Dream
Camus despertó de repente, eso fue ¿un sueño?
Somnoliento y con la mente aturdida se incorporó para quedar sentado al filo de la cama ignorando que alguien dormía a su lado.
Lo sintió tan real todo lo que vivió en sus sueños hasta cuando Milo que era el lobo feroz le hizo el amor.
Negó con su cabeza.
- Debería dejar de leerle esos cuentos a Isaak y Hyoga, ya hasta me imaginé ser caperucita roja con el lobo que me devoraba. Bromeó riendo suavemente.
- Tú cabello se presta para el papel pero porque te comparas con ese cuento y a la protagonista?. Una segunda voz se escuchó en el silencio de la recámara.
- Milo! Pensé que dormías. Volteó el pelirojo al escuchar al rubio hablar.
- Así era, hasta que te levantaste abruptamente y me golpeaste en el proceso. Un ligero puchero hizo el escorpión cosa que derritió el frío corazón del onceavo guardián.
- Disculpa. Un pequeño beso dejó en los labios de Milo para acostarse junto al moreno.
- Me dirás que fue lo que soñaste y que tiene que ver con caperucita roja?. Olvidaba que la curiosidad de Milo era tan grande.
- No tiene importancia Milo. Decidió no hablar del tema que estaba seguro lo olvidaría al volver a dormir.
Aunque olvidó otro detalle más.
- Cam dime, anda cuéntame sobre esa fantasía tuya. Milo podía ser tan insistente y olvidó de nuevo ese detalle.
- No es nada y no fue una fantasía de las que piensas bicho malpensado. El rubio empezaba a hacer una rabieta. - Ni se te ocurra hablar más fuerte o hacer un berrinche porque te recuerdo que los niños están en la habitación contigua además que mañana temprano tendremos entrenamiento y no quiero que se despierten.
Otro beso más fue todo para calmarlo.
Pero Milo no se quedaría con los brazos cruzados, haría de todo para que Camus le contará sobre su sueño.
Sonrió para sus adentros porque su curiosidad no lo haría rendirse tan fácil.
Así tenga que vender su alma a Hades.
Desde que amaneció en las tierras heladas de Siberia Milo ni un segundo dejaba de molestar a Camus.
Los pequeños Isaak y Hyoga no entendían nada de lo que ambos adultos decían aunque encontraban gracioso ver a su maestro sonrojarse y un escorpión travieso guiñarle el ojo.
El onceavo guardián por más que distrajera su mente con leer un libro o cocinar aún recuerda ese sueño que lo ha mantenido intranquilo.
Lo sintió tan real, su cuerpo se estremece al renemorar esas caricias que le proporcionaba su lobo.
Aquel que es su pareja en la realidad.
Suspiró y cerró sus ojos, se sentía cansado, tenso.
Unas manos comenzaron a masajear sus hombros.
- Estás muy estresado mi belleza acuariana. Déjame consentirte. Susurró en su oído y el cálido aliento le erizó los vellos.
Se dejó consentir por su inquieto escorpión y el masaje le sabía a gloria.
- Te gusta mi vida?. La voz suave de Milo le parecía relajante.
- Mucho. Fue lo único que dijo para gemir gustoso.
Por varios minutos Milo siguió en su labor de relajar lo más posible a su francés y así sacarle la verdad.
- Camie dime que es lo que soñaste en la noche, tal vez yo pueda cumplirlo. Por segundos que le parecieron eternos al rubio, no obtenía respuesta.
- Lo prometes?. Con sus ojos cerrados habló el pelirojo.
- Si mi amor, sabes que yo tengo palabra sino tú me congelas al no cumplirlas. Sonrió recordando aquella vez que terminó como paleta de escorpión al olvidar que prometió llevar un regalo para los pequeños discípulos de su amado acuario y eso que ya había dado su palabra, Camus le dio la lección de su vida porque los niños esperaron todo el día hasta quedarse dormidos.
Aprendió a cumplirlas al pie de la letra con cualquier persona sino su bello francés actuaría de inmediato.
- Bien. Te lo contaré. Y así Camus le relató desde el principio su sueño hasta que despertó.
El rostro de Milo se iluminó ya que una idea perversa surgió.
- Mi rubí adorado, tú no te preocupes que yo cumpliré esa fantasía que estoy seguro te sentirás como la caperucita roja de tus sueños, yo soy tu lobo feroz que te comerá gustoso. Sonrió mirando a su dormido pelirojo que no escuchó más.
Haría que todo fuera especial para su adoración francesa es por eso que lo planearía bien para que fuera perfecto y Camus lo disfrutará.
El onceavo guardián parecía no recordar que en su momento de debilidad confesó aquel sueño a Milo por lo que hasta lo olvidó en el transcurso de los días.
Milo se ausentó dos días porque supuestamente fue llamado de emergencia a Grecia por el patriarca pero que volvería para estar de nuevo con ellos.
El francés no sospechó nada de lo que en realidad fue a hacer el escorpión.
Milo llegó con su pandora box y adentro de ella traía lo que usaría para que su francés se sintiera como en el cuento de Caperucita Roja.
Con algo extra que fue una carta enviada para que los discípulos del pelirojo fueran al santuario por cinco días para evaluar su aprendizaje.
El onceavo guardián no dijo nada ya que venía firmado por su Santidad y órdenes son órdenes.
Si supiera que la firma era falsa con la carta que Shión no estaba ni enterado ya que Saga y Aioros fueron los que la falsificaron para ayudar al travieso escorpio.
En cuanto los pequeños partieron hacía tierras griegas el escorpión puso en marcha su plan Manzana Roja.
No tenía mejor nombre más que ese además que la manzana era su fruta favorita, roja, apetitosa tal como Camus su bello rubí.
Aprovechó que Camus era tan estricto a la hora de entrenar que lo utilizaría para decorar la habitación que compartían.
Velas aromáticas, sábanas y rosas del color rojo.
Una bandeja dónde había desde manzanas, fresas y cerezas acompañado con un exquisito vino.
Y la cereza del pastel ponerse su traje que estaba seguro se parecería mucho al lobo que soñó su francés.
Arribó sobre la tarde-noche el pelirojo hacia su habitación para darse una ducha.
Abrió la puerta y...
- Bienvenido amor mío al que será tu propia versión del cuento de caperucita roja. Milo su bicho inquieto le tendía una mano para que la tomará.
No podía creer lo que veía era exactamente igual al Milo lobo de sus sueños.
Las orejas esponjosas del mismo tono de su cabello que parecían tan reales pero estaba seguro que no lo eran, sus uñas un poco largas daban el aspecto de garras y unos pequeños colmillos que sobresalían al sonreír.
Tomó la mano de Milo sin dejar de observarlo era de nuevo ¿un sueño? ¿alguna clase de alucinación? O es que de tanto exigirse entrenar más en las tierras heladas de Siberia se desmayó y ahora tenía ese bello delirio.
Si era así no quería despertar.
El escorpión como si leyera sus pensamientos le cortó de tajo sus cuestionamientos internos.
- No Camie si piensas que es un sueño déjame decirte que no lo es. Ésto es real y pienso cumplirte ese sueño que tuviste, te lo prometí, hoy serás la bella caperucita roja que el lobo se comerá. Una caricia en su rostro y un beso apasionado dejaron más atontado al pelirojo que aseguraba estar en un sueño.
A falta de aire se separaron, el pelirojo acarició el masculino rostro del griego que se dejó hacer tal como a un gatito cuándo se le brinda una caricia.
- Lo olvidaba, toma. Le tendió una bolsa negra que el francés un poco dudoso la tomó. - Quítate esa ropa de entrenamiento y usa la que está ahí adentro. Es para tu personaje mi vida. Otro pequeño beso que logró convencer al de cabellos rojos e ir al baño para más privacidad.
Cinco minutos que le fueron una eternidad al rubio pero la puerta se abrió mostrando a Camus Caperucita Roja.
La capa competía con su cabello y esos ojitos coquetos que sólo a él le dedicaba.
Un sensual caminar digno de su nacionalidad francesa y antes de llegar hacía el griego que lo miraba hambriento atento a toda esa belleza, se desató la capa roja.
Mostrando la lencería de color vino un listón atado a su cuello que unido estaba al brassier que se ajustaba a su pecho.
Por las torneadas piernas unas medias que resaltaban más sus muslos con broches que se unían a la ropa interior en encaje.
Milo se relamío los labios al ver lo sexy que se veía su acuario, supo elegir bien el conjunto que se adaptara de acuerdo al personaje que haría.
Tal cómo un depredador cazando a su presa se paseó alrededor del pelirojo que recordando su sueño decidió ignorar al lobo.
- Eres bello caperucita roja lo malo es que estas sólo y no habrá nadie que te ayude ya que yo el lobo feroz te comerá. Se detuvo frente al pelirojo que lo miraba interesado y desafiante.
- No le temo señor lobo y creo que la idea de comerme no me desagrada en lo absoluto. Paseó sus frías manos por el cálido pecho desnudo del escorpión y el moreno lo sujetó de su fina cintura.
Lo atrajo de forma ruda hacía su cuerpo y lo besó con ímpetu.
Sin separarse se dirigieron a la cama, la espalda de Camus tocó el colchón su rostro se encontraba sonrojado y empezaba a reaccionar su miembro, sintiéndose incómodo.
Milo sacó a relucir su uña carmesí que cortó de forma limpia el traje en muchos pedazos dejando expuesto la perfecta anatomía de su francés.
Nunca vio venir esa acción por parte de su escorpión pero se excitó haciendo que resbalara por su tronco un poco de líquido pre-seminal.
Los záfiros lo miraban con lujuria y lamiendose sus colmillos se posicionó entre las piernas del pelirojo.
Desde abajo comenzó su labor de lamer la tersa piel empezando por las piernas subiendo al abdomen que se contraía, los pezones que se endurecían al ser mordisqueados llegando al cuello dónde dejó chupetes y su destino final, los finos labios dónde le dio de comer una fresa que traía entre sus dientes para degustarla entre los dos, sus lengüas se enredaron en una batalla intercambiando sáliva con el sabor de la fruta que despertó sus más bajas pasiones.
Camus besaba la piel morena y sus dedos se perdían en los mechones dorados de aquel que ama con todo su frío corazón.
Milo y toda su ardiente personalidad lograron derretir sus muros de hielo.
Enredados en las sábanas de seda el escorpión comenzó a preparar la entrada de su amado francés.
Primero un dedo masajeando la esfínter hasta que logró entrar con facilidad luego le siguió el segundo abriendo más las estrechas paredes anales ya con el tercero el pelirojo se deshacía en gemidos al ser estimulado su punto dulce.
- Muestráme que tan buen jinete eres mi caperucita roja porque tu lobo está ansioso por saber. Sonrisa coqueta y se acostó para que Camus se sentara sobre su pelvis.
Así lo hizo el onceavo guardián tomando en su mano la dura hombría del moreno autopenetrandose.
Gimió agudo al sentir cómo sus paredes anales se abrían dando paso al miembro hinchado.
Se aferró de los morenos pectorales empezando un suave meneo de caderas, Milo observaba todos los gestos de su pelirojo.
Conforme pasaban los minutos la intensidad subió de nivel haciendo más rápido los movimientos, dentro de la habitación el ambiente es cálido mientras afuera una fuerte tormenta de nieve azota.
Haciendo que la temperatura baje considerablemente al grado bajo cero.
Enterró sus uñas rojas en los muslos griegos y su largo cabello lo hizo a un lado para que su bárbaro escorpión se deleitara mientras brincaba sobre el viril y caliente miembro que llenaba todo su ser haciendo que gimiera al entrar tan profundo.
El chapoteo al entrar y salir subían la intensidad de su libido, el rubio le dio un par de nalgadas que fue el detonante.
Descontrol total, los brincos cambiaron a saltos enérgicos donde el nombre de Milo salía sin parar entre balbuceos a veces incoherentes.
Los pezones fueron capturados por las manos morenas siendo estimulados hasta hacerlos endurecer.
Una ligera capa de sudor envolvía a los amantes que disfrutaban del más placentero de los actos.
El miembro de Camus rebotaba sobre el abdomen del griego que lo tomó en su mano para masturbarlo con rapidez haciendo gritar a su amante.
Las paredes internas apretaban deliciosamente su miembro haciéndolo eyacular abundante.
El cálido semen bañó todo su interior y él terminó manchando de su semilla el moreno pecho del escorpión.
Con su dedo retiró la liberación del pelirojo y se lo llevo a la boca probando lo delicioso que era.
Camus lo miró fascinado y con los espasmos de su cuerpo además de su respiración agitada atrapó los gruesos labios probando de su propio sabor.
Se robaron el poco aire en sus pulmones por un par de minutos más.
Una vez separados de aquel salvaje beso la calma llegó a la pareja que se encontraban abrazados dándose mimos.
- Cómo hiciste para conseguir los trajes y hacer todo ésto?. Al principio no le tomó mucha importancia pero ahora que miraba a su alrededor notó ciertos detalles.
- Pues fue una excusa eso de que el patriarca me mandó a llamar, aproveché para comprar la ropa ya que aquí es obvio que no conseguiría nada de lo que usamos y bueno hacer que los niños no estuvieran aquí fue otro de mis planes, quise que ésta experiencia fuera casi igual al sueño que tuviste y te sintieras caperucita roja. Se notaba que había cierta decepción de que sólo fuera un sueño, pero yo lo hice realidad, no sé si superó tus expectativas. Cómo no amar al rubio si con ese tipo de detalles hacen que lo ame más cada día a pesar que a veces sus ocurrencias le molestaban un poco.
- El sueño que tuve fue tan real pero éste superó a lo que sólo fue algo que mi mente imaginó aquella noche. Sé que no lo digo muy a menudo pero sabes que te amo y amaré para siempre Milo. Otro pequeño beso selló ese amor tan inmenso que se tienen.
- Yo también te amo Camus, quiero mucho a tus pequeños discípulos traviesos es cómo si fueran mis hijos. Somos una familia. La palabra familia lo hizo suspirar de emoción sino fuera un caballero dorado al servicio de su diosa Athena estaba seguro de tener muchos hijos al lado de su francés.
- Lo somos bichito. Sonrió levemente y un silencio cómodo los acompaño por varios minutos hasta que...
- Camieee. Conoce cuándo alarga su nombre su inquieto escorpión.
- Dime. Alzó una ceja divertido porque ya sabía por dónde iba la conversación.
- Jugamos de nuevo al lobo que quiere comerse al más guapo y sensual caperucita roja?. Negó con su cabeza su bicho no cambia, pero admitía que lo disfrutó mucho.
- Está bien pero sólo si para la próxima tú te haces pasar por una princesa en apuros y yo tu príncipe azul que te salva. Milo infló sus cachetes y el pelirojo rió porque ya se imaginaba al rubio en vestido.
Se sentó a horcajadas sobre Milo para comenzar a frotar sus miembros que empezaban a reaccionar por la deliciosa fricción comenzando a gemir por lo bajo.
Una nueva ronda iniciaría con la pasión que sienten los dos, un amor desbordante y sus corazones latiendo en sincronía.
Unirse en cuerpo y alma era otra muestra de ese inmenso sentimiento que comparten.
Camus siempre se sentirá Caperucita Roja porque Milo será su lobo que lo comerá a besos, mordidas que marcarán su piel haciendo saber que nadie toca su territorio y tener su fiel corazón sólo para él, su único dueño que lo tiene tatuado muy dentro de su ser.
°° ♏x♒ °°
Hola a todos 😄 espero que la personita que pidió segunda temporada quede satisfecha con éste cap extra de Caperucita roja, no sé si es lo que esperaba pero de hecho es lo que tenía planeado desde que fue one-shot, llevaría la temática de que fue un sueño pero decidí dejarlo cómo el cuento clásico que leyeron con ese final.
Dejen sus comentarios para saber si les gustó o no en especial a la chica que pidió ésto.
Sin más me despido, los amo 😘.
Atte. Skarlet Antares 💙❄🦂☠
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