Mi
Despues de pasar un largo día tomados de la mano, la noche había llegado al fin, y tal como lo prometí, me iba a quedar ahí, sin importarme el miedo a los fantasmas que había tenido desde niño.
No es que me emocionara pasar la noche en un hospital, pero si Hyungwon me lo había pedido, ¿Cómo podría negarme?
No lo decía, pero yo estaba seguro de que estaba analizando mi actitud, como si quisiera saber que yo estaba quedandome en aquel lugar voluntariamente y sin arrepentimientos tardíos. Afortunadamente yo ya había tomado una decisión la cual no pensaba cambiar y así fue como él me dio mi espacio para que pudiera hablar con Nunu, y también para que despejara un poco la mente después de un día que después de todo, había sido igual de agotador que todos los demás.
Mientras tanto, él se fue a preparar la habitación que el hospital le había facilitado para que se quedara en esos casos, o al menos eso era lo que vagamente recordaba que Hyungwon me había dicho en una ocasión.
Después de varios minutos intentando convencer a Nunu y a su madre de que todo estaba bien y que no había tenido ningún accidente, ni me había partido ninguna extremidad, sino que estaba quedandome a pasar la noche en un hospital por mi propia voluntad, al fin pude terminar la llamada.
Soltando un largo suspiro de cansancio, fue como caí fuertemente a la realidad.
Estaba solo en una sala de espera vacía, una enorme sala del cuarto piso.
Mi mente comenzó a jugarme malas pasadas para atormentarme con mis propios miedos y rápidamente sentí mucho temor, llegando incluso a transpirar y a hiperventilar.
¿Cómo había llegado a estar en ese lugar? ¿Fue durante la llamada que caminó sin rumbo?
¡Nunu tenía la culpa!
Mi respiración se agitó y caminé lo más rápido que pude hacia la habitación donde Hyungwon estaría, sintiendo los pies tan pesados como el plomo. Pero antes de que pudiera entrar, Hyungwon salió para ver como estaba y me encontró en aquella situación que para él resultaba graciosa.
Sus ojos buscaron los míos casi con diversión y se acercó con los brazos cruzados, al parecer evitando el frío de los aires acondicionados.
— Tranquilo Wonho... —susurró tocando mi mejilla con su delicada pero fría mano— aquí el único fantasma que deambula soy yo, y prometo no hacerte nada más que darte mil besitos. —levantó la mano libre en señal de juramento y sonrió de forma casi angelical.
Odiaba los fantasmas, eso estaba claro. Pero si lo pensaba mejor, quizá no era tan malo estar ahí.
Si apreciaba a Hyungwon bajo las pálidas luces del pasillo del hospital, podía notar con más nitidez su blanquecina piel, y aquel cabello castaño que a la luz del día parecía más oscuro, debajo de aquella fuente de luz lucía bastante más claro y suave.
No pude evitar sonreír al verlo con tanto detalle y haciendo un juramento tan tierno, entonces me acerqué a plantarle un buen beso en esos carnosos labios, uno de esos besos con sabor a felicidad. El delgado no se resistió en lo absoluto, pero sus mejillas de tintaron de rojo por la timidez que le provocó mi repentina acción.
Casi inmediatamente después de que nuestros labios se separaran, Hyungwon me tomó la mano y tiró de mí, para llevarme hacia la blanca habitación donde nos quedaríamos esa noche.
Era mi segunda vez entrando a esa extraña y enorme habitación, pero en esa ocasión me causaba un sentimiento muy diferente. Como si algo estaba latente dentro de mí, comunicándome que algo no estaba bien.
Sin embargo, al ver que Hyungwon ingresó tranquilamente y se dispuso a buscar ropa para que pudiesemos descansar, atribuí el presentimiento al terrible miedo que tenía a los fantasmas y nada más.
Para despejar mi mente de tanta cosa, me senté en la cama y sólo me dediqué a observarlo.
¿Qué había en Hyungwon que resultaba tan adictivo para mí?
¿Quién era Hyungwon?
Solo podía responder a mi propia pregunta diciendo que él era un hermoso misterio andante.
Sabía muy poco de él. Me había dicho su nombre, el oficio voluntario al que se dedicaba con mucho amor y un par de trivialidades. Teníamos mucho tiempo juntos a diario, pero era extraño, pues casi nunca hablabamos de nosotros.
Estar con Hyungwon era casi como vivir en un cuento de hadas y ninguno parecía querer abrir la boca para hablar de cosas innecesarias. Era como estar en un miedo constante de nunca querer romper la bonita burbuja de sentimientos que nos envolvía mientras flotabamos en el aire, porque teníamos miedo a caer.
— ¿Wonho? —me llamó con una mirada curiosa, sacándome de mis pensamientos.
En ese momento volví a poner los pies en la tierra.
Estaba tan distraído que no me había dado cuenta de que Hyungwon estaba hablando conmigo, o al menos intentándolo.
— Oh, si... —arreglé mi postura y lo miré— dime.
Hyungwon sonrió casi con diversión por mi evidente confusión después de haber vuelto en mí.
— Que voltees... —susurró con timidez, haciendome una señal— necesito cambiarme de ropa y tú también deberías.
Acatando a sus órdenes me giré justo después de haber atrapado la ropa que me lanzó, e inmediatamente me dispuse a desnudarme para cambiarme de ropa. Ese no era un asunto mayor para mí, pues tenía varios años de compartir cama con una persona, por lo que había perdido un poco la vergüenza por costumbre, sin embargo me parecía demasiado inocente que Hyungwon me pidiera voltearme para no ser visto.
Le prometí voltearme y no mirarlo, pero la curiosidad me ganaba demasiado y cuando estuve casi terminando de ponerme la ropa, miré de reojo hacia Hyungwon pero sólo alcancé a ver parte de su delgada cintura perfectamente contorneada y la blanquecina piel de su espalda, antes de ser cubierta por la ancha camisa de mangas largas del pijama.
Un par de pensamientos fuera de lugar se me cruzaron por la mente, pero los alejé rápidamente. No quería parecer o ser un pervertido con él.
Cuando Hyungwon terminó de vestirse, se subió a la cama y me hizo señales para que también subiera con él y me acostara a su lado, entonces así lo hice.
Un par de besos más se hicieron presentes de forma inevitable y aunque ambos deseábamos seguir así por mucho tiempo más, nuestros cuerpos nos pedían descanso a gritos, sobre todo a Hyungwon quien parecía bastante más cansado y no tardó en quedarse dormido entre mis brazos, como si fuera un pequeño gatito ronroneante.
Sonreí al notar lo tiernos que eran sus ronquidos y lo abracé suavemente, dejando un pequeño beso en su cabello para finalmente caer en un sueño profundo durante toda la noche.
El día siguiente llegó, y para cuando me desperté en la cama, Hyungwon ya no estaba conmigo. Entonces me levanté en su búsqueda pero él llegó a mí mucho antes de empezar.
Estaba totalmente vestido para un nuevo día, incluso su cabello seguía húmedo como si recientemente hubiera tomado una ducha, por lo que me apresuré a prepararme también, para poder irnos a la labor de siempre.
Con el pasar de las horas me di cuenta que aquel trabajo que antes consideraba tedioso, ya no lo era tanto. Ya llevaba varios días haciéndolo y a esas alturas ya me resultaba natural hablar de forma más positiva, sonreír e incluso iniciar conversaciones con gente desconocida. Aunque debía admitir que casi todo eso se debía al buen humor que mantenía teniendo a Hyungwon a mi lado.
Entre sala y sala aprovechaba a tomar su mano, a jugar con ella, a robarle besos, acariciarlo o simplemente tocarlo. Con eso me era suficiente para mantener mis energías, y cuando menos lo esperé, ya era hora del almuerzo.
— ¿Está rico? —preguntó Hyungwon con diversión.
Levanté la vista de la comida y noté que Hyungwon me miraba con una inconfundible sonrisa que me hizo sentir avergonzado por un momento, pues tenía tanta hambre que no estaba prestando atención a Hyungwon y ni siquiera había despegado la mirada del plato, solo me había dedicado a comer como si no hubiese un mañana.
Se limpió la boca con la servilleta y aclaró su garganta.
— Bueno, si... —me limpié la boca con una servilleta— Es decir... —aclaré mi garganta— Lo siento.
Hyungwon se rió.
Sabía que se reía de mí y de mi reacción, pero no me molestaba en lo absoluto. Todo de Hyungwon me hechizaba, pero verlo reir tan naturalmente me hacía sentir extraño.
Muy cálido.
Su sonrisa era cálida.
— Te ves tan tierno así... —bromeó poniendo voz extraña y pellizcando una de mis mejillas— pero no debes disculparte por comer, es muy importante que comas... —suspiró suavemente sin dejar de verme y de sonreír— y me alegro que te guste mucho, aunque sólo sea comida de hospital.
Asentí.
— Jamás pensé que lo diría, pero este es el mejor almuerzo de mi vida. —admití.
Y no, no mentía.
Tampoco era por la comida.
Era por tenerlo a él allí enfrente, viéndolo con esa hermosa sonrisa mientras su cara pálida resplandecía de alegría.
Era mágico.
De nuevo me perdí en mis propios pensamientos antes de poder volver a decir algo, mientras Hyungwon echaba un vistazo a su alrededor. Si era sincero, tampoco sabía a qué se debía tanta distracción de mi parte, solo podía decir con claridad que estaba bien, me sentía cálido.
— Wonho... —Hyungwon pasó su mano por enfrente de mis ojos para tratar de sacarme de mi ensimismamiento porque últimamente se me había hecho costumbre quedarme embobado viendo a Hyungwon por varios minutos al punto de parecer un tonto— ¡Wonho!
Afortunadamente sus esfuerzos dieron frutos y volví a tierra, sacudiendo la cabeza.
— ¿Si? —pregunté desorientado.
— ¿Qué ocurre contigo? —preguntó entre risas y señaló hacia mi pantalón, dejándome totalmente extrañado.
¿Qué significaba eso?
No me estaba insinuando algo... ¿O si?
Hyungwon se rió de mí, otra vez.
— Tu celular, está timbrando. —aclaró— me asusta lo distraído que estás.
Al prestar atención me di cuenta que Hyungwon estaba en lo cierto y le sonreí un poco avergonzado y culpable por mis malos pensamientos.
Saqué el celular de su bolsillo y me dispuse a contestar sin siquiera mirar la pantalla, porque no quería apartar la vista de ese Hyungwon tan radiante. Simplemente me rehusaba a dejar de ver como bebía tranquilamente el batido que había conseguido.
— ¿Hola? —saludé a la persona de la llamada.
— Wonho... —me contestó una voz femenina.
Algo en mi pecho hizo explosión al escuchar esa voz.
Esa era mi novia, bueno... Mi ex.
Fuera cual fuera la situación, seguía doliendo escuchar su voz, sobre todo si ella estaba llorando.
Cuando te acostumbras a una persona, ya sea por amor o aprecio, simplemente duele que sufra y más porque tú eres la causa, por eso escuchar mi nombre dicho de aquella manera, me impactó mucho en el ánimo, haciendo que incluso mi sonrisa se borrara de repente.
— Oh, hola... —susurré sin saber qué más decir.
La escuché sorber por la nariz antes de volver a hablar, claramente estaba llorando.
— ¿Cómo está todo por allá? —preguntó en tono tranquilo— ¿Estas alimentandote bien?
Suspiré cuando vi el plato que tenía frente a mí. Si bien ella y yo nos habíamos conocido desde hace bastantes años, mucho antes de llegar a ser mi pareja era una de las personas que se preocupaba por mi bienestar, y que amaba consentirme con mis comidas favoritas solo por verme comer con alegría.
Entonces miré a Hyungwon, él al parecer no estaba prestando atención a la llamada, sólo estaba viendo alrededor, pero yo era un manojo de sentimientos en ese momento.
— Eh... —volví a suspirar— si, ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?
— Yo... —hizo una breve pausa— bueno, no muy bien, he estado un poco enferma últimamente, no tengo energías para nada y bueno... —suspiró— También te extraño ¿Sabes?
Mi mano libre se apretó en un puño debajo de la mesa. Me sentía extraño, horriblemente extraño.
— Yo... —suspiré queriendo excusarme o decir algo que cortara con la conversación, pero mi boca no pudo soltar ninguna palabra más.
— No hace falta que digas nada Wonho, no llamé para irritarte, llamé para saber si estabas bien... —comentó en un tono suave y desgastado, como el de alguien que había llorado hasta el cansancio— aunque ya se que he sido una molestia últimamente casi obligándote a hacer cosas que tu no querías y... —se detuvo un par de segundos—lo que en realidad quería decir, es... —volvió a guardar silencio— en fin... —suspiró— nadie actúa de una manera solo porque sí... —culminó sin explicación— espero que tengas un lindo día, cuídate.
La llamada finalizó antes de que yo pudiera preguntar algo más, pero seguía con el celular en la oreja viendo directamente a Hyungwon mientras las palabras resonaban una y otra vez en mi mente.
Podían haber tantos significados para una sola frase, ¿por qué dejarme con la intriga?
¿Qué significaba eso?
Hyungwon, quien minutos antes había estado viendo al resto de personas en la cafetería ir y venir, ahora había dirigido su mirada hacia mí también, encontrándome en esa situación.
Le tomó las manos por encima de la mesa y lo miró preocupado.
— ¿Está todo bien? —preguntó destilando preocupación, al mismo tiempo que tomaba mis manos entre las suyas, colocandolas encima de la mesa
En ese momento miré la unión de nuestras manos y luego miré a Hyungwon a la cara.
— Yo... —las palabras seguían atoradas en mi garganta— No se, estoy confundido ahora.
No entendía por qué una simple llamada me había descolocado tanto, pero la mezcla de sentimientos que tenía era tan grande que me abrumaba.
— ¿Pasó algo? —volvió a preguntar, apretando mis manos— ¿Qué te dijeron?
Guardé silencio por varios segundos más mientras lo veía y fue entonces cuando lo supe. La realidad me había abofeteado. Mi realidad.
Hyungwon era mi cuento de hadas, pero detrás había una realidad que me esperaba pronto con los brazos abiertos, y entonces repentinamente no sabía qué hacer.
Suspiré agobiado y aparté mis manos de las suyas, con mucho cuidado.
— Era mi novia, bueno, mi ex o... —me detuve al ver que mi mente se estaba turbando— ya sabes ¿No? —Hyungwon asintió lentamente mientras miraba sus manos vacías sobre la mesa. Entonces volví a suspirar— Hyungwon... yo, me siento tan extraño justo ahora... Es decir... —miré el plato vacío sobre la mesa— todo esto contigo es muy lindo ¿sabes? Me encanta, es como vivir dentro de un libro o de una película... —a esas alturas, Hyungwon estaba inexpresivo, solo viéndome y escuchando, pero dejando entrever en su mirada los tintes de una inminente tristeza— Pero nada dura para siempre y yo tendré que irme en poco más de una semana y sé que tú jamás podrás adaptarte a mi vida y yo no podría volver a este sitio a vivir, mi vida está resuelta allá... —expliqué con una velocidad innecesaria— Pero ella, ha estado allí siempre y... —suspiré— Es todo lo que conozco, es mi lugar seguro... —entonces lo miré de nuevo— en cambio tú no... —parpadeó un par de veces al escuchar la última frase— yo, lo siento, no sé como sentirme.
Después de eso un hubo un silencio sepulcral. Hyungwon se quedó viéndome a la cara durante varios segundos mientras su labio inferior temblaba sutilmente, como si estuviera tratando fuertemente de decir algo que jamás pudo formular.
Era como si sus palabras tuvieran tanto peso que el nudo en la garganta no le permitió responder nada de lo que hubiera querido decirme.
Al final, simplemente se levantó de su asiento, se cubrió la parte inferior de la cara con la mano y salió corriendo de allí, dejándome sólo.
Y por primera vez en todo el tiempo que había estado en ese lugar, no fui detrás de él.
De alguna manera sentía que viejos sentimientos volvían a mí, de esos sentimientos y pensamientos que tenía antes de conocer a Hyungwon.
El día como animadores había llegado a su fin para ambos, pues la regla número uno es que si teníamos problemas emocionales, era mejor que acabaramos el turno y nos fueramos directamente a casa.
Y justamente eso fue lo que hice.
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