Extra 1
La boda que habían tenido fue extremadamente privada pues Ophelia prefería mantenerse al margen de lo que había sucedido luego de la guerra y las posibles críticas que le harían en el periódico, aunque aseguró que los Weasley's y Harry asistieran.
—Te ves preciosa.—Ginny se acercó dándole un abrazo.
—Y tú te ves muy feliz.—La molestó pues durante su tiempo en el hospital, Harry había dejado a Susan Bones y luego de convivir con Ginny finalmente se habían enamorado.—Espero que la próxima boda sea la tuya.
—O la de Ron.—Ginny suspiró volteando a ver a su hermano.
El penúltimo de los hermanos había sido quien más tardó en superar la muerte de Hermione, tanto así que no pudo relacionarse con ninguna otra chica hasta que habló con Verity, una de las empleadas de Sortilegios Weasley con quien se veía cómodo.
—¡Hay que hacer un brindis!—Chilló emocionada la pelirroja.—¡Por los recién casados!
Todos levantaron sus copas repitiendo lo que ella había dicho, Neville se acercó a su ahora esposa tomándola de la cintura para así acercarla a el, Ophelia soltó una risita al sentir la cara del Longbottom en su cuello percibiendo su perfume.
—Basta Nev.
—Lo siento señora Longbottom.—Besó su mejilla.—Pero no me puedo resistir a sus encantos.
—Yo no me puedo resistir a ti.—Ahora fue ella quien le robó un beso en los labios.
En la cena y el baile siempre estuvieron juntos como marido y mujer, estaban felices, enamorados e ilusionados con la vida. Al finalizar la velada, la nueva pareja de esposos se despidieron de sus invitados para finalmente ir a descansar a la casa donde ambos vivían desde hace meses, claro que Ophelia había obliga a Neville a poner su huerto fuera de la casa pues las hojas no contrastaban con la nueva decoración de la rubia.
Esto al contrario de molestarlo, le había abierto los ojos ya que tenía su espacio para cultivar sus plantas e investigarlas a su gusto cosa que despertó más su curiosidad postulando para ser el nuevo profesor de Herbología (Dejando su trabajo de auror de lado) mientras que Ophelia había comenzado a estudiar para ser sanadora (Una gran ventaja pues así podría pasar con Neville la mayor parte de su tiempo luego de pedirle a Madame Promfey un puesto como su asistente)
─Te dije que sin tantas hojas regadas en el suelo, se vería más hermoso.—Dijo Ophelia, una vez retiró su vestido para así quedar en su pijama al igual que su esposo.
─Lo es desde que llegaste tú.
Decidieron acostarse en la cama sin decir nada, sólo disfrutando el uno del otro y del calmante sonido de sus respiraciones.
─Te amo.─Dijo Neville, besando el cuello de su esposa.
─Te amo también.—Rio por las cosquillas que le causaba.
Esta vez se detuvo para tomar sus labios, el beso que compartieron se tornó cada vez más necesitado. Ninguno dijo nada. Continuaron besándose con una necesidad que ninguno creía posible y a la que no querían poner freno. Sólo se dejaron llevar.
Neville giró quedando sobre el cuerpo jadeante de su esposa, su respiración también era algo forzada, pero no importaba. Estaba besando a Ophelia, lo que era equivalente a estar en el cielo. Bajó su cabeza y dejó una fila de besos en la columna de su cuello. Ophelia gimió y acarició la espalda de Neville adentrando sus manos por debajo de su ropa.
Él le quitó su short de pijama, dejando al descubierto la parte inferior de su cuerpo a su mirada fija, caliente y hambrienta. Tembló mientras le apartaba sus piernas a fin de poder mirar el lugar más privado de su cuerpo. Trazó con su mano el estómago, y el exterior del muslo, haciéndola arder y temblar, todo al mismo tiempo. Ophelia cerró sus ojos y gimió cuando sus dedos comenzaron acariciarla en aquella zona que nadie más podría tocar alguna vez, sobre la delgada tela de su ropa interior.
Su cabeza se inundó con el extraño sentimiento de él acariciándola y llenándola. Él le separó las piernas aun más, entonces deslizó sus dedos dentro de ella explorando profundamente haciendo temblar su cuerpo, al sentirla lo suficientemente húmeda retiró sus dedos buscando en su cajón un preservativo que estaba dispuesto a usar pero ella lo detuvo.
–Cariño, creo que nunca te lo he dicho, pero...—Habló entre suspiros.
–¿Qué sucede amor?—Murmuró regresando su vista a ella dejando así el preservativo.
–Me hace mucha ilusión tener un bebé.—Habló con una sonrisa.
─¿D-De verdad?—Habló un poco sonrojado al escucharla mencionarlo.
Ella asintió a lo cual su esposo soltó una risita nerviosa antes de hacer un ademán de aceptación con la cabeza, aquella noche se dispusieron a dejar en Ophelia aquella semilla que crecería más día a día y para ellos sería lo más especial pues era una parte de cada uno.
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