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A

Me sentía extraño. Había algo dentro de mí extendiéndose sin que pudiera hacer algo al respecto y ni siquiera sabía si en realidad quería hacer algo para contrarrestarlo o simplemente dejarlo fluir como agua entre los dedos.

Mirar a Hyungwon sonriendo mientras regaba las rosas con tanto amor, era como una obra de arte. Ni siquiera un atardecer podría compararse a lo agradable que me resultaba esa imagen. Noté mi propio corazón latiendo desbocado al notar esa mirada tímida posarse sobre mí y muchas preguntas invadieron mi mente en ese momento.

¿Por qué sentía tanto por una persona a quien había conocido hace poco más de una semana?

¿Por qué me sentía tan bien al observarlo sonreír?

¿Por qué quería tener esa mirada fija en mí?

¿Por qué prefería estar en un hospital con él en vez de estar en la comodidad de la casa de mi amigo?

¿Por qué era tan lindo vivir en esa fantasía?

No había respuesta para ninguna, pero no me importaba. No necesitaba respuestas.

Lo miré acercarse con una de las regaderas en su mano, quizá analizando mi expresión e intentando leer lo que pasaba por mi mente.

— ¿Estas bien? —preguntó con suavidad quizá con un tinte de preocupación— No estás regando las flores...

Le sonreí intentando volver a mi tarea.

— Estoy más que bien... —le aseguré, ganandome en respuesta una tierna sonrisa de su parte que amenazaba con derretirme el corazón.

En el momento en que un leve sonrojo apareció en su rostro, el se giró para intentar esconderlo.

— ¿Qué tal tu noche en la casa de tu amigo? —preguntó desviando el tema de conversación— ¿Se siente bien volver a dormir en una cama real? —arqueó una ceja con diversión.

Me quedé pensativo un momento y luego asentí efusivamente. No iba a mentir, la suavidad de una cama real se había sentido como el paraíso.

— Muy bien... —informé— descansé un poco más que aquí al menos... —me encogí de hombros mientras pasaba una de mis manos por las rosas— ¿Y que tal tú? —lo miré— ¿Me extrañaste cuando llegaste a casa?

Su mano cambió de posición hacia otra flor y él sonrió levemente sin mirarme.

— Si... —susurró— como siempre.

Arqueé una ceja ante aquella respuesta. Él siempre parecía tímido y aprovechando un poco la soltura que tuvo para admitir que me había extrañado como yo a él, decidí molestarle.

Dejé la regadera vacía en el suelo y me estiré totalmente calmado.

—  ¿Qué es lo que más extrañas de mi? —pregunté con naturalidad— ¿Mi torpeza o mi pesimismo?

Pareció un poco sorprendido ante mi pregunta, sin embargo guardó silencio un buen rato, al menos hasta que su regadera también quedó vacía. Fue entonces cuando él ordenó ambas y se sentó, pensativo y sonriente.

— Creo que tu sonrisa... —respondió clavando su mirada en mí. En ese momento me sonrojé violentamente por la respuesta inesperada y claramente Hyungwon se rió de mí— Te sorprendí. ¿A qué si?

No podía mentirle así que no me quedó más opción que asentir avergonzado.

— Muchísimo... —admití mientras tomaba asiento a su lado.

Él mantuvo su sonrisa y su mirada puesta en mí.

— No me contaste nada más de tu odisea de la primera noche en casa de tu amigo... —se quejó— creo que merezco un poco de información.

Yo rodé los ojos por el dramatismo empleado y luego suspiré pensando en qué podría contarle de una noche simple.

— No hay mucho que contar... —admití acariciando mis rodillas— había mucha algarabía por su pronta recuperación, una enorme cena familiar donde me incluyeron como si fuera parte de la familia y luego una larga noche de sueño... Creo que es todo.

Lo miré y él asintió casi emocionado como si aquello fuera algo extraordinario.

— Debió ser muy lindo...

Me encogí de hombros dándole la razón.

— Lo fue... —lo miré un par de segundos y al notar aquella emoción, la curiosidad me invadió y no pude evitar preguntar— ¿Que tal es en tu casa? ¿Vives con alguien?

No sabía porqué, pero pude notar un poco de tensión en sus hombros delatando que quizá aquel tema le incomodaba.

— Si... —respondió sin más detalle.

Me quedé en silencio simplemente pensando, pero mi curiosidad era demasiado para poder soportarla, así que decidí volver a entrometerme.

— ¿Con quién? —arqueé una ceja, sintiendo lo que identificaba como una espinita de celos de tan solo pensar que existía la posibilidad de que cada noche alguien lo admirara dormir y cada mañana alguien lo mirara despertar— ¿Familia...? ¿Amigos...? ¿Pareja...?

Él negó levemente.

— Amigos. —respondió mirando las flores.

— ¿Más de uno? —pregunté sin poder esconder mi curiosidad.

Él asintió levemente.

— Si... —se encogió de hombros y subió sus pies al sillón en el que estaba, quizá buscando una posición más cómoda— un par de amigos que son como yo...

Creí captar su mensaje, así que asentí.

— Ah... del grupo de animadores supongo... —cuestioné y él asintió un poco dubitativo— que bien... Ojalá pudiera tener gente positiva a mi alrededor.

Ante mi comentario él por fin decidió mirarme aunque lo que dirigió a mí fue una mirada curiosa.

— ¿No tienes? —preguntó casi sorprendido— ¿Qué hay de tu familia?

No me contuve y acabé por soltar una carcajada sarcástica.

— Oh no... —negué entre risas— no toquemos ese tema Hyungwon... —le di una palmadita en el hombro— Eso es más espinoso que todas estas rosas juntas.

Hyungwon asintió.

— Bien... —dijo sin más.

Sabía que quizá era momento de dejar la charla ahí, pero una nueva duda había surgido en mi cabeza y tampoco pude retenerla.

— ¿Qué hay de ti? —me recosté en el asiento adaptandome a una posición más cómoda igual que él— ¿Tienes familia?

Esperé alguna respuesta, pero lo primero que vi fue que él suspiró, quizá frustrado.

—  Es un tema espinoso para mi también... —admitió sorprendiendome de que alguien como él tuviera ese tipo de problemas— pero te contaré lo que pasó... —hizo una breve pausa y se lo pensó mejor— algún día.

No me gustaban las incógnitas, sin embargo no podía presionar al chico bonito de cabellos castaños a que hablara de algo que no quería. Conocía ese sentimiento mejor que nadie, así que por primera vez opté por darle su espacio, haciendole saber que podría esperar lo necesario para cuando él quisiera desahogarse.

— Tienes todo el tiempo del mundo para eso, no te preocupes. —le di una nueva palmadita con una sonrisa sincera, pero él asintió cabizbajo.

— Si... —susurró, me sonrió y luego posó su vista de nuevo en las flores mientras arreglaba su abrigo amarillo— todo el tiempo del mundo.

Aquella acción no pasó desapercibida ante mis ojos, entonces decidí hacer algo aunque sabía que podía resultar mal. Tomé valor del que creía que ya no tenía, aparté sus manos del abrigo y las uní con las mías. Por alguna razón estaban un poco frías, así que simplemente fingí darles calor.

— ¿Por qué esa cara? —pregunté para desviar su atención del descarado tacto de mis manos.

Él negó levemente mientras sus ojos observaban con detenimiento la forma en la que mis manos acariciaban las suyas.

— Recuerdos, nada más. —susurró.

Tenía sentimientos encontrados en aquel momento. Una parte de mí estaba feliz, quizá más de lo debido por tocar sus manos con tanta libertad sin obtener un rechazo a cambio, pero otra simplemente estaba decaída y compadecida con la expresión que Hyungwon tuvo al mencionar aquellas palabras.

Sin pensarlo demasiado me acerqué un poco más a él para obligarlo a mirarme a la cara y en cuanto lo hizo no tardé en soltar lo que había pensado.

— No te pongas así... —susurré— ahora estoy aquí contigo, si quieres podemos crear buenos recuerdos juntos.

Hyungwon paseó su mirada entre mis ojos y mi boca, sorprendido por las palabras que acababa de soltar con tanta naturalidad y luego frunció el ceño como si lo que acababa de escuchar no era real.

— ¿Recuerdos juntos? —repitió en busca de una confirmación que no tardé en darle con un asentimiento y una sonrisa.

— Si, si. —volví a asentir innecesariamente. Miré a mi alrededor en busca de un lugar mejor para llevar a cabo lo que se cruzó por mi cabeza y cuando lo obtuve, me puse de pie y le incité a que él también lo hiciera— ven...

No solté su mano izquierda en ningún momento, simplemente avancé hacia el lugar que había visualizado. Aquel lugar era lo más lindo que había visto en mucho tiempo y aunque no lo admitiera en voz alta, algo dentro de mí me decía que mi enamoramiento de aquel lugar no sólo se debía precisamente al sitio en sí, sino también a la compañía de cierta persona.

El sitio parecía de fantasía, no sólo había flores y un pequeño lugar bien decorado donde pasar la noche, sino que también tenía salida a algo que parecía un patio enorme donde habían árboles frutales, columpios, incluso una pequeña montañita desde donde seguramente se veían perfectamente los atardeceres. No estaba seguro de qué era aquel sitio, pero sin duda era perfecto.

Hyungwon me seguía en silencio, aún sin saber cuales eran mis planes, él no se opuso en ningún momento sino que confío en mí, hasta que me detuve llegando a la pequeña montañita.

— Imagina que esto es una película y tu eres el director... —comencé a explicar ante su curiosa mirada—  todo lo que se haga a partir de ahora va a quedarse grabado en tu mente ocupando el espacio de los malos recuerdos... —tomé nuevamente sus dos manos y le sonreí— ¿Qué te apetece grabar en tu memoria a partir de ahora?

Hyungwon me vio raro por un par de segundos, luego intentó pensar en algo pero acabó por romper el silencio con una suave carcajada mientras fruncía el ceño, viéndome como si no comprendiera las tonterías de mi cabeza.

— ¿Qué quieres que diga? —encogió sus hombros mientras me miraba— No tengo idea...

Lo comprendí, sin embargo le di su tiempo y también me di mi tiempo para quedarme pensativo un momento. Entonces otra tontería se sumó a mi mente.

— Pues hagamos plagio. —sugerí.

Él de nuevo me volvió a ver con aquella tierna mirada que me preguntaba de dónde sacaba tantas ocurrencias.

— ¿Plagio? —cuestionó entre risas.

Me reí ante mí tontería y asentí llevando a Hyungwon de la mano hacia al cima donde claramente podíamos ver al hospital desde el lateral.

— Ven aquí Hyungwon, necesito que te pares firmemente aquí y mires hacia esos árboles, imagina que es el mar. —indiqué señalando los lugares mencionados.

Él obedeció sin reprochar y por la sonrisa que se dibujó en su rostro, pude notar que la idea le agradaba.

— Me gusta el mar... —confirmó a mi pensamiento.

— Pues mucho mejor... —le respondí— ahora cierra tus ojos e imagina que estamos rodeados por agua... —le susurré notando como él obedecía a mis peticiones— no hay ruido ni gente aquí, sólo estamos tu y yo en la cima.

Hyungwon asintió mientras sonreía, fue en ese momento que solté sus manos y lentamente me posicioné detrás suyo. Mi corazón casi salía de mi pecho de tan solo sentirlo tan cerca, tan vulnerable, tan él.

— ¿Qué sientes? —pregunté necesitando sinceramente saber lo que pasaba por su mente.

Él giró la cabeza un poco siguiendo la dirección de mi voz a sus espalda y sonrió.

— Paz... —respondió casi en el mismo tono de voz que yo había empleado con él.

Aquella respuesta era más que suficiente para confirmarme una vez más que aún sin saber por qué hacía las cosas, las estaba haciendo bien. No me contuve y con la lentitud de una pluma mecida por el viento, llevé mis manos hasta sus hombros y dejé se resbalaran por la extensión de sus brazos con tanta suavidad que aquello se convirtió en una caricia, entonces reduje un poco la distancia y dejé mi rostro apenas a unos centímetros de su cuello, donde pude sentir claramente su fresco aroma.

Era casi mágico. Tanto que estuvo a punto de hacerme olvidar la verdadera razón por la que había ido allí.

Tomé sus brazos continuando con la suavidad que había caracterizado aquella caricia y comencé a levantarlos, extendiendolos como si se tratara de un par de hermosas alas de algún ángel del cielo.

Wonho acarició suavemente los brazos de Hyungwon y comenzó a levantarlos con suavidad, extendiendolos. Aquello era lo que había tenido en mente al pensar en ir a ese sitio, sin embargo no se sentía suficiente. No estando tan cerca.

— Hyungwon... ¿Puedo abrazarte? —cuestioné en un susurro leve que de ni haber tenido esa cercanía él no hubiera podido escucharme.

Pero para mi sorpresa él asintió levemente en respuesta mientras sonreía, así que me acerqué a su cuerpo y lentamente comencé  a rodear la delgada cintura de Hyungwon con mis brazos provocando que nuestros cuerpos quedaran totalmente pegados y mi cara reposara tranquilamente entre su espalda y su cuello.

Ambos teníamos los ojos cerrados, tampoco nos movíamos y los segundos parecían eternos o al menos así lo deseaba yo al tener aquella increíble paz rebosando en mi pecho.

Hyungwon comenzó a bajar sus manos lentamente y pude sentir como las reposaba sobre mis brazos, acariciandome con suavidad y dándome sin querer un sentimiento que nunca antes había tenido con tanta intensidad; felicidad.

— Eres mejor que Rose DeWitt Bukater... —susurré con una sonrisa.

Pude escuchar una risita suya en respuesta a mi tontería y luego un suspiro.

— Y tú eres mejor que Jack Dawson... —comentó.

Entonces sonreí, no quería abrir mis ojos ni cortar mi imaginación nunca.

— ¿Podrías quedarte con esa paz aunque bajemos de nuestro Titanic? —pregunté con sinceridad al recordar su expresión de tristeza de la charla anterior.

Esperé pacientemente una respuesta a mi pregunta real mezclada con la ficción y aunque tardó un par de segundos el respondió.

— Sólo si estás a mi lado...

Debo admitir que su respuesta me impresionó, me dejó anonadado y al mismo tiempo sentí que volé por los aires, pero también no dudé en responder.

— No me iré...

Nos quedamos en silencio por mucho tiempo, en realidad no podía medirlo pero mientras me quedaba en aquella posición el tiempo parecía haberse congelado junto a nosotros como si supiera que merecíamos aquel momento, como si lo necesitáramos.

— Realmente siento que podría flotar en las nubes contigo... —comentó Hyungwon después de un rato y aquello atravesó mi corazón de una manera inigualable.

Me deshacía y me volvía a armar entero con cada palabra dulce que decía, tanto que mi corazón parecía no poder soportarlo. Entonces lo abracé con más fuerza, sintiendo que si lo soltaba, la vida me lo quitaría para siempre.

— Quiero que te sientas como si eres el rey del mundo entero. — afirmé aspirando su aroma por milésima vez.

Se quedó en silencio un par de segundos, pero poco después sentí como si rostro se giraba un poco, como si quisiera ver mi rostro.

— Ya lo soy, Wonho... —susurró a escasos centímetros de mi rostro, provocando que su aliento me hiciera abrir los ojos— soy el rey de este mundo, de mi mundo...De nuestro mundo Wonho...

Solté un suspiro involuntario y no pude responder más, simplemente me quedé ahí viendo como sus pestañas se movían con la gracia de unos hermosos abanicos mientras sus ojos volvían a cerrarse.

Todo lo que deseaba era
que el tiempo jamás pasara.

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