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II. Nervios



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La alarma del despertador sonó por toda la habitación y Ginny supo que era momento de comenzar a arreglarse para ir a la escuela.

Despues de unos cuantos bostezos, la rubia se levanta de su cama y se dirige al baño para comenzar su rutina matutina. Toma un pequeño baño y luego comienza a maquillarse, una de sus partes favoritas de su rutina. Al contrario de lo que muchas chicas piensan hoy en día, a Ginny le encantaba maquillarse, no solo era de usar rubor, corrector y una máscara de pestañas, ella disfrutaba todo el proceso para lucir fresca y bonita.

Una vez se siente satisfecha con su rostro, comienza arreglando su cabello en ondas y decide hacerce un peinado con clips de mariposa.

— Ginny— llama Christine desde la puerta—. ¿Aún te falta mucho?

— No, mama— termina de poner el último clip—. Ya estoy lista.

Sonríe viéndose en el espejo y se siente feliz de como se ve. Procede a abrir la puerta para que su mamá entre mientras ella se va a su cuarto para terminar de vestirse.

Este día quería usar algo abrigado, quizás un poco de blanco y negro, colores neutros para comenzar. Se decidió por unos pantalones ligeramente acampanados, con un suéter corto de mangas largas, lo demás lo cubriría con accesorios y una linda bufanda para el frío.

Se miró el en espejo y decidió que era buen momento para tomarse algunas fotos antes de ir a la escuela.

Luego de eso, Ginny salió de su habitación y se fue a la cocina donde su madre la esperaba con el desayuno ya listo.

— Ginny, aquí está la parada de autobuses para que vayas a la escuela— le pasa un papelito— como no podré llevarte por un tiempo, tendrás que ir en uno.

— Está bien, puedo hacerlo.

— ¿Si?, quiero que te cuides mucho, por favor— pide.

Ginny sonríe mirando a su mamá y asiente.

Desde ayer con lo del hospital, las cosas con su mamá parecían menos tensas, ahora estaba mucho más cariñosa y le hablaba mucho más. Eso la hizo sentir bastante bien y con mucha más confianza para comenzar su primer día.

Aunque no iba a mentir, estaba muy nerviosa por conocer a nuevas personas. Ella no era muy extrovertida que digamos, usualmente las personas siempre se le acercaban cuando estaba en California y era muchísimo más fácil. Pero acá no sabía cómo serían las cosas.

— Bueno, hija. Yo ya me voy, te dejo algo de dinero sobre la mesita que está en la puerta por si necesitas comprar cosas— se levanta de la mesa y acaricia el cabello de la rubia con cariño antes de irse.

Ginny suspira y comienza a comer sus panqueques con miel mientras mira la televisión de la sala.

Después del desayuno, sale hacía la parada de autobuses y espera el suyo pacientemente junto con algunos estudiantes más. Ginny nota como los chicos la miran de arriba a abajo, susurrando cosas entre ellos y eso la dejo muy inquieta. Subió al autobús y se sentó en los asientos ubicados en el medio, saco su espejito de mano y reviso que todo estuviera bien con su maquillaje.

Suspira nerviosa y después de un tiempo llega hasta su destino.

La rubia baja del transporte con los dedos temblorosos y camina hasta la entrada intentado demostrar seguridad.

Todos en la escuela miraban a la nueva chica. Analizando todo de ella al momento que la vieron bajar del autobús, tomándose el tiempo de resaltar todos los detalles que podían en ella.

Ginny estaba a punto de morir.

Entro por las puerta principales y observo a su alrededor el cúmulo de alumnos de preparatoria moviéndose por todos los pasillos. Miro por todas partes sin saber que hacer.

— ¡Hola!

Ginny se da la vuelta algo asustada y mira a la persona que tiene detrás.

— Un gusto, soy Angela— la saludo una chica muy linda de cabello castaño oscuro, complexión delgada y usaba unos anteojos muy lindos.

— Hola, soy Ginny— saluda.

— ¿Ginny Miller?— la rubia asiente—. Oh, bueno, eres la nueva ¿no?, hoy voy a ser tu guía— sonríe.

— Oh...— suspira aliviada— menos mal, creí que tendría que valerme por mi misma hoy.

— Pues tranquila, no será así— Angela comienza a caminar— ven, sígueme.

Ginny camina junto a Ángela hasta llegar a la secretaria.

— Aquí entras y solicitas tus horarios y esas cosas— señaló la puerta—, pero antes de irte me gustaría saber si puedo tomarte una foto para el periódico escolar.

— Hm... si claro— acepta.

— ¡Genial!— toma la cámara que está en su cuello y comienza a ajustarla.

Ginny arregla su cabello rápidamente y posa lo mejor que puede para que Angela tome la foto.

— 1... 2... ¡3!— un flash repentino la ciega por unos segundos— ¡Listo!... vaya, si que eres fotogénica— comenta observando la foto en su cámara.

— Oh, muchas gracias.

— Bueno, eso es todo. Te estaré esperando aquí afuera para después llevarte a tu primera clase.

— Está bien, intentaré no tardarme tanto— dice y entra a la secretaria.

Ahí la mujer le da sus horarios y algunos libros para las clases. Ginny agradece a la señora y se va de regreso con Ángela.

Está, muy amablemente, le muestra el salón de clases y le explica los módulos en los que está divida la instalación. Ginny se despide y entra al salón, siendo unas de las primeras entrar y eso le da la ventaja de poder tomar asiento en uno de los primeros puestos.

A medida que pasaban los segundos, muchos alumnos iban entrando, hasta que un grupo de chicos noto la presencia de Ginny y quisieron sentarse junto a ella. Lo cual termino en una discusión entre ellos por ver quién se sentaba junto a la chica rubia bonita de nuevo ingreso. Al final terminó ganando un joven de cabello castaño.

— Hola— saluda el chico.

— Hola— responde Ginny por cortesia.

— ¿Que tal?, un gusto, me llamo Navier— extiende su mano con una sonrisa amistosa.

— Es un placer, soy Ginny— toma su mano y el la sacude mientras le guiña un ojo.

Ok, eso puso muy incomoda a Ginny.

— Que bonito nombre— alaga— tan bonito como la chica que lo lleva.

— Hm... gracias— suelta su mano y se coloca un mechón de cabello detrás de su oreja.

La rubia no era muy buena relacionandose con el sexo opuesto, usualmente ellos siempre buscaban llamar su atención y esto era solo porque consideraban que Ginny era bonita. Así que cuando coqueteaban o comenzaban con alagos, ella se sentía bastante incómoda y fuera de lugar.

— ¿Eres nueva no?— la joven asiente a su pregunta—, genial. No tenemos muchas chicas nuevas aquí, mucho menos tan lindas como tú.

Ginny sonríe falsamente para no hacerle pensar que lo que está haciendo la tiene un poco fuera de lugar.

— No entiendo el porqué.

— Pues ya sabes, Forks no es un lugar muy poblado que digamos... menos tan recurrido.

— Entiendo.

En ese momento llega el profe a la clase y el chico ya no la molesta más. Pero como Ginny no es de buena suerte, tuvo que pasar al frente y presentarse con todos sus compañeros, recibiendo "alagos" de los chicos.

El resto de la clase solo se dedicó a prestar atención y hacer anotaciones del tema. Hasta que sonó la campana y era hora de ir al comedor. Navier se despidió de ella y al fin Ginny pudo respirar un poco.

Salió a la cafetería para comprar su comida y Ángela se apareció justo a su lado, invitandola a comer junto a sus amigos.

— Hola— saluda la castaña a los de la mesa.

Todos les responden con un hola.

— ¡Vaya!, esto si que es increíble, dos chicas nuevas en un mismo día— expresa un rubio.

— Si, es como si hoy fuera un día especial o algo así— habla una castaña.

— Oh, vamos— toma la palabra un chico con gafas de rasgos asiáticos—, esto es genial, más personas por conocer— mira a Ginny—. Un placer, soy Erick, me encuentras en todas partes por aquí, cualquiera cosa que necesites, yo lo consigo, soy los ojos y oídos de este lugar— se presenta.

— Hola, Erick, soy Ginny— saluda con su mano.

— Yo soy Mike, por cierto— le sonríe— no seas tímida, puedes sentarte— señala la silla.

— Muchas gracias, Mike— toma asiento.

— Yo soy Jessica— saluda la castaña—, y ella es Isabella— señala a la chica que está a su lado—. Aunque no le digas así, prefiere que le llamen Bella.

— Hola — se limita saludar.

— Hola, Bella, un placer— sonríe.

— Es de nuevo ingreso, como tú— comenta Ángela emocionada.

— ¿Enserio?— se emociona Ginny— creí que sería la única, dios, es un alivio.

— Si, yo también lo creí— contesta Bella—, ¿De dónde vienes?

— Soy de California ¿y tú?

— Jacksonville en Carolina del Norte.

— Que genial— dice Ginny—, ¿Te has acostumbrado al ambiente de Forks?, yo aún tengo un poco de resfriado por las noches.

— Pues está bien— sube y baja los hombros—, vivía aquí cuando era niña, así que supongo que no me afecta tanto.

— Oh, ya entiendo.

Los chicos del grupo siguieron hablando por un buen rato, de vez en cuando, incluían a Ginny en sus conversaciones y está estaba agradecida de eso, ya que de no hacerlo, seguramente ella jamás se integraría con ellos. Algo que le molestó es que uno de los chicos se acercó para besar a Bella en su mejilla sin su consentimiento y eso es algo muy malo. Odiaba cuando los chicos de comportaban de esa manera tan... inmadura, poco culta y descerebrada.

Ni Bella ni ella eran un juguete nuevo de guardería como había comentado Jessica. ¿Por que comportarse como un montón de hormonales?

De repente el ambiente se puso algo tenso y todos comenzaron a mirar en dirección a la puerta del jardín. La rubia algo confundida volteo en esa dirección y vio como por ahí entraba un grupo de chicos súper guapos, que vestían increíble además.

Jessica comenzó a nombrarlos y presentarlos, pero Ginny se perdio al segundo que dijo el apellido Cullen.

— ¿Son hijos del doctor Cullen?— cuestiono rápidamente.

— Si, pero son adoptivos— responde Jessica—. ¿Ya conociste al doctor?

— Si, ayer mi mamá tuvo un accidente y tuvo que ir al hospital— cuenta la rubia.

— Dios, ¿Cierto que es guapísimo?— Dice Ángela.

— Sí, es muy guapo— responde Ginny sonrojada.

De pronto Bella hacer una pregunta y Jessica se encarga de contestarla, diciéndole que al final no se ilusionara con uno de ellos porque al final ninguno estaba interesado. Se veía que Jessica tuvo alguna experiencia de rechazo.

Mientras Ginny pensaba en que la familia era de belleza exótica y que cada integrante parecía tener algo que lo destacaba. Pero se sintió desilucionada al saber que tenía hijos y eso seguramente lo hacía tener esposa.

Y era horrible saber que el señor Cullen estaba casado y con hijos.

Más sin embargo, no pensó mucho más en eso, no es como si pudiera tener algo con él. Solo era un crush de adolescente, nada más.

— Tal vez un día me adopte— comenta Jessica.

— Ojalá me adoptará a mí— le sigue la corriente Ginny— mira esos genes.

— Son buenísimos— sigue Mike.

— Oigan, ya. Dejen de mirarlos— regaña Jessica.

La rubia se da cuenta de que Bella no puede apartar la mirada de ellos, lo cual le pareció racional ya que ella también los analizo por un momento, pero parecía que la chica estaba atraída hacia uno de ello.

Luego de lo que pasó en cafetería, Ginny se fue a su siguiente clase y así paso el resto del día hasta que llegó la hora de la salida, dónde se topo de nuevo con Navier y sus amigos.

— ¡Oye!— la llamo desde su auto— ¡Giny!

Ella sabía que no debía prestarle atención porque seguramente sería una estupidez lo que diría, pero no quiso ser grosera ni mal educada, por lo que fue hasta donde el estaba.

— Hola— saludo.

— Ginny, bonita— y ahí estaba—. Mis amigos y yo queríamos invitarte a una fiesta en mi casa, será el fin de semana— esconde sus manos en su chaqueta— ¿Que dices?

— Am... no, gracias, pero apenas acabo de mudarme y tengo muchas cosas que acomodar en mi casa— hace una mueca—, lo siento.

— Oh, vamos— el chico se nota decepcionado— será solo un par de horas.

— No, enserio lo lamento— miro el autobús y vio que estaba a punto de partir— me tengo que ir.

Ginny iba a caminar hasta el autobús cuando el chico la tomo del brazo.

— Espera, no te vayas— pidió— si quieres podemos pasarte a llevar a tu casa de nuevo.

— Si, no te hagas del rogar tanto, linda— hablo uno de sus amigos.

— Oye, lo lamento— se soltó bruscamente—, no puedo ir.

— Está bien— desistió—, no te enojes— sonríe.

Ginny bufa y se despide para correr hacia el transporte, pero ya era demasiado tarde, se había ido.

Maldice a sus adentros porque ahora tendrá que caminar hasta su casa por culpa de esos tontos.




























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