021
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"FEELING"
Mientras Harper terminaba de revisar sus notas, Kitty se acercó con una sonrisa traviesa que Harper ya conocía demasiado bien.
—¿Qué quieres ahora? —preguntó Harper sin levantar la mirada.
—Nada complicado. Solo que te inscribas en el concurso de talentos conmigo —respondió Kitty como si fuera algo tan simple como respirar.
Harper levantó una ceja, desconfiada. —¿Qué clase de concurso?
—Un baile de abanico tradicional. Yuri, yo y algunas chicas ya estamos dentro, pero necesitamos una más para completar el grupo. ¡Serán diez puntos extra en la materia del profesor Lee! —Kitty la miró con ojitos de súplica.
—No sé, Kitty... —dijo Harper, mordiéndose el labio. La idea de estar frente a tanta gente moviendo abanicos le daba algo de nervios, por no mencionar que no era especialmente buena bailando.
Kitty se cruzó de brazos, fingiendo una mirada seria. —¿De verdad vas a decir que no a diez puntos extra? Además, piensa en lo divertido que será. ¿O es que Min ho ya te dejó tan cansada que ni siquiera puedes mover un abanico?
—Eso no tiene nada que ver —replicó Harper rápidamente, sonrojándose levemente.
—Entonces no tienes excusa. —Kitty sonrió con satisfacción. —Y además, Yuri y yo ya contamos contigo.
Harper suspiró, sabiendo que no tenía escapatoria. —Está bien. Pero si quedo en ridículo, no te lo voy a perdonar.
—¡Esa es mi chica! —exclamó Kitty, aplaudiendo. —Prepárate, esto será épico.
Harper soltó una risa nerviosa, aunque no podía evitar sentir curiosidad por cómo se desarrollaría todo.
Harper terminó de acomodar los abanicos en su mochila y salió de la habitación camino al gimnasio donde sería el ensayo. Mientras caminaba por el pasillo, se encontró de frente con Min ho, quien la miró sorprendido antes de recuperar su típica expresión de confianza.
—¿Te vas a alistar para tu debut en America's Got Talent? —preguntó con sarcasmo, cruzando los brazos y esbozando una sonrisa burlona.
Harper rodó los ojos, deteniéndose apenas un momento. —Es un ensayo, no un espectáculo internacional.
Min ho inclinó la cabeza, fingiendo interés. —¿Un ensayo para qué? ¿Para sostener un abanico y verte linda frente a toda la escuela?
—Para algo más importante que tus intentos de bromear —contestó Harper, apretando los labios y evitando devolverle la mirada por mucho tiempo.
El tono juguetón de Min ho se desvaneció ligeramente. —Harper... —comenzó, pero ella lo interrumpió antes de que pudiera seguir.
—Si no tienes algo útil que decir, mejor no pierdas tu tiempo —dijo, con firmeza pero sin mirarlo directamente.
Se volvió para seguir caminando antes de que la conversación pudiera avanzar. Sin embargo, Min ho permaneció allí, observando cómo se alejaba, notando que la distancia entre ellos ya no era solo física, sino algo mucho más difícil de alcanzar.
El espectáculo ya estaba en marcha. Harper, Kitty, Yuri y las demás chicas ejecutaban con precisión los movimientos del baile de abanicos en el escenario decorado con luces suaves y tonos cálidos. La música tradicional llenaba el ambiente mientras el público, fascinado, las observaba deslizarse por el suelo en perfecta sincronía. Harper estaba concentrada, siguiendo cada paso a la perfección, sintiendo la emoción del momento.
Pero detrás de todo el encanto del escenario, la tensión entre Kitty y Yuri comenzaba a surgir otra vez.
Harper, justo a su lado, trató de mantener la compostura, enfocándose en el baile, pero las murmuraciones de las dos no pasaron desapercibidas. Finalmente, Kitty perdió la paciencia.
—¿Sabes qué, Yuri? Yo te perdoné por mentir sobre Dae, somos amigas—siseó, sin abandonar la sonrisa que debía mantener para el público.
Yuri soltó un leve resoplido. —¿Ah, sí? Bueno, eso fue cosa tuya. "Eramos amigas", Kitty. Nota el tiempo pasado.
Kitty la miró incrédula, perdiendo momentáneamente la concentración en sus pasos. Desafortunadamente, esto provocó que tropezara justo con el carrito de accesorios que Maddison había dejado cerca del escenario. En un solo segundo de caos, uno de los fuegos artificiales cayó al suelo y una chispa salió disparada en dirección a Harper, que estaba a solo unos pasos de ellas.
Harper estaba en pleno movimiento con el abanico extendido cuando sintió el calor en el borde de su vestuario. El fuego se extendió rápidamente, y un grito ahogado escapó de sus labios.
Min ho, que había estado mirando desde las primeras filas del público, reaccionó instintivamente. Se levantó de su asiento y corrió hacia el escenario antes de que cualquiera pudiera detenerlo. Sin pensar en nada más, se quitó la chaqueta y saltó al escenario, ignorando las reglas que prohibían que alguien interfiriera durante una actuación.
Harper estaba inmóvil, su mente luchando por procesar lo que estaba sucediendo. Antes de que el fuego pudiera avanzar, Min ho envolvió su chaqueta alrededor del lugar incendiado, sofocando las llamas con movimientos rápidos.
—¡Harper! —le dijo con urgencia, mirando sus ojos con preocupación genuina. —¿Estás bien?
Ella, todavía temblorosa, asintió lentamente, aunque su rostro mostraba el susto.
La música había sido detenida, y los murmullos entre los espectadores eran cada vez más fuertes. Los profesores subieron rápidamente al escenario, tratando de calmar la situación y verificar si alguien más estaba en peligro.
—Estoy bien —murmuró Harper, pero su voz era apenas audible. Min ho no apartó los ojos de ella, como si con sólo mirarla pudiera asegurarse de que lo estaba de verdad.
—¿Te duele algo? ¿Te quemaste? —insistió, con la voz quebrada por la preocupación.
Harper negó con la cabeza, tratando de recuperar el aliento. —Gracias, Min ho...
Él dejó escapar un suspiro de alivio, pero su rostro seguía tenso. —No vuelvas a asustarme así —dijo, suavemente, mientras su mirada aún analizaba su estado, buscando cualquier señal de dolor.
La presentación había terminado, y la escuela estaba envuelta en murmullos y emoción mientras los estudiantes comentaban sobre el espectáculo. Harper se dirigía hacia su casillero, todavía un poco aturdida por los eventos recientes y tratando de no pensar demasiado en Min ho o la confesión que parecía estar latente en su mente desde aquella noche.
Mientras organizaba sus cosas, escuchó pasos apresurados detrás de ella. Cuando se giró, vio a Min ho, quien claramente la había estado buscando.
—Harper, necesitamos hablar —dijo con un tono serio, bloqueando su camino antes de que pudiera esquivarlo.
Ella suspiró, pero decidió escuchar. Después de todo, no podía seguir evitándolo toda la vida. Además, le había salvado durante la presentación, y, por más molesta que estuviera, sentía que al menos le debía eso.
—Está bien, habla —respondió finalmente, cruzándose de brazos mientras lo miraba expectante.
—Sobre Maddison... lo que viste, no fue lo que piensas. Ella me besó, yo no...
Antes de que pudiera terminar, un empujón interrumpió la conversación. Dae había llegado, claramente furioso, y había empujado a Min ho contra los casilleros con fuerza.
—¡¿Qué demonios crees que haces, Min ho?! —gritó, agarrándolo del cuello de la camisa. —¡Estás enamorado de Kitty! ¡Deja de jugar con Harper para acercarte a ella!
—¡Dae, para! —gritó Kitty, quien venía corriendo detrás de él. —¡¿Qué estás haciendo?!
Harper los observaba, completamente desconcertada por la escena que se estaba desarrollando frente a ella.
Min ho, con visible irritación, empujó a Dae para zafarse de su agarre. Ajustándose la camisa con fuerza, lo fulminó con la mirada.
—Estás completamente equivocado, Dae —dijo con un tono grave, claramente molesto.
—¿Ah, sí? —gruñó Dae, señalándolo con el dedo. —Siempre estás alrededor de Kitty. Todo el mundo lo nota. ¡Admítelo de una vez!
Min ho soltó una risa amarga antes de dar un paso hacia él, enfrentándolo directamente.
—Estás completamente loco si piensas eso. Kitty es una niña caprichosa y molesta...
—¡Hey! —interrumpió Kitty, indignada, pero él levantó la mano, señalando que la dejara terminar.
—Lo que intento decir es que no estoy enamorado de Kitty, nunca lo estuve.
—Entonces, ¿qué demonios estás haciendo? —insistió Dae, sin creerle del todo.
Esta vez, Min ho alzó la voz, las palabras saliendo con una mezcla de frustración y algo que parecía dolor.
—¡Estoy enamorado de Harper, Dae!
El silencio se apoderó del pasillo. Kitty miró sorprendida a Min ho, y Harper, quien había estado observando con atención, se quedó congelada.
Por primera vez, parecía que lo que él decía no era un comentario sarcástico ni una mentira para mantener su farsa. Había algo en su tono que lo hacía diferente: sonaba genuino.
—¿Qué...? —murmuró Harper, incapaz de procesar completamente lo que había escuchado.
Min ho la miró directamente, ignorando a los demás.
—Es cierto. La mentira sobre nuestra relación... al principio era un juego, pero ya no lo es para mí. No sé en qué momento pasó, pero estoy enamorado de ti.
Harper lo miró, aún en shock, mientras su mente luchaba por aceptar la confesión. Se sentía mareada, atrapada en un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.
—Yo... no puedo hacer esto ahora —murmuró rápidamente, apretando los puños mientras salía corriendo por el pasillo sin mirar atrás.
Kitty y Dae la vieron desaparecer al final del corredor. Dae todavía estaba furioso, pero Kitty lo fulminó con la mirada.
—Esto es tu culpa —le espetó, antes de girarse para seguir a Harper, dejando a Dae y a Min ho en silencio en el pasillo.
Cuando Harper llegó al dormitorio, se dejó caer en su cama, escondiendo el rostro entre las manos mientras Kitty cerraba la puerta detrás de ella. Kitty se acercó lentamente, sentándose en la cama de al lado y observando a Harper con preocupación.
—¿Me vas a explicar qué acaba de pasar allá? —preguntó Kitty con suavidad, pero con la clara intención de obtener respuestas.
Harper suspiró y sacudió la cabeza, evitando mirarla.
—No quiero hablar de eso, Kitty.
—Pues tienes que hacerlo. Min ho te acaba de confesar lo que siente, y tú... saliste corriendo como si alguien te estuviera persiguiendo.
Harper se tensó, y después de un largo momento de silencio, alzó la mirada. Sus ojos mostraban una mezcla de confusión y cansancio emocional.
—Ese es el problema, Kitty. No quería sentir nada por él. No quería que esto fuera real, ¿entiendes?
Kitty cruzó los brazos, intentando mantener la calma.
—Entonces, ¿por qué huyes? Si no te importa, no debería ser un problema.
Harper negó con la cabeza, su voz temblando ligeramente cuando respondió.
—Es más complicado que eso. Primero lo de Maddison, y ahora esto. Es demasiado.
Kitty frunció el ceño.
—Pero Maddison fue un malentendido, ¿no? Él mismo lo dijo.
—No importa, Kitty. Esto no se supone que pase. Era una relación falsa, y... —Harper tomó una pausa, mirando el techo, su voz bajando a un susurro— yo no quería empezar a sentir algo por él.
La confesión hizo que Kitty la mirara fijamente.
—¿Estás diciendo que te importa?
Harper no respondió de inmediato, pero su silencio fue suficiente para que Kitty entendiera.
—¡Ah! —exclamó Kitty, con una mezcla de sorpresa y emoción. —Lo sabía. Lo sabía desde hace semanas.
—No lo hagas más difícil de lo que ya es —dijo Harper rápidamente, alzando una mano para detenerla.
—Entonces, ¿por qué te niegas a dejarte sentir? —preguntó Kitty con seriedad.
Harper se mordió el labio inferior, sus ojos brillando con lágrimas reprimidas.
—Porque siempre he aprendido que pensar en mí misma nunca trae nada bueno. Porque lo único que conseguí la última vez que intenté hacerlo fue que todo se desmoronara, y no quiero volver a pasar por eso.
Kitty la observó, comprendiendo el peso de sus palabras. Pero no iba a dejar que Harper se encerrara de nuevo en ese caparazón.
—Harper, te conozco hace años. Eres una de las personas más fuertes que he conocido. Pero por favor, esta vez, piensa en ti misma. Permítete sentir.
Harper sacudió la cabeza con fuerza, pero Kitty insistió, su voz suave, pero firme.
—¿Qué ganas evitándolo? ¿Seguir escondiéndote? ¿Seguir pensando que cuidar de todos los demás es suficiente, pero que tú no importas? Harper, Min ho te gusta, lo sé. La única que no quiere admitirlo eres tú.
—Kitty...
—Sólo piénsalo —le dijo Kitty, poniéndose de pie mientras daba un suave apretón a su hombro. —No tienes que tomar una decisión ahora. Pero sé sincera contigo misma antes de alejarlo para siempre.
Harper no dijo nada más, viendo cómo Kitty salía del dormitorio, dejándola sola con sus pensamientos.
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