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⻝ ┇ ❝veintidós.

— Abre la boca, amor. — La mayor alzó sus cejas en preocupación, obedeciendo levemente a la mejor.

— Pero es muy grande... y no sé si me guste. — Lalisa solo alzó una sonrisa, incitando a la mayor a seguir metiendo más.

— ¿No lo habías probado antes?

— Sí boba, pero, ahora es diferente.

— ¿Por qué sería diferente? ¡Es solo un bollo dulce!

— ¡Pero estamos en una cita, idiota! — Jennie terminó de meter todo el pan en su boca, llenando sus mejillas, luciendo como una pequeña ardilla. La menor besó esas dos mejillas, ambas sonriendo.

— Tienes razón, la comida cambia de sabor cuando tienes una cita con una persona especial, y todo sabe mejor si estás con la persona de la que estás enamorada. — Entrelazaron sus manos, comenzando a caminar por todo el muelle.

— Sí, todo sabe mejor, ¡hasta ese pescado frito! No pensé que fuera tan rico todo esto.

— ¿Nunca viniste al acuario? — Jennie negó con su cabeza, entrelazando con un poco más de fuerza sus manos —. ¿Te gustó?

— Me encantó, no pensé que podría ver tantos peces juntos. ¿¡Viste a Nemo?!

— Encontramos a Nemo, amor. — Asintió repetidas veces, comenzando a caminar más animada, y Lalisa volteó a verla fijamente. No se comparaba nada a la Jennie que había conocido haces meses, una Jennie seca, grosera y apática, y ahora era así.

Comenzaron a caminar por el muelle, con sus manos entrelazadas, y en un silencio cómodo. La mayor estaba mordiendo su labio inferior constantemente, llegando a casi hincharlos. Ella jamás se había sentido así, aparte de que sus contratos no duraban más de un encuentro, jamás había sentido ese sentimiento de enamoramiento con alguien más. Era nuevo, pero estaba agradecida de que fuera con Lalisa, ese sentimiento solo con ella.

— ¿Cuál foto quieres de la pantalla verde? ¿Dónde nos está comiendo un tiburón, o donde estamos nadando con peces?

— La del tiburón es épica, la quiero. — La menor sacó un puchero, viéndola —. ¡Me encanta!

— A mi casi no me gustó la de los peces, quiero otra.

— ¿Nos tomamos una selfie? — Jennie volvió a morder sus labios, y sacó su celular, poniendo la cámara. El interés de la menor fue descomunal, porque se paró recta, y ladeó su cabeza. Orejas y cola de perro y seria perfecto para percibir su emoción.

— ¿Quieres? — Elevó su celular, tomó la foto, y las dos se acercaron para verla —. Es la primera de muchas.

— ¿Deberíamos tomarnos selfies en cada cosa que hagamos?

— Sí, debemos. — Jennie se acercó para besarla, y luego tomó una foto —. Ya tengo fondo de pantalla.

La abrazó, juntando sus rostros, y volvió a tomar otra foto.

— Me encantan, te amo. — Volvió a besarla en la mejilla, y otra foto —. ¿Qué más quieres hacer?

— ¿Nunca fuiste a una cita?

— De hecho, no.

— Vamos a tener la mejor citas de nuestras vidas. — Otro beso —. ¿Tienes hambre?

— Mucha~

— Vamos a buscar algo de comer.

— ¿Quieres mostaza, mayonesa y ketchup?

— Con todo. — Jennie recibió su hot dog con una gran sonrisa al señor, y luego volteó a ver a la menor, que también recibía el suyo.

Una probada, y Jennie abrió sus ojos, relamiendo sus labios.

— ¡Es delicioso! — La mayor miró al señor a los ojos, volviendo a sonreír.

— Lo sé, a HyeJin le encantan.

— ¿Vives por aquí? — La mayor pregunta, viéndola a los ojos, y la menor asiente, dando otro mordisco de su hot dog —. ¿Puedes mostrarme dónde vives?

— ¿Es una propuesta con doble sentido como el ir a buscar el cargador? — Alzó una ceja repetidas veces, pero la mayor negó, con una sonrisa.

— Quiero ver tu casa. — La menor ahora la miró a los ojos, y luego asintió.

— ¿Dormirás conmigo?

— Pero de verdad solo vamos a dormir, Lalisa Manobal, solo dormir.

— Sólo dormir. — Alzó su meñique, y la vio a los ojos.

— Sólo a dormir. — La pelinegra los entrelazó, y volvió a comer de su hot dog.

Para Lalisa era maravilloso. El ver a Jennie cómoda en su entorno diario, llevándose bien con su familia, siendo ella, siendo alguien que se nota que le gusta estar en ese momento con ella. Eso era felicidad, para ambas.

Jennie de verdad estaba siendo feliz en ese momento, el entregarle su corazón a una persona que estaba jurando cuidarlo y respetarlo, sin ningún miedo, se sentía protegida. Era más que la menor era una alfa, era más que su olor la rodeaba siempre y alejaba a más personas, era que es Lalisa. Mientras esté ella, todo está bien, y eso le gustaba.

Escuchaba constantemente a JiSoo decir que estaba enamorada de ChaeYoung, que la amaba y que se iba a casar con ella, llegando a mostrarle el anillo con el gran diamante.

Siempre pensó que eran cosas tontas, pero ahora estaba segura que no. Ella podría decir fácilmente que era el mejor sentimiento del mundo, mejor que ganar la lotería, mejor que ver las ganancias de una inversión. Era feliz con Lalisa, y lo sabía.

Le gustaba ser así de feliz, pero solo con la menor.

Le gustaba ser así de protegida, pero solo por la menor. Le gustaba todo lo que viniera de Lalisa, y era solo eso.

— ¿Qué me has hecho?

— ¿Te duele cómo te estoy agarrando la cintura? — La menor dejó de forzar el agarre, pero una mano ahí lo impidió.

— ¿Dónde estuviste toda mi vida?

— ¿Tú donde estuviste toda la mía? — Una sonrisa torpe, apartó varios cabellos que caían en el bello rostro de la mayor, y sonrió —. ¿Por qué me ayudas tanto? No es una obligación, pero...

— Me gusta saber que ayudo al ser que más amo en el mundo. — Un beso, y cerró sus ojos al comenzar al sentir caricias en su rostro, pero frunció su nariz al momento de sentir el frío golpear su cintura —. ¿Crees en el destino?

— Soy totalmente escéptica a eso, pero todo es nuevo gracias a ti, yo solamente firmé contigo porque iba a conseguir unos billetes, y mira dónde estamos.

— Tal vez eso es una serendipia.

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