05
Tzuyu estaba en su departamento, había despertado de una siesta que la ayudó a reponerse del cansancio que le provocó el vuelo de regreso a Corea, pues esos fueron los días más estresantes que había tenido en mucho tiempo, llena de preocupación por su padre y dramas familiares con su madre, así que estaba feliz de que al fin pudiera estar tranquila en casa.
Sin embargo había algo que la seguía preocupando y eso era Sana, pues la ponía tensa el pensar que no le explicó porqué desapareció por varios días y sabiendo como era la omega, podía imaginarse lo que pasó por su mente todos esos días.
Entró al baño para ducharse mientras pensaba qué podía hacer al respecto, pues podía mandarle un mensaje explicando todo, pero le parece una mala manera de arreglar las cosas y además, si ya estaba ahí ¿No sería mejor ver a la japonesa en persona? así podía abrazarla y pasar algo de tiempo con ella.
Cuando salió con el cabello húmedo revisó su teléfono y le mandó un mensaje a la menor, diciéndole que quería hablar con ella para explicarle todo. Sin embargo una hora pasó y su mensaje no fue leído, así que tomó las llaves que Sana le había dado y salió de su casa.
Pensó bastante si era buena idea ir a casa de la omega, pues no era un secreto que el padre de Sana no sabía nada sobre ellas y era muy grosero con las alfas que se juntaban con su hija.
Su mente divagó un poco hasta que recordó que los padres de Sana nunca estaban por las mañanas, así que podía sorprender a la chica como ha hecho en otras ocasiones.
Caminó con las manos en los bolsillos, tranquila y sin mucha prisa. Pasó cerca de una tienda de conveniencia y decidió que podía ser bueno comprar algo de ramen y leche de plátano, a la conejita le gustaba mucho esa combinación.
Mientras pagaba revisó su teléfono, esperando un mensaje de la omega, sin embargo no había nada, eso era raro, porque Sana siempre contestaba rápido, aunque bueno, tal vez estaba ocupada. Con un suspiro dejó la tienda, llevando consigo la bolsa con la comida.
Al llegar sacó las llaves, esperando sorprender a la menor como había hecho en el pasado, abrió la puerta y un olor dulce a coco azotó su olfato, era bastante raro que la casa entera oliera a Sana, sobre todo porque ella no solía tener un aroma tan fuerte.
Tzuyu se quitó la chaqueta, dejándola en uno de los sillones en la sala y fue hacia la cocina para dejar las compras.
Cuando pasó cerca de las escaleras que daban al segundo piso el olor se hizo más intenso, mareándola un poco, su alfa mientras tanto comenzó a alborotarse y de forma inconsciente dejó salir un pequeño jadeo y tragó en seco, pues las feromonas de Sana la estaban afectando mucho.
Intentó calmarse para no cometer una locura, pero le era muy difícil cuando su alfa sabía lo que quería y eso era a la inocente omega que se retorcía en el piso de arriba.
Tzuyu consideró irse, realmente lo hizo, pero entonces logró escuchar la leve voz de la omega diciendo su nombre con un tono bajo y tembloroso.
Subió con pasos pesados, casi robóticos mientras pensaba en todo lo malo que podía pasar si seguía sus instintos, pero sinceramente estaba harta de reprimirlos, siempre tenía que contenerse, para ser la hija ejemplar a ojos de sus padres y para ser la alfa recta que Sana conocía ¿Por qué nunca podía hacer lo que quería? siempre complacía a los demás, ¿Por qué no podía cumplirse un pequeño capricho?
Cuando estuvo frente a la puerta pintada de rosa adornada con estrellas y el nombre "Sana" plasmado con una caligrafía perfecta, volvió a cuestionarse y casi se da la vuelta, de no ser porque oyó un pequeño "ahí Tzuyu".
Su mente se nubló con un solo pensamiento, Sana la necesitaba, no como amiga, no como un soporte emocional, la necesitaba como una alfa, necesitaba el alivio que solo ella podía otorgarle.
Su pecho se llenó de un calor inexplicable y su orgullo creció, porque aunque no era su primera vez con una omega en celo, sí lo era con una a la que amaba con todo el corazón y a su alfa le enorgullecía poder decir que esa hermosa omega también la deseaba.
Con el mentón en alto abrió la puerta y por más que creyó estar preparada, solo descubrió que la realidad superaba cualquier sueño que hubiera tenido antes. A unos pocos metros se encontraba su novia, retorciéndose sobre la cama con sábanas color lila y algunos peluches que ella le había regalado esparcidos a su alrededor.
Tzuyu estaba muda, observando los inexpertos dedos de su omega intentando complacerse a si misma, pero ella no iba a permitir eso, su pequeña no tenía porqué conformarse con sus dedos cuando tenía a su alfa a pocos metros.
La taiwanesa se armó de valor ──¿Sana?── preguntó con la voz tensa por la creciente excitación que se apoderaba de su cuerpo.
La mencionada frenó sus movimientos y sacó los dedos de sus pantalones, con la vergüenza atacándola ──A-Alfa...── ella no quería decir eso, quería referirse a su novia usando su nombre, pero su omega estaba al mando ahora.
Gateó hasta la orilla de la cama, mirando a Sana con ojos suplicantes ──Por favor... alfa te necesito── suplicó con pequeñas lágrimas apareciendo debido al dolor que el celo le producía.
La taiwanesa observó a la sumisa omega frente a ella y detalló su estado, desde su frente sudada, al rostro sonrojado, junto a su respiración anormal y el par de pezones marcándose contra la tela del lindo suéter de pijama.
Tzuyu podía sentir el calor en su parte baja cuando contrarrestó la erótica imagen en comparación con el inocente cuarto pintado de un tono rosa pastel, las paredes estaban adornadas con posters y una que otra letra de canciones románticas.
Se acercó a la chica y la tomó por las mejillas para juntar sus rostros, acariciándole las mejillas usando su nariz ──Tranquila Shasha, ya llegué pequeña── susurró con una voz gruesa. Sana tembló en su lugar, incapaz de contestar.
Las bragas de la japonesa estaban más que arruinadas, se adherían a su piel por los fluidos y eso la hacía estremecer.
Tzuyu besó sus mejillas, siendo delicada, hasta que llegó a sus labios, ahí la alfa se sintió con el derecho de tomar entre sus dientes el labio inferior de la omega y tiró de él. El aliento de ambas se mezclaba con cada respiración que daban y eso enloquecía a la japonesa.
Tzuyu podía sentir su pantalón apretándole de forma incómoda, pero no le importaba mucho, pues quería disfrutar de la hambrienta omega.
Juntó sus labios en un beso que pronto se volvió húmedo, pues ambas estaban necesitadas, querían tener a la otra lo más rápido posible, sin importar las consecuencias. Sana rodeó por el cuello a la taiwanesa y se estremeció por completo cuando sus caderas fueron tomadas de una forma posesiva. Las manos de Tzuyu descendieron al trasero de la chica, dando un apretón territorial cuando succionó la lengua de la conejita.
Sana sentía que sería devorada por esa carnivora tan hambrienta, pero no le importaba, Tzuyu podía probarla todo lo que quisiera y ella no se quejaría porque era su mujer.
Su lengua chocó contra los colmillos afilados de la híbrida de lobo y la provocó, en respuesta Tzuyu movió la cadera contra la nada y dejó salir un jadeo ──Vas a arrepentirte por tentarme así── sentenció.
Sana relamió sus labios y la parte juguetona que tenía salió a la luz ──¿Enserio? pero si solo soy una pequeña e indefensa omega en celo, ¿qué pude haberte hecho?── jugó mientras su mano derecha descendía hasta los pantalones holgados que la alfa llevaba puestos, ahí jugó con la ebilla del cinturón y sonrió cuando la tailandesa suspiró.
Sana estaba jugando sucio y eso le gustaba ──¿Qué puede hacerte una omega débil... y excitada?── susurró contra su oído y atrapó el lóbulo de la oreja con sus dientes.
Tzuyu detuvo la mano que estaba jugando con la ebilla de su pantalón y la movió más abajo, contra su abultada erección ──No lo sé pequeña, ¿Por qué no me muestras un poco?── la mano que tenía libre se metió por debajo del pantalón de pijama de la coreana y tocó el trasero a su gusto.
Sana quedó muda, sabiendo que su plan para seducir a la alfa había sido un éxito y le gustaba a donde estaba llendo todo esto, pues su omega estaba cómoda.
El olor dulzón del coco abrazó a la alfa, quien deseaba complacer a su portadora, pues quería demostrarle lo buena que era en eso.
Sana jadeó cuando sintió una punzada en su centro, Tzuyu sonrió ──¿Adolorida?── preguntó con un tono sarcástico, la japonesa asintió con una mueca de dolor en el rostro.
Tzuyu besó su frente ──Tranquila mi niña, voy a calmar tu dolor, solo necesitas algo y yo lo tengo, pero tienes que pedirlo adecuadamente── explicó con una voz serena, transmitiéndole seguridad.
Sana asintió rápidamente cuando el dolor incrementó. Tzuyu le dio una nalgada ──Quítate esta tierna pijama y recuéstate mi amor── ordenó mientras ella se deshacía de la camiseta y los pantalones.
Sana comenzó quitando su suéter con estampado de fresas y después siguió con el pantalón ya que no llevaba puesto un sostén. Una ola de placer inundó su cuerpo cuando vio la delicada espalda desnuda de la alfa mientras ésta se estiraba un poco.
Tzuyu se dio la vuelta, solo usando ropa interior ──¿Lista princesa?── preguntó con un tono tierno, que enterneció a la omega. Sana recostó su espalda contra las almohadas y peluches.
──Para ti siempre alfa.
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