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Las mañanas en la casa de la familia Lee habían adquirido un color más vivo desde la integración del pequeño Hyungwon. Muy temprano, Hyo Joo abandonaba la comodidad de su cama para bajar a la cocina y preparar el desayuno de su esposo e hijo. Cuando el reloj marcaba las ocho en punto, subía las escaleras tarareando alguna canción que sonaba en la radio y despertaba a su único hijo entre besos y mimos. Nunca había tenido problemas con despertar a su hijo, todo lo contrario a su esposo, pero sin importar los obstáculos se reunían en el comedor para degustar el desayuno entre una amena charla, que incluía juegos y mimos a Hoseok.

Hyungwon entraba en escena cerca de las ocho y media, porque su padre entraba a trabajar a las nueve y todavía tenía que transbordar dos autobuses, con sus ojitos adormilados vistiendo su acolchada pijama de ranas o tortugas mientras sostenía con firmeza el peluche de dinosaurio. El corazón de Hyo Joo se llenaba de una dosis alta de ternura con cada bostezo que salía de la pequeña boca rechoncha y no podía evitar querer estrujar entre sus brazos a Wonnie.

Si quedaba algo de sueño en el cuerpo rellenito de Hoseok, desaparecía al ver a su amiguito. Esperaba pacientemente a que su mamá pusiera al bebé en su sillita junto a él para treparse en la silla y alcanzar la cara del menor comenzando la cotidiana sesión de besos en las mejillas redonditas. Tristemente Hoseok debía partir al preescolar y aunque solo era por un par de horas, el niño pálido le costaba separarse de Hyungwon.

Con los dos hombrecillos Lee fuera, Hyo Joo y Hyungwon iniciaban su rutina diaria. La música inundaba cada rincón de la casa y las tareas del hogar se aligeraban como por arte de magia. Hyungwon ayudaba, con pasos cortos y a veces dudosos, recogiendo los juguetes y organizando el librero; hasta donde su altura le permitía. Mientras Hyo Joo terminaba con sus labores, él tomaba una larga siesta en su cuna después de beber su merecida botellita de leche. Despertaba puntual para acompañar a su tía a recoger a Hoseok del preescolar y quizás, comprar una golosina en el camino.

Hyo Joo sonrió abrochando el seguro del diminuto overol de mezclilla. Entregó los zapatos al pequeño y esperó a que él se los abrochara. Tardó más tiempo del necesario pero cuando lo hizo, los dos aplaudieron extasiados.

—¡Lo hiciste muy bien, Wonnie! —Hyo Joo lo levantó en brazos dándole un sonoro beso en la mejilla.

—¡Chi!

Hyungwon sacudió sus piernas contento de ver sus zapatos puestos. Estiró su mano señalando el peluche que yacía acostado boca a bajo en su cuna portátil. Hyo le entregó el muñeco y juntos salieron de la habitación.

—Solo nos falta preparar tu biberón y podremos ir con Hoseok.

Habían estado practicando por tres días como debía ponerse los zapatos y al ser de Velcro ajustable no presentaba mayor dificultad para el pequeño. Convivir con Hoseok le resultaba favorecedor al menor pues cada vez más actuaba como un niño "grande". Evitaba usar su chupón en presencia de Hoseok pero tan pronto desaparecía de su radar, Hyungwon sacaba su chupón del bolsillo de su suéter y lo ponía en su boquita.

Las imitaciones a Hoseok no faltaban y Hyo Joo se divertía mirando a Hyungwon.

—¿Fata muto? —Wonnie ladeó su cabeza sacudiendo al dinosaurio. —Dooly lo estaña.

Con una risa corta la mujer al volante negó.

—Ya estamos cerca —le dijo.

Hyungwon asintió poniendo toda su atención en la cola del muñeco.

—Dooly quiede juga en el columpio —Hyungwon solía usar a su peluche como el principal responsable de todas sus acciones o peticiones y para Hyo Joo era bastante adorable.

La mujer sonrió.

—Bueno, ya que el señor dinosaurio quiere ir a los columpios nos quedaremos unos minutos más —anunció deteniendo el auto.

—¿Oíte echo Dooly? Vamo' a jugal.

Hyo Joo enarcó una ceja. —¿Tú también vas a jugar? Creí que solo el dinosaurio lo haría.

—Le da mielo si está solito —mintió. Formó un puchero y abrazó con fuerza al peluche. — ¡Yo te cuilo!

Entre risas abandonaron el vehículo y emprendieron camino hacia el aula de Hoseok. No habían recorrido ni cinco metros cuando Hyungwon le hizo saber que estaba cansado y Hyo no dudo en acomodarlo en su cadera para evitar que se "cansara" mucho más. La verdad era otra, a Hyungwon le encantaba estar en los brazos de la mujer pues tenía una mejor vista desde arriba y ni hablar de la lluvia de besos que recibía cada dos segundos.

—Buenos días —la pelinegra saludó a las mamás que esperaban ansiosas a sus hijos.

Intercambió unas cuantas palabras con algunas mamás, siendo Hyungwon el principal tema de conversación. No faltaron los comentarios críticos teñidos de envidia pero Hyo Joo supo responder con educación y siempre sonriendo. Wonnie era un niño feliz con lo que tenía y la situación actual de su padre poco debía importarle al resto. Esperó paciente a la salida de su hijo centrando su atención en el pequeño en sus brazos, Wonnie era un niño precioso y requería de muchos mimos.

—¡Allá eshta! —el diminuto dedo rechoncho señaló a la figura pálida que pertenecía a Hoseok.

Sin embargo, el menor frunció el ceño y arrugó la nariz. Hoseok no estaba solo, sonreía pero no hacia él. Poco a poco fue bajando el brazo mientras Hoseok se acercaba de la mano de una niña pelinegra de cabello corto y mejillas rellenas.

Recordaba vagamente al niño pálido contarle acerca de sus amigos del preescolar pero la pequeña cabecita de Hyungwon no terminaba de entender por qué Hoseok lo ignoraba.

—Hola mami, ¿puedo ir a los columpios?

Hyo joo asintió inclinándose al frente para besar la frente de su hijo, le sonrió a la niña y los vio irse corriendo.

—Anda Wonnie, Hoseok va a los columpios.

La mujer hizo el amago de bajarlo pero Hyungwon se aferró con ambas manos a su cuello. Gimoteó en una clara señal de no querer bajarse, Hyo Joo lo entendió rápidamente y dejó de intentarlo.

—¿No quieres jugar con Hoseok? —Won negó escondiendo su cara en el cuello contrario. —Pero si tú querías ir, Dooly y tú tenían muchas ganas de jugar.

—Hotok —sollozó abrazando su dinosaurio.

Hyo Joo suspiró caminando hacia los juegos. —¿Te sientes mal?

—Chi.

A lo lejos, Hoseok bajaba por el tobogán riendo junto a su amiga y un par más de niños. Hyungwon sacó su cabecita de su escondite curioso por las risas de los niños y estuvo tentando a bajar y unirse pero no quería ceder a su berrinche. Sin embargo, la niña que jugaba con Hoseok empujó a los dos niños corrían junto a Hoseok.

Los niños se dirigían a los columpios cuando fueron interceptados por la niña cayendo de cara en el suelo. Los padres de los menores corrieron asustados anticipándose a los llantos que no tardaron en llegar.

—Mocosa maleducada —susurró la madre de uno de los niños.

—Ven, Seok. Vamo'a los columpios —la menor prácticamente arrastró a Hoseok sin importarle que sus compañeros seguían llorando.

Hoseok se dejó arrastrar pero sin dejar de mirar a sus amigos, hizo un puchero mirando a su madre.

Hyo Joo negó acercándose a su hijo.

—Hola cariño —sonrió mirando a la niña. Hoseok sonrió liberándose del agarre de Ryu y rápidamente corrió a esconderse detrás de su madre. —Creo que tus amigos necesitan una disculpa, no estuvo bien lo que hiciste.

Hyungwon negó con su dedito recriminando a la pequeña pelinegra.

—No —Ryu cruzó los brazos pisando fuerte. —Seok es mío y me lo quichieron quital.

—Ryu... —la mujer sonrió apretando los labios. Dejó a Hyungwon en el suelo y se puso en cuclillas para hablar con la niña. No era la primera vez que una situación como esa ocurría, la maestra le había platicado lo celosa que era Ryu y cómo impedía que los demás niños jugaran con su hijo o siquiera se acercaran a él. Hoseok era tan inocente y dulce que obedecía a la niña para no hacerla enojar pero siempre se ponía triste por sus otros amiguitos.

—Usted que es la mamá de Seokie no lo deje jugar con esos niños —le pidió arrugando el entrecejo.

Hyo Joo rió sacudiendo la cabeza.

—Lo siento, cielo, pero no puedo hacer eso —acomodó el moño de la niña y sonrió. —Entiendo que Hoseok sea tu amigo pero no puedes lastimar a todos los niños. Hay mucho Hoseok para todos y puede jugar con todos.

Hoseok asintió sonriendo dulcemente.

Ryu bajó la cabeza susurrando una disculpa.

—Ven, te vamos a acompañar para que te disculpes con los niños —Ryu sonrió tomando la mano de Hyo Joo.

Luego de las disculpas los niños volvieron a jugar como si nada hubiera pasado. Hyo Joo habló con la madre de Ryu mientras Wonnie miraba a los niños jugar sentado en el primer escalón de la pequeña escalera que había hacia el área de juegos. Entonces recordó lo que la niña dijo minutos antes y tomó su peluche corriendo directo a Ryu.

—¿Quieles jugar? —la pelinegra sonrió bajándose del columpio.

Wonnie negó sacándose el chupón de la boca. Se dio su tiempo para guardarlo en el bolsillo de su pantalón mientras tenía a la niña esperando.

—Otok e mío —susurró.

Ryu ladeó la cabeza parpadeando lentamente.

—¿Cómo dijiste? —preguntó inclinándose para escuchar mejor.

—OTOK ES MÍO —gritó arrojándole el peluche a la cara.

Las risas eran imposibles de contener cada vez que miraban la carita de Hyungwon. Y es que el niño había resultado ser toda una fierecilla.

—¡Ay bebé! ¿Qué voy hacer contigo? —Jun Suk volvió a reír abrazando a su pequeño.

—Les juro, solo fue un minuto el que me descuidé —dijo Hyo carcajeando.

Wonnie miraba a los tres adultos confundido, todavía sin entender qué les causaba tanta risa. Hoseok estaba sentado a su lado jugando con la caja de curitas de dinosaurios.

—Pensamos que la pequeña Ryu era celosa pero no tomamos en cuenta a Wonnie —el señor Lee sonrió enternecido. —La próxima vez no hay que descuidar a Wonnie.

—No, definitivamente no.

La tierna carita de Hyungwon ahora estaba adornada por una linda curita en la nariz y una delgada línea roja en su mejilla derecha. Después de haberle gritado a Ryu que Hoseok le pertenecía se abalanzó sobre la niña y para cuando Hyo Joo se percató de su ausencia, Ryu gritaba por auxilio y Wonnie estaba sobre ella mordiendo su hombro. A pesar que supo atacar a la niña no salió librado, pues su nariz y mejilla recibieron rasguños de la pequeña. 

Tal vez era pequeño e inocente a los ojos de sus conocidos pero Wonnie tenía en mente una sola cosa. Hoseok le pertenecía.

—¿Sigues molesto conmigo?

Hyungwon asintió concentrado en terminar su helado.

—Te pedí que no me hablaras y sin embargo, aquí estás —dejó el bote vació en la mesita de café y se fue a su "habitación".

Como pasaba más tiempo en la casa de los Lee que en su propia casa, los señores Lee habían acondicionado una habitación exclusiva para él y era ahí donde se escondía cuando discutía con Hoseok. Las peleas siempre eran las mismas. Hoseok ignoraba su presencia por algún amigo o novia. Los tres años de diferencia nunca fueron un obstáculo a la hora de jugar o interactuar y Hyungwon entendía que Hoseok tuviera más amigos; él también los tenía, pero no le agradaba cuando Hoseok olvidaba sus tardes de maratones o lo ignoraba olímpicamente por semanas. Y eso pasaba más seguido de lo que le gustaría.

Hyungwon estaba a nada de cumplir quince años y había acordado con Hoseok, la tarde del día anterior, ir a escoger el pastel para su fiesta. Con su melena rosácea pegada a la frente por el sudor llegó corriendo a la casa de sus tíos Lee para buscar a Hoseok e ir a la pastelería. Esperó una hora, dos horas, tres horas, incluso cuatro pero Hoseok nunca apareció. Su padre fue a recogerlo cerca de las ocho de la noche y se encargó de consolarlo. Los señores Lee estaban muy apenados y aunque Hyungwon les repitió que no era su culpa no dejaron de disculparse.

Esa mañana, Hoseok fue a su curso con una barra de chocolate y un paquete de gomitas para disculparse, como últimamente hacía.

—¿Por qué tengo que perdonarte? Al final vas a volver a dejarme plantado —estrelló los dulces en el pecho del mayor y pasó junto a él.

Hoseok quiso seguirlo pero tres de sus amigos lo alcanzaron y lo invitaron a un nuevo restaurante de ramen. Hoseok amaba el ramen y no pudo resistirse. Además, su novia, Ryu, estaría ahí.

—Wonnie, ¿podemos hablar?

—No. Hablar contigo es lo que menos quiero hacer —su voz se oyó entrecortada y Hoseok lamentó ser un idiota con su pequeño amigo.

—Lo siento mucho, Dooly. 


❄️❄️❄️

Hoy hablando con mi amiga me di cuenta que tengo ocho historias por actualizar; tres en este perfil y cinco en el otro. No sé como lo haré pero me pondré al día antes de entrar a la uni. 

Bye.

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