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5: "Otro día más en Manhattan."

Sana's POV.

¿Jihyo no les contó? Me presento, Minatozaki Sana, aunque eso ya deben saberlo...

Creo que ya hemos visto bastante de cómo mi pequeño y risueño bombón cometió el más maravilloso error de su vida. Pero eso no es nada, les contaré un secreto, yo también figuro, y bastante, en esta historia.

Antes de que Jihyo me quite un poco de protagonismo, les contaré un poco de mi vida en Nueva York. Me había mudado hace cuatro años a esta grandiosa ciudad, con la esperanza de... Cumplir mi más grande sueño. Una persona especial me había regalado la oportunidad de estar acá, quería y añoraba ser una gran actriz o directora de cine. Pero todo eso se fue convirtiendo poco a poco en algo muy lejano para mí... Ahora solo buscaba algo de paz en mi vida, mis sueños e ilusiones de pequeña, estaban cada día menos presentes. Pero la ciudad de Nueva York nunca sería una mala decisión para mí; a pesar de todos los días trabajar duro por sobrevivir en esta gran ciudad. Jamás estaría arrepentida de esto.

Aunque a veces solía rondar la pregunta... ¿Yo quería algo más que todo esto? Nunca pude responderla, o al menos eso fue hasta que... ¿No estaría mejor contarlo? ¡Les prometo que valdrá la pena!

Quién diría que mi vida aburrida y llena de deudas en Manhattan, cambiaría por completo.

Y más cuando "ella", apareció en mi vida.

Porque "ella", rescataría esos sueños perdidos y volvería a traer la ilusión perdida a mi vida...

¿Sabrán a quién me refiero? Vamos a descubrirlo. ¡Estoy más emocionada de lo que piensan!

Ella es... Mi ilusión, pero eso no lo sabía hasta que me perdí en esos ojos y bellos lunares como constelaciones.

Manhattan, Nueva York, Estados Unidos.
Junio 2018

Cinco meses antes de...

Despierto del sueño, que se sentía más como un recuerdo vivido de mi infancia. Mi corazón se apretuja en mi pecho al recordar la voz dulce de mi abuela regalándome uno de mis más preciados tesoros. Aunque no podía negar que el más importante eran sus palabras, sus consejos, su ilusión de verme como una gran actriz y su gran amor. Eso me hace esbozar una bella sonrisa. La comisura de mis labios se curva al despertar.

No entendía como ese día aún seguía vivo como un fuego ardiente que nunca parecía apagarse, como si cada vez que siento ansiedad, miedo, temor, o que mi vida no está yendo en la dirección correcta. Debo revivir ese momento, como una bella canción reproduciéndose en mi cabeza y en mi alma. Así era mi abuela, una dulce señora que de vez en cuando hacía eco en mi mente y alma para guiarme en esta vida. ¿Cómo no? ¡Yo era tan orgullosa de saber que soy su nieta, de una persona tan increíble!

Casi de inmediato, doy algunas vueltas en la cama mientras la sensación extraña, pero inexplicablemente feliz de haber soñado con mi abuela, me hace olvidar que día es hoy, un día común de Junio. Otro día más en Manhattan. En la ciudad de Nueva York, de una Sana con veinticuatro, no nueve como en ese entonces.

A veces solo quería tener una maldita maquina del tiempo como esas películas de ciencia ficción que Chaengie detestaba que colocara porque le hacían doler el cerebro—según ella porque le costaba analizarlas—; y simplemente devolver el tiempo con la mujer, la única quizá, que realmente confiaba y amaba con todas mis piezas.

Pero no podía. Acá estaba, casi quince años más tarde. Entre sábanas, con una rubia que no paraba de hacer sonido como un maldito tractor. ¿Eso me molestaba? Para nada. Chaeyoung es una total ternura durmiendo, pero ella se niega. Estoy de buen humor, siempre lo estaba, luego recordé que ese día común en Manhattan no iba a ser tan común.

« ¡Casi cantó victoria! ¿Cómo se me olvida esto? Hoy sería un día para recordar.
Además de ser... Exacto »

Lunes, un maldito lunes. Cómo odiaba ese día. Me removí entre las sábanas, con dicha volver a presenciar un nuevo día, con algunos rayos de sol colándose entre las cortinas. Amaba la mañana, era precioso sentir el calor de un nuevo día en el rostro, estaba contenta aunque fuese es jodido día de la semana con el que no me llevaba bien. Igual de manera casi instintiva sonreí en ironía. ¡¿Sana cómo se te olvida un día cómo este?

Hoy no es otro día en Manhattan. Para nada.

Los ronquidos de una profunda Son Chaeyoung a mi lado lo confirmaron. Podría caerse el maldito edificio ahora mismo y ella seguiría roncando feliz, mientras babeaba la almohada.

Hoy era el día que más nos temíamos y esperábamos. Inicio de mes. Día de renta.

¡Y sí! Vivimos alquiladas, o bueno, algo así. Mi mejor amiga, compañera de piso y casi mi hermana y yo vivíamos en uno de esos lugares mágicamente caídos del cielo para nuestra suerte. Cuatro años atrás nos mudamos a Nueva York; terminamos varadas en un hotel con nuestros ahorros y ¡por suerte! Conocimos a Tzuyu. O bueno, Chaeyoung conoció a Tzuyu. La hija del dueño de aquel hotel, para ser exactos. Habíamos estado en varios lugares antes, pero terminamos dando en Manhattan; ¿Cómo? Mi mejor amiga de cabellos dorados conoció a la morena, su novia para ese entonces. Chaeyoung más tarde conseguiría que su cuñado nos diera un lugar digno —e higiénico— para que pudiésemos vivir un par de meses, hasta que las cosas se dieran bien.

Meses que se convirtieron en uno, dos y hasta el momento, casi tres años.

Aunque eso nunca pareció molestarle al hermano de Tzuyu. Chou aceptó la mitad de nosotras lo que realmente cobraba a sus inquilinos, sabiendo nuestros problemas económicos. Nuestros trabajos eran por si algún día llegábamos mágicamente a quedarnos con este lugar. Tres años nos convirtieron en cercanos. ¡Cabe destacar que en esos tres años también, Chaeyoung y Tzuyu eran un dolor de cabeza constante! ¡Es en serio, volvían y rompían cada vez que respiraban!

Aunque no debía ser dura con Tzuyu, ella lo intentaba, siempre buscaba volver a enamorar a Chaeyoung; quizá el acuerdo del departamento hizo que esas dos calenturientas volvieran un par de veces, y en esas ocasiones, las habré encontrado en pleno acto amoroso, con Tzuyu dándole placer a mi mejor amiga, imagen que ojalá algún día la tecnología avanzará para poder borrarla, ¡por dios, hasta me acuerdo como si fuese ayer!

Desde nuestra llegada a Manhattan, habíamos pasado por una larga lista de alquileres y también... Trabajos. ¿Para? ¡Hay que buscar sobrevivir aquí, no creen! Habíamos llegado a terminar nuestros estudios por estos lares, Chaeyoung era una chica del arte y yo también. No llevábamos de maravilla, a veces sentía que estaba pautado existir en la vida de la otra y terminar varadas en NYC, compartiendo gastos y pagando la renta.

Anteriormente con Chaeyoung vivíamos lejos de Manhattan, pero ahora estábamos cerca de la ciudad, vivíamos en una zona segura, quizá, no era el mejor departamento, pero era lo que necesitábamos, un cuarto principal con una cama matrimonial, otro que utilizábamos como despacho de Chaeyoung, dos baños y una cocina conectada con la sala de un tamaño razonable. El lugar era ideal para dos personas, y aunque a veces hiciera mucha—tal vez demasiada— falta la privacidad para Chaeng y yo. Con el tiempo nos acostumbramos a ello. Dormir con una mujer que da patadas y amanece en una posición digna del exorcista se convirtió en mi pan de cada día.

Inevitablemente tres años viviendo juntas hacen que madures muchísimo, y aprendas sobre la convivencia, que no era nada sencilla. Además de habernos acostumbrado a la vivienda. Porque definitivamente este era mejor que aquel apartamento con la señora que huele raro en Brooklyn. Eso me hizo recordar los primeros intentos de vivir en otras partes de Nueva York. Que fueron tiempos y una época dura... Casi infernal.

Irte de tu país natal no es para nada una sensación bonita, menos sin un solo billete o centavo, y peor si no contabas con el apoyo de tus padres, aunque los míos jamás supieron que me había largado. El sólo irse con el apoyo de tu mejor amiga de la escuela, con la que soñaban algún día cumplir ambas los absurdos sueños de niñas, y querer arrasar con todo a su paso. Ilusión, era la palabra que definía a Chae y a mí el día en que ambas tomamos un vuelo ciegamente a Nueva York, hace tanto tiempo, pero que seguía vivo el recuerdo como si hubiese ocurrido ayer.

Cualquiera diría: ¿qué clase de loca acompañaría a su mejor amiga a adentrarse en un país nuevo y a estudiar lo que siempre quisieron? Con otro idioma, y a un destino que pintabamos como algo hermoso, pero que termino siendo mas duro de lo que alguna vez pensamos. Pues bien, Chaeyoung era la demente que no estaba dispuesta a dejarme ir sola. Esas locas, éramos nosotras

Quizá nos dimos cuenta muy tarde, y más siendo unas nenas perdidas que no dominaban el inglés, ni conocían ni un solo centímetro de esa ciudad tan grande. Llegamos a unos días de mi cumpleaños, Diciembre, en Navidad. Mi primera Navidad fuera de Japón. Quizá la más triste que alguna vez tuve.

Luego estaba: trabajar, retomar los estudios en este país y practicar el inglés, el dinero... ¿Cómo habíamos sobrevivido los primeros meses? No le pidan mucho a unas mujeres ingenuas que planearon todo su futuro juntas a los trece años a escondidas, y que apenas a sus diecinueve cuando vieron la oportunidad; se fueron sin mirar atrás. ¡Es decir, abandoné la carrera como si nada, eso fue durísimo!

Abandoné todo lo que alguna vez tuve en Japón, con fe en mis sueños, ni siquiera fui capaz de decirle a mis padres, pues nunca fueron participes de lo que yo quería hacer en mi vida. Siempre estuve inclinada ser actriz, por eso cuando mi abuela me dió la oportunidad de salir de Japón, lo hice sin pensarlo dos veces. Quería ser una famosa actriz, por que sí, esa fue mi razón principal para irme sin saber nada de la vida; terminé abandonando también la carrera universitaria que nunca quise y mi tío habría pagado, muy fiel a la idea de que era lo que yo necesitaba. ¿Derecho y yo en la misma frase? Ese hombre avaro estaba demente.

Todo eso parecía difícil y lo fue. Había intentado ser algo más, pues mi abuela siempre decía que así sería. Chaeyoung y yo nunca dejamos de intentarlo, de buscar algo más. Fuimos de un lado a otro, con mil trabajos al mismo tiempo. Intentando y perseverando con la idea de algún día Chaeyoung tendría su propia galería de arte, y yo sería la reconocida actriz que jugábamos a ser en nuestra adolescencia.

Y jamás miré hacia atrás. En Japón ya no tenía nada más que hacer.

Las deudas empezaron a ahogarnos a un punto que jamás me imaginé. Pero Chaeyoung y yo siempre estuvimos llenas de optimismo, y si era necesario buscábamos trabajar sin descanso alguno para salir de ello.

Los turnos en las cafeterías de Nueva York, no eran algo que ayudase mucho, y definitivamente era tan distinto a lo que yo soñé en su momento. Buscar oportunidades tampoco eran fácil.

Estudié una carrera que no me gustaba pero abandoné casi un año después. Al llegar aquí apliqué en una academia de artes escénicas con el poco dinero que tenía, pero fue inútil, también obtuve los mismos resultados al no tener dinero para seguirla pagando; aunque había encontrado ser feliz y plena con lo que en verdad me gustaba durante el tiempo en que estuve ahí.

Ahora sólo me veía yendo a un par de audiciones y casting, era más que complicado darse a conocer u obtener la oportunidad, pero nunca imposible. Estuve con ese pensamiento un dos años enteros, hasta que simplemente dejó de pasar. Hace un par de meses atrás, ese sueño pasó a segundo plano cuando en la mesa se hacía complicado traer comida.

De igual manera, Chaeyoung y yo nunca dejábamos de animarnos. A veces esa alegría, motivación e ilusión de nuestros inicios amenezaba con abandonarnos.

Había esperanza de que en algún momento, con el tiempo, la decisión de venir acá nos sonría.

Muchas veces derrame lágrimas con Chaeyoung, juntas, ¿cómo no hacerlo? Compartíamos la vida, convivíamos desde nuestros diecinueve, aunque ella para ese entonces tenía tan solo dieciocho. Ella me había seguido sin dudarlo a un nuevo camino, a mí libertad, y habíamos superado cada obstáculo. Estábamos solas en Nueva York, ¿no deberíamos ser unidas?

Acá, aunque durmiera soportando los sonidos de mi mejor amiga, tener que verla volviendo con su ex a diario, y por supuesto con tres trabajos para subsistir las dos. Cuatro años después...

Era como la vida ideal.

Pronto, y sabía que algún día, sería la reconocida actriz, que siempre he querido... Haría enorgullecer a mi abuela, a Chaeyoung, a mí misma.

Sacudí esos pensamientos. No había tiempo para pensar en el pasado, cuando puedo vivir el presente y aunque fuese incierto... Saborear y fantasear un futuro.

Y, cómo siempre, los ronquidos de Chaeng me sacan de mi nostalgia mañanera. Mierda, ella duerme tan profunda y ronca tan fuerte que mis oídos duelen. Parece un poderoso tigre por cada sonido molesto que sale de sus labios, pero sólo es la pequeña teñida Son Chaeyoung, sus mechones rubios tapan su rostro lleno de baba. Y chasqueo la lengua cuando observo la hora en el reloj de la pared, dándome cuenta que vamos tarde a nuestro primer turno juntas de la mañana. ¡Maldita sea por andar pensando en el pasado me olvide del presente!

— Chaengie...—La muevo lentamente para despertar a mi amiga. Ella ahora parece tan tranquila, como si hoy no tuviesemos que ir con el hermano de Chou a pagarle este pequeño apartamento que nos da calor y techo.— Chae... Chaeyoung... ¡Son Chaeyoung!

Mi grito hace que la figura de una Son Chaeyoung completamente rodeada entre los brazos de Morfeo, caiga al piso y suelte un quejido inmediato al sentir el frío suelo debajo de ella, con las cobijas encima de ella. Me río cuando me doy cuenta que posiblemente se enoje por mi interrupción, ¡pero ya debíamos ir trabajar! ¡Vamos Chae, esa renta y esos impuestos no se pagan solos!

— ¡Minatozaki, estaba soñando con Justin Bieber! —Se queja la coreana en el piso, la miro divertida cuando esta parece hacer un puchero.— ¿Ya nos tenemos que ir, es en serio?

Ruedo mis ojos, ayudo a mi amiga a levantarse, y la miro con una sonrisa.— Sí prefieres dormir debajo de un puente, si, podrías dormir cinco minutos más. Y pagaremos tus cereales con tu cuerpo, ¿no?

— ¡Sana! Ni loca voy a vender mi cuerpo. Prefiero ver la cara del señor Cheng, ¿y el uniforme?—Pregunta desorientada. Si, ella ni siquiera sabe dónde deja sus pertenencias.

— Está sobre el clóset de la izquierda.— Señaló el pequeño mueble de color madera, de un tamaño mediano.— Te aconsejo que muevas tu trasero, vamos a llegar tarde y hoy tenemos que ir con Chou.

— Cierto, necesitamos el dinero, ¿contaste los ahorros?

Solíamos contar propina por propina, cada una sin dejar escapar ni una, para que pudiéramos contar con el dinero suficiente, para el alquiler, la comida, y una que otra salidita o gusto. Aunque eso último era opcional. Oh, y pagar las deudas.

— Si. Sólo faltan las propinas de hoy, y estaremos bien, o eso espero.—La rubia me mira asesina.— Creo que este mes no habrá cereales con fresas para ti, Chaengie...

— ¡Pero Sana! Yo vivo de eso. Esa es mi inspiración, ¿cómo voy a pintar retratos sin mis preciadas fresas y cereales?

Reí, mi mejor amiga tenía obsesión con dibujar senos y aparentemente comer cereales. Cada semana probaba uno nuevo. Era catadora profesional de fibra en el desayuno.

— ¿Para guardar fresas no crees que necesitas un refrigerador, Chae? ¡Sólo báñate y esta lista! No hay que perder tiempo...— Informo antes de ir a la cocina, y preparar el desayuno. Estábamos retrasadas, y no era bueno faltar o llegar tarde al trabajo. Menos a la cafetería del Señor Cheng, el hombre era muy estricto con su hora de llegada.— ¡Chaeyoung, es en serio!

Chaeyoung me mira con ojos entrecerrados y busca protestar:— Oh, pero tú no estas vestida, ¿entonces por qué yo tengo que estarlo?

— Porque pasas una maldita eternidad en la ducha, hay que ganar tiempo. ¡No gastes el agua que la factura siempre llega carísima, eh!

— ¡Pero Sana!

La empujo al cuarto de baño, y antes de que emita otra queja, cierro la puerta y digo:

— Abre la llave, no eres alérgica al jabón, ¡mueve tu torpe culo!

— ¡Sana!

Después de la pequeña discusión en la puerta del baño con Chaeyoung. Nos encontramos desayunando en la pequeña mesa de la sala, Chaeyoung come increíblemente lento, mientras yo me atraganto con la comida para no perder ni un segundo más. ¡¿Es que no fui clara con que teníamos que llegar temprano?!

— Tzu me dió la dirección de Liang. Esta vez no podrá venir... Eso es raro.  Mhm, ¿podría decirle a Jackson que te de un aventón, no crees?— Informa en medio del desayuno, la mención de 'Jackson', nieto presumido del Señor Cheng, hace que le regale una mirada asesina a Chaeyoung, cómo detestaba ese chico. El buen humor de la mañana o que tuviera, siempre moría por su nombre — ¡No me mires así, tienes que aprovechar su auto!

— No voy a pedirle a Jackson que me lleve, Chae. Sería darle esperanza, y créeme, por mi parte podría montar una iglesia con toda esa fe que tiene.—Chaeyoung ríe.— Iré en metro, o mejor, caminando, creo que es la mejor opción, ¿ya me la enviaste?

Chaeyoung asiente. Y mientras mastica, por los ojos de la rubia pasa una idea, por alguna razón no descifro lo que es. O quizá si presentía lo que iba a decir. Pero la mirada que mi mejor amiga me da, da relucir que posiblemente esté pensando en una idea tonta.

— ¿Algo que decir, Chaeyoungnnie?

Ojalá no fuese que Tzuyu y ella volvieron porque sino...

— Tzuyu y yo volvimos.—La caja de cereales vacía sobre la mesa, vuela directamente a la cabeza de Chaeyoung, quién la baja asustada casi al mismo tiempo que suelto un bufido por ello.— ¡Sana, juro que esta vez ella y yo estamos bien!

— Eso has dicho durante tres años enteros, ¿no se cansan? Ya mejor casense y tengan un maldito cachorro, así esa chica podrá amarrarte de una vez por todas.— Escupo con sarcasmo, y los ojitos brillosos de la rubia parecen hacerse pupilas de corazones cuando mencioné la sola idea de ella y la taiwanesa teniendo un cachorro, criandolo como una familia. ¡Está tan enamorada, pero es que son tan indecisas! La miro con seriedad— Chaeyoung, se te sale la baba por ella, de verdad intenten que esta vez sea distinto. No hay dinero para comprar provisiones de helado y lo sabes...

— ¡Claro que lo será! Ella nos ha ayudado mucho mujer, ¿no es perfecta? Ojalá Chou acepte el trato de quedarnos con este lugar. Así cuando terminemos, puedo dejartelo a ti e ir vivir con ella.—Lo dice casi en un chillido, y come sus cereales como una niña. De verdad está tan enamorada que... Quiere irse con ella.

— ¿Planeas dejarme por ella? ¡Wow, Chae, eres una traidora! Comprando cereales desde niñas para que te vayas con tu poste de luz.— Mofo, y Chaeyoung me señala con su cuchara, indignada me dice:

— ¡Ey! No hables tanto, yo la quiero mucho así. Además, no pensaba dejarte sola, pero no me jodas Sana, tienes veinticuatro, deberías pensar en vivir sola, y sabes... ¿Echar suerte con alguien? A veces me siento culpable de que nunca tengas conquistas, eres una lesbiana atractiva. Es más, si Tzuyu me deja sigue en pie lo de casarnos a los cuarenta.

Oh ese fatídico día en que hicimos el pacto de casarnos a la cuarenta luego de que mi primera vez haya sido con... ¡Olvidemos eso!

— Eso crees tú. He tenido varias, sólo que no soy como alguien— la miro con seriedad, y ella tose con nerviosismo—, alguien que invita a su novia a tener su vigésima reconciliación en plena sala.

Chaeyoung se sonroja violentamente. Esta demás agregar que la situación fue totalmente bochornosa, ¿cómo me borro la imagen de Tzuyu entre las piernas de mi amiga? ¡Fue tan vergonzoso

— ¡F-Fue una sola vez y lo sabes! Pero eso va a cambiar. Espero que esta vez con Tzu podamos... Ser estables.

— ¿Tan estables como nuestra economía?

— ¡Deja de echarle malas vibras a mi relación!

Suelto una carcajada sonora.

« Oh claro, échame la culpa a mí, Chaeyougnnie »

Cómo sea. Estará bien que te vayas, pero... Voy extrañarte, Chaengie—digo con honestidad—Tzuyu ahora es mi enemiga más grande, ¿cómo se va a llevar a mi pequeño Tigrito lejos de mí?—Chaeyoung me regala una sonrisa adorable con sus hoyuelos. Seguimos comiendo. Y la verdad es que la idea de que ella y Tzuyu de verdad empiecen a funcionar, y se aleje por completo me deja con un mal sabor de boca esa mañana. Hasta ese día no había reparado en el detalle de que Chae y yo ya no teníamos diecinueve. Ese primer día en Nueva York, se volvió luego en, otro día más...

Era cierto que la razón de tener trabajos tan demandantes era para pagar la renta, también porque no nos convenía quedarnos en la calle. Chou Liang, el hermano de su ahora novia por enésima vez, había prácticamente ofrecido en bandeja de plata para nosotras su departamento. Cuando decidimos que quería que fuera nuestro y no sólo vivir alquiladas, Chaeyoung y yo buscamos un trabajo con mejor sueldo. Pero ahora me daba cuenta de que la rubia había trabajado tan duro por esto, prácticamente para no estar aquí conmigo... No quería que mi amiga no fuese feliz, seria egoísta. Tzuyu no era mala persona, solo que las discusiones entre ellas eran ridículas, y eran tan tontas como ellas y su amor de película adolescente; Chaeyoung quería a Tzuyu, la había conocido de la manera más rara y especial posible, y a pesar de todo, ella nos había dado mucho apoyo, y a mí mejor amiga un romance caótico pero que ella no era capaz de soltar por más charlas y helado que yo le ofreciera. La taiwanesa y su hermano se habían convertido en unos amigos más para mí, aparte de Chaeyoung.

Agradecía plenamente que Liang nos diera aquel lugar para dormir y guardar nuestras cosas a un precio accesible cada mes, era tan comprensivo. Por eso hace una par de semana decidimos que queríamos trabajar duro para que ese lugar fuese nuestro de una vez por toda, se lo comentaría luego de entregarle el dinero; la misma Tzuyu celebró con nosotras esa decisión. Ese día pensaba comentarle a Liang que ya no queríamos pagarle sólo esto, sino comprarle el lugar, estaba tan nerviosa, era tan importante que nos diera el sí. Después de tres años, eso era lo más sensato empezar a buscar un lugar fijo. Quería concentrarme en mi sueño, de una vez por todas.

Ahora caía en cuenta que Chae quería algo más si eso se hacía realidad. Ella estaba dispuesta a seguirme ayudando aún sí no iba a quedarse aquí nunca más. Porque yo lo necesitaba más que ella, o eso es lo que siempre repetía al cansancio. Y la vi, un nudo se formó en mi garganta al pensar en sus palabras: Ya no eramos adolescentes. Cada una buscaría su vida, su meta algún día se cumpliría, y aunque llegamos a Nueva York juntas, ¿estaba destinado a acabar así? Esperaba que sí, aunque si ella era feliz con su chica, yo jamás cortaría sus alas, aunque la mujer la hiciese llorar, yo siempre sería su hombro en el cual apoyarse, y si algún día la veía de blanco cuando ambas tomaran las riendas de su vida, quizá yo lloraría como tanto estaba aguantando en ese momento. Sin duda Chaeyoung y Tzuyu de blanco, sonaban una posibilidad.

Las riendas de su vida, ¿cómo es que mi pequeña Son Chaeyoung ha logrado tenerlas y yo aún parecía buscar la manera de acarrearlas? Eso debía cambiar esta tarde cuando hablara con Liangm Chaeyoung tenía razón, en Japón, y ni siquiera en Nueva York, con algo más de libertad para las parejas del mismo sexo, había logrado tener algo más que una conquista de una sola noche. Quizá estaba demasiado enfocada en sobrevivir al final de mes, mi mejor amiga y en el apartamento; no me daba el tiempo para pensar en tener algo con una chica y no porque no quisiera. Quería compartir a largo plazo mi vida con una mujer que encajara conmigo, pero ese momento aún no me había llegado, y tampoco me desvivía por eso. Algún día, en el momento menos esperado, eso pasaría. Sonreí risueña al pensar en que Chaeyoung al ser más joven que yo, tal vez lo había conseguido antes. La miré con orgullo.

— Sana, yo siempre te voy a querer, ¿lo sabes, verdad? Vinimos como dos dementes a cumplir nuestros sueños. Tzuyu sólo es parte del camino, pero eso aún no acaba... Aún tenemos que...–

La detengo en su discurso, porque se a lo que se refiere, sonrío feliz con las palabras de ella, la adoro tanto y completo por ella:

— Abrir tu galería y yo seré la próxima Jennifer Anniston o Amy Addams. Lo sé. Sólo come tus cereales, Chaengie. Aunque dile a Tzuyu que cuide su espalda porque si de nuevo tengo que comprar una ración de helado de fresas por un mes completo... No va a vivir para contarlo.

Ella ríe por mis amenazas a su novia.

Sonreímos, porque yo sabía que algún día, ese simple sueño e ilusiones que compartía con Chaeyoung, sería mi realidad.

El turno en la cafetería del Señor Cheng empezaba, Chaeyoung y yo nos apresuramos a toda marcha en su moto, sí, esa pequeña rubia maneja una moto, ella creía que se veía ruda al manejarla, pero yo siempre jodía con que era simplemente "adorable", un pensamiento que la misma Tzuyu concordaba. La taiwanesa incluso en un cumpleaños se atrevió a regalarle una chaqueta de cuero que sólo la hacía ver más tierna.

Llegamos en dirección a un café a pocas calles de dónde vivíamos.

A través de la ventanilla del local, uno muy pintoresco, es decir, cafetería neoyorquina cualquiera, repleto de personas ajetreadas por la mañana. Vi algunos universitarios, hombres con maleteros y jóvenes sentadas con laptops por la ventana.

Chaeyoung y yo quedamos pasmadas, es mucha gente y pocas manos. Era demasiado trabajo. Era un Lunes, eso solo me ponía los nervios de punta, día de renta y en lunes, ¡nada bueno salía de los lunes!

Aunque opté por no ser pesimista, al fin y al cabo sabía que estaba tomando el turno de esta mañana religiosamente por el dinero, que fuera lunes favorecía en todos lo sentidos, ¿saben cuántos pasantes, empresarios, redactores o estudiantes de la ciudad pasaban por estos lares a beber expresso? ¡Las propinas a veces eran una miseria, pero la cantidad de gente exorbitante nos sacaba de un apuro como este!

« Optimismo, recuerdalo Sana » Era lo que me repetía mentalmente cada vez que pisaba esa jodida cafetería.

— Uff... Hoy abarrotaron todo. ¿El Señor Cheng tendrá café suficiente para ellos?—pregunta Chaengie con duda a mi lado.

— Pues si no entramos ya, no lo vamos a descubrir.—Digo finalmente, y la tomo del brazo para adentrarnos.

Chaeyoung y yo entramos por la puerta, la campanilla anunciando nuestra llegada, y la mirada del irritable Señor Cheng nos acusa, ¿conocen ese viejo dicho de "si las miradas mataran"? Bueno pues nosotras ya llegamos al núcleo la tierra en ese momento.

— Diez minutos tarde, Minatozaki — dice él, tan amoroso como siempre.— Con que nueva excusa me saldrán hoy. ¿Chaeyoung se volvió Spider-Man?

¡Maldita sea, es que no puede ser más irritante!

El Señor Cheng nos detiene, sin darnos la libertad de empezar con nuestro trabajo. Por un momento temo que no nos deje pasar, ¡maldita sea, Chaeyoung y sus cereales nos llevaron a esto!

Chaeyoung reacciona rápido, pues nuestro empleo con más ingresos corre el riesgo de irse a la reverenda...

— Mierda, usted si es jodido. Ninguna.— Se apresura a responder Chaeyoung a mi lado. ¡¿Son Chaeyoung, cómo le vas a decir "mierda" a tu jefe?! La miro con terror, pero la rubia esta convencida que pelear con un anciano testarudo es mejor opción—. Usted solo dénos los delantales, déjenos todo a nosotras.

— ¡Así que ustedes juran que las dejaré trabajar así tan fácilmente, puedo fíjense que no...–

La figura de Jackson, su nieto, ese que Chaeyoung sabía que me coquetaba hasta al cansancio y se hacía una gran película con que yo le gustaba y me hacía la difícil, interrumpe en la escena de su abuelo para ser, por más que me costara admitir, nuestro salvador ante la ira de ese hombre jodidamente molesto.

— ¡Ey, ya llegaron mis chicas favoritas! — Jackson era un joven de cabello rojizo, con pecas y era indudablemente atractivo, con su figura trabajada, aunque él tenía tan solo unos diecisiete años, se veía mayor para su edad, y él lo sabía, presumiendo de aquello. ¿Ahora entienden por qué no era de mi agrado? — Hola Sana.— Me guiña un ojo, acompañado de un beso que no me atrevo a contemplar. Jackson se dirige a su abuelo, y su actitud arrogante el rostro me dice que acontinuacion, íbamos a ser capaces de trabajar:

— J-Jackson, te dije que estuvieras al pendiente del mostrador.— El Señor Cheng se enfada con su nieto, él era el encargado de recibir el dinero de ese local, y ni siquiera entendía por qué, no era bueno contando.

— Y lo estoy. Sólo que no podía evitar ver a mi preciosa Sana, ¿no es hermosa abuelo? Además, deberías dejarlas entrar, hay mares de gente. ¿O no?—Joder, es que ni siquiera con el "mi preciosa" podía estar menos agradecida. Si bien el pelirrojo era un egolatra que a mi no me caía, nos había salvado, necesitábamos pasar.— Pasa, corazón.— Él ni siquiera deja a su abuelo terminar de responder, nos tiende los delantales y nos da el paso libre a nuestros lugares.

El Señor Cheng queda con con las palabras en la punta de la lengua, sin poder protestar. Ahora Chaeyoung y yo estamos buscando las bandejas, y mientras voy atando mi cabello en una coleta, Jackson me sorprende por detrás y me saluda:

— Sana, ¿no me piensas saludar cómo es debido?—ahí esta otra vez, su sonrisa de niño bonito, pidiéndome imposibles. ¡Alguien que lo saque del camino, necesito trabajar ya!—, te he sacado del aprieto con mi abuelo, me merezco ya un besito, ¿no crees?—Me guiña nuevamente. Ew, ¿quién le pone una alarma para que ese joven tan lanzado depertara de ese sueño de besarme?

Jackson era muy joven, también era muy persistente, cosa que me mataba el humor y para colmo yo podía irme a la cárcel por siquiera permitir que se pasara conmigo. ¡Oh y el detalle de que soy lesbiana, eso también!

— Mhm, gracias. Pero sabes que eso no funciona así, ahora quítate y déjame trabajar—anuncié amablemente. Tampoco podía tener humor de perros siempre hacía él.

— Tan díficil, sabes que eso me gusta...—Niega divertido. ¿Qué mierda hacía?—, anda, un beso nada más—. Se inclina hacía a mí, cerrando sus ojos y juntando sus labios, parece un bobo en estos momentos, y aprovecho su intento de besarme como un escape ideal. Le paso por un lado y voy a buscar algunos bolígrafos— ¡Ay!

El pelirrojo se tropieza con la encimera, debido a la falta de mi presencia ahí, y mientras me dirijo a las mesas abarrotadas de personas de la cafetería, Jackson grita a lo lejos:— ¡S-Sana, espérame, mi amor, aún tenemos que hablar!

Ignoro la situación anterior, y al lado de mi mejor amiga que me mira con burla, presintiendo lo que probablemente haya pasado haya adentro:

— ¿Otra vez te intento besar?—la risilla y ojos llenos de picardía de Chaeyoung, sólo me hacen entrecerrar los ojos.— No me mires así, eres guapa, cualquier hombre o niñito como ese va a caer a tus pies.

Ruedo los ojos, eso no lo sabía. Ya había pasado en algunas ocasiones algunos números en las propinas, y no me podía importar menos.

— El problema es que yo no quiero nada con ellos... Ush, ese mocoso me tiene la vida jodida, te juro que yo...–

Chaeyoung me detiene:— Sí, si. Ya lo sé chica, mejor vayamos a trabajar para que te relajes, el niño bonito hace te tiemble la vena del cuello.

— ¡Oh vamos! Ni siquiera tengo una vena en el cuello, Son.

— Sí tienes, se te marca cuando estas molesta, también tus labios se ponen como los de un pato, ve— señala mi boca— eres un patito molesto.— Acto seguido hace el sonido de un pato con sus manos, uno de sus talentos raros que esa mañana no estaba dispuesta a presenciar, pero que terminaron sacándome una sonrisa.— ¿Ya estás feliz?

— ¿Todavía haces esa cosa del pato?

— Todavía, y a Tzuyu le encanta.

Me río por la sonrisa orgullosa que me demuestra, en efecto, que Tzuyu le guste tanto esos sonidos ridículos de pato que hacía cuando estaba molesta.— No te rías, ahora te vas a tener que aguantar que hable de nuevo de ella a todas horas.

— Ya lo hacía.— Respondí divertida.— Ya mejor vámonos a trabajar y hacer felices a los adictos de la cafeína. No tengo ganas de escuchar como vas a comprarte la sexshop entera para reavivar la chispa con Chou.

Chaeyoung abre la boca en sorpresa y sus ojos están por salirse cuando parece que doy en el clavo con mi suposición, algo que sabía que ella haría.

— ¡¿D-De dónde sacaste eso?!

— Chaeyoung, aquella mesa está esperando desde hace rato, después hablamos—esquivo las preguntas de Son.

Chaeyoung queda inmóvil tratando de procesar, y yo me decido a dejarla ahí mientras empiezo mi trabajo, me parecía cómica la reacción de la coreana:

— ¡P-Pero! ¡Minatozaki Sana, vuelve acá!


Una risa se escapo de mis labios, mientras cumplía con deberes dentro de la cafetería.

Y ese día estuvo extrañamente lleno de sorpresas, quejas, risas y un par de lágrimas...

En definitiva, ese no fue para nada, otro día más en Manhattan.

Este capítulo puede ser medio confuso, pero en siguiente van a entender un poco más de Sana, espero les esté gustando el formato de los capítulos <3. En el siguiente, creo que...¿deberían preparar sus pañuelos?

Muchas gracias por leer <3

¿Qué opinan de la historia, emocionados o algo qué decir en particular? ^^

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