
Treinta y dos (Especial Halloween)
"La historia habla sobre una joven llamada Abril. De pequeña, Abril solía tenerle miedo a la mansión de los Vonescu debido a las historias de terror que se escuchaban en el pueblo, desde brujería, almas perdidas, y hasta criaturas del infierno, pero solía calmarse cuando abrazaba a su gato pequeño y dormía con él, eso siempre la hacía sentir mejor y no tenía más miedo, además la hacía sentir valiente.
Pasaron años y eventualmente Abril se hizo adulta, una mujer curiosa y apasionada por tener aventuras nuevas. Esto la llevó a tomar Valentía y querer explorar aquella mansión a la que tanto le temía cuando era niña, entonces, emprendió el viaje junto a su gato ya mayor de regreso a sus orígenes, llegando a esta tenebrosa mansión una madrugada dispuesta a desmentir todo aquello que se decía.
Al entrar, el ambiente era frío y con una oscuridad densa y sofocante, gotas de agua caer del techo y un soplido de ventanas rotas formaban una melodía de angustia. Silbó a su gato que iba detrás de ella, pero él no le correspondió con el maullido de siempre, de hecho, no respondió.
No fue hasta pasados unos segundos que sintió una presencia detrás de ella y decidió voltear. Fue ahí donde vió a su gato, con las extremidades flojas y la cabeza desaparecida entre el hocico de una gran bestia fulminante que la miraba con hambre."
Louis terminó soltando un puchero junto a un sonido de disgusto. Paró de acariciar el cabello de Harry y los rizos que tenía entre sus dedos se deshicieron al instante.
Harry volteó hacia arriba y cerro el libro que tenía entre sus manos para ver el rostro del Omega ojiazul.
— ¿Que te pareció?
— No me gustó nada.
— ¿Por qué no? Para ser un libro de fantasía de terror está bastante bien.
— M-murio el gato — Tartamudeo, en un intento de parecer sereno y con calma.
— En realidad, lo mató la bestia— Mencionó Harry, levantando el dedo índice como intelectual.
— ¡Eso es peor! — Soltó un quejido.
— Bebé, es solo una historia de fantasía.
— Lo sé pero, me da miedo, lo recordaré mañana que me quede solo en casa.
Harry se sentó sobre el nido de la habitación de Louis y se estiró un poco, tenían buen rato acostados sin hacer absolutamente nada más que comer y leer historias de terror a petición de Harry, le encantaba Halloween y siempre quiso pasar algún día especial así con alguien, y era aún mejor que lo pasaba con Louis.
— Me quedaré contigo, vendre por ti para ir a pedir dulces.
— No tengo disfraz — Louis pensó un poco, y es que él jamás había salido en Halloween, recuerda que a su mamá no le gustaba y no le dejaba salir de noche a pedir dulces y a él tiempo después dejo de interesarle la festividad.
— Por eso no te preocupes, lo tengo resuelto — Dijo Harry, con una seguridad increíble que hizo al Omega ojiazul entornar los ojos.
— Pooh, a veces me das miedo — Bromeó. El rizado sonrió y se inclinó para besarlo en la nariz como esquimal, Louis ronroneo ante el contacto y cerro los ojos. — Por favor no llegues tarde mañana, me da miedo estar tanto tiempo solo.
— Prometo que no tardaré Omega. Estaré aquí a las seis.
— Está bien — Le hizo una caricia en la mejilla y le dio un poquito en los labios — Te voy a extrañar.
— También te voy a extrañar.
Harry salió de casa de Louis unos minutos después, era de mañana pero aún tenía que terminar los disfraces de ambos para el día siguiente.
Iba pensando en todo lo que había pasado con el Omega ojiazul en los últimos meses, su novio era increíble, sacaba lo mejor de él y lo motivaba a hacer cosas que nunca creyó que era posible, sinceramente, creía que Louis hacia más por él que lo que él hacía por su novio, entonces pensaba en alguna manera de devolverle todo eso.
Y esa manera cruzó frente a sus ojos, caminando en cuatro patas, con la lengua de fuera y meneando la cola.
Miró hacia todos lados pero no vio a nadie cerca, entonces silbó en dirección al can, y este se acercó, trotando moviendo la cola aún más que antes.
— Hola pequeño bebé — Se inclinó a acariciarlo. El perro era mediano y de color negro, estaba delgado pero parecía que así era la raza, además no se veía tan descuidado, solo algo revolcado de zacate y tierra.
Harry lo cargó para llevarlo a su casa y el perro se dejó con toda confianza, entonces empezó a emocionarse, así Louis ya no se sentiría tan solo cuando no hubiera nadie más que él en su casa.
[...]
En el día de Halloween Louis había despertado con un sentimiento diferente, no era malo, simplemente sentía alguna extraña emoción porque por primera vez iba a salir en ese día y mejor aún, con Harry.
No se despertó temprano porque no quería esperar tanto tiempo a que se dieran las seis de la tarde para poder ver a su novio y el disfraz que tenía preparado para él, si acaso, eso era lo que lo hacía sentir de nervios, el disfraz. Sabía que Harry era una persona muy ocurrente y había visto en redes sociales algunas ideas que exhibían demasiada piel o resultaban muy grotescas y sangrientas, no estaba seguro que lado de Harry había escogido su disfraz, si el lado pícaro o él tenebroso.
Se levantó cerca de la una de la tarde y durante las horas restantes que se quedó solo en casa de nuevo solamente se dedicó a desayunar, a darse su rutina de cuidado de la piel y el cuerpo, ducharse y recoger un poco su habitación y el nido por si Harry dormía ahí en la noche, además de que le cocinó unas galletas en forma de calabaza y fantasma y esperaba que le gustaran al rizado.
Ya en la tarde estaba cepillando sus dientes después de la ducha y escuchó el timbre de la casa, aún no eran las seis, pero suponía que era algún niño queriendo pedir dulces, aunque se le hacía extraño, el hecho de que su casa por fuera no estuviera nada decorada a comparación de las de los vecinos daba a entender que ahí no se daba Halloween.
Abrió la puerta y pegó un brinco de susto soltando el cepillo de dientes al suelo y retrocediendo un paso frente a él había una criatura horrible que no tenía forma tan visible, estaba con la ropa desgastada, tenía paja y madera por todos lados además de una cabezota que...
— ¡Soy yo! — anunció Harry quitándose la cabeza y dejando a la vista su bonito rostro blanco y de mejilla sonrosadas, Louis suspiró pero casi se le iba el alma del cuerpo.
— Dios mio Hazza, me asusté mucho ¿Que cosa eres? — Preguntó, con una mano en el pecho.
— ¿No es obvio? Soy un espantapájaros.
— Harry, das miedo con esa cabezota — Se la quitó de las manos y la analizó — ¿De qué está hecha?
— Calabaza y papel, tal vez.
— ¿Tal vez?
— Ajá — Le sonrió.
Louis no lo miró muy convencido, pero la sonrisa de Harry le hizo sentir ternura, su novio estaba feliz y nada amargado como de costumbre.
— ¿Yo también seré un espantapájaros?
Harry negó hundiendo las cejas.
— Obviamente no, Lou... — El ojiazul suspiró de alivio — Serás el pájaro.
El Omega abrió los ojos aún más y deseo no haber querido saber eso.
— Pasa, prepare galletitas y...
— Espera — Harry lo detuvo, y no demostró intención de querer pasar — Te... Tengo una sorpresa.
Se sabía que Louis amaba las sorpresas, entonces, se emocionó y dio un paso hacia afuera, apenas había notado que Harry traía una gran bolsa negra en el suelo, lo que suponía que era su disfraz, pero mantenía una mano en la espalda y a veces se movía un poco extraño.
— ¿Qué es?
— Bueno... Como me dijiste que últimamente tu papá y Nate no están mucho en casa y te sientes solo, creí que la mejor manera de que ya no tuvieras ese sentimiento mientras tampoco yo no estoy... era regalándote algo de compañía.
Harry se giró un poco y detrás de él estaba el perro sujetado a una Correa sentado tranquilamente.
Al Omega ojiazul le brillaron los ojos y de inmediato se puso de rodillas para acariciar al perro, ahora limpio.
— Harry es precioso, es muy bonito ¡Es lo mejor! — Abrazo al peludito — ¿De verdad es mío?
— Todo tuyo, lo lleve a vacunar y desparasitar, está perfectamente sano y muy bien cuidado, lo que es raro — Lo pensó un momento, pero luego vio a Louis tendiendo la mano al perro y este le daba la pata, y se concentro solo en eso.
— ¿Viste eso Hazza? ¡Da la pata! — Louis se levantó — Siéntate — El perro obedeció — !Genial! ¿dónde lo adoptaste? Parece entrenado.
Harry hizo un ademan de despreocupado y Louis continuo jugando con él por un rato hasta que entraron a la casa y dejó que el perro explorara, parecía ser obediente y no muy travieso.
Harry estaba mostrándole el disfraz a Louis, y este cada objeto que el rizado sacaba se le hacía más extraño que el anterior.
—... Y éstas son las alas, mira, están desgastadas y son terroríficas, ¿Que opinas?
— ¿No había uno de un conejito o una abejita?
— Louis, no es desfile de primavera.
— No sé, pero qué tal si me veo muy extraño en ese disfraz, a ti te quedó muy bien.
— Ese es el punto — Lo empujó al baño — Anda, pontelo que se hace tarde.
Louis soltó un suspiro y tomó toda la ropa que Harry traía para él, realmente no era demasiado, pero las alas sin duda alguna eran muy grandes y vistosas, además de que la cabeza también era aterradora pero al momento de ponérsela no lo asfixiaba ni le incomodaba, entonces estaba bien.
Salió del baño y vio a Harry viendo la televisión, entonces carraspeó y al momento de que el Omega rizado lo vio se levantó y aplaudió emocionado, mirandolo de arriba abajo.
— ¡Te ves increíble Lou! Eres mi perfecta creación — Aventó un beso al aire.
— ¿Me veo aterrador?
— Demasiado, quiero ver a los niños huyendo de nosotros.
Louis río y rodó los ojos.
— Anda ya vámonos, aquí tengo las canastas para los dulces y la correa para llevarnos a perro con nosotros.
— ¿El perro se llama perro?
— No lo sé, hay que pensar en un nombre, por mientras será ese — Se encogió de hombros.
Louis ató al perro de la correa y salieron de casa cuando ya era de noche, la calle estaba muy transitada por muchos niños y adultos con disfraces de todo tipo, iban desde lo tierno hasta lo más morboso y grotesco como lo eran ellos dos, entonces supo que realmente los disfraces no estaban tan mal y se atrevería a decir que podían ser los mejores del vecindario.
Llegaron a muchas casas y no en todas les daban dulces, pero en algunas les iba muy bien, iban desde dulces caros hasta muffins empaquetados y bebidas.
—... !Vieja amargada!
— Harry cálmate — Louis estiró del brazo a su novio y el Omega gruñó.
— ¿Qué le pasa? ¿Piensa que yo me voy a ir al infierno por disfrazarme y ella no pero me critica?
— Bebé, no todos piensan igual, solo ignorarla.
— Entonces toca truco, Perro, ve al baño, olfatea ahí amigo.
Louis soltó una risita y continuo jalando a Harry y a Perro con él.
Siguieron varias cuadras pidiendo dulces y bromeando entre ellos por los disfraces, hasta que vieron a una mujer disfrazada de bruja y a un hombre de vampiro dirigiéndose a ellos con rapidez.
— ¡Baily! — Gritó la mujer.
Louis y Harry se miraron confundidos y vieron a la mujer llegar a ellos y agacharse para abrazar al perro, que también se paró en sus dos patas y se subió a su cuerpo, lamiéndole la cara.
— ¿Dónde lo encontraron? Estaba muy preocupada por él.
— Ehh, disculpa, ¿Que? — Preguntó Louis, con evidente confusión.
— Si, ayer lo estaba paseando y lo solté del collar, salió persiguiendo algo y ya no lo alcancé, me preocupé mucho.
— Oh, entonces ¿Era de usted?
— Si, muchas gracias de verdad, ¿Cómo puedo pagarles?
Louis se sintió triste por un momento y Harry estaba apenado, pero el ojiazul soltó la correa y dejo ir a Perro, ahora Baily, con su dueña.
— No es nada, de verdad.
— Claro que sí, pidanme lo que sea, puedo dárselos... Es más, ¿Cómo les ha ido de dulces?
Louis y Harry se miraron y sonrieron.
— Más o menos bien, no toda la gente quiere abrir.
La mujer le sonrió y volteó a ver al hombre que tal vez era su esposo él le dio una gran canasta que contenía de todo tipo de dulces de los más caros y originales entonces parecían ser personas de dinero.
— Esta canasta la llevaba a una cena familiar, tiene de lo mejor y créanme que por ahora es lo mínimo que puedo darles, pero si gustan pueden ir a mi casa después es esa de ahí — Señaló la más lujosa y grande de la cuadra — podía darles algo más después.
— No es necesario señora, de verdad, a esta canasta no podemos negarnos pero está perfecto, todo bien — dijo Louis, tomando los dulces.
La señora asintió y les agradeció de nuevo, yéndose con el perro muy feliz y perdiéndose entre la oscuridad de la calle.
— ¿Harry te robaste un perro? — Preguntó el Omega ojiazul, bajito y queriendo reír, pues a fin de cuentas la situación le resultaba graciosa.
— Te juro que no sabía nada, me lo encontré y creí que era de la calle ¿Es mejor rescatar que comprar no?
Louis sonrió y se acercó a darle un beso a la cabezota del disfraz de Harry.
— Te amo Pooh, fue el mejor regalo temporal que me han dado.
— Prometo compensartelo.
— Sí pero esta vez yo te acompaño a escoger la mascota.
— Está bien — Harry lo tomo de la mano y se acercó a su oído — Ahora vamos a casa, me urge quitarte ese disfraz.
[...]
Pasaba la media noche para cuando Harry y Louis ya estaban desnudos sobre el nido.
El Omega rizado olfateaba el cuello de Louis a ciegas por tener los ojos cerrados y la poca iluminación de la habitación no ayudaba. Buscó la marca cerca de su hombro y volvió a enterrar los dientes, Louis soltó un gemido de dolor y placer a la vez, se aferró a la espalda del rizado y dejó que siguiera moviendose lentamente en su interior, despacio, como le gustaba.
Sintió un ardor cuando la lengua de su novio le pasó sobre la marca reabierta, luego pasó a besar sus labios y mordisquearlos, Louis supo que Harry estaba apunto de terminar cuando aceleró sus movimientos de cadera y respiraba más agitado.
— Hazlo dentro, por favor — pidió el ojiazul.
Harry asintió muy aturdido y pegó su frente con la de él, terminando dentro de Louis con un gruñido y un sonido que al ojiazul le encantó.
No le tomó demasiado tiempo recuperarse, así que solo tomó una bocanada de aire y miró a Louis con una sonrisa de lado. Su bonito omega ojiazul azul estaba todo despeinado, sudado y con la respiración agitada, su pecho subía y bajaba rápidamente formando ese huequito en su abdomen que lo volvía loco.
— Estás precioso, Omega — Dijo Harry, aún mirando a Louis pero buscando a tientas la jalea líquida de fresa que antes estaban comiendo con galletas.
— ¿Te gusto?
— Me encantas, Louis.
El Omega menor mantenía sus ojitos cerrados, así que Harry aprovechó para vaciar un poco de la jalea en su abdomen, una línea fina desde el hueco de su abdomen hasta debajo del ombligo.
— ¿Q-que haces? — Preguntó el ojiazul, con la mirada abajo y viendo al rizado inclinarse hacia su estómago.
— Me gusta mucho la jalea, se me antojó.
Louis iba a responder pero la lengua de Harry chupando su abdomen y limpiando los rastros de ella lo hizo callar y encorvar su espalda.
— Harry — Murmuró, entrecortado.
Cuando el rizado llegó casi a su pelvis hizo algunos chupetones ahí, dejando marcas notorias y rojizas.
Louis abrió los ojos un momento y vio a Harry bajar un poco más, agarró aire, pues sabía lo que seguía y se había convertido en una de sus cosas favoritas.
Harry abrió la boca y metió el miembro de Louis dentro, succionando y llegando hasta el fondo sin problema.
Su cabello fue enredado entre los dedos del Omega menor, escuchando sus gemidos y sintiendo el temblor de sus piernas a los lados.
Cuando lo iba a sacar de su boca, solo dejo la punta dentro, haciendo unos círculos con su lengua y chupando de a poco, Louis apretó el cabello de Harry y lo hizo bajar la cabeza un poco más, eso le gustaba y ambos lo sabían.
Le ayudó a hacer los movimientos de cabeza por unos segundos, y no se le despegó hasta que sintió el ya conocido hormigueo en su pelvis y termino dentro de su boca antes de poder avisar.
Lo soltó y fue ahí donde Harry respiró hondo por primera vez, sonrió al ver al ojiazul sonrojado y casi sollozando.
Se limpio la boca y espero a que Louis se sintiers normal de nuevo para besarle la mejilla.
— Lou Lou ¿Estás bien, Omega?
El ojiazul asintió y suspiró con los labios entre abiertos.
— Fue lo mejor, me encantó.
— Lo sé — Dijo el rizado.
Louis soltó una risita.
— Un poco de humildad te pido.
Harry le sonrió y envolvió a Louis entre sus brazos, asegurándose que la marca estuviera cerca para poder verla.
— Hueles delicioso, no hay mejor aroma que el tuyo.
— Te volviste muy romántico, Pooh.
— ¿Y no te gusta?
— Me encanta.
Harry le besó el cuello con ternura y cariñitos.
— Te amo Louis, fuiste un pájaro hermoso hoy.
El ojiazul solo se rió y se giró para poder abrazar a Harry y poder entrelazar sus piernas, no le quedó de otra que soportar las burlas de Harry hacia él por su disfraz de esa noche y Louis contraatacó por el perro robado que le había regalado por un día.
[...]
Holaaa, hace cuánto no actualizaba por aquí??:')
Pido una disculpa he tenido unos meses muy complicados y no me ha dado tiempo si quiera de abrir la app, espero pronto subir el capítulo final y el epílogo, se los subiré juntos como compensación espero y pronto.
Diganmee, ¿Que les pareció este capítulo? ¿De que se van a difrazaaar??? Los extrañé mucho<3
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