limpiar mis lágrimas, pero en ese momento se rompió por dentro.

Estaba cansado,
muy cansado de aparentar ser fuerte.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro