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—¡Ponlo en mi cama! ¡Ponlo en mi cama! —El niño rellenito gritaba mientras saltaba emocionado. —Quiero jugar con él.

Jae Sang asintió sonriendo.

Wonnie sacó su chupón de la boca para sonreírle al niño pálido. quién inmediatamente le correspondió con el mismo gesto.

—No es un juguete Seokkie.

El mencionado cubrió su boca con una manita de tal manera que ocultaba su tierna risa.

—¿Nos lo podemos quedar? —hizo un puchero y puso su mejor cara de cachorro a la vez que juntaba sus manos.

Su padre nunca le negaba nada cuando hacía pucheros pero en esta ocasión no podía darle lo que el niño pedía.

—Wonnie no es un objeto, cariño —explicó dejando al bebé sentado en la pequeña cama de sábanas azules. Hyungwon se metió el pulgar a la boca, olvidando su chupete que colgaba en una cinta verde sujetado a su disfraz, cohibido con la mirada penetrante del niño pálido. —Él tiene una familia. Además, su padre vendrá por él más tarde.

—Está bien —murmuró cabizbajo.

Sus ánimos subieron en segundos al igual que él a la camita. Sin apartar la mirada del bebé, se deslizó hacia Wonnie rodeando el pequeño cuerpo con su corto bracito.

—Mi papá me compró muchos autos ¿Te gusta?

Hyungwon asintió mirándolo desde abajo.

—¡SI! —Hoseok tocó una de las "púas" del disfraz echándose a reír por la textura suave y aterciopelada. —Los dinosaudios chiquitos como tú no me dan miedo.

El bebé de mejillas rechonchas sonrió sacándose el dedito de la boca.

—¡Grr! —con sus bracitos alzados y las manos gorditas formando garras se echó sobre Hoseok para asustarlo.

—¡AAAH! ¡Papi!

Jae Sang, quién se había dado la vuelta para buscar el pañal del bebé, giró curioso por los gritos y el llanto de su hijo. Resopló dejando el pañal en la cama para cargar a Hyungwon alejándolo de Hoseok. Con sus enormes ojos bien abiertos el bebé observaba al niño llorón en la cama , volteó hacia Jae y señaló a Hoseok.

El mayor asintió tocando la redondita nariz.

—No llores Hoseokie —pidió bajando a Hyungwon a la alfombra.

—M-me asustó —dijo abrazando a su conejo de peluche.

El mayor rodó los ojos.

—Wonnie solo quería jugar contigo —le explicó levantándolo en brazos. —No tienes porque llorar.

—Los dinosaudios me dan miedo —murmuró tapando su carita con las manos pues le daba vergüenza que el bebé lo viera llorando.

—¡Ay Seok! ¿Qué voy hacer contigo?

Lee Jae no terminaba de entender el por qué de un hijo tan miedoso. Él no tenía miedo a nada, ni a las alturas, al agua, a las fieras o a la muerte. Su esposa se caracterizaba por ser una mujer valiente e independiente, incluso si algo le daba miedo ella lo enfrentaba pero su hijo; Hoseok era diferente. Le temía hasta a su propia sombra, la oscuridad era su enemiga y Halloween su terror más grande. Amaba usar disfraces pero todos eran tiernos y lindos, nada que le diera miedo. En preescolar sus compañeros le jugaban bromas por esa razón así que todos, en el jardín de niños, reconocían su llanto aunque estuvieran a metros de distancia.

Cansado de escuchar al niño gordito llorar, Hyungwon se sentó en la alfombra. Pero pronto vio una pelota bajo la cama y gateó hasta ella para sacarla.

—Mmmh ¡Nino! —gritó Wonnie poniéndose de pie. O eso quería hacer pero el tamaño de la pelota, que sobrepasaba el tamaño de sus bracitos, se lo impedía.

Hoseok levantó la cabeza del hombro de su padre para mirar al bebé dinosaurio. Sonrió su naricita limpiando sus lágrimas con el dorso de su pequeña mano.

—¿Mmmh?

Por fin de pie, Wonnie alzó la pelota y Hoseok sonrió.

—Vamo a juga.

Hoseok sacudió los pies exigiendo que lo bajaran y tan pronto estuvo en el suelo se acercó dudoso al menor de traje verde. Recargó un bracito en la cama y estando a medio metro de distancia esperaba para que Hyungwon le lanzara la pelota. Y así lo hizo.

Sin embargo, su recién iniciado juego se vio interrumpido por el mayor del trío.

—Primero voy a cambiarle el pañal al niño y luego jugarán todo lo que quieran.

—Ya que —susurró Ho desviando la mirada ofendido.

—Nino.

Wonnie movía su manita llamando la atención de Hoseok, quién estaba en el otro extremo de la cama jugando con dos camioncitos. El niño de piel lechosa sonrió gateando hasta él, sujetó la pequeña manita y se recostó junto a él haciéndole compañía mientras su padre terminaba de abrochar el mameluco.

—Yo ya no uso pañal —comentó orgulloso. —Deberías dejarlo ya...

Jae sonrió enternecido por la conversación de los dos menores. Hyungwon apenas le respondía con frases incompletas y palabras mal pronunciadas pero Hoseok se desvivía corrigiéndolo a pesar de que el bebé no entendiera ni una tercera parte de lo que decía.

—¿Sabes cololeal? —cuestionó deslizándose en el borde de la cama para bajar. —Voy a buscal mis cayolas.

—Seok —llamó su padre.

El mencionado lo miró expectante.

—Wonnie es un bebé todavía —dijo riendo. —Él no sabe hacer las mismas cosas que tú.

Jae Sang era consciente que Wonnie podía sostener los lápices de colores incluso manejarlos pero sabía lo estricto que era su hijo cuando se trataba de dibujar o pintar. Prefería mil veces mantener a Wonnie como un bebé inexperto a que su hijo lo hiciera llorar por no saber colorear.

Hoseok frunció los labios haciendo reír al bebé. —Mmmh, está bien.

El pequeño dinosaurio imitó la acción de Hoseok dejándose caer al suelo, por suerte la cama no estaba tan alta por lo que su caída no dolió.

—¡Pelota!


Jung Suk arrastró los pies por el camino de piedras artificiales que conducía a la casa de su mejor amigo. Había pasado un buen rato llorando sin saber que haría a partir de ahora con un niño de casi tres años, una hipoteca por pagar y con tres empleos. Primero, necesitaría un trabajo estable y bien remunerado pero no podía descuidar a su bebé. Su esposa se había negado a volver con él y de no ser por la gran responsabilidad que tenía estaría en su cama llorando a mares.

Sacudió la cabeza alejando todos sus planes de suicidio. Si, su relación de años con la única mujer que amó se fue a la basura en un instante más no podía darse el lujo de llorarla una eternidad. Hyungwonnie lo necesitaba más que nunca.

—Buenas noches —sonrió a medias.

Hyo Joo suspiró abriendo la puerta por completo. —Él está durmiendo.

Jung asintió entrando en silencio.

—Muchas gracias por cuidarlo —susurró quitándose los zapatos. —No pretendía tardar más pero...

La mujer negó con una sonrisa. —Tranquilo. Lo entiendo —se acercó al hombre y lo abrazó. —Lo lamento mucho.

—¿Por qué? ¿Qué hice mal?

Hyo negó.

—No hiciste nada malo. La amaste con todo tu corazón y te entregaste de lleno —le recordó sujetándolo por los hombros. —Ni tú ni tu bebé tienen la culpa de las decisiones que ella tomó. Tal vez suene cruel pero ella no te merecía, no los merecía.

—Luchaste por los tres —agregó Jae entrando a la sala. —Quédate con eso. Debes estar tranquilo pues tú hiciste hasta lo imposible por salvar su relación.

Jung Suk asintió.

—Ya no importa ella —murmuró secando sus lágrimas. —A partir de ahora voy a luchar por mi y por mi bebé.

Jae sonrió orgulloso parándose junto a su esposa.

—Cuenta con nosotros para lo que necesites.

—Se los agradezco.

Platicó un rato más con sus amigos y fue por su hijo. Todavía seguía dormido y así permaneció hasta llegar a su casa. Estando ahí, solo bebió su leche y volvió a dormir sin siquiera preguntar por su mami, lo cuál agradeció Jung. Aún no encontraba las palabras correctas para explicarle a su hijo que su madre no volvería a estar con ellos.

Wonnie se despertó cerca de las diez de la mañana pero no estaba en su cuna ni en la cama de sus papis. Estaba en su carriola con el toldo hacia abajo, para que los rayos del sol no le molestaran, y con el chupón en su boquita. Hyungwon era un niño pequeño para su edad por lo que no había problema en trasladarlo en una carriola, mientras el cochecito fuera lo suficiente espacioso él entraría cómodamente. El pelinegro se estiró notando que tampoco llevaba puesta su pijama y por lo pesados que sentían sus pies supuso que estaba usando zapatos.

—¿Papi? —buscó con la mirada algo para llamar la atención de su padre pero solo encontró el peluche de dinosaurio.

Con una sonrisa lo abrazó volviendo a cerrar los ojos.

No pasó mucho tiempo para que el cochecito se pusiera en movimiento y entonces Hyungwon abrió sus enormes ojos.

—¡PAPI!

El mencionado saltó asustado.

—Bebé —susurró quitando el toldo de la carriola. Sonrió al ver a su dulce ángel totalmente despierto. —Dormiste mucho, amor.

Wonnie asintió sentándose.

—Tuve que salir temprano para una entrevista de trabajo —explicó al menor que miraba el exterior con curiosidad. —Papi tiene que trabajar, bebé y tendrás que quedarte en la casa del tío Jae ¿Puedes portarte bien?

—Si —murmuró tímido.

Las personas que pasaban lo miraban muertos de ternura por lo lindo que se veía con su enterizo gris de polar. Las temperaturas eran bajas y Jung Suk no quería arriesgarse a tener un lindo bebé resfriado.

—Tu amigo debe estar en la escuela pero mientras él llega puedes jugar con tu tía Hyo —comentó empujando la carriola por la calle. —Yo iré por ti más tarde, cuando estés dormido.

Hyungwon lo escuchaba sin prestar verdadera atención pues estaba bastante entretenido con sus zapatillas tejidas con ojitos.

—Guardé tus juguetes en está mochila —explicó Jung Suk colocándose en cuclillas frente a la carriola. —En el bolso amarillo de ositos están tus jugos y la leche.

—¡Leche! —gritó alzando las manos.

Jung rió. Sacó un biberón del bolso y lo puso sobre las ansiosas manitas.

Si al principio Wonnie no le ponía atención con un biberón en mano el caso se vio perdido.

—Como sea —murmuró derrotado. Besó la sien del menor y se levantó para tocar el timbre.

—Buenas días —Hyo sonrió al mayor y salió rápidamente para cargar a Wonnie y llenarlo de besos. —¡Qué lindo estás, Wonnie!

Wonnie sonrió sin quitarse el biberón, al contrario aferró sus manitas a la botellita permitiendo que Hyo lo besara cuando quisiera pues él no tenía problema alguno, mientras no le quitaran su leche todo estaría bien.

—Wonnie es un bebé un poco glotón —comentó Jung rascando su nuca. —Preparé varios biberones y puse algunos jugos pero si con eso no es suficiente.... —abrió el bolso sacando una lata chica de leche. —hay más para preparar.

Hyo asintió besando el cuello del bebé haciéndolo reír.

—No te preocupes, Wonnie estará bien —aseguró.

La señora Lee acomodó al bebé en su cadera y entró a la casa después de despedir a Jung Suk. Llevó al bebé a la sala donde lo esperaba una cuna, que había sido de Hoseok, repleta de almohadas y peluches.

—Cuando tengas sueño podrás dormir ahí, Wonnie —comentó sentando al menor en medio del corral. —Recuéstate mientras terminas tu leche y luego saldremos a jugar al jardín.


Hoseok cruzó los brazos y frunció el ceño. 

—Camina, Hoseokie —pidió Jae. 

El aludido negó. —Aquí me voy a quedar. 

—Entra a la casa, cariño. 

—NO.

Jae sonrió ladino al recordar cierto detalle. —No puedo darte dulces hasta que hayas comido. 

Hoseok pataleó a punto de llorar. 

—¿Sabes quién vino a visitarnos?

—No y no me impota —exclamó enfadado. —Tu me quitaste mi dulce. 

Desde que Hoseok había salido de la escuela, media hora atrás, el pequeño seguía molesto porque su padre le quitó su paleta. Hoseok sabía que no tenía permitido comer dulce antes del almuerzo ya que luego no quería comer. Sin embargo, creyó que por esta vez se lo permitirían. 

—Vamos adentro, Hoseok —ordenó el mayor tomando su mano. —Mamá nos está esperando. 

—Te voy a acusar con ella —amenazó formando un puchero. 

El mayor rió. Su hijo era demasiado tímido y aunque lo amenazara no diría ni una sola palabra. 

—No creo que a Wonnie le agrade que su amigo se comporte grosero —comentó soltando la rechoncha manita. 

—¿Qué?

Jae se frenó antes de abrir la casa. 

—¿Ah, no te dije? —Seok negó subiendo los escalones del porche. —Wonnie llegó después que te lleve a la escuela.

Con una sonrisa gigantesca y olvidando su molestia por el dulce, Hoseok corrió hacia el interior de la casa en busca de su amigo. 

—WONNIE. 


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