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Abrí los ojos con pesadez, me ardían mucho y los sentía hinchados a causa del llanto descontrolado de mis días anteriores. Me sentía desorientado, pero al mirar mi entorno recordé que estaba en la azotea del hospital, con Hyungwon.

Me giré rápidamente buscandolo con la mirada y lo vi acostado de espaldas a cierta distancia de mí, parecía estar dormido aún.

De repente, todo el dolor que había sentido el día anterior, volvió a mi pecho con más intensidad y la tranquilidad que causaba el sueño, se esfumó de mi cuerpo tan rápido como mi mente se aclaró, y el miedo me invadió.

Él estaba muy bien abrigado, a pesar de que el día no estaba tan frío. Así que me acerqué a él con sigilo, esperando no interrumpir su sueño si es que aún dormía, y al estar lo suficientemente cerca, toqué su brazo por encima del abrigo.

— ¿Hyungwon? —le llamé moviéndolo un poco para que despertara y fuera a descansar a su camilla en lugar de estar casi en el suelo.

No hubo respuesta.

Me  acerqué un poco más, con lentitud y le moví el brazo de nuevo.

— Hyungwon... —susurré llenandome de un temor intenso que estaba empezando a asfixiarme— despierta.

Pero de nuevo no hubo respuesta, ni siquiera un movimiento.

Fuera de mi cordura lo moví con más fuerza hasta que quedó acostado totalmente boca arriba, mientras yo sentía mis lágrimas avecinarse.

Me rehusaba a pensar lo peor.

— ¡Hyungwon despierta! —le llamé, pero mi voz se rompió— debemos ir a comer juntos...

Nuevamente no hubo nada.

Agobiado al punto de no retorno, abracé su delgado cuerpo, sintiendo que me asfixiaba lentamente.

— Hyungwon... —llamé otra vez, pero no pude decir más porque mi voz volvió a romperse.

Mis ojos estaban humedecidos por las lágrimas que empezaban a salir sin permiso y agarré a Hyungwon con fuerza entre mis brazos, deseando fundirme con él, darle todo de mí con tal de que siguiera ahí, conmigo.

— Mmm... —él emitió un quejido por la fuerza que yo estaba utilizando en el abrazo, seguramente haciendo doler más su cuerpo.

En ese momento mi alma volvió a mi cuerpo, y aunque aún me dolía el pecho con fuerza, el aire se volvió un poco menos pesado oara respirar, entonces miré a su rostro rápidamente, y en ese momento Hyungwon abrió sus ojos con lentitud.

Su aspecto realmente no era el mejor en esos momentos, su belleza estaba intacta pero se veía totalmente demacrado, casi como una flor en pleno proceso de marchitarse.

— Oh, Dios... —suspiré y besé su frente sin poder detener mis lágrimas— Hyungwon, estabas preocupándome ¿estabas despierto? —él me miró en silencio por unos segundos— ¿Por qué no me contest...

— Te ves muy lindo cuando despiertas... No llores. —susurró con la voz ronca, levantando su mano con dificultad para limpiar mi empapada mejilla.

Entonces recordé mi llanto y lo mucho que podía afectarlo verme de esa manera, así que limpié inútilmente mi cara varias veces, como si eso pudiera borrar el rastro de mi dolor

— Hyungwon... es hora de levantarnos ¿si? —dije con dulzura para calmarlo, aunque era yo quien necesitaba consuelo— Vamos a desayunar o algo, necesito que te levantes.

Sus ojos me apreciaron un par de segundos, pero luego suspiró y volvió a cerrar sus ojos.

— No tengo ánimos. —susurró.

Mi corazón se estrujaba dentro de mi pecho, estaba triste, muy triste porque él cada vez lucía más cansado.

Lo tenía sostenido entre mis brazos, pero él no ponía resistencia, no hacía ningún movimiento, simplemente estaba ahí en mis brazos, a mi merced.

— ¿Puedo cargarte? —acaricié su rostro suavemente.

Su pálido rostro inexpresivo por fin tuvo una leve reacción, esbozando una sonrisa de ojos cerrados apenas notoria, que de alguna manera iluminó mi oscuridad.

— Bien... —respondió apegándose a mi pecho apenas un poco— Pero no quiero comida, estoy cansado.

No quería cuestionar nada, así que solo asentí sabiendo perfectamente que seguramente estaba adolorido en alguna parte y no quería decirme, así que me apresuré a recoger nuestras cosas para volver y finalmente cargar a Hyungwon en mis brazos.

Él parecía seguir durmiendo mientras volvíamos, entonces comencé a descender por las escaleras lentamente intentando recordar el camino que habíamos tomado el día anterior y al llegar al piso donde estaba la habitación de Hyungwon, me encontré con la enfermera que, al parecer, estaba buscándonos.

La mujer, al vernos se acercó rápidamente con una expresión casi desesperada en su rostro y tan pronto como llegó a mí, comenzó a revisar a Hyungwon. Yo conocía esa expresión y su motivo, sabía que ella también tenía tanto miedo de perderlo como yo, así que símplemente la dejé hacer su trabajo.

— ¿Hace cuanto están allá? —preguntó sin mirarme, apresurada por acabar con la examinación.

— Desde anoche. —respondí mirando fijamente cómo a pesar de estar siendo manipulado exhaustivamente, él no tenía ninguna reacción todavía.

Era como si se nos estuviera yendo de las manos lentamente, como agua entre los dedos.

— Es extraño... —comentó la enfermera, sacándome de mis pensamientos y asustándome— normalmente no duerme sin medicamento, pero contigo... —su mirada se paseó entre Hyungwon y yo varias veces— es como si fueras un sedante... —sonrió con tristeza— o quizá solo siente suficiente paz como para dormir y no tener miedo de no volver a despertar...

Sin duda sus palabras me atravesaron el pecho y marcaron un vacío en mi interior, pero al mismo tiempo me infundieron una dolorosa calidez que me obligó a sonreír con tristeza hacia aquella carita demacrada que dormía plácidamente.

— ¿Está bien? —pregunté a la enfermera, aún mirando el rostro de Hyungwon.

La mujer suspiró.

— Sí, por ahora. —respondió dejándome en claro que cada segundo era impredecible— pero si quiere seguir descansando, es mejor que lo dejemos dormir... —asentí en respuesta— y tú... —me señaló con la dulce severidad de una madre, o algo parecido— deberías desayunar y darte una ducha, iré a conseguir lo necesario para que te pongas cómodo si piensas estar aquí.

Sin ánimos de despreciar su ayuda, ni de querer irme del lado de Hyungwon, asentí e ingresé a la sala donde estaba aquella enorme camilla que había sido participe de muchas cosas buenas y malas entre nosotros.

Recosté a Hyungwon allí y simplemente lo dejé dormir.

Acaricié su rostro varias veces, sintiendo su pálida piel cálida contra mis dedos y suspiré con dolor en el pecho.

Quería que todo fuera una terrible mentira.

...

— ¿Puedo preguntarte algo un poco... personal? —cuestioné con cautela.

Puse los pies en el suelo y me empujé, provocando que el columpio se moviera, aún con el peso de ambos encima, al igual que había estado haciendo desde que Hyungwon despertó y me pidió estar en ese lugar.

Él se quedó pensativo ante mi pregunta y sonriente mirando el cielo oscuro, como si su mente estuviera libre de preocupaciones.

— Mmm... —fingió pensárselo— bueno, sí... puedes hacerla.

Aparté una mano que sostenía la cintura de Hyungwon y me rasqué el cuello, pensativo. Pues aunque Hyungwon me tuviera confianza y yo a él, después de todo no nos conocíamos del todo bien y temía herirlo y pasar otro problema como el anterior, o peor aún, que a causa de su tristeza, su salud empeorara al punto de hacerlo cerrar sus ojos para siempre.

— No se como decirlo... —me sinceré sintiendo de repente ganas de llorar.

Realmente no quería llorar y ya ni siquiera tenía fuerzas para hacerlo, pero no podía evitar sentir el dolor cada vez que recordaba lo mucho que quería cuidar a Hyungwon y lo incierto que era el tiempo a su lado.

— Sólo dilo, no importa cómo. —me animó, quizá viendo mi agobio— responderé igualmente.

Al escuchar sus palabras me sentí un poco más seguro, entonces asentí y me quedé unos segundos más en silencio hasta que logré formular mi pregunta.

— ¿Por qué estás solo? —solté de repente, maldiciéndome por lo ridícula que había sonado mi pregunta, que definitivamente no era lo mismo que había pensado— Es decir... Yo... Lo siento. —hundí mi cara en su pecho— sólo quiero saber... ¿Dónde está tu familia? ¿Acaso no saben de esto?

Hyungwon suspiró y sonrió levemente.

— No hay mucho que decir... —admitió— mi madre murió cuando yo aún era muy chico, así que no la recuerdo... Y mi padre pues... —hizo una pausa— digamos que él no estaba de acuerdo en que yo fuera diferente... —enfatizó en la última palabra, dejándome en claro a qué se refería— así que simplemente me echó de la casa...

Sintiendo la molestia hervir en mi pecho, fruncí el ceño.

— ¿Por qué lo haría? —solté mirándolo a los ojos, sin poder concibir la idea de que había alguien en la tierra que pudo amar, cuidar y pasar tiempo con una persona tan dulce, y no quiso.

Hyungwon se encogió de hombros.

— No se, seguro no le pareció mucho la idea de que su heredero fuera alguien como yo... —respondió tranquilamente— así que simplemente amó a su otro hijo, el que tuvo con mi madrastra... —sonrió— Pero no te preocupes, amo mucho a mi hermanito, sólo espero que mi padre no lo trate como a mi...

Era irreal que una persona tan buena se tuviera que ir tan pronto. En esos momentos solo podía preguntar al cielo, “¿por qué?”

— Pero... —suspiré— estas enfermo, es decir... ¿él lo sabe?

Hyungwon asintió.

— Sí... se lo comuniqué en su momento. —confesó— así que él ha pagado todos los tratamientos y todo lo necesario desde entonces...

Al verlo hablar tan tranquilamente del tema solo me ponía a pensar en cuánto tiempo le habrá tomado a Hyungwon dejar de llorar por ese motivo y resignarse a todo, incluso a la muerte.

— ¿Ha venido a verte? —pregunté tratando de despejar mis pensamientos, pero Hyungwon negó con la cabeza— ¿Qué demonios? ¿Cómo puede ser tan h-

— Wonho... —me interrumpió, acunando mi cara entre sus manos— está bien, he tenido mucha gente aquí que me ha amado mucho más de lo que él pudo amarme, ¿Sabes? —asentí levemente— Incluso tú.

Él me sonrió, pasó sus brazos por detrás de mi cuello y se acercó a besarme como solo él podía hacerlo. Yo quería seguir preguntando, quería saber todo sobre él y amarlo más que antes, pero si Hyungwon me besaba, era como si todo a mi alrededor dejara de existir, por lo tanto, abracé su cintura con cuidado y correspondí el beso, aún moviendo el columpio en el que ambos nos encontrábamos sentados.

Lo sostenía sobre mis piernas, tal como siempre lo hacía.

El beso era lento y suave al inicio, ambos saboreábamos la textura de los labios del otro, pero de un momento a otro, nuestro beso comenzó a aumentar el ritmo por algún motivo. Hyungwon agarró mi cabello con un poco más fuerza y estaba comenzando a jadear muy bajito, yo también estaba yendo por la misma dirección y el hecho de tener a Hyungwon sobre mi regazo, realmente no ayudaba.

Así que decidí que era hora de parar.

Nuestras respiraciones seguían aceleradas cuando nos separamos y mientras tomábamos un poco de aire para regular los latidos de nuestros corazones, nos miramos a la cara con una sonrisa.

— Eso es... —susurró el delgado— magnífico.

A pesar de haber hecho una confesión tan normal, pareció arrepentirse automáticamente de lo que había dicho, y avergonzado, apoyó su frente en mi hombro, queriendo esconder su cara de mi mirada.

Me reí por su tierna reacción y me levanté del columpio, llevando al ligero Hyungwon en mis brazos para evitarle el cansancio, y finalmente lo acosté en el suelo, donde dibujábamos cosas en el cielo, y me acosté a su lado.

No tenía que darle explicaciones de nada, él ya sabía qué hacer cada vez que llegábamos ahí, así que unió su mano a la mía y comenzó a buscar figuras en el cielo, hechas con las nubes.

— Jamás has ido más allá de eso ¿No? —pregunté por curiosidad.

Desvié mi mirada hacia él y noté como su rostro que generalmente estaba pálido, se pintaba de un tierno color rosa muy agradable de ver.

— No todavía... —respondió fingiendo tranquilidad.

Me reí de nuevo.

— ¿Todavía? —cuestioné haciendo énfasis en la última palabra que él usó y la ambigüedad de esta— Mmm... —bromeé acercándome a su cuello como depredador a su presa— ¿Qué estás pensando pequeña tortuga pervertida?

Hyungwon se rió a causa de las cosquillas causadas y aunque intentó alejarse un poco, no lo consiguió.

— Yo no he dicho nada... —justificó entre risas.

Después de un par de risas y cosquillas, le sonreí y ambos miramos el cielo que, para ese momento, ya tenía miles de estrellas brillando en lo alto. Haciendo que nos diéramos cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo cuando estábamos juntos, y de lo poco que se sentía.

Hyungwon entrelazó su mano con la mía, y las levantó uniendo estrellas imaginariamente mientras yo le prestaba atención.

— ¿Lo ves? —susurró tratando de acostumbrarse a unir estrellas en vez de dibujar con nubes.

En cambio yo di lo mejor de mi por identificar la forma que él veía.

— Es un corazón, ¿No? —pregunté casi con miedo a fallar, pero afortunadamente Hyungwon asintió con una sonrisa, así que le correspondí la sonrisa— es mucho más grande el tuyo, Hyungwonnie...

Mis palabras salieron sin pensar, directamente desde el fondo de mi corazón y mi admiración, pero Hyungwon solamente suspiró.

— Quizá... —sonrió con tristeza— Pero cuando ya deje de funcionar... lo dibujaré para ti desde allá arriba. —en ese momento sentí mis ojos arder nuevamente y aunque intenté detenerlo, esta vez no pude evitar llorar— Wonho... —cubrí mi cara con mis manos, pero él seguía intentando consolarme— No llores, por favor no llores más.

De repente me sentí molesto a causa de tanto dolor.

— ¿Por qué no lo haría? —pregunté apartando las manos de mi cara— Está bien que te hayas resignado hace mucho y que hablar del tema no sea gran cosa para ti... ¡Pero yo no soy así! ¿Crees que no me duele? ¿Por qué me pides que deje de llorar?

Hyungwon suspiró.

— Porque aún estoy aquí...—respondió tranquilamente— siénteme y amame, tal como prometiste hacerlo.

Lo miré, aún con el rostro empapado, pero no dudé en abalanzarme contra su boca, y besarlo tanto como quisiera, como si no hubiese un mañana.

Dolía amarlo.

Pero dolía más saber que luego no podría hacerlo.

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