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★ Jugando con mi ángel

Título: Jugando con mi ángel.

Personajes: Nagito Komaeda, Hinata Hajime y Chiaki Nanami.

Shipps: Hinata x Chiaki.

Anime: Danganronpa.

Advertencias: Suicidio.

Cantidad de palabras: 5.009

Escrito hecho para el concurso de Zodiac Awards.

Hajime Hinata no se consideraba alguien con una actitud espectacular, tenía muchos altibajos e incluso Saionji solía decirle que eso era por ser un acuariano que se tomaba todo muy en serio... Aunque nunca podía escuchar a Saionji siendo una persona tan irrelevante para él; pero ¿qué lo hacía pensar que alguien podría enamorarse de él? Nunca sobresalió con nada, literalmente lo habían metido al curso de los especiales solo porque al parecer uno de los alumnos había dejado de asistir. Era un reemplazo. Aún así, había alguien allí que lo hacía sentir querido, amado, de esa forma como nadie lo ha hecho en toda su vida siendo alguien tan estúpidamente inútil.

    Esa mujer con la que ha soñado constantes veces, aquella a quien no ha podido verle el rostro completo pero estaba casi seguro de quién era: la gamer definitiva, Chiaki Nanami, la única mujer que pasaba tiempo con él y no se le reía como Nagito hacía en constante burla. Según lo que podía recordar su sonrisa es una lineal y tranquila, y sus ojos... Bueno, era mejor para él explicarlo dibujándola a su semejanza, ya que como a todos deben ocurrirle: los sueños no pueden recordarse ni a la mitad.

    Mientras estaba dándole unos últimos retoques a su dibujo en el que tanto se había esmerado, las clases se dieron por terminada tras el estrepitoso sonido del timbre. Todos los alumnos talentosos comenzaron a irse del salón entre charlas, pero como él no tenía amigos ni tampoco algún vínculo con alguien allí solo se quedó de esa forma, después de todo los profesores tendrían una jornada extra laboral. Y en cuanto terminó el dibujo, este se le fue arrebatado de las manos por unos de sus compañeros, aquel idiota que siempre lo molestaba.

    —¿Qué quieres ahora, Nagito? —preguntó de mala gana, ya estaba comenzando a cansarle su actitud.

    —Que un simple estudiante de reemplazo me conteste así es tedioso —recalcó para luego observar con mayor detenimiento el dibujo—. Qué linda... Se me hace tan conocida que es aterrador, ¿quién es?

    —Una amiga —contestó para luego arrebatarle el dibujo de entre las manos— y te digo por última vez que dejes de molestarme porque juro que la próxima voy a golpearte.

    —Así que ese dibujo es tan preciado para ti... Me encanta la esperanza que hay en tus ojos, debes querer golpearme.

    Otra vez volvía a reír de la nada de esa forma tétrica para luego irse del salón como si nada. No le gustaba pensarlo, pero ¿y si en realidad el presentimiento de que alguien gustara de él se resolviera con la imagen mental de Nagito? Definitivamente eso esperaba que fuera imposible.

    Recogió sus útiles con un poco de vagancia, realmente a veces deseaba no estar ahí, era como un objeto extra en reemplazo de una chica de la que nunca se le dio el nombre... Tampoco le importaba mucho, ya que, lamentaba lo que pensaba, pero seguro era la misma mierda que todos los demás allí. Mientras salía de la institución vio a su maestra saliendo de una sala y recibió un saludo de ella mientras sonreía de esa forma adolorida como si estuviera rota, pero no fue capaz de decir nada por mucho que le diera tristeza ver a la única persona allí que era buena con él. A veces habían muchas discusiones, aunque ninguna muerte... Sería tétrico que hubiera una muerte, no sabía por qué estaba pensando de esa manera retorcida. Sacudió un poco la cabeza mientras pasaba delante de la reja para luego ver cómo de un azote esta era cerrada; algún día lo aplastaría y a nadie le importaría.

    Mientras iba caminando hasta su casa, sacaba su consola de juegos. Ya estaba acostumbrado a jugar una partida y no chocar con nada en el camino, quizás ese era su talento a pesar de ser un asco en los videojuegos. No era ningún torpe, igual no quería perder contra la vida, así que observaba cuando los autos pasaban para cruzar de calle o a las personas —a estas últimas solo las miraba de reojo—. Activó el audio de su videojuego y escuchó la melodiosa voz de esa mujer, Chiaki, a quien la consideraba la gamer definitiva a pesar de que no fuera a su curso... Porque ella era increíble en todos los videojuegos.

    —Al fin llegaste, estuve una hora esperándote —se quejó ella para cuando Hajime ya tenía los auriculares puestos.

    —Pues lamento tener una vida —comentó sin intenciones de ofenderla—. En serio, ¿por qué siempre estás conectada? Nanami, deberías dormir al menos, incluso a la madrugada te he escuchado maldiciendo.

    —¿Crees que debería cambiarme de servidor?

    —No, después de todo te seguirías conectando al que tenemos porque es el más rápido ¿no es así? —recibió un pequeño gesto que le sirvió para darse cuenta que estaba asintiendo—. A lo que voy es que como todo ser humano necesitas dormir, siempre te escuchas cansada y eso me preocupa.

    Su tono pasó a ser más severo, aunque se sintió un idiota cuando escuchó un bostezo falso de su parte para luego seguir con una risa... ¿Se estaba burlando de él? No pudo evitar mantener silencio mientras esperaba a que formulara sus palabras, siempre ella hacía lo que quería y lo peor de todo es que le provocaba una molestia que cualquiera podía percibir con tan solo verlo.

    —¿Y si no soy un ser humano sino que parte de tu imaginación por lo solo que te sientes?

    Chiaki siempre encontraba las palabras más tétricas que decir en los momentos como esos, causando que en vez de molestarse algo en él comenzara a funcionar mal y se chocara finalmente con un poste, terminando por dejar caer su consola y el poco equilibrio que había conseguido se desmoronara. Souda, uno de sus compañeros, lo vio, pero como todo el mundo hacía, solo lo ignoró como si no fuera nada, para luego destinarse a seguir a Sonia. Ni que le interesara que un acosador como él le tendiera la mano. Se quejó por lo bajo para luego ver con mayor preocupación su consola. Lo único que estaba roto de esta eran los auriculares, por lo que fácilmente se podía escuchar la voz de esa muchacha preguntándole qué había sido ese estrepitoso ruido y si se encontraba bien. Alguien se preocupaba, al fin, por un chico común y corriente que no importaba en el mundo más que para servirle a alguien con un poder mayor.

    No iba a culparla por ser tan idiota, estaba claro que ese era su humor y nada podía hacer al respecto, además, le encantaba que no fuera tan delicada como las chicas que él conocía, ella estaba más allá de todas. Quizás estaba pensando tanto en alguien que podría enamorarse de él porque era lo que le estaba sucediendo con esa chica y esperaba que sintiera lo mismo.

    —Eres extraña, Chiaki —dijo, cargando con sus auriculares rotos y levantándose junto a su consola.

    —Creo que los de mi clase decían lo mismo de mí, ¿te conté que luego estuve en una escuela de mucho prestigio y allí hice muchos amigos?

    —No, no me cuentas nunca nada de tu vida.

    —Creo que será hora de que lo haga, me queda poco tiempo.

    —Seguro debes irte a comer pronto ¿verdad?

    —No... En realidad hablo de que debo volar en unos días.

    —¿A dónde irás?

    —¡Oh, ya comenzó la partida! —comentó con un tono emocionado.

    —Y sigues siendo tan misteriosa como siempre, no sé de qué me podría sorprender...

    Hinata, como si nada hubiera pasado, jugó junto a Chiaki una partida de unos de los juegos que hacían en equipo. Él no decía nada más que lo necesario, porque le agradaba escuchar su dulce voz dándole órdenes. No podía tomarla muy en serio ya que no parecía decir nada con un tono exigente, pero prefería no hacerla enojar y seguir con lo que decía, después de todo ya estaba acostumbrado a que ella fuera de esa forma. Si tan solo hubiera pensado diez meses atrás que seguiría las ordenes de alguien se hubiera reído con suficiente frialdad, no le gustaba estar bajo las ordenes de los demás ni mucho menos hacer lo que hace el resto, se podría decir que tenía un modo único de hacer todo y quizás por ello tampoco tenía muchos amigos.

    Chiaki le enseñó algunos valores interesantes y, claro está, que también se puede encontrar luz en los lugares más extraños como lo eran las consolas de videojuegos en las que pasaba mucho tiempo gracias a esa chica. Tal vez, de no haber sido por ella, solo no estaría en ese mundo, sería alguien más que encontró esa consola en el patio de su instituto y la tiró porque no sentía curiosidad por nada más que se tratara de vida. ¿Qué fue lo que lo impulsó a encenderla y oír su voz? Era como si se tratara de un ángel que esperaba lo mejor para él, alguien que provocó que se diera cuenta de que su vida no era tan insignificante. Cuando lo pensaba de esa forma, no era raro imaginar que pudieron haber sido destinados aún a millones de kilómetros de distancia.

    Cuando llegó a su casa, la cual la mayor parte del tiempo estaba deshabitada, saludó a la nada misma y siguió charlando con Chiaki mientras celebraba que otra vez habían ganado la partida. Si fuera él solo en ese juego seguro perdería como siempre hacía. Era simplemente muy malo en todos los sentidos, pero cuando hacía dúo con ella parecían un equipo insuperable. Solo cuando ella estaba ahí era útil.

    —Hinata, ¿ya decidiste qué carrera seguir?

    —La verdad es que poco me importa, ya luego veré.

    —¡No digas eso! Estás en segundo año, necesitas ver qué camino seguir. —Cuando se lo proponía olvidaba el juego y le daba suma atención a sus problemas.

    —Solo me la paso bien jugando.

    —Bueno, pero tienes que encontrar otro pasatiempo o un gusto mayor, yo no voy a estar aquí para siempre.

    —¿Por qué no? Necesito mis rondas de juego contigo.

    —Hinata... No, simplemente deja de pensar que tienes que hacer solo esto conmigo, debes buscar algo más que te gusta, hacer lo que hace la gente normal.

    —La gente normal me aburre y eso que soy uno de ellos.

    —Pero debes encontrar algo por qué vivir.

    —¿Eso qué importancia tiene? Vivo por ti, Nanami.

    —¡Pues deja de vivir por mí, busca algo real!

    Esa fue la primera vez que la escuchó tan desesperada, había algo en ella que estaba un poco más diferente de lo usual, al parecer tenía una lluvia de emociones o algo por el estilo porque nunca solía tratarlo de esa forma ni buscar tan desesperadamente que encontrara algo que le gustara. A veces se lo decía, comentaba que debía de empezar alguna actividad o algo que le provocase alegría, pero se rehusaba, no necesitaba nada, tenía bastante dinero en sus ahorros y lo único que deseaba hacer era tomar un vuelo hacia donde vivía Chiaki.

    Cuando se dignó a hablar, ella se había desconectado y le había escrito en el chat que iría a descansar. Esa fue la primera vez que se desconectó, estaba más que seguro. Llegó a sentirse un poco culpable, ella solo quería lo mejor para él pero como idiota solo hacía lo que quería aún sabiendo que podría perder por mucho que detestara hacerlo.

    Se estaba por hacer de noche, así que también se fue a dormir, ya que podría ser que en sus sueños se la encontrase de vuelta con alguna nueva aventura, recorriendo una playa paradisiaca con misterios o con ella durmiendo a su lado. Tal vez era un tonto por solo vivir en sueños y no concentrarse en la realidad que lo rodeaba, pero estaba bien con ello, con tal de verla estaba más que bien.

•••

    Un roce entre manos fue lo último que marcó su sueño, un roce entre manos que no pudo ser y quedó con una distancia abismal que lo dejó sin aliento. Despertó desesperado ¿por qué todos esos sueños se sentían tan realistas?

    Sus manos buscaron la consola de videojuegos, encontrándola a su lado pero estaba descargada. ¿Qué iba a hacer sin ella? No podía ir al colegio así como así, detestaba tener que quedarse callado sin nada que pudiera captar su atención. No había humor en su vida al menos que se centrara en él, un payaso para su compañero. Era una tuerca entre clavos, allí no era más que inferior o, peor aún, para algunos ni siquiera existía por mucho que Chisa, su maestra, intentaba integrarlo lo más posible.

    —¡Hinata se te va a hacer tarde! —gritó su madre desde la cocina.

    No contestó. Dejó su consola cargando y se fue alistando, no quería molestar todo el tiempo a Chiaki, por mucho que diga que se alegra de jugar con él seguro que necesitaba un poco de tiempo jugando sola. Debía de buscar algo que también le pudiera gustar, no solo el dibujo, una actividad mejor. Incluso Nidai le sugería, de una forma un poco cruel, que hiciera ejercicio con su grupo, pero temía que en algún momento lo destrozaran por ser todos musculosos a comparación de él que tenía un poco de abdomen marcado solo por educación física. Tal vez aquel hombre conociera un club de natación al que pueda ir.

    Cuando cargó con todo y salió de su hogar, una pequeña sensación de vacío lo invadió, pronto le contaría a Chiaki que constantemente soñaba con ella.

    Las clases fueron de lo más aburrido, era la historia de Inglaterra y no había cosa peor que ello cuando tenían profesores tan apasionados. ¿De qué les serviría aprender si eran el curso principal? Para lo único que servían allí era para presumir porque tenían talentos, nada más, aunque él era el único sin uno, observando a todos con desgano. Quizás no todos lo trataban mal, pero sí se sentía bastante solo ahí, provocando que ni siquiera pudiera ir a hablar con Nidai. Era inexplicable lo oscuro que veía todo.

    "Solo eres un exagerado, tienes la suerte de que al menos nadie te mira con asco, solo te ignoran pero puedes cambiarlo no como yo" recordaba las palabras de Nagito, pero nunca terminó de entender por qué el odio de todos se concentraba en ese chico. Sí, era un intenso, pero ¿hay algo que hubiera causado que todos los aíslen e incluso Gundham lo amenazase con golpearlo si tan solo se acercaba a él? No, hasta Sonia parecía observarlo de una forma increíblemente rara.

    No quería crear teorías antes de tiempo, así que en el receso salió a la azotea para tomar un poco de aire. Se sentía extraño allí arriba, nunca vio a nadie —aunque solo los de la clase superior como ellos podían estar—. No, peor, al encontrarse apoyando sus brazos en la pequeña pared que lo dividía del suelo directo tenía que admitir que había una sensación rara.

    —¡Hey! ¿Qué planeas hacer?

    —Nada, ¿por qué?

    —Entonces aléjate de este sitio maldito, alguien super esperanzado como tú no debería estar aquí.

    ¿Super esperanzado? ¿Esa era otra burla? Gruñó al pensar que lo era y para provocarlo se fue subiendo a aquella pared, que era un poco gruesa como para tener sus dos pies arriba, y no dejó de darle la espalda en ningún momento.

    —¡Deja de burlarte, Hinata!

    —Habla quien siempre lo ha hecho.

    —En serio, bájate...

    —¿Por qué te desespera tanto esta situación? Soy prácticamente reemplazable.

    —Pues para mí no lo eres.

     «Por favor que no se me declare» pensó Hinata sumamente aterrado por ese hecho. No tenía nada en contra de Nagito, pero técnicamente no era su tipo. Podía admitir que era bonito aunque su forma de ser deja mucho que decir. Se dio la vuelta, encontrándoselo con una expresión que nunca había visto, se notaba la melancolía y más con las lágrimas delineando su rostro como si fuera normal verlo de esa forma.

    Sintió un poco de lástima, no era nadie cruel por mucho que a veces lo pareciera. Se bajó de aquel sitio mientras podía diferenciar cómo aquel hombre, en realidad, lloraba por su dibujo. ¿Había dibujado a alguna especie de personaje de anime que le trajo nostalgia? Bueno, debía de ser así y lo entendía, porque la apariencia que volvía a recordar de Chiaki con la que soñaba sí era bastante de tonos rosados y con un rostro como si se tratase de un personaje tierno del anime, aunque su personalidad no fuese nada similar.

    —Chiaki Nanami, ahora lo noto.

    Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Cómo? ¿Qué había dicho? Sintió que podría caerse atrás aunque la pared pudiera frenarlo. Chiaki vivía en japón pero a la otra punta o eso le dijo. Quizás solo fuera un nombre conocido y ya.

    —¿Sorprendido? Lo lamento, no quería romperte la esperanza en que ella estaba ahí... Incluso cuando me prestaste para escucharla a ella no había ruído que emitiera, solo parecía una red cortada, pero cuando tú le hablabas desconectando los auriculares pude oír su risa, una que casi me hace caer en la desgracia. Chiaki Nanami, la gamer definitiva y la "estudiante que se suicidó saltando desde el balcón"

    Su cuerpo se sintió desfallecer, cayó hacia atrás como si la caída fuera eterna, pero chocó contra la pared con sus ojos bien abiertos. No quería creerse esa locura, debía ser mentira. Nagito estaba loco según todos sus compañeros así que no le sorprendía que dijese estupideces. Aún así... ¿Por qué le estaba despedazando el mundo esa noticia? Cubrió su boca con sus manos intentando evitar vomitar. Por Dios, que esa fuera una broma, una que él no haría o juraba que se iba a desmayar.

    El muchacho se fue acercando mientras el viento soplaba llevándose sus lágrimas, guardaba el dibujo que le había arrebatado de su mochila en una pequeña bolsa que había traído, aquella en la que llevaba una foto con Chiaki, la única mujer que lo hizo sentir unido a los demás.

    —Mira, solo imprimí esta foto con ella, era la única en la que sonrío... Es igualita a tu dibujo, no puedo creer que la hayas retractado tal cual aún sin conocerla, se ve tan bonita como la recuerdo.

    Una sonrisa cálida se formó en aquel mientras se agachaba para mostrarle. ¿Por qué era tan cruel de comprobarle que era verdad? Estaba bastante roto ya, no quería seguir sufriendo, esa chica que tan amable ha sido con él al no aislarlo por aburrido o inútil no pudo haberse suicidado... Era un ser de luz, incluso Nagito parecía verla como tal con sus ojos oscuros, además, el dibujo de lo que él vio en su sueño solo era una simulación, nunca en su vida la había visto ni supo que a ella la había reemplazado.

    No iba a aceptarlo, no quería hacerlo, esa mujer que tanto amaba no podría estar muerta.

    —¡Pero vamos estudiante super esperanzado, puedes sobrevivir a todo esto aún estando tan solo como lo estabas en un principio, debes aceptar que ella solo es una ilusión tuya!

    —Yo sueño con ella... No está muerta, la veía tan vital, incluso parecía real y era brillante.

    —Sueños con almas gemelas le dicen, Sonia me dijo algo —comentó intrigado para luego volver a formar su macabra expresión que se simulaba a una sonrisa—. ¡Eso es genial, tu alma gemela está del otro lado e incluso se suicidó cuando te demostraba que era pura luz! Ya sé, la consola que tienes en realidad era de Chiaki pero tú la pintaste entera... ¡Oh, parece que sé resolver misterios, si hubiera un crimen aquí yo lo podría descubrir cuanto antes!

    Ante su actitud tan cambiante, terminó por hartarse de él y le dio el claro golpe que se merecía. Entendía que era el único que le daba la atención que tanto necesitaba e incluso había veces que aquel lo llamaba "amigo" o le agradecía por hablar con alguien con una existencia tan estúpida; pero era un imbécil cuando se lo proponía y la palabra amigo parecía desaparecer de vez en cuando.

    Centrándose en sus palabras, ya no entendía qué era eso de los sueños con su alma gemela, solo sabía que había un sentimiento que brotaba de su ser y pedía encarecidamente que resolviera todas esas dudas en Chiaki, que ella le admitiera toda la verdad, porque habiéndolo salvado no quería creer que pensó tanto tiempo en suicidarse hasta lograrlo.

    ¡Ella misma le dio un significado a su vida, dijo que el suicidio era de cobardes y que debía afrontar la vida! Fue tan dura con sus palabras que incluso provocó lágrimas silenciosas en él, sin sollozos de por medio por su orgullo... Lágrimas que no tenía desde hace años, cuando había aceptado que iba a estar solo.

    No quería admitir que su sueño era toda una farsa y que nunca podría verla.

    Con temor en sus pasos se encaminó hacia adentro del colegio, escuchando las risas combinadas entre sollozos de Nagito. Debieron haber sido muy amigos. Se alejó de Nidai que le iba a preguntar acerca de su club otra vez, como si antes hubiera notado sus intenciones, y Gundham solo le echó una mirada antes de seguir hablando con Sonia. Ese último hombre seguro entendía lo que sucedía, él lo captaba todo de alguna forma.

    Simplemente ignoró a todos, como alguna vez hicieron, y dio marcha hacia su hogar, sin importarle en absoluto que la reja estuviera cerrada —no era difícil saltarla— e incluso comenzando a correr. Cada vez estaba más desesperado y eso demostraba que la gente finalmente lo notaba, cuando le preguntaba qué le sucedía mientras que solo corría, con un rumbo seguro pero sin poder detenerse. Estaba sintiendo las ansias por vomitar subir hasta un punto máximo, pero aún así lo aguantaba de una forma que él no creía conocer. Todo su cuerpo era débil, excepto cuando se ponía en acción.

    Todo lo que Chiaki le contó... ¿Fue de la vida que tuvo? No, lo poco que ella le contó. ¿Realmente es parte de su imaginación? ¿Todos los videojuegos que habían ganado también lo era? ¿Su último sueño en el que ella caía literalmente al vacío luego de darle fin al juego en el que él ganó, por primera vez, era una referencia? Todo ese tiempo su mente creó la ilusión de una mujer que al menos una vez en la vida vio, aquella que ahora, al llegar a su hogar a zarandeadas, podía oír su voz tararear alguna canción, su canción favorita.

    Estaba destrozado, no sabía qué hacer, aunque viera la consola encendida por haberse terminado de cargar la escuchaba a ella y se le caía el mundo. ¿Todo ese tiempo realmente estuvo solo? Gritó de una forma que creyó serviría de ahogo, su micrófono estaba desconectado así que ella no lo notó, pero literalmente miles de sentimientos se ahogaron en ese asfixiante grito que acabó por demolerlo.

    Su mente estaba entrando en desesperación, todas las ideas, lo que ella le contaba, todo daba indicios a la estudiante gamer definitiva, la estudiante de la que oyó el rumor de que era la única que podía unir a toda la clase, aquella amada por los del salón más que a la propia maestra y quien esta última consideraba casi una hija. Los rumores que creyó hacer oídos cerrados circularon por su cabeza, haciéndolo sentir más desgraciado, ¿por eso todos lo ignoraban? ¿Por qué sabían que nunca iba a poder reemplazar a tal mujer?

    Sus manos comenzaron a temblar entre charlas que repasaba y le hacían sentir un punzante dolor en el corazón, pero extrañamente no había mayor culpa en su ser, nada estaba diciendo: ya no tienes razón para vivir. De alguna forma su cerebro no estaba funcionando de esa forma por muy destrozante que todo pareciera. Quizás, luego de la verdad que no sabía cómo pedirle, no se sentía tan solo, tal vez podría recrear el vínculo que no pudo con sus compañeros.

    Pero solo tal vez.

    —Nanami... —activó el audio con un hilo de voz.

    —Bienvenido a casa, Hinata.

    No quería contarle que todo lo sabía, probablemente al ser un fantasma o parte de su mente incluso ya se había enterado por mucho que no quisiera, pero iba a hacer una pregunta que podría darle un buen fin a todo.

    —Nanami, ¿fuiste tú la estudiante gamer definitiva quien salvó del suicidio, a cambio de su vida, al estudiante afortunado definitivo?

    Utilizó palabras que sabía iba a entender. Recuperaba el aire de a poco, por lo que quería sonar lo más suave posible. Había descubierto el misterio, recordaba mucho, hasta las pequeñeces y por eso quizás era tan inteligente como todos los de su curso.

    —Sí... Nagito Komaeda, valió la pena, ¿verdad?

    —Lo hiciste bien, hiciste lo que una buena líder haría.

    —Además, tú te diste cuenta que no estás solo ¿cierto? Hay otros locos contigo.

    —Ellos realmente lo están.

    —Lo sé, no pude pasar más de tres meses, pero los conozco... Bueno, Hinata, sé que solo te he visto muy pocas veces en vida y aún así espero que no te molestes conmigo por haberte dicho todo lo que dije.

    —Después de todo, no era una mentira, no podría enojarme contigo, Chiaki.

    —¿Jugamos una última partida antes de que deba partir?

    —Claro, hagámoslo, mi ángel.

    Eso es lo que era y fue siempre, de alguna forma Chiaki se encargó todo ese tiempo de guiar correctamente sus pasos, unos diez meses para definirlo mejor. Estuvo día y noche que la necesitó, quizás el que sea su ángel fue la razón: porque los ángeles no se apartan de la persona que decidieron cuidar, de lo contrario ¿qué lograrían?

    Chiaki pensó todo ese tiempo en cuidar a Nagito, por ello eligió a alguien tan roto como Hinata para que tomase su lugar y le diera espacio a la charla con él incluso cuando resultaba insoportable. Nagito fue su más cercano amigo, aquel que sabía necesitaba ayuda y salvó su vida a cambio de que viera el significado que tenía al menos para ella... Sabía que probablemente no hubiera progresado aún con su amor propio y eso no sería nada sencillo, pero esperaba que al menos Hinata entendiera su lugar de amigo.

    El Hajime se esforzó como nunca, incluso entre las pequeñas lágrimas que caían de sus ojos por saber que esa sería la última. ¿Cómo alguien que ni siquiera había conocido podía cambiarle la vida en diez meses? Esas eran dudas que se quedarían rondando por ahí en su corazón donde los latidos se aceleraban al saber que estaba cerca de la meta o en los dedos que tenía que daban el último movimiento para luego ver la victoria definitiva de su parte.

    "Hajime Hinata ha ganado"

    Se sentía ciertamente emocionado, había algo en él que gritaba que lo hizo mejor, que por primera vez le ganó y que iba a conseguir un premio a cambio. ¿Pero cuál era este si no había nada que le gustara más que Chiaki? Su rostro victorioso bajó a tristeza, quizás no debió haberse ilusionado tanto.

    —¡Bien hecho, me has ganado, Hinata, y eso que no puse mano floja! —celebró como una niña su compañera de juegos, sin recibir más que el silencio que sabía lo que significaba—. Realmente me siento muy orgullosa de ti, no solo ganaste un juego, ganaste la propia vida, luchaste muy bien contra tus pensamientos y los sueños que has tenido... ¿Al menos fueron motivadores?

    ¿Cómo ella sabía que tuvo sueños? ¿Quizás sintió lo mismo o sabía qué significaban? Más lágrimas desbordaron sus ojos. No era fácil aceptar que su alma gemela también era su ángel de la guarda, aquel que se quedó a cuidarlo con su ser. Hacía tiempo sus ojos estaban resecos, se sentía pésimo, se desahogó con esa consola y no sabía qué premio quería a cambio.

    —Yo también soñé contigo, desde antes de morir, claro, y por algo la curiosidad despertó en mí cuando te veía... Sabes que algún día las almas gemelas se encuentran.

    —¡Yo solo puedo encontrarte en mis sueños! —se quejó.

    —No, el cielo aún está abierto, pero a cambio quédate con Nagito ¿sí? Él está muy solo... Seguro que lo está con su actitud, intenta quedarte ahí como yo quisiera, por favor, no lo hagas sentir que su vida es inútil luego de que lo he salvado. Y también quiero que hagas muchos amigos ¿entendido? Deja de ver a todo el mundo como tu enemigo cuando solo tú te aíslas, no dejes que mis palabras se queden en el aire.

    —Basta, estás hablando demasiado...

    —Eres un maleducado, Hajime Hinata —comentó con dulzura— pero eso me encanta... Al menos pude hablar con mi preciada alma gemela.

    —Cállate.

     —Gracias por todo, por fin puedo partir sin miedo, gracias a ti puedo volar.

     —¡Yo debería agradecerte, salvaste mi vida, hiciste todo para mí!

     —No seas un llorón, voy a estar a tu lado todo el tiempo.

    Para cuando se quiso dar cuenta, la voz que resonaba no estaba más que cerca de su oído. Para no romper esa ilusión, no se dio la vuelta como cualquier otro haría sino que se quedó siendo consolado de esa forma mientras el tarareo cada vez estaba más lejano de lo que deseaba.

    No sabía si estaba llorando de alegría o tristeza, había algo en ambas emociones que lo confundían pero provocaba que se sintiera una nueva persona, alguien más vivo... Vivo porque finalmente podía sentí tanto como los demás.

     Vivo porque ella le dio una razón. Vivo porque no deseaba muerte. Vivo porque todo a su alrededor recobraba el color que él mismo le arrebató.

    Vivo por una y mil razones con las que estaría hasta el fin de sus días, aquel en el que finalmente se encontraría como Chiaki, pero como buen paciente esperaría hasta que llegue.

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