¿Cómo olvidar aquel día?

Tu cabello pelirrojo y rizado, llevabas puesta la camisa de nuestra serie favorita, tu sonrisa era tan hermosa que dudo que alguien la hubiera pasado por alto.

Es gracioso, pero hoy ya no me arrepiento de haber untado tu camisa de helado. Aun recuerdo tu comentario: "El azul le da un toque", no pude sentirme peor al pensar que lo decías para que no me sintiera mal.

Quizás si hubieses llevado una camisa distinta o si yo hubiera elegido un helado distinto, no habría pasado todo esto. Quizás así no me habría enamorado de ti, y no sabes lo malo que habría sido.

Aún recuerdo lo cálidas que eran tus manos, sin importar que estuviéramos en pleno invierno. Cuando tomaste las mías para tratar de calmarme, sentí algo más que esa calidez, fue algo distinto.

¿Cómo podría mí corazón no haberse emocionado? Tus ojos verdes que conectaban con los míos y la sonrisa que no se había borrado me hicieron entrar en pánico internamente, aunque para ti pareciera que me había relajado.

Cuando empezamos a conocernos más, no creí que fueras mi tipo exactamente (claro, tengamos en cuenta al protagonista del que usualmente hablábamos), pero el destino da muchas vueltas.

Tú lo dijiste, las moiras saben lo que hacen, ellas fueron quienes decidieron atravesarte en mi camino (y sí, fue culpa tuya por no mirar por dónde ibas). Gracias, moiras, fue un buen detalle.

Ahora dime, ¿te gusto? Porque tú a mí sí.

Espero algún día escuchar que me pidas un beso, por ahora no te lo diré yo a ti, no quiero arriesgarme. No podría arruinar la amistad que tenemos, te volviste lo mejor de mi vida.

Gracias, gracias por escucharme, por hablar conmigo, por quedarte.

Y por favor, no te vayas, no quiero sufrir en silencio de nuevo, ni conversar con mi mente, y mucho menos quedarme sola con mis pensamientos. No quiero quedarme sin ti.

Eres mi amor adolescente, pero, ¿también seré el tuyo?