Pese
Lloró con el corazón desgarrado y yo tampoco me encontraba mucho mejor al verlo en aquella situación. No reprimió ni una lágrima y aquello me demostró que Hyungwon era verdaderamente sensible con cosas de esa magnitud, contrario a lo que yo pensaba, pues yo simplemente pensé que después de pasar mucho tiempo en un hospital estaría acostumbrado a algo así, pero me di cuenta que mi pensamiento fue tonto. Nadie puede acostumbrarse a ver la muerte arrebatarle aquellas personas con las cuales uno compartió algún día.
Lo vi llorar con intensidad hasta que su llanto fue cesando lentamente, siendo reemplazado por un enorme cansancio, que sabía que en pocos minutos acabaría ganando la batalla hasta hacerlo dormir. Mientras sentía el pecho de Hyungwon subir y bajar con más lentitud, observé con más atención a mi alrededor y me di cuenta que era la primera vez que estaba en ese lugar y que justamente era el mismo lugar al que había estado viendo por la ventana el día que vi a Hyungwon por primera vez.
El lugar era precioso, mucho mejor de lo que podía verse desde fuera, pues había un área un poco más secreta que era justo donde estábamos. Olía exquisito y supe que era el mismo olor que Hyungwon destilaba, hasta ese momento entendí que el fuerte aroma a flores era a causa de ese lugar y que por algún motivo me causaba una extrema sensación de tranquilidad.
No había ruido ni luces irritantes ahí, sólo flores y una tenue iluminación de la poca luz del sol que se colaba entre las flores. Era como escaparse de la realidad, el lugar parecía un lugar de fantasía. Una mezcla perfecta entre lo natural y lo moderno. Al parecer solo había una entrada al lugar y era entre las muchas flores, por eso nadie entraba y nadie conocía lo que había allí, porque no querían pincharse, lo cual resultaba ser una bonita metáfora si se pensaba bien.
Ni siquiera sabía que podían existir lugares así en un hospital, pero estaba agradecido si aquello era lo único que le daba tranquilidad a Hyungwon.
Mi mirada volvió a dirigirse hacia la persona que descansaba en mis brazos y entendí el porqué había ido hacia allí. Toqué su cabello con suavidad y sentí que ya no estaba sollozando. Supuse que se había dormido así que me puse de pie como pude, con Hyungwon en mis brazos y me senté en un mueble acolchado que había.
No tardé en clavar mi mirada en mis propios brazos dándome cuenta que tenía un par de rasguños por las espinas, aunque en realidad no los había sentido antes porque mi mirada siempre estuvo puesta en Hyungwon y en su llanto. Y mientras pensaba en ese de repente escuché un sonido entre las flores de la entrada y frunci el ceño.
Por un momento sentí muchísimo miedo recordando que estaba fuera de un hospital y que acababa de presenciar una muerte.
¿Y si era el niño que acababa de morir?
¿Que tal si aquel lugar era un cementerio que había sido disimulado con un montón de rosas bonitas?
Siendo el cobarde que había sido siempre, me aferré con fuerza al cuerpo dormido de Hyungwon mientras cerraba los ojos esperando que mil demonios, pero para mi sorpresa, una de las enfermeras que había estado en la sala de los niños unas horas antes, apareció allí con una sábana caliente y me la ofreció.
Yo la miré totalmente anonadado y sintiéndome un tonto por mi actitud, pero nadie debía saber que era un enorme bebé llorón así que acepté la sábana sin decir nada.
— Traje esto porque cuando él viene a este lugar, no sale de aquí por un día entero... —explicó, sorprendiéndome— la noche es fría...
Quise hacer mil preguntas más, pero el semblante de la mujer lucía casi tan decaído como el de Hyungwon, así que deducí que no era momento para charlas. Ella salió del lugar después de la breve explicación y de nuevo me dejó solo con el delgado dormido entre mis brazos.
Después de aquello, no pude hacer nada más que reflexionar en silencio. Separé un poco a Hyungwon de mi cuerpo para verle el rostro y le limpié todo rastro de lágrimas que tenía en las mejillas, pero al hacerlo noté que él realmente estaba frío y pálido.
Me preocupé por aquello así que busque recostarme rápidamente en el sofá acolchado que había ahí y acosté a Hyungwon sobre mí, agarrandolo con suficiente fuerza para que no fuera a caerse mientras dormía.
Extendí la sábana sobre el cuerpo de ambos y me acomodé lo mejor que pude en busca de proporcionar suficiente calor para devolver un poco de calidez a su cuerpo y de paso también para dormir junto a él, pues luego de horas consolando a Hyungwon, también me sentía cansado.
Inevitablemente me quedé dormido junto a él, abrazándolo tan protectoramente que me sorprendí de mi mismo, pero si no lo hacía... Sentía que en algún momento, Hyungwon simplemente iba a desaparecer de mis brazos.
Así fue como perdí la noción del tiempo y dormí como si no hubiese un mañana. Al menos hasta que de nuevo escuché su voz.
— Wonho... —susurró cerca de mi oído— Wonho, despierta...
— ¿Hmm? —pregunté abriendo mis ojos perezosamente.
Entonces miré hacia el lado sintiendo un dolor punzante en el cuello por haber dormido en la misma posición durante toda la noche, pero no me importó porque cuando lo hice pude observar a Hyungwon agachado a un lado del sofá para estar la altura, mientras me miraba fijamente.
— Hola... —saludó con una media sonrisa cuando notó que ya estaba bastante despierto.
Me froté la cara y suspiré aún adormilado.
— ¿Qué hora es? —pregunté un poco confundido al ver que no había demasiada luz en aquel lugar.
Hyungwon miró su móvil y luego dirigió su mirada hacia mí nuevamente.
— Es temprano... —suspiró— casi de madrugada.
— Mierda... —respondí al caer en cuenta que había pasado otra noche fuera de la habitación de mi amigo y que aunque fuera temprano, al cabo ya era otro día.
Intenté levantarme rápidamente del sofá con un solo movimiento, pero me pasó factura en la espalda inmediatamente y no pude disimularlo pues mi expresión había sido más que obvia.
— Hazlo lento... —aconsejó Hyungwon llevando una de sus frías manos a la que yo tenía en la espalda— llevas dormido en la misma posición por horas, podrías lastimarte o algo si no tienes cuidado...
Asentí lentamente sintiéndome un tonto por no recordar algo tan básico.
— Es que yo... —comenté buscando mis zapatos por el suelo— debo...
— Oh sí, tu amigo... —respondió él como si leyera mi mente— me dijeron que estaba buscándote, por eso vine a hablarte.
Al escuchar su comentario me detuve en seco temiendo que en mi ausencia, algo malo ocurriera.
— ¿Pasó algo? —pregunté preocupado— por favor, dime.
Hyungwon extendió su mano para ayudarme a ponerme de pie y simplemente se encogió de hombros con sinceridad.
— Ve a averiguarlo tú mismo... —sugirió.
No me molestaba su respuesta, al contrario, sabía que lo más sabio es que si había un problema que yo debía resolver, tenía que ir personalmente a hacerlo.
Tomé mi abrigo y me dispuse a salir, pero antes de eso me detuve y me di la vuelta para mirarlo de nuevo.
— ¿Estarás bien? —pregunté con una auténtica preocupación.
Él se sentó en el sofá, suspiró y asintió.
— Sí, pero no saldré de aquí... —informó, trayendo a mi mente las palabras que la enfermera me había dicho horas atrás, así que asentí con tristeza recordando el mal rato que había pasado.
— Bien... —suspiré— espero que sea cierto, porque volveré ¿vale?
Simplemente esperé el asentimiento de su parte y luego de recibirlo, me dispuse a irme por la espinosa salida que poco me importó.
Corrí hacia dentro del hospital y usé el elevador para ir al tercer piso, que era precisamente donde debería estar mi amigo, pero al llegar ahí, lo vi en el pasillo, esperando el elevador junto con su madre y sus cosas.
— ¿Qué hacen? —pregunté sorprendido.
Nunu sonrió emocionado al verme, aunque en su cuerpo entero podía verse la poca vitalidad que tenía gracias al duro momento que tuvo que pasar.
— Ya puedo irme a casa Wonho... —informó dándome un leve abrazo cuando llegué junto a él— Es tiempo de que nos vayamos.
Sabía que aquella noticia debía ser de alegría. Mi mejor amigo y casi hermano había salido totalmente bien de una situación de alto riesgo. Pero una batalla se libraba dentro de mí, cuando mi corazón se entristeció en sobremanera a causa de mis pensamientos. Estaba feliz por Nunu, pero no podía abandonar a Hyungwon en un momento tan malo.
¿Qué debía de hacer?
— Bien... —susurré con una sonrisa fingida cuando me separé de él— creo... Creo que debo sacar mis cosas... vayan adelantándose.
La mujer que consideraba mi madre negó rápidamente y me apretó las mejillas.
— Oh no, claro que no. —respondió— vamos a esperarte justo aquí, ya sabes que en esta familia no se deja a ningún miembro detrás.
Entonces asentí cabizbajo al analizar sus palabras y pensar en que ese era precisamente el motivo de mi tristeza; no quería dejar a Hyungwon detrás aunque no fuera mi familia, ni siquiera un amigo cercano. Solo alguien que había puesto mi mundo de cabeza en un par de días.
Sin más remedio que obedecer fui a la habitación a traer mis cosas. Saqué mi maleta y mis llaves sintiendo todo el peso de la realidad caerme sobre los hombros.
No quería irme de ese lugar.
Al volver con Nunu, tomamos juntos el elevador, bajando hasta el primer piso y en mi memoria no había nada más que los recuerdos de mi primera vez compartiendo elevador con Hyungwon.
¿Por qué seguía pensando en él?
Seguía cabizbajo y cuando la puerta del elevador se abrió comencé a caminar con la maleta sin siquiera mirar al frente, pensando en que si hacía las cosas rápidamente entonces no me dolerían luego, pero en ese momento noté que tenía a alguien justo delante de mí y que a pesar de ver que yo estaba caminando sin mirar al frente, no se apartaba. Entonces levanté la mirada del suelo dándome cuenta que la persona que estaba frente a mí era Hyungwon y me miraba con los ojos totalmente cristalizados.
No lo soportaba.
— Hyungwon... —comenté rápidamente esperando darle una explicación pero no tardó en interrumpirme.
— Ibas a irte sin decirme nada... —susurró con la voz temblorosa.
Suspiré con tristeza y negué porque era verdad, no planeaba irme sin despedirme, solo que no pensé encontrármelo dentro del hospital sino fuera, en el lugar de las rosas.
— No es así. —afirmé, pero de nuevo mis explicaciones no querían ser escuchadas por él. Parecía estar demasiado sensible con todo.
Salió corriendo como pudo, pues aunque no se notara simple vista parecía estar muy cansado, nuevamente estaba llorando y está vez era gracias a mí. Me sentí terrible a tal punto que solté un largo suspiro para vaciar mis pulmones lo más que pude mientras Nunu y su madre me miraban totalmente anonadados y sin saber que decir.
— Wonho... —comentó Nunu poniendo su mano sobre mi hombro— Lo siento, si quieres quedarte... —continuó, pero yo simplemente veía en dirección a la salida— yo entiendo, es decir...
Él no era tan expresivo como yo, pero escuchar que lo había intentado me sacó una leve sonrisa. Entonces lo miré y aparté su mano de mi hombro con lentitud.
— Iré a hablar con él, ve a casa. Necesitas descansar... —susurré dándole un par de palmaditas en la espalda.
Nunu era una persona comprensiva y de pocas palabras y agradecía eternamente esa parte de él porque aún en medio de una situación tan confusa y fácil de juzgar, él simplemente asintió sin decir nada más y dejó que me fuera.
No tardé demasiado en encontrarlo, sentía que Hyungwon era una persona tan sencilla que el proceso de conocerlo era bastante rápido y por lo tanto sabía donde se encontraba en ese momento; en el lugar de las flores.
Ingresé con calma hiriendome nuevamente con las espinas, pero ignorando esa parte de nuevo y entonces lo vi. Estaba llorando mientras abrazaba sus rodillas y odiaba que llorara, peor si era por mí.
— Vas a irte y vas a dejarme solo... —susurró adolorido cuando notó mi presencia.
Me sentí mal al escucharlo, pero al mismo tiempo me sentí bien tan solo de pensar que al menos para una persona en el mundo yo era importante. Hyungwon también lo era para mí. Entonces me senté a su lado y sin pensarlo dos veces hice que mi brazo derecho rodeara su espalda y lo atrae hacia mí.
— Claro que no voy a irme... —respondí en un susurro después de apenas segundos después de tomar una decisión bastante alocada— Es decir... mi amigo ya está mejor y puede irse a casa, yo simplemente tenía que sacar mis cosas de la habitación porque ya no podía estar allí... —le expliqué mientras sus ojitos cristalizados me miraban con una mezcla de sorpresa y alegría— si me quedo ahí por más tiempo tendré problemas, lo sabes ¿verdad?
Hyungwon asintió levemente limpiandose las lágrimas que aún corrían por sus mejillas.
— ¿Qué harás ahora? —preguntó con la voz ronca, como si temiera que yo me fuera sin decir nada o que encontrara algo mejor que hacer— ¿Qué harás para quedarte?
Le sonreí sabiendo acerca de su incredulidad, entonces me quedé pensativo un momento como si intentara convencerme a mí mismo de que todas aquellas decisiones que estaba tomando por el chico, valían la pena. Y lo hacían.
— Voy a ser un animador —afirmé ganandome toda su atención— ¿Puedes enseñarme a serlo?
La sonrisa que mostró Hyungwon en ese momento era tan brillante que podría jurar que el mismísimo sol se quedaba corto ante tal brillo.
Algo en mi pecho se sentía bien, porque sabía que estaba haciendo feliz a Hyungwon.
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