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Mar

Las cosas no siempre iban bien y aunque lo sabía, no dejaba de ser difícil.
Agradecía haber seguido el consejo de Hyungwon aquella mañana, pues aunque dormir en el día no pareciera la idea más productiva, fue la más certera porque me esperaba algo peor durante la madrugada.

Nunu tuvo una fuerte complicación con el proceso de curación de su operación y quizá todo había sido mi culpa por no poder ponerme rudo con él y negarle rotundamente su petición de querer ir al baño por su cuenta a pesar de que solo habían pasado poco más de 24 horas desde su operación. Pero me era difícil decirle que no al verlo en aquella situación tan vulnerable, casi rogandome por eso, como si no quisiera sentirse impotente después de haber sido una persona muy fuerte en todos los aspectos.

Pensé en que todo estaría bien, si al fin y al cabo esa era una tarea de lo más sencilla, sin embargo terminó resbalandose en el piso mojado, cayendo al suelo y provocando que su operación volviera a abrirse dolorosamente. Entonces a partir de ese momento lo habían vuelto a ingresar de emergencia al quirófano y mi preocupación y culpa no paraban de crecer en mi pecho desde entonces.

Todo apuntaba a que Hyungwon tenía razón cuando decía que todo era complicado, nunca me había imaginado que incluso ir a hacer pis podría convertirse en algo tan terrible.

Y allí me encontraba nuevamente esperando noticias de él y como siempre, no me permitían saber nada, sólo le comunicaban las cosas a su madre y a ella no la había visto en horas.

Me sentía culpable.
Me sentía como una mierda.

Muy frustrado y lleno de impotencia, tomé la flor que Hyungwon me había regalado el día anterior y decidí salir a caminar por allí. No sabía adonde, solo quería poder respirar un poco de aire fresco para disipar el nudo que había en mi garganta porque me sentía agobiado.

Salí del hospital y llegué a un pequeño lugar de área verde que había, donde parecía que algunas personas salían a comer sus almuerzos sin sentir el típico olor a desinfectante de los hospitales y otras que también parecían querer un respiro como yo. Pero nada parecía servir en mi desesperación, ni siquiera los bonitos colores de la naturaleza del lugar.

Odiaba que las cosas fueran mal por mi culpa y después de la carga de sentimientos que había tenido en los últimos días, me sentía más vulnerable que antes, así que me senté en una banca que estaba vacía y saqué el celular en busca de una distracción para no llorar, pero fue cuando miré muchos mensajes de parte de aquella persona que había sido mi pareja por años. Quise restarles importancia y simplemente los abrí para ver qué tenía para decir, porque sinceramente prefería pelear con ella en vez de llorar, pero para mi sorpresa, los mensajes eran audios donde ella estaba llorando.

¿Había algo peor que hacer llorar a muchas personas al mismo tiempo? Yo odiaba que la gente llorara porque me ponía demasiado sensible.

¿Por qué el karma me castigaba de esa manera?

Guardé mi celular en un intento desesperado por dejar de sentirme miserable, pero no era demasiado fuerte como creía y terminé abrazando mis rodillas sintiendo el dolor de la soledad quemarme el pecho.

En un momento así, una persona normal llamaría a un amigo o un familiar en busca de consuelo o de alguna palabra que le dijera que todo estaría bien, pero yo no tenía a nadie más que una ex, un amigo en el hospital y una madre postiza seguramente peor que yo. Anhelaba tener una madre real que me abrazara y limpiara mis lágrimas cuando me sentía abatido, a un padre que me regañara por hacer las cosas mal o por no seguir consejos.

Mis últimos años habían sido una mierda y siempre mantuve la estúpida esperanza de que algún día un hombro se me ofrecería, pero eso nunca llegó. Necesitaba a alguien con quien hablar, pero a todos les había hecho daño de alguna manera, así que la carga emocional se volvió insoportable.

Me quebré emocionalmente y comencé a llorar sin vergüenza alguna mientras me abrazaba a si mismo, simplemente sintiendoa fría soledad golpearme el corazón. No me importaba que me miraran, ya estaba cansado del silencio y de soportar todo lo que se me venía encima.

Me apoyé más sobre sus rodillas y mi llanto continuó sin importar que estaba llamando la atención de varias personas. Sinceramente no me importaba lo que sea que estuvieran pensando, solo yo sabía lo desgarrador que era para mí ser como un niño roto sin el amor de una madre, atrapado en el cuerpo de un joven adulto.

Nadie podía reparar eso.
Excepto una cálida mano que se posó sobre mi espalda acariciándome con suavidad, como si quisiera transmitirme que pese a que todo mi mundo se estaba yendo al carajo, todo mejoraría algún día.

No hubo necesidad de alzar la mirada para darme cuenta de quién se trataba porque a los pocos segundos sentí como unos delgados brazos me envolvían con ternura hasta abrazarme totalmente, inundando mis fosas nasales de un arrullador aroma que me hizo querer llorar con más intensidad.

Abracé ese delgado cuerpo por la cintura y lo traté con ternura, de la misma manera que me había sido abrazado y entonces lloré apoyando mi cabeza en el pecho de Hyungwon por más de media hora.

Era todo lo que necesitaba; sacar todo lo que dolía, hasta que el llanto me arrastrara al cansancio y baja de intensidad paulatinamente hasta detenerse. Y así lo hice.

Hyungwon acariciaba mi cabello con suavidad todo el tiempo intentando darme una necesaria calma que yo no era capaz de proporcionarme a mí mismo, sin embargo se mantuvo en silencio hasta que mi llanto cesó por completo. No hubo palabras innecesarias ni reproches acerca de nada. Sólo un cómodo silencio que me hizo sentir en paz aún en medio de mi angustia. Entonces después de mucho rato, me separé lentamente de Hyungwon soltando su cuerpo con muy poca voluntad, pero manteniendo la cabeza gacha y las mejillas húmedas y rojas por el reciente llanto.

Cuando lo hice, Hyungwon no tardó en agacharse frente a mí y me regaló una linda  sonrisa sincera mientras me limpiaba las lágrimas que aún mojaban mi rostro, como si comprendiera todo lo que yo estaba pasando.

— ¿Mejor? —cuestionó en un dulce susurro que combinado con su mirada me hicieron sonreír levemente. Entonces asentí con suavidad, aún manteniendo mi cabeza agachada.

— Si... —respondí carraspeando mi garganta intentando recuperar la normalidad en mi voz— lo siento.

Él tomó mi cara entre sus manos e hizo que nuestras miradas chocaran entre sí.

— ¿Sabes que no es tu culpa verdad? —dijo casi con preocupación— Debes dejar de culparte por todo, Wonho...

Suspiré con fuerza y volví a agachar la mirada.

— Pero si fue mi culpa, yo no debí... —intenté seguir con mi frase, pero en ese momento sentí como su cálida mano acariciaba mi espalda y miré de reojo que él estaba sentándose a mi lado.

— No es tu culpa Wonho... —susurró sin dejar de acaticiarme— Las cosas pasan y ya, así es la vida... —se encogió de hombros mientras miraba hacia algún sitio— los accidentes ocurren.

Sorbí por la nariz y lo miré.

— ¿Cómo lo supiste? —pregunté un poco sorprendido de que estuviera enterado de mi situación actual.

Él sonrió un poco avergonzado quizá.

— Estoy pendiente de ustedes... —comentó sin atreverse a mirarme a los ojos.

Sonreí al ver el cambio en su semblante, pues era la primera vez que lo veía avergonzado por algo.

— ¿De verdad? —el asintió— ¿Qué tanto?

El delgado se quedó pensativo con una sonrisa en los labios.

— Tanto como para saber que ayer que te pedí que descansaras, lo hiciste... —me miró con una sonrisa inocente que pese a que su comentario me sorprendió, correspondí la sonrisa inconscientemente.

— Vaya... —aparté mi mirada de su rostro al notar que no podía sostener su mirada conmigo por mucho tiempo— hasta me siento querido ahora.

Hyungwon me tocó la nariz con su dedo.

— Lo eres... —susurró.

Le sonreí sinceramente sintiendo mi pecho mucho más aliviado, era necesario que llorara, pero también sabiendo que la intervención de Hyungwon había sido necesaria para tener mi tan anhelado consuelo.

En ese momento Hyungwon me mostró otra flor parecida a la que me había dado el día anterior. No siquiera me había dado cuenta que la traía consigo.

— Toma... —la extendió hacia mí— veo que la de ayer se marchitó rápido.

Ambos dirigimos nuestras miradas hacia el objeto en cuestión y asentí con tristeza.

— Supongo que no la cuidé lo necesario, como a todo. —concluí con pesimismo.

Entonces fui sorprendido cuando sentí la mano de Hyungwon tomando mi mano, aquella misma donde la flor marchita estaba.

— No Wonho... —susurró— la vida es así, no puedes detener el ciclo de la vida. —me miró a los ojos con una firmeza impenetrable— si no era hoy sería mañana, pero iba a marchitarse algún día, independientemente de si la cuidaras o no... —él tomó entre sus delgadas manos aquella flor marchita— y jamás podría ser tu culpa. Pero... ¿Sabes lo que debes hacer? —negué en silencio, visiblemente interesado por lo que sea que estuviera a punto de decirme— Disfrutar Wonho, lo más que puedas... —susurró con un deje de tristeza en su voz y luego soltó la flor marchita para finalmente verme— porque no podrás detener jamás el ciclo de la vida, pero si puedes disfrutar las cosas mientras duren... —esta vez tomó la otra flor y la levantó en alto— aspira su aroma, aprecia sus colores, disfruta su belleza para que cuando se marchite puedas recordar su belleza y no ponerte triste por verla marchita.

Miré la flor en su mano y luego asentí comprensivo.

— Es una muy linda metáfora... —susurré.

Él me sonrió y asintió volviendo a poner la rosa en mi mano.

— Deberías aprender de ella, quizá te haga falta luego. —comentó poniéndose de pie, sorprendiéndome.

— ¿Ya te vas? —pregunté con tristeza y él asintió de la misma manera.

— Debo hacer muchas cosas hoy, pero creéme cuando te digo que no deseo dejarte solo... —acomodó mi cabello con sus dedos y no pude evitar cerrar los ojos y sonreír ante su tacto.

Pero entonces supe que no debía retenerlo más tiempo, él ya había sido de mucha ayuda para mí.

— Estoy mejor ahora, ve tranquilo... —sonreí para comunicarle que verdaderamente me encontraba mejor, sin embargo recibí a cambio una notable mirada de preocupación que no pasó desapercibida ante mis ojos.

En vez de irse sin más, él me miró fijamente a los ojos y acabó por suspirar.

— Bien... —hizo una pausa como si quisiera convencerse a sí mismo que me encontraba mejor— deja de preocuparte y culparte por todo ¿Si? —susurró en un tono dulce— Todo estará bien aunque sea complicado ahora.

Su preocupación me provocaba calidez y aunque ya había asentido en respuesta a aquel comentario, sentí que no era suficiente así que me puse de pie y sin pensarlo mucho envolví su delgado cuerpo entre mis manos, empapandome nuevamente de aquel fresco aroma que emitía.

Él correspondió mi abrazo aunque no supiera la paz que me daba el simple de hecho de poder ser consolado de esa manera. Entonces después de varios minutos de ese cálido abrazo, nos separamos despacio y nos miramos con sonrisas sinceras.

Ninguno dijo adiós, porque no lo sentimos necesario, por alguna razón ambos sabíamos que volveríamos a encontrarnos. Y así lo vi alejarse con su fiel sonrisa plasmada en el rostro y sentí algo demasiado cálido en mi corazón, algo que no había sentido antes.

Era un nuevo sentimiento, algo que quemaba pero no dolía, algo que llenaba pero no hostigaba, algo que estaba presente y no hería...

Algo parecido a un apoyo incondicional.

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